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IX

-así que usted salvo a su alteza hace años?, que sorpresa!, en el pueblo todos hablan sobre sus habilidades.

La rubia habló entusiasmada sin darse cuenta que a cada segundo aumentaba el ego de Lucas y eso provocaba que Athanasia quisiera golpearlo por estar interrumpiendo su momento con su prima.

Cuando la princesa hizo notar su presencia Lucas se había instalado en el invernadero sin invitación alguna a tomar el té con las dos rubias.

Athanasia estuvo por golpearlo pero se contuvo por estar ante los ojos de Adara.

-Lady Adara, qué países le ha gustado del imperio? -intervino la princesa haciendo que Lucas la mire de reojo con burla.

-bueno, todos los países que he visitado tienen algo que los destaca pero los más hermosos son Arlanta y Siodonna, aunque me gusta más Siodonna gracias a las catacumbas del antiguo palacio, en serio ese lugar representa lo glorioso que era el imperio Aurbis.

Ese nombre llamó la atención de Lucas que la miro y estrechó sus ojos.

Ella pudo ingresar a las catacumbas y encontrar a Aurbis?.

-imperio Aurbis?.

-los antiguos magos llamaban imperio Aurbis al territorio donde se creó todo tipo de magia existente, se dice que dos árboles de Aurbis desaparecieron hace siglos, el primero no ha sido localizado y el segundo se encuentra en las catacumbas del palacio de Siodonna, a la zona donde sienten el mana del segundo árbol lo llaman la representación del imperio Aurbis.

Explicó la oji verde ante la curiosidad de la princesa.

-y han encontrado el segundo árbol?.

-hasta ahora no se ha podido localizar aunque hay muy pocas personas que pueden entrar en la zona Aurbis -esta vez habló Lucas llamando la atención de las rubias.

-es cierto, cuando los magos de Siodonna se enteraron que logré entrar a la zona Aurbis me dieron algunas clases y se comunicaron con las otras torres para que pueda entrar en las zonas privadas.

Ese dato hizo que los otros dos miraran fijamente a la rubia.

Ante ellos estaba una pequeña dama ducal que era, al parecer, famosa e importante en otros países por haber sido cercana a las torres de magos de los países de obelia.

Era alguien importante que guardaba mucha información y habilidades en su interior.

La charla duró unas horas más hasta que la tarde llegó y la joven Alfierce debió irse a su hogar.

-la espero en unos días Lady Adara.

-fue un gusto charlar con su alteza y con Sir Lucas, espero ansiosa ese día -les sonrió brillante dejando casi ciega a la princesa.

El caballero simplemente sonrió brillante con un leve sonrojo.

Mientras el azabache solo sonrió de lado al ver el mana bailar en los ojos esmeralda de la rubia.

Ese mana dorado se entrelazaba fuertemente con ese color verde luciendo un par de gemas esmeralda difíciles de encontrar.

La rubia se despidió de ellos y salió del lugar siendo guiada por Felix hacia la salida del Palacio Real.

Cuando quedaron solos Lucas esquivó el golpe de la princesa.

-por qué viniste?!, acaso no sabes lo que es una charla de mujeres?!.

La miro con burla al ver su enojó.

-si no hubiese llegado esa niña se hubiera caído y vete acostumbrando porque cuando venga a visitarte estaré presenté.

Bostezo aburrido y desapareció de allí dejando hecha furia a la princesa.

-"Lucas tonto!...parece que Adara cautivó a todos con su belleza incluso a quien menos me esperaba" -suspiro agotada recordando la mirada de su padre en Adara.

Acaso la Jeanette de su historia no sería la peli marrón sino la joven hija del duque Alfierce?.

Esperaba que no porque su prima en serio le había caído bien, era inteligente y amable.

Y muy hermosa...de seguro si fuera un hombre sería el joven más atractivo de todo el imperio.

-que tenga buen viaje Lady y me dio gusto volver a verla -le sonrió amable el caballero.

La menor le sonrió de la misma manera pero antes de subir al carruaje lo miro curiosa.

-duque Loebein, usted sabe...por qué su majestad sabe sobre mis gustos literarios?.

Su pregunta lo dejó desconcertado hasta que recordó lo que él mismo había dicho hace unos años.

-...cuando usted era una pequeña infante se encontró con el emperador y conmigo, su majestad le regaló un libro de flores.

Ante su relato parpadeo curiosa y luego recordó un libro que ella tanto apreciaba.

Pero...se lo había regalado su hermano.

-ya veo, gracias por ayudarme esa vez duque y lamento no recordar ese momento -le sonrió en forma de disculpa mientras él negaba.

-no se preocupe Lady, fue inevitable.

Su sonrisa comprensiva le dio a entender que él sabía sobre el intento de secuestro que sufrió cuando era niña.

Le sonrió otra vez y subió al carruaje con ayuda de uno de los caballeros de su casa.

Cuando partió de allí miro por la ventanilla el atardecer.

Por qué su padre no le dijo que de niña se reunió con el emperador?.

Qué escondían?.

-madre, ya te dije que estoy bien, su alteza y su majestad fueron muy amables conmigo -miro con una gotita a su madre que le estaba haciendo miles de preguntes desde que llegó a la mansión.

-hija, su majestad te ha dado permiso para que ingreses a la biblioteca Real del palacio y que visites el Palacio Real sin invitación previa.

Miro a su padre con sorpresa el cual tenía una gotita de sudor en su mejilla.

Los duques estaban en el living con su hija.

La rubia quedó en silencio unos segundos y bajo la mirada.

Por qué el emperador era tan amable con ella?.
Acaso era por ser una fuente de información para el desarrollo estratégico de su hija?.

De todas maneras no le importaba, ella solo iba a cumplir con lo que le ordenaban y eso la ayudaría a llegar a donde quería.

-iré a descansar papá, mamá -les sonrió suavemente haciendo una reverencia.

Los duques le sonrieron con suavida y la vieron salir de allí.

Cuando quedaron solos Zenim suspiro preocupada.

-Ada es diferente pero tiene la misma malicia y astucia que ellos dos -susurro haciendo que su esposo esté de acuerdo con ella.

Adara fue educado por ellos y la astucia que heredó de sus progenitores se duplicó al momento de absorber la enseñanza de su familia adoptiva.

Ella podía ser temerosa, tímida y amable pero no era estúpida o tan bondadosa como para dejarse pisar por otro.

Cuando llegó a su cuarto cerró la puerta tras suyo mirando al suelo dejando que su cabello tape sus ojos.

Hasta que de pronto empezó a bailar haciendo que la sirvienta que la estaba esperando para ayudarla a cambiar la mire con una gotita.

-l-Lady el baño ya está listo -avisó al ver la inmensa felicidad de la rubia.

De seguro era por haber hecho su primer amiga.

Después de todo ella nunca salía sola o se reunía con otras damas de su edad.

-bien -le sonrió alegré haciendo sonreír a la mujer.

Cuando ya estuvo en la bañera las sirvientas estaban levemente sonrojadas viendo disimuladamente el cuerpo de su joven maestra.

Su cuerpo era delicado y desarrollado para su edad, aparentaba tener más de 9 años pero su ternura la delataba.
Su largo cabello ondulado parecían rayos del sol.
Sus ojos brillaban cuando sonreía.
Y sus labios eran finos y rosados.

Era hermosa y de seguro sería la mujer más hermosa de toda su generación.

-"su majestad da miedo pero no me interesa en lo más mínimo, solo deseo cumplir mi objetivo y asegurar la vida de mi familia y la mía....así que, su alteza imperial conviértete en otro de mis queridos escudos".

Sus ojos tuvieron un destello oscuro sin ser notado por las presentes.

Ella no necesitaba socializar con jóvenes de su edad, la mayoría de las jóvenes de su edad eran estupidas y ninguna tenía el suficiente poder para asegurar su camino.

Las personas importantes del imperio tenien herederos y ni una sola hija.

Excepto el emperador, el heredero al trono era una princesa.

Una princesa que necesitaba su ayuda para entender la política de otros países.

Y ese mago prodigio también podría ser un gran escudo pero debería de pisar con sumo cuidado porque esos ojos eran peligrosos.

Jamás diría algo privado de su vida sin ningún motivo, el secreto de Aurbis solo lo sabía ella y los magos de Siodonna junto a otros magos de las demás torres.

Cuando se enteró que era un mago en segundos supo que debía de causarle algo de interés que dure mucho tiempo para dejarlo como una carta a elección para su partida.

Ella siempre fue débil, temerosa y tímida pero al crecer aprendió a superar algunos temores y aprendió a luchar contra el mundo que la rodeaba.

Su temor y su amabilidad eran unas de sus herramientas para construir un camino seguro y sin grietas.

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