II
Aún lo recordaba.
Recordaba cuando ella le prometió estar siempre a su lado y él confió tontamente en ella.
Recordó cuando ella le dijo que retrasó el anunció de su compromiso porque ella tenía miedo de lo que le podían hacer las mujeres que andaban tras él.
Que gran mentira!.
Esa maldita perra lo engañó con el maldito de su hermano, ese hombre que hizo de su vida un infierno.
Los encontró a los dos en la cama y ella ni siquiera tuvo una pisca de vergüenza o remordimiento.
Y ahora...ante él estaba su hija.
Esa niña que fue concebida por los dos seres que más odio en toda su vida.
Su cabello era dorado y tenía el mismo flequillo que él y su hermano, sus ojos eran esmeralda como los de esa perra.
Solo que los de esa niña eran inocentes y brillantes.
Los dos estaban en el living del palacio garnet, la pequeña rubia estaba sentada ante él mirando al suelo y jugando con su vestido.
Ni siquiera había tocado los postres que el emperador mandó a preparar para que ella comiera.
-"este señor es raro, me recuerda a ese hombre pero ni siquiera sé quiénes son...papá dijo que aquí vive el emperador y la familia Real pero el emperador no debe de ser más viejo?, acaso él es el emperador?".
Lo miro un poco y al encontrarse con sus ojos volvió a bajar la mirada haciendo que el rubio sonriera de lado.
-te llamas Adara, no? -ella asintió y se quedó en silencio -...te doy miedo? -apoyó su codo en su rodilla y su mentón en su mano mirándola fijamente.
Ella apretó sus labios y tragó saliva.
-...un poco -susurro temerosa.
El rubio sonrió de lado y la miro divertido, esa niña ni siquiera sabía quién era él. Ya quería ver su cara cuando supiera quién es él.
-es curioso, hasta ahora jamás supe que el duque tenía una hija -ella lo miro curiosa y se exaltó al ver los ojos brillantes del rubio.
Parecían joyas mágicas, miro sus ojos con sorpresa y emoción.
-...son lindos -susurro ante la curiosidad del emperador que arqueo una ceja -s-sus ojos..parecen joyas señor -bajo la cabeza avergonzada al ver la sonrisa del rubio.
-sabes quién soy? -ella negó y él sonrio abiertamente -soy Claude de Alger Obelia...actual emperador de obelia.
Ella quedó con la boca abierta y luego tembló al recordar que fue maleducada y descortés ante su presencia. Su madre le enseñó etiqueta desde que aprendió a caminar y ahora la iba a decepcionar.
-lo-lo siento seño...s-su majestad -volvió a bajar la mirada con temor haciendo bufar al mayor.
Parece que esa niña era extremadamente tímida y siempre tenía miedo de algo.
-por qué siempre pides disculpas?, qué te atormenta?.
Ella parpadeo y lo miro con vergüenza.
-Ada no es normal...si hago algo mal puedo darle problemas a papá y mamá...ellos siempre me cuidan y si hago algo malo tendrán más trabajo -contó en un susurro bajando la cabeza con tristeza.
Claude la miro atento y luego observó el mana en su interior, era un mana muy débil pero era mana imperial.
Ahora lo entendía.
No sabía cómo pero podía ser que ella en la fecundación haya absorbido el mana imperial de su padre y se mantuvo viva gracias a eso.
Ella era un milagro.
-por qué dices que no eres normal?, yo veo que eres igual a los demás niños.
Bebió su té con tranquilidad cerrando sus ojos.
-...no puedo jugar y..siempre le doy problemas a mi hermano, ellos siempre me cuidan porque tengo un cuerpo frágil y siempre me enfermo.
La volvió a mirar atento y estrechó sus ojos, su debilidad se debía al frágil mana que había en ella.
-tu hermano y tus padres alguna vez se quejaron de tener que cuidarte?.
Ella lo miro curiosa ante tal pregunta y negó haciendo suspirar a claude.
Era increíble la inocencia de un niño, se preocupaban por cosas mínimas que un adulto jamás se preocuparía.
-come algo...Adara -agarro un plato con un pastel de limón y lo dejó en el regazo de la menor que miro asombrada la decoración del pastel.
Ella agarró el tenedor con cuidado y corto un pedazo para luego comerlo, sonrió sonrojada ante el sabor.
-"tiene miedo de cometer algún error pero tiene buenos modales para ser una niña" te gusta?.
-sí! -le respondió ahora alegré.
El rubio sonrió de lado y la siguió observando.
Tal vez era raro en él ser amable con la hija de los seres que más odió pero algo en ella hacía que se sienta calmado.
Los nobles salieron de la sala hablando entre sí, el duque miro hacia donde había dejado a su hija con la sirvienta y se preocupó al no verlas. Pero, podía ser que las dos hayan ido a comer o tal vez al jardín.
-"ojala no se haya cruzado con el emperador" -tragó saliva nervioso y se sorprendió al ver al duque Loebein caminar hacia él.
-duque Alfierce, Lady Adara lo está esperando en la sala privada del emperador -sonrió alegré ante la curiosidad de los nobles y el shock del duque.
No podía ser cierto!, sabía que llevar a su hija al palacio era mala idea.
Maldita sea él y su desconfianza por los sirvientes y su sobreprotección con su hija!.
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.
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Cuando llegaron a donde estaban los dos rubios se sorprendieron al ver a Adara leyendo un libro mientras que Claude leía unos documentos.
Había un silencio tranquilo entre los dos, nada a comparación de cuando Felix los dejó solos.
-su majestad, el duque está aquí -anunció su llegada haciendo que Adara dejé el libro de lado.
-papá -corrio hacia él y abrazó sus piernas, el oji ámbar acarició su cabello y la alzó.
Luego averiguaria cómo terminó con el emperador pero ahora debían de salir de allí.
-su majestad, muchas gracias por cuidar de mi hija -hizo una reverencia sonriendo nervioso ante la fija y seria mirada del rubio.
-...Alfierce, es curioso, jamás supe que tenías una hija que se parece tanto a esa mujer -le sonrió con frialdad haciendo estremecer al duque.
-"tal vez se dio cuenta que Adara es su hija, es muy difícil no darse cuenta de eso, ella se parece mucho a su majestad, creo que debemos de mantenerla oculta de la sociedad o comenzaran los rumores" -miro con cautela al rubio y con temor ante sus pensamientos.
Si el emperador tenía interés en su hija, podía ordenar que la lleven al palacio y ella dejaría de ser una Alfierce.
-b-bueno verá su majestad...-se quedó callado al percibir que Adara los estaba mirando curiosa.
Claude al ver eso cerró sus ojos y se levantó.
-pueden retirarse, Felix dale ese libro a Adara.
El pelirrojo asintió y agarró el libro dejándolo en manos de la rubia que lo agarró confusa.
-pero es el libro de su majestad -parpadeo curiosa.
Claude solo la miro divertido y luego cerró sus ojos.
-puedes quedartelo, Jim tiene más libros.
Ella le sonrió avergonzada y lo miro con sus ojos brillantes.
-muchas gracias!.
Claude se quedó mirando sus ojos brillantes y luego volvió a cerrar sus ojos.
El duque miro nervioso la interacción de los dos rubios.
Sabía que su hija era encantadora y que encantaba a todo aquel que se cruce en su camino con su amable sonrisa.
Habrá hecho lo mismo con el emperador?.
-l-lo siento papá, yo quería ver las flores y me alejé de Ana...te desobedeci y seguí al emperador y al señor Felix porque tenía miedo -sollozo bajando la cabeza.
Roger sintió que su propio yo le daba una bofetada por hacer llorar a su princesa.
-n-no te voy a retar hija, solo estaba preocupado por ti, no estoy enojado contigo -le sonrió sereno acariciando su cabello.
Los dos estaban sentados juntos en el carruaje.
-en serio? -lo miro con sus ojitos brillantes haciendo que el duque tuviera un sonrojo impredecible por lo adorable que era su bebé.
Su esposa tenía razón, su hija era adorable y hermosa.
Debía de enseñarle a luchar a Kiel para que a futuro espante a las alimañas que se acerquen a su hija.
-sí pequeña, no estoy enojado pero no te vuelvas a alejar así de quien te esté cuidando, no quiero imaginarme qué hubiera pasado si no era el emperador el que te encontraba -suspiro ante la mirada curiosa de la rubia.
Aunque por otro lado hubiera sido mejor que un noble la hubiera encontrado en vez del emperador.
Se notaba a leguas que Claude tenía interés por su hija, jamás lo había visto tan tranquilo como en ese momento.
Al principio pensaba que su hija portaba magia ya que a cada persona que se cruzaba en su camino lo encantaba pero no era así. Si fuera así ella no tendría un cuerpo débil.
O tal vez era un don suyo encantar a las personas con su bella sonrisa amable y sus hermosos ojos esmeralda.
Pero debería de tener mucho cuidado, iba a tener que tomar medidas extremas para que su hija no se vuelva a encontrar con el emperador o con algún chico que caiga ante sus pies.
Luego miro de reojo a su hija que estaba leyendo el libro que claude le regaló mientras movía sus pies alegré.
Era un libro sobre flores, sus significados y sus propiedades incluso tenía pequeños cuentos de hadas y dichas flores.
Por suerte su hija aún era pequeña y si pasaba el tiempo era posible que se olvide de su encuentro con el emperador.
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