Hace pocos días, Geno había tenido un fuerte dolor junto a las náuseas, llegando a vomitar agonizando, desde ese momento Blard empezó a sobre-preocuparse, de tal modo que a cada minuto se acercaba donde su amado a preguntar si estaba bien.

En un principio al de bufanda le daba gracia, sabía que como primera vez que vivían los dolores de cabeza y estómago con fuerza, él no sabía qué hacer, necesitaba aprender que eso iba a ser normal debido a su estado y por eso intentaba dejar pasar su preocupación tomando su mano junto a una sonrisa.

Si querían una familia, debía aceptar las consecuencias.

— ¿No te duele nada, cielo? —Preguntó el mayor, ambos estaban recostados en la cama, recién despiertos de la siesta.

— Blard, estoy bien, de verdad, ya dejé de tener cambios de humor tan fuertes, mi magia ya se está acostumbrando a nuestros pequeños, ya estoy mejor.

— ¿Al menos no has tenido más mareos que los de hace unos días, no?

Geno negó, besando los labios impropios acurrucado.

— Ya no hay de qué preocuparse.

El trabajador rió enternecido, dándole un abrazo que no duró mucho, todavía tenía mucho trabajo que hacer ese día.

— Entonces puedo estar tranquilo. Igual, si sucede en algo no dudes de avisar.

— Lo tengo claro, ve.