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Introducción (Etapa 1)

20 de diciembre de 2024

Ciudad de México.

Existen personas que suelen encerrarse en su propio mundo, creer que no existe nada más que ellas mismas. Pueden llegar a suponer que son el centro del sistema solar. Podrías llamarlo egocentrismo o aislamiento, sea cual sea la vertiente en la que te bases, ambas son erróneas.

El universo ya no es determinista, es decir, no se puede considerar que la vida depende del efecto dominó causa-consecuencia, y, por tanto, pensar que el estado actual «determina» en algún sentido el futuro. Incluso las mentes más cerradas caen ante este inaudible hecho.

Tal es el caso de Itzel, una joven estudiante universitaria de semblante perdido, piel morena, cabello largo y azabache. En fin, una mujer más de casi dos millones de habitantes de dicha ciudad. La joven no posee atributos que harían voltear a las personas, lejos de eso, sería más bien una mujer que pasaría de largo con facilidad. Pues es descuidada de su persona al punto de tener algunos kilos de más y jamás usar maquillaje. No es la joven más amable y le gusta su soledad. Debes hacer caso cuando ella te pida que te alejes. Parece una víctima de bullying «normal», pero recuerda, el universo no funciona de manera lineal, sino más bien ramificada.

Es por ello que es importante para los estudiantes universitarios atender cuando ella pida que se alejen. ¡Deberás hacerlo! O eso es lo que debieron hacer, pero claro, no lo hicieron. Cuando alguien se convierte en un blanco fácil, es improbable que este deje de ser visto como tal.

Itzel solía decir que su madre soltera la odiaba y ella, por ende, aprendió a odiar al mundo. No es que los demás ayudaran a mejorar ese aspecto en su vida. Recibió duras críticas y constantes burlas por parte de todos.

Había en su universidad jóvenes que la conocían desde el preescolar y aunque era agradable cuando la llegaban a conocer, por otro lado, ser su amiga de ella te haría un blanco fácil de los abusones. Lo mejor era siempre alejarse de ella y fingir que no existía.

Después de todo, Itzel siempre estaba sola y su madre no iba a sus llamados escolares. Siempre decía: «Tengo que trabajar, a mí nadie me ayuda, no tengo tiempo». Nadie la defendía, todos la ignoraban. No era muy lista y siempre tenía las peores calificaciones. La pobre no tenía nada que ofrecer y así fue hasta la universidad.

Cursaba la carrera de nutrición, y algo empezó a llamar la atención de ella, raro, pero sucedió. Y eso fue cómo cerraba los ojos ante las personas, como si algo la asustara cada vez que hablaban con ella. Es por eso mismo que nadie se atrevía a dirigirle la palabra, los miraba como si de algún ser de ultratumba se tratara.

Lo que muchos ignoraban es que Itzel, cada vez dormía poco y comía menos, pues la chica comenzaba a tener alucinaciones momentáneas donde su hermosa manzana fresca y recién lavada se convertía en una putrefacta fruta con gusanos, lo que mermaba su hambre cuando todo parecía volver a la realidad.

En cuanto a su sueño, al cerrar los ojos, Itzel pudo ver en un par de ocasiones cómo su alcoba parecía un terreno baldío, desolado y sucio por el tiempo, lo que la asustaba, pues incluso su cama desaparecía. A pesar de palparla, algunas veces era cuestión de abrir y cerrar los ojos, pero existieron un par de ocasiones donde la aparente locura o sueño duró algunos minutos más, unos angustiantes y agonizantes instantes, que le erizaban la piel y el frío le calaba hasta los huesos.

Itzel siempre pensó que su vida era desdichada, que no podía ser peor, pero nunca se debe subestimar al destino y lo que, por decisiones propias, se puede llegar a cambiar. Las ramificaciones del «yo» en el universo, con las decisiones tomadas, pueden ser más inesperadas e inimaginables para las expectativas iniciales que se tenían.

Esto fue lo que le ocurrió a esta joven cuando comenzó a tener visiones, alucinaciones o sueños, como solía llamarlos por sí misma. Al principio, con la comida, no había mayor problema. Algunas veces quedaba putrefacta y solo debía desecharla, pero todo comenzó a ir a peor, después con las personas.

Pues una vida humana, incluso para ella, que detestaba a todo el mundo como a sí misma, entendía la diferencia entre un vegetal, animal o cosa y una persona.

Como aquella ocasión en la cual, el joven que solo le robó su primer beso para ganar una apuesta con sus amigos de que podía besar a la más fea, fue a él al primero que lo vio deformarse ante sus ojos. «Fue aterrador», su rostro se momificó ante sus ojos, su piel blanca y tersa se tornó marrón y blancuzca en las partes donde se desprendía del mismo, sus hermosos ojos café miel desaparecieron en su lugar sus párpados se encontraban cerrados y sellados por sangre putrefacta que los unía como si no los pudiera separar. Su bien cuidado y estilizado uniforme ya no lo poseía, y qué decir de su escultural y tonificada figura, de ella ya hacía un cuerpo casi en los huesos, que intentaba decirle algo con sus dedos casi desnudos de su piel sin éxito alguno, pero la apuntaba directamente a ella.

Lo más terrible de aquella situación fue que, de verlo así, pasaron tres días y el muchacho murió, accidentalmente. Ella pensaba que aquello era obra de la casualidad y quiso ignorarlo.

Después, le fue simplemente imposible. Nuevamente, al tener esa deformación visual, en un par de personas más de su escuela morían de manera accidental al cabo de tres días. Una de ellas, una porrista, la cual le había dibujado cerdos en su mochila con tinta permanente y siempre la llamaba despectivamente. La otra víctima fue un joven que solía romper, accidentalmente, sus proyectos escolares.

Aquello no podía ser una casualidad. Temía mirar a las personas y hacerles daño, pues quién mejor que ella para entender el dolor de alguien. Ya que ella llevaba sintiéndolo toda su vida.

Aquellas deformaciones visuales eran involuntarias, después de todo. ¿Quién podría culparla por odiar a los que le hicieron daño? Era casi parte del ser humano querer regresar el mal que es recibido.

Aun así, nunca desearía que sucediera algo así, que siguieran muriendo. Aunque en el fondo de su corazón creía que lo merecían, no era tan mala para desearlo con todas sus fuerzas. Ya que incluso esas personas eran familia y amigos de otras. Y era triste ir a sus funerales y no poder decir nada a nadie, para no ser aún más juzgada de loca.

No podría hablarlo con nadie, ni siquiera con su madre. Itzel estaba sola y ella misma debía descubrir cómo parar sus deformaciones visuales. Así como los accidentes que se producían después de tres días.

Para ella no tenía ninguna lógica, ningún sentido, lo ocurrido. Pero ya con tres muertes, debía pararlo, sea lo que sea que fuera. Debía terminar. Su corazón no estaba tan hermético como para ver morir a más gente. Después de todo, nada borraría su pasado, ni su presente. Y no quería cargar en el futuro con el pensamiento de que tal vez pudo haber hecho más.

Inicialmente, ese sería el plan, pero pronto se daría cuenta de que la vida no es lineal y no todo es como creemos y queremos.

La vida da muchas vueltas y, en ocasiones, nos deja en el ángulo menos esperado con la perspectiva menos pensada.

Etapa 1 Misterio: correspondiente a WattpadMisterioES

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