Llevaba alrededor de dos años viviendo junto a su pareja en aquel hermoso universo, pero no significaba que sus pesares hubieran desaparecido por completo. Era raro tener pesadillas cuando dormía junto a Blard, pero al tenerlas siempre despertaba sintiendo las lágrimas caer y el intenso dolor en su cuenca derretida, justamente estaba durmiendo al mismo lado que el mayor, y éste ante su sollozo se había despertado.

Al instante lo abrazó, dándole vuelta para calmarle.

— Geno, cielo, tranquilo. —Pidió el mayor con una voz algo somnolienta— No estás solo, estoy acá contigo, yo te voy a proteger.

Tras muchos mimos, el de bufanda se calmó, odiaba esas secuelas que lo atormentaban, siempre silenciosas esperando el momento de torturarlo, al menos, tenía a su pareja que no lo abandonaba hasta que estuviera mejor.