Capítulo único
Los personajes de Boku no Hero Academia no me pertenecen, sólo el amor que les tengo.
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—¿Este es realmente el punto de encuentro? —pregunta por enésima vez Shinsou. Monoma sonríe al igual que las anteriores veces y afirma con la cabeza.
—El mismo —Hitoshi lo observa con una ceja levantada, sin creérselo. A su alrededor sólo había parejas, el lugar era idóneo para una cita y no tanto para una celebración del curso—, no me mires así. No fui yo quien lo eligió.
El rubio observa su celular, avisando que le llegó un mensaje; aunque el contrario no haya escuchado nada.
—Era Tetsutetsu —dice guardando el aparato— dice que tardarán en llegar, ¿Matamos el tiempo? —Shinsou rasca su nuca nervioso, sospechaba que se traía algo entre manos, pero realmente no le molestaba pasar tiempo con él.
—Como quieras —finalmente responde y Monoma lo encamina hacia el enorme árbol de Navidad que adornaba el centro de la plaza.
El número de parejas sólo iba en aumento, cuando Monoma tomó su mano con la excusa de que así sería más fácil hacerse lugar, también lo hicieron sus latidos.
—Allí —señaló Neito a un restaurante que se encontraba escondido detrás del árbol— Vamos a comer algo, ¿Tienes hambre verdad?
—El resto va a venir, ¿Verdad? —pregunta, Monoma aplica fuerza en el agarre y lo dirige hacia el local.
—Ya te dije que se retrasaron. Parece que se cruzaron con unos fans de Kendo o algo por el estilo.
—¿Eso atraso a todos? —sigue sin creer, mientras Monoma abre la puerta del restaurante con su mano libre.
—No me preguntes a mí, sólo soy el intermediario —suelta su mano y se acerca a una señorita en la recepción. Neito se inclina levemente para hablarle, y como Hitoshi se queda atrás, no llega a escuchar la conversación. La chica afirma con la cabeza, luego señala con la mano para que pasen. Monoma va detrás de la moza, tras una indicación, Shinsou lo sigue a él.
El restaurante era sin duda el más lujoso al que nunca haya ido, y, de alguna forma, Neito había conseguido el mejor sitio junto a la ventana del segundo piso; teniendo una gran vista a su costado. Extraño de creer, considerando que fueron a último momento y con todas las demás mesas ya reservadas, desde hace meses, como pudo escuchar de la conversación de una pareja a la que pasaron.
—¿Realmente vendrán? —pregunta al sentarse.
—¿Qué quieres comer? —pregunta a su vez, sin prestarle atención— y no te preocupes por los precios.
Shinsou suelta un suspiro al verlos, Monoma decora su ya bonito rostro con una sonrisa burlona al observar su reacción.
La cena pasa con tranquilidad, con Neito criticando a la clase A cada vez que le aparecía una oportunidad; Shinsou preguntando por el resto de sus compañeros, y Monoma cambiando de tema con algunos que a Shinsou lograron sacarle una sonrisa. En un momento el joven de pelo violeta se ve hipnotizado por los elegantes movimientos del contrario, como si el estilo del lugar se apegara a su persona. Se llevaba pequeños pedazos de comida a sus rosados labios, luego masticaba lentamente. Uno, dos, hasta veinte veces. Tragaba y se limpiaba con la servilleta cualquier rastro de comida que pudiera haber quedado, luego levantaba sus enormes ojos grises hacia él; y Shinsou se sentía un idiota, porque no era la primera vez que el rubio lo encontraba viéndolo. Entonces él soltaba su pregunta de salvación, porque era lo único que se le ocurría: —¿Y los otros?
Monoma termina de limpiar su boca y revisa su celular: —Están en camino, acompáñame a un lugar.
Ambos se levantan, Shinsou observa como Monoma deja un fajo de billetes sobre la mesa antes de largarse. Ni bien salen afuera del restaurante, el fuerte viento los golpea; haciéndoles recordar el frío clima invernal en que se encontraban. Hitoshi levanta su abrigo para que también cubra su boca y Neito suelta una ligera risa mientras lo ve temblar.
—¿Olvidaste abrigarte, Shinsou-kun?
—No pensé que estaría tanto tiempo fuera, pensé que solamente nos reuniríamos con el grupo para luego dirigirnos a un karaoke o algo por el estilo.
—Entiendo —tras sacarse su bufanda, lleva la misma alrededor del cuello contrario— la próxima vez, no te pongas tan difícil para darle tu información de contacto a tus amigos.
—Tú tienes mí número —Monoma, al escucharlo, sonríe. Siguiendo con el trabajo de atar la bufanda.
—Pero no fue un trabajo fácil conseguirlo, y tú me dijiste que sólo podía comunicarme para urgencias —atrae hacia si el rostro contrario tras aplicar fuerza en la cálida lana que ahora cubría su cuello—. Si tuvieras el número de nuestros compañeros sabrías que esta reunión era un invento, pero... —sigue susurrando, ahora acercando sus labios a su oído— por la forma en que me miras y el sonrojo que ahora tienes en tu rostro, puedo adivinar que no te molesta en lo más mínimo el engaño.
—Eres un infeliz —la suave risa de Monoma se siente como música al resonar contra su oído, que seguramente tomaba colores similares a las de sus mejillas.
—¿Lo soy? —dice dejando un pequeño beso en la mejilla que ardía, del rostro que no mostraba cambio de expresión más que el rehuir de sus ojos. Luego toma la mano de Shinsou para guiarlo a una pastelería dónde había hecho un encargo. Hitoshi sólo pudo afirmar el agarre y respirar aliviado de que nadie vaya a interrumpir su tiempo juntos.
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