- Ambos sabemos que hay algo que tenemos que hablar. -Dijo de la nada Blard.

Estaban tranquilamente en la cama sin mucho que decir, Blard estaba allí para tomar la siesta, pero el ambiente los estaba obligando a sacar de una vez lo que estaban pensando desde hace casi un año. Geno le veía en su mirada, no era seria, no había de qué preocuparse, pero la posible negativa le aterraba.

- Lo sé... Creo que es en vano dejarlo para otro momento.

Ambos se sentaron, apoyándose en el respaldo donde habían una gran cantidad de almohadas, Geno se abrazó a una, recibiendo una suave caricia en su mejilla.

- ¿Te arrepientes de vivir acá conmigo?

- ¿Qué...? Para nada... Amo estar acá. O no llevaría más de dos años y medio viviendo contigo, Blard.

El susodicho rió bajo, suspirando como enamorado.

- Entonces... Hay que dejar que el tiempo pase, amor, nos pueden traer sorpresas que no imaginamos tan prontas... O lejanas.

Geno asintió, pero la duda no le dejó permitir que su pareja cerrara sus cuencas para descansar.

- Una cosa antes... Blard, a ti... huh... ¿Qué opinas de los niños?

Fue bajo, quizás si no fuera que estaban cerca del uno al otro el mayor no hubiera escuchado, somnoliento, pues estar junto a quien amaba le hacía dormirse más rápido, respondió apenas.

- Son la bendición y el amor físico de las parejas...

Eso era suficiente para saber que sus deseos eran iguales a los propios.