III
El joven Alfierce peinó con suavidad el cabello dorado de su amada hermana.
Los dos estaban en la habitación del mayor, sentados en el suelo con una manta su alrededor y al lado de la chimenea. Adara estaba leyendo mientras Kiel trenzaba su cabello.
-hermano, crees que papá esté bien?.
Miro de reojo a su hermano que parpadeo curioso.
-...puede que haya estado preocupado porque entre los nobles se dice que el emperador es alguien frío y despiadado, padre se preocupa mucho por ti Ada.
Le sonrió amable haciéndola sonrojar, ella cerró el libro y se apoyó en su torso mientras su hermano la abrazaba.
-Kiel...Ada no te da problemas? -susurro con tristeza ocultando su rostro, el nombrado la miro con sorpresa pero luego sonrió enternecido.
Por más que Ada dijera que nada le pasaba él podía ver a través de ella, veía con claridad que ella se sentía triste por ser una carga para su familia. Ella no quería ser una carga y nadie la veía como si fuera una carga.
Ellos la cuidaban con tanto esmeró porque la amaban.
-claro que no Ada, eres mi hermana menor, siempre te cuidaré, nuestros padres jamás se han quejado de tener que cuidarte, te cuidamos porque te amamos, no nos importa que seas diferente a los demás, Adara siempre será Adara, eres nuestra rosa dorada.
Susurro acariciando su cabello y oliendo su aroma, sintiendo su camisa mojarse por las lágrimas de la menor.
Ella siempre fue amada por su familia pero podía sentir las miradas de pena de los sirvientes, cuando veía a su prima y hermano jugar en el jardín mientras ella tenía que quedarse en su cuarto se ponía triste, cuando veía a su padre aún más cansado porque éste se quedaba a su lado las noches que tenía fiebre sin dormir junto a su madre y al otro día ellos tenían ojeras. Adara se ponía más depresiva y se echaba la culpa de todo.
Se echaba la culpa por ser débil, por ser diferente y se juzgaba a si misma como si fuera solo una carga para su familia.
Hasta llegando a desear jamás haber nacido.
Pero ella estaba tan cegada por su tristeza que no notaba que su familia la amaba y que todo lo que hacían por ella era de corazón.
-...hermano...gracias -sollozo apretando su ropa.
-jamás vuelvas a pedir perdón o a agradecer por algo que nosotros hagamos de corazón.
Se separó de ella y secó sus lágrimas con sus manos viendo con adoración las hermosas esmeraldas de su hermana. Ella le sonrió sonrojada por el llanto y él besó su frente.
Sus padre siempre trabajaban y había veces que no podían estar siempre en familia, ellos debían de estudiar de todo un poco como hijos de la casa Alfierce y no podían estar siempre con Jeanette ya que la duquesa no quería que las mellizas formen un lazo más especial del que ya tenían.
Así que si bien kiel compartía tiempo con su prima pasaba más tiempo que su pequeña hermana, que siempre estaba dentro de su cuarto, sola y en su cama viendo desde la ventana el exterior.
Los dos tenían un fuerte lazo de hermandad.
Pero ese lazo, por parte del mayor, no sería para siempre fraternal.
El duque suspiro sacándose sus lentes. Se froto su frente y cerró sus ojos apoyándose por completo en el asiento.
Ya era de noche pero no podía dormir así que decidió revisar algunos documentos.
-"esto es malo, si el emperador pide ver a Adara, ella llamará su atención y si descubre que es su hija pedirá que la lleven a su palacio, no planeaba que sea ella quien capturé la atención del emperador, se suponía que Jeanette debía de ser quien lo haga".
Chasqueo la lengua irritado y miro el cuadro en su oficina.
Sus dos hijos estaban en el cuadro, había mandado a hacer ese retrato hace 1 año. Los dos pequeños estaban sonriendo, la pequeña de 3 años estaba sentada en un sillón azul rey y el pequeño de 6 años estaba a su lado tomando su mano.
Sonrió nostálgico al recordar cuando sus hijos eran más pequeños, cuando se quiera dar cuenta sus hijos crecerían y partirán de su lado.
-...me estoy volviendo viejo -susurro depresivo al imaginar el futuro de sus hijos.
Cuando habían llegado a la mansión, Adara fue a la habitación de su hermano para pasar el tiempo con él y su prima.
Roger se había quedado preocupado por la reunión de los dos rubios, pero lo único bueno de todo eso era que su hija no pareció haberle prestado atención a su encuentro con el emperador.
Daba gracias a la mente inocente de un niño por no prestarle atención a esas cosas.
Pero la mente de un adulto es diferente.
Ahogó un grito con sus manos y bajo la cabeza derrotado. Su bebé era encantadora y el emperador había tenido una mirada que jamás había visto.
Como si estuviera viendo algo anormal pero maravilloso.
-"mis hijos son inteligentes y únicos pero...no quiero que el emperador me arrebate a uno de ellos, tiene su propia hija porque..demonios no eso no, si le presta atención a la princesa olvidada no le prestará atención a Jeanette".
Pasó sus manos por su cara frustrado para luego suspirar.
-papi?.
Casi lloró de nostalgia al escuchar la voz adormilada de su hija. Kiel y Ada lo llamaban así cuando recién aprendían a hablar, al ir creciendo ese tierno papi se transformó en padre o papá.
Por más que no lo demuestre el duque quería que sus bebés lo sigan llamando así.
La pequeña oji esmeralda abrió la puerta tallando uno de sus ojos. Estaba con el cabello revuelto y en pijama.
-por qué no fuiste a dormir?, todos estan durmiendo.
El oji ámbar sonrió divertido y se levantó de su asiento para luego alzarla.
-tenía algunos documentos que revisar pero se supone que entre nosotros dos tú deberías de estar durmiendo con tu hermano -ella bajo la mirada avergonzada.
-estábamos durmiendo pero...Ada quería ir al baño y después pensé que te sentirías solo sin mamá...papi puede dormir con Ada y Kiel? -lo miro con su carita de cachorro al querer que le cumplan algo, que pensaba que era imposible, logrando que Roger trague saliva.
Maldita Rosalia que le enseñó a su hija a tener lo que quisiera mediante algunos trucos de encanto.
-c-claro.
Ella sonrió alegré y lo abrazó haciéndolo reír.
Cuando los entraron al cuarto de kiel, éste se despertó al escuchar la puerta.
-papá?, Ada? -susurro bostezando.
Roger dejó en la cama a su hija y se sacó su chaleco y sus zapatos para luego acostarse en medio de los dos niños.
-duerme hijo, hoy cuidaré de sus sueños -los dos lo miraron con una sonrisa alegré y se acurrucaron cerca de su padre que acarició su cabello con suavidad -"así que de esto hablaba zenim, la calidez de nuestros hijos en verdad es reconfortante...espero que el tiempo no pase rápido".
-así que ella es hija de un hermano ilegítimo de la duquesa?.
Miro el informe con burla mientras Felix lo miraba de reojo con cautela. Su amigo en verdad había quedado cautivado por la pequeña que le dijo sin temor que él le daba miedo.
-que estupidez, cualquiera que sepa la verdad sobre esa familia se da cuenta de la realidad.
Claude frunció el ceño y recordó la mirada de temor de su sobrina que al estar en confianza le sonrió amable y sus ojitos habían brillado.
No...no debía de dejarse encantar por ella.
Solo era inocente y brillante porque era una niña lo más seguro es que al crecer se convierta en la misma calaña que sus padres.
Debía de dejar de pensar en ella lo antes posible. Su encuentro jamás volvería a suceder.
Pero él no sabía que la mente de un niño es frágil, un día puede mirarte con confianza y alegría y al otro día puede olvidarse por completo de ti.
.
.
.
-...m-mami.
Sollozo abrazando sus piernas escuchando el pasar de las personas a su alrededor.
Estaba escondida en un callejón.
-estás perdida?.
Ante eso levantó su cabeza y con sus ojos cristalizados miro curiosa al hombre ante ella.
Sus ojos eran como joyas.
El hombre veía sus ojos esmeralda con una enorme sonrisa.
-ven, solo quiero ayudar -estiro su mano hacia ella que lo miro desconfiada pero luego apretó sus labios y estiró su mano hacia él.
El hombre vestido de negro al sostener su mano le sonrió amable y los rayos del sol iluminaron su cabello azabache dejando ver unos mechones rubios.
La menor parpadeo curiosa al tener el presentimiento de que ya había visto esos ojos y ese cabello.
Pero...en dónde?.
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