39.
Así el día siguiente Geno se había levantado como siempre temprano, arreglándose un poco para salir y esperar en el exterior a su pareja, sabía que el adverso se iba a negar a tomar una siesta antes de salir, por lo que no iba a insistir.
Al verle a lo lejos, saludó con la mano, estaba llevando un par de cajas que se notaban que eran pesadas; fue mala idea distraerlo, casi las cajas terminaron en el suelo si no fuera por la reacción del mayor en agacharse para tomarlas, eso había sido peligroso.
— Tonto, vas a terminar con los pies aplastados. —Dijo en un regaño, Blard solo sonrió.
— Para nada, mis pies van a sobrevivir a mis torpezas.
— Eso espero.
Con una breve risa nasal, el más alto dejó las cajas sobre las otras, palmeandose las manos como trabajo terminado. Geno tomó su brazo llevándolo a un banco cercano, antes que nada era cambiarles las vendas, ya era una costumbre hacerlo.
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