III
No lo amaba a él.
Una noche me di cuenta de que no lo amaba. No lo amaba a él, amaba lo que él me hacía sentir.
Amaba las sonrisas que se formaban en su rostro, sin embargo repudiaba los motivos que la ocasionaban. Amaba sus ojos brillantes cada vez que me miraban, sin embargo sabía que así miraban a todas. Amaba cuando notaba algo fuera de la norma en mí, sin embargo detestaba cada vez que su curiosidad sobrepasaba mi control. Amaba saberlo deseoso, sin embargo no soportaba ser consciente que no era solo de mí.
Amaba sentirme notada. Amaba que estar junto a él me provocase una inexplicable sensación de pertenencia. Amaba que se perdiera en mis palabras dichas rápidamente y preguntase que significaban. Amaba sus intentos por incluirme. Amaba que intentase sacarme de mi caparazón malhumorado.
Sin embargo, me irritaba su constante optimismo. Su exageración al notar mi negativa ante las muestras de cariño. Me irritaba su facilidad para socializar y su deseo que de fuese igual. Nunca me agradó su gusto musical y me desesperaba su incesante búsqueda por justificar todo lo malo, diciendo que todo lo malo sería recompensando en el futuro. Me enojaba su inocencia frente a lo que es el mundo real.
Así fue que una noche llegué a esa conclusión: no lo amaba a él, amaba lo que me hacía sentir. Y, aunque parezca idiota o confunso, era real. No podía amarlo a él si no podía comprender o maravillarme por sus ideas, por su razonamiento o sus pensamientos. No podía amarlo cuando nuestra forma de ver el mundo era totalmente heterogéneas. No podía amarlo si él era tan diferente a mí, no podíamos complementarnos de ninguna forma.
Odiaba el sol que representaba en mi vida, pero amaba la calidez que irradiaba sobre mí en los días fríos y solitarios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro