Capitulo 11. Investigando
Vio como Bel y Helena saludaron en un intento por evitar que los matasen pero eso no alivió el ansía de sangre del ambiente.
—¡Calma, son amigos nuestros!―chilló Sonia provocando que los demás estudiantes se relajasen y se pusiesen a hablar entre ellos, Sonia caminó hacia ellos con las manos en la cadera. ― ¿Qué hacéis aquí?
— Escuchamos gritos y ya sabes que Bel no puede evitar cotillear. ―contestó Helena por lo que la aludida bufó molesta y se cruzó de brazos haciéndose la ofendida. ―¿Y vosotros que hacéis aquí?
—Vinimos a limpiar el instituto, y luego sacaron una pelota y acabamos así. ―contó Sonia, miró hacia ellos con los ojos brillantes. ―¿Queréis jugar?
—¡Muy bien, todo el mundo a casa! ―ordenó Matt, se escucharon algunas quejas pero todos recogieron sus cosas y se fueron marchando poco a poco.
— Pero hermano...―se quejó An
— Pero nada, aún no has hecho los deberes. ¡Venga para casa! ―mandó el rubio, su hermana le hizo burlas antes de comenzar a caminar hacia la salida con Dafne seguidas de todos los demás a excepción de Sonia.
— ¿Te vienes a comer? ―dijo Helena
— Pues sí ―Sonia se agarró al brazo de la rubia y comenzó a caminar.
Jose miró hacia Sonia, no le hacía ninguna gracia que fuese con ellos ya que si ella estaba presente le daba miedo preguntar por la relación existente entre Nora y Matt.
Nada más sentarse examinó el lugar, las mesas eran metálicas y estaban clavadas al suelo al igual que los asientos; las camareras llevaban un vestido rosa con una pequeña placa sobre su pecho en las que se leían su nombre e iban en patines; la música salía de un gigante tocadiscos en la que los otros clientes insertaban monedas y seleccionaban las canciones.
— ¡Este lugar es genial! ―exclamó Bel eufórica cogiendo la carta del menú y abriéndolo.
Jose hizo lo mismo y cogió el menú que tenía más cerca, lo abrió y lo colocó entre él y Cris. La comida también parecía la típica estadounidense, no habían sino hamburguesas de todo tipo con patatas fritas. El almuerzo fue bastante entretenido con Sonia contando las anécdotas de la casa del terror, bueno eso cuando Bel la dejaba hablar porque esa chica no callaba ni aunque tuviese que comer.
— ¿Y quién era la chica de pelo blanco?―preguntó Cris a Sonia
—¿No me digas que no reconociste su voz? ―interrumpió Bel fingiendo estar decepcionada.―Ella es Triz, la que piratea la megafonía y da las noticias. Es súper simpática, te va a caer genial cuando la conozcas.
—¿En serio? ¿Esa es Triz? ―preguntó Evan sorprendido, Jose le pegó una patada por debajo de la mesa por lo que el pelinegro le lanzó una mirada asesina.
Jose le pegó una fuerte patada a Evan y con los ojos le indicó que preguntase ahora.
—¡Joder deja de darme patadas! ―gritó Evan captando la atención de todos, el pelinegro se sonrojo levemente debido a la vergüenza mientras Jose se hundía en el asiento para no llamar la atención. ―Pregúntalo tú si tantas ganas tienes de saberlo.
Jose abrió los ojos sorprendido pero enseguida cambió la expresión y le lanzó una mirada asesina a Evan, esta se la devolvía; sintió todas las miradas fijas sobre él y se hundió aún más en el asiento.
— ¿Preguntar?¿El qué?―quiso saber Bel interesada apoyando los codos sobre la mesa y mirando fijamente a Jose.
Jose tragó saliva preocupado, había captado la atención de todos; justamente lo que no quería.
— ¿Y bien? Que no tenemos todo el día. ―Sonia levantó la mano para llamar a la camarera y tras pedirle un trozo de tarta de queso fijó la mirada en él.
—Bueno... yo...me gustaría saber... bueno es más curiosidad que otra cosa...
—¿Qué si Matt y Nora son novios?―preguntó Evan interrumpiendo a Jose, ya que tal y como iba no terminaría la frase nunca. ―Nos hemos fijado en que están muy unidos y teniendo en cuenta que Nora no habla con muchas personas y que Matt la cuida tanto, pues nos hemos imaginado que están saliendo.
—Yo también pregunté lo mismo cuando los conocí, pero no, no son novios; de hecho Matt ha tenido un par de novias.―contestó Bel rápidamente, la pelinegra se echó hacia atrás. ―Únicamente Nora es la persona más tímida del mundo y Matt ha desarrollado un mega-súper-ultra-sentido protector hacia ella.
—Sonia tú los conoces desde hace más tiempo, ¿siempre han sido así? ―Helena se giró hacia Sonia, la pelirroja dejó de comer tarta y los miró con seriedad.
— Nora sí pero Matt cambió a raíz de cierto incidente. ―contó Sonia, por primera vez desde que la conocía Sonia parecía una persona completamente diferente, estaba seria y parecía preocupada y contrariada. ―No sé si es buena idea contároslo.
— Claro que sí, son nuestros amigos, tenemos derecho a saber. ―contestó Bel instando a Sonia a hablar, la pelirroja miró la tarta y suspiró.
—No tienes que contárnoslo si no quieres. ―dijo Jose aunque la curiosidad por saber lo que pasó lo estuviese carcomiendo por dentro, pero debía de seguir fingiendo que no le interesaba para nada lo que sucediese con Nora.
— ¡De eso nada, no le hagas caso! ¡Cuéntanoslo por faaaaa! ―pidió Bel arrebatándole la tarta a Sonia, Jose interiormente deseó que Bel siguiese insistiendo. ―No te doy la tarta hasta que nos cuentes que pasó.
—Bel no seas cría.―Helena trató de quitarle la tarta a Bel para devolvérsela a Sonia pero fracasó. ―Yo lo he intentado.
—¡Yo quiero saber qué pasó! ―exclamó Bel.
—Está bien, pero cómo esto salga de aquí os mato. ―amenazó Sonia, los cinco asintieron y se echaron hacia adelante para escuchar mejor. ―¿Sabéis que Nora es claustrofóbica no?
Como para olvidar algo así, teniendo en cuenta que pasó una de las peores tardes de su vida cuando se quedo encerrado con ella. Todos asintieron y Sonia continúo su relato.
— Cuando éramos pequeños, tendríamos unos diez años o así, solíamos jugar en el restaurante de mis padres al escondite. Una de las tardes, me puse a contar mientras ellos dos fueron a esconderse, los busqué por todo el restaurante pero no los encontré así que se lo dije a mi padre para que me ayudará a buscarlos. Entre los dos revisamos todos los rincones pero nada. Sin embargo, el repartidor de bebidas entró a los pocos minutos histérico diciendo que había dos niños encerrados en la parte de atrás del camión que no hacían sino gritar.
Bel se llevó las manos a la boca horrorizada.
—Salimos corriendo y tras un buen rato de forcejeo mi padre consiguió abrir la puerta y nos encontramos a Nora inconsciente con Matt a su lado llorando. Tuvimos que llamar a la ambulancia porque a Nora le dio un ataque de ansiedad y apenas respiraba; al parecer Matt había pensado que ese era el escondite perfecto y la había obligado a entrar.
Jose sintió pena por el rubio, ahora entendía un poco mejor porqué era tan protector con Nora. Debió de ser un gran shock para un niño de diez años ver cómo su amiga perdía el conocimiento; Matt seguramente se había echado la culpa de lo sucedido y trataba de compensarlo sobreprotegiéndola.
— Después de eso comenzó a sentirse culpable y a decir que Nora casi muere por su culpa, al final terminó por volverse así de sobreprotector con ella. ―Bel le devolvió el plato y Sonia se puso a comer, mientras todos ellos asimilaban la situación en silencio.
Jose trató de ponerse en el lugar de Matt, sinceramente no sabía qué hubiera hecho él. Pensó en cuando se quedo encerrado con Nora en el ascensor, ella se había puesto histérica y eso que ya era mayorcita, imaginarla en la misma situación con diez años le rompía el corazón.
—Pobre Matt.―murmuró Cris sacándolo de sus pensamientos.
—De todas formas, creo que ellos hacen una pareja adorable.―aseguró Bel, Helena asintió dándole la razón.―Seguro que algún día acabaran siendo novios.
Suspiró consternado, puede que no fuesen novios pero si ella estaba enamorada de Matt eso iba a traer grandes complicaciones a su plan.
Pidieron la cuenta y Bel comenzó a interrogarlos sobre cómo era su antiguo instituto respondiendo Evan a casi todas las preguntas con ayuda de Cris así que por suerte para él apenas tuvo que hablar.
—Y Jose era el capitán del equipo de fútbol.―contó Evan orgulloso, Bel lo observó con los ojos brillantes y él miró a Evan irritado ya que lo había convertido en el centro de atención (otra vez) y ahora Bel lo avasallaría a preguntas.
—¿En serio? ¿Tan bueno eres? ¡Eso explica lo bien que jugaste el otro día! ¿Y sabes hacer más trucos como esos? ¿Por qué no nos lo dijiste antes? ―quiso saber Bel, Jose puso los ojos en blanco... a eso precisamente se refería.
— Es muy bueno, tenía a todas las chicas del instituto loquitas por él; siempre iban a animarlo a los partidos con pancartas y le cantaban canciones. ―prosiguió Evan, Jose le dio una patada por debajo de la mesa para hacerlo callar, pero Evan sonrió con maldad.―Y todas las semanas se le declaraba una chica distinta, ¡es todo un rompecorazones!
—Entonces, ¿tienes novia? ―preguntó Helena, él negó con la cabeza.
—Eso es porque está esperando a la chica adecuada, es un romántico.―contestó Evan con burla, Jose chasqueó la lengua y le pegó otra patada a Evan para que se callase de una santa vez y dejase de hablar por él e inventarse cosas.
— Eso es muy bonito.―murmuró Bel que junto a Helena lo miraban con los ojos brillantes.
— Bueno chicos yo tengo que irme, mi hermano acaba de mandarme un mensaje ordenándome que vaya al restaurante a echarles a una mano.―comunicó Sonia guardando el móvil en el bolso y poniéndose en pie.
—Espera nosotros también nos vamos.―Cris se puso en pie también al igual que Bel y Helena.
Una vez que salieron todos de la cafetería se despidieron los unos de los otros y mientras Bel, Cris y Helena se fueron juntos por un lado; Sonia salió corriendo hacia otro mientras les gritaba "hasta mañana". Jose y Evan se marcharon por el mismo camino en completo silencio.
—Debes estar contento, al final ellos dos no están saliendo.―comentó Evan alegre golpeando con fuerza la espalda de Jose para luego poner las manos tras el cuello y seguir caminando.
—Sí, bueno...¡¿y qué pasa contigo?!―acusó Jose enfadado caminando más deprisa para encarar a Evan, el pelinegro se detuvo y lo miró confuso.―No te hagas el santo ahora, ¿a que vino todo eso de que cada semana se me declaraba una chica?
— Pero si es verdad.―aclaró Evan, Jose se llevó las manos a la cabeza irritado.
—¿Y eso de "está esperando por la chica adecuada"?―preguntó Jose con retintín, Evan sonrió con orgullo.
—Para que tengan una buena idea de ti―contó Evan.
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Se pasó el resto del domingo pensando cómo acercarse a Nora y causar buena imagen pero no se le ocurrió nada hasta que el lunes la vio leyendo un libro. ¿Cómo no se había percatado antes? Está absolutamente enganchada a los libros de asesinatos, si quería acercarse a ella, lo único que debía hacer era hablarle sobre ellos pero primero debía de conseguir y leer alguno.
Es por ello que se encontraba frente al enorme edificio antiguo que era la biblioteca pública pues era el mejor lugar para encontrar libros que Nora hubiese leído ya que cómo pudo comprobar la primera vez que estuvo allí con ella, solía venir a menudo.
—Disculpe.―llamó Jose, la bibliotecaria se dio la vuelta y se colocó las gafas, luego sonrió.―Hola, estoy buscando...
— Nora está en la sección de suspense, tenéis que hacer otro trabajo ¿cierto? ―contó la mujer cogiendo otro libro del carrito y mandando a imprimir la etiqueta, Jose asintió y se marchó pero se volvió a dar la vuelta, él no sabía dónde estaba eso.―Sigue por este pasillo hasta llegar a la sección de espiritismo, luego gira a la izquierda y sigue recto. No tiene pérdida.
— Gracias.―masculló Jose antes de despedirse.
Caminó por dónde la mujer le había indicado sin aún dar crédito a la suerte que había tenido, ¡Nora estaba allí!.
Torció a la izquierda y siguió de frente, a lo lejos pudo divisar una figura femenina sentada en el suelo. Se acercó en silencio y se detuvo a escasos metros de Nora, ella estaba sentada en el suelo rodeada de varios libros mientras apoyada sobre la estantería leía uno. Jose se fijó en ella, vestía unos pantalones vaqueros y una camiseta de color azul celeste sobre la que llevaba una rebeca negra; su pelo lo llevaba recogido en dos pequeños moñitos que la hacían parecer más dulce. Jose carraspeó para llamar su atención pero ella no pareció escucharlo. Iba a tener que cambiar de técnica, al parecer haciendo eso nadie le prestaba atención.
—Ya sé quién eres asesino de la rosa blanca.―susurró Nora satisfecha, Jose caminó hacia ellas y se puso de cuclillas a su lado. Ladeó la cabeza divertido, ella le había dicho que le encantaba averiguar quién era el asesino y al parecer ya lo había descubierto.
— ¿Y quién es?―preguntó Jose señalando el libro, Nora se sobresaltó y le pegó con el libro en la cabeza haciéndolo caer de culo.―¡Joder!
— Te lo tienes merecido por asustarme.―contestó Nora abriendo el libro para proseguir con la lectura, Jose se acarició la mejilla dolorida y la fulminó con la mirada.
—Llevo un rato aquí, no es mi culpa que no te hayas dado cuenta.―murmuró Jose molesto acercándose poco a poco a ella, no quería recibir un nuevo librazo; apartó unos cuantos libros del camino y se sentó a su lado, ella siguió indiferente por lo que echó un vistazo al libro que leía.―¿De qué va?
Nora no dijo nada, por lo que él le quitó el libro de las manos y se puso a leer la reseña. La morena se giró hacia él claramente enojada y trató de recuperar el libro pero no lo consiguió por lo que se cruzó de brazos.
— Interesante, creo que me lo llevaré para leérmelo en casa.―dijo Jose colocando el libro al lado suyo dónde Nora no podía cogerlo sin acercarse a él, ella resopló indignada pero no dijo nada.― ¿Me aconsejas algún otro libro?
Nora apretó los labios furiosa pero no dijo nada. Vale, debía intentar caerle bien para en última instancia ligar con ella pero es que no podía evitar hacerla enfadar, era muy divertido.
Jose cogió uno de los libros que había por el suelo y se puso a pasar las páginas, Nora aprovechó ese momento para comenzar a gatear hacia el libro. Jose enarcó una ceja y cogió el libro justo cuando Nora también lo cogía, la morena lo asesinó con la mirada y tiró del libro; sin embargo Jose no lo soltó.
— Dame el libro. ―ordenó Nora, él negó con la cabeza y tiró hacia él.
— Oblígame.―desafió Jose, ella entrecerró los ojos pero no apartó la mirada de él.
La chica se puso en pie y recogió su bolso del suelo, luego se puso a mirar al suelo y recogió un par de libros. Jose la observó cuidadosamente, al parecer se había enfadado de verdad, suspiró y se puso en pie de un salto. Le golpeó la cabeza con el libro para captar su atención.
— Te lo devuelvo con dos condiciones.―explicó Jose, Nora miró hacia él con interés.―Primero debes recomendarme dos libros que tú ya te hayas leído.
Si quería sacar conversación con ella necesitaba leer algo que ya hubiese leído, ¿y quién mejor que ella misma para recomendarle uno?
—¿Y segundo? .
—Te lo digo cuando me hayas recomendado esos dos libros.―contestó Jose, ella asintió a regañadientes.
Estuvo los siguientes quince minutos escuchando a Nora con atención, ella le mostró varios libros contándole de qué iban y si le habían gustado o no. Al final se decidió por dos libros de Sherlock Holmes ya que Nora le dijo que eran los mejores para empezar.
—Bien, ya te he ayudado. Ahora dame mi libro.―exigió ella, Jose negó con la cabeza.
—No vayas tan rápido que aún queda la segunda parte del acuerdo.―recordó Jose, ella colocó las manos en las caderas.
—¿Y bien?
—Debes aceptar venir a tomar algo conmigo.
—¡Qué! ―gritó impactada, inmediatamente se llevó las manos a la boca y miró a su alrededor preocupada de que alguien la hubiese escuchado.
—No grites que estamos en una biblioteca.―dijo Jose con tono de burla mientras señalaba a su alrededor, Nora lo fulminó con la mirada.
—¿¡Te has vuelto loco!? ―habló Nora histérica intentando no levantar la voz, Jose le señaló el libro y ella apretó los puños. No pudo evitar sonreír y admirarla divertido, sus mejillas se habían sonrojado levemente aunque no tenía claro de si era por vergüenza o por enfado.
—¿Y? No tenemos todo el día.―Jose se acercó a ella pero Nora se echó para atrás y estiró la mano para indicarle que se parase.
—No―contestó Nora con seriedad, cogió un par de libros y se marchó hacia la secretaria, él se revolvió el pelo y salió corriendo tras ella.
—Nora―la llamó, ella siguió caminando ignorándolo por completo como ya era habitual; llegaron hasta el mostrador de la bibliotecaria y se la encontraron sentada en la mesa examinando la pantalla del ordenador; Nora llegó y colocó los libros sobre la mesa captando así la atención de la mujer.
—¿Ya terminasteis de hacer el trabajo? ―preguntó la bibliotecaria colocándose las gafas y cogiendo los libros que Nora le tendía.
—No teníamos que hacer ningún trabajo. ―aclaró Nora con voz dulce, Jose colocó sus libros sobre el mostrador y suspiro, la mujer los miró confundida.
—Pero tú..
—Yo no dije nada, usted supuso que íbamos a hacer un trabajo.―corrigió Jose antes de que siguiese con la frase, ella asintió avergonzada y le entregó los libros a Nora. Luego cogió los libros de Jose y le entregó un formulario.
—Debes rellenar esto para hacerte una tarjeta y así poder sacar los libros. ―indicó la bibliotecaria entregándole un bolígrafo, la mujer miró hacia Nora que ya tenía los libros en los brazos y estaba dispuesta a irse. ―¿Y cómo es que hoy has venido sola?
—Matt tenía que estudiar, mañana tiene examen.―contestó Nora con una pequeña sonrisa. ―Hasta la semana que viene Poppy.
Nora se despidió de la bibliotecaria y sin mirar a Jose comenzó a caminar hacia la salida, él entregó el formulario a la mujer antes de salir corriendo tras ella con los libros en la mano.
—¡Espera! Tengo que entregarte el carné.―la bibliotecaria se puso en pie pero Jose no se dio la vuelta.
—No se preocupe, ya me lo dará cuando devuelva los libros.―Jose abandonó la biblioteca y buscó a Nora, se acercó a ella y la sujetó del brazo haciéndola girar, ella como respuesta le golpeó la cara con los libros.
—¡Deja de pegarme, joder!―bramó Jose enfadado, ella no dijo nada pero comenzó a mover el brazo para librarse de él por lo que apretó su mano alrededor de su muñeca y tiró de ella en dirección contraria.―Vamos, te invito a un batido.
—¿Pero qué crees que haces? ¡No voy a ir contigo a ningún sitio!―chilló ella agitada deteniéndose en mitad de la calle pero como él era más fuerte la obligó a seguir caminando por lo que Nora le golpeó nuevamente la cabeza con los libros.―¡Suéltame!
Jose la ignoró y siguió caminando, no tenía claro cómo había terminado así. Su intención era ir a la biblioteca y sacar un par de libros de asesinatos, entonces ¿qué hacía arrastrando a Nora a la fuerza hacia una cafetería?
Jose siguió caminando agarrado a Nora durante un par de calles más hasta que encontró la una cafetería. Abrió la puerta y obligó a Nora a entrar delante de él aunque no la soltó, ella miró indecisa un par de mesas hasta que finalmente se decidió por la que estaba pegada a la gran cristalera que daba a la calle. Ambos tomaron asiento y Jose le entregó la carta de los zumos para que echará un vistazo, momento que aprovechó para quitarle sus dos libros y colocarlos junto a los suyos fuera del alcance la morena.
—¿Qué haces? ―preguntó Nora sin apartar la mirada del menú.
—Asegurarme de que no vas a echarte a correr en cuanto me despiste.―Jose cogió el otro menú y empezó a leer los zumos.
—A esto se le llama secuestro.―aseguró Nora apartando el menú a un lado y mirando hacia la ventana.―Me estas reteniendo contra mi voluntad, puedo denunciarte.
Jose puso los ojos en blanco y la ignoró.
—Creo que me tomaré un batido de fresa, ¿tú qué quieres? ―preguntó Jose, ella se cruzó de brazos y miró hacia la puerta.
—Irme.
—Buenas tardes, ¿qué desean?―una camarera de mediana edad con el pelo recogido en un moño se acercó a ellos.
—Dos batidos de fresa.―indicó Jose, la camarera asintió y apuntó la comanda en la pequeña libreta que tenía antes de irse.
No sabía muy bien cómo empezar una conversación con ella que no derivase en insultos. La camarera les trajo dos grandes copas y les deseo buen provecho antes de retirarse de nuevo, Nora miró el batido dudando de sí debía beber decidiendo al final que no pasaba nada por caer en la tentación.
— Está rico ¿verdad?―murmuró Jose, ella lo fulminó con la mirada pero no dijo nada.
Estuvieron en silencio durante un buen rato, Jose abría la boca de vez en cuando para decir algo pero enseguida se callaba. Nora se pasó la mayor parte del tiempo mirando por la ventana viendo a la gente pasar mientras él la observaba intentando pensar la mejor manera de llevarse mejor con ella.
—¿Por qué me has traído aquí? ―preguntó Nora clavando sus ojos miel sobre él, tragó saliva nervioso, no se esperaba que ella fuese tan directa.
—Quería hablar contigo a solas, algo que por cierto es casi imposible gracias a Matt y Sonia.
—Si vas a preguntarme otra vez de qué nos conocemos ahórrate la saliva.―contestó Nora apoyando la mejilla sobre la mano mientras con la otra mano jugaba con la cañita.
—Si, ya sé que tengo que averiguarlo por mi mismo.―contestó Jose con tono aburrido, se echó hacia atrás entrelazando sus manos tras el cuello.―Mi pregunta es otra, ¿por qué no le has contado nada a Matt a Sonia o a tu hermana? Teniendo en cuenta que cualquiera de ellos puede matarme o mandarme directo a la UCI; no entiendo por qué nada más verme si tan mal te caigo no les dijiste nada.
Nora dejó de jugar con la cañita y lo miró fijamente, se veía más seria de lo normal por lo que bajó las manos y adoptó una postura más formal.
—¿Crees que las personas cambian?―preguntó la morena, meditó sus palabras unos instantes antes de responder.
—Claro.
—Pues ahí tienes el por qué no les he contado nada.―contestó Nora apartando la mirada de él y poniéndose a beber el batido.
Jose rodeó con sus manos su copa ya completamente vacía y miró hacia el interior. Si había entendido bien, no lo estaba protegiendo sino que estaba poniéndolo a prueba para saber si había cambiado. Cambiado, ¿cómo? ¿en qué sentido?
—¿No podrías darme una pequeña pista?―pidió Jose intentando parecer amable, ella negó con la cabeza.―Una pequeñita.
—No.
Ambos se quedaron en silencio sin saber qué decir. Mencionar el tema siempre resultaba incómodo para los dos, y después de eso Jose no sabía hacia donde encaminar la conversación.
—Yo....cuando nos quedamos encerrados dentro del ascensor de Evan....lo siento. Fue culpa mía, yo te obligue a entrar.―se disculpó Jose rascándose con nerviosismo la nuca y evitando la mirada de Nora, cuando finalmente la miró se dio cuenta de que ella estaba mirándolo asombrada.
—Si, fue culpa tuya.―afirmó Nora recuperando su habitual neutralidad, ahora Jose era el que la miraba con la boca abierta. Ella señaló los libros con la cabeza.
—Primero contéstame a algo, ¿te gusta Matt?
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