
VI
Por fin ha llegado el Sábado, hoy es el cumpleaños de Nataly. Toda la semana he estado intentando sonsacarla que es lo que la gustaría de regalo pero no me ha dicho nada. Pienso en todo esto mientras viajo en el autobús que me dejará a una manzana de la casa de mi amiga. Salgo rápido del autobús con mi madre y mi hermana, porque mi madre no tenía dinero para dejarla con una niñera.
—¿Cuánto falta? ¿Cuánto falta? ¿Cuánto falta? —dice y repite Laura todo el camino, hasta que la interrumpo por lo enfadada que me tiene.
—¡Cállate ya, Laura! Vamos al cumpleaños de mi amiga y queda cerca. —le digo en el momento que empieza a llorar. Después de mucho esfuerzo por parte de mi madre, conseguimos que deje de hacerlo.
Llegamos a la casa que indica la invitación y llamo al timbre.
—¿Por qué no nos abren?—dice mi hermana mirando al suelo.
—No lo sé. —dice mi madre antes de que yo pudiese hablar.
En ese momento se escucha la apertura de una puerta y aparece Nataly con un gorro de cumpleaños, algo que queda bastante infantil cuando se supone que cumples trece años, o eso creo yo. Se escucha un gran bullicio procedente del interior de la casa, antes no se había oído debido a la buena aislación de la puerta.
Detrás de Nataly aparece una mujer que es exactamente igual que ella, es como una versión adulta de mi amiga.
—Tú debes de ser Nicole. —me dijo la mujer de manera amable, mientras me abría la puerta.
—Sí, soy yo. Encantada.
Me despido de mi madre y Laura, que se van a ir a un Centro Comercial y entro en la casa de Nataly. Nada más la veo le entrego su regalo. Su casa es sorprendente y está llena de personas que no conozco, supongo que será su familia.
—Ven Nicole, vayamos al patio. —me dice Nataly.
—Mira, te presento a mi único primo por parte de la familia de mi padre, Christopher. —ella mostrando a un niño que mide como un metro setenta.
—Vaya... es de familia elegir nombres así.—digo aguantándome la risa.
Todos los que me oyeron me miraron con desprecio, creo que no ha sido buena idea decir lo que he dicho.
—Bueno... y... ¿Cuántos primos tienes? —le pregunto a Nataly.
—Por parte de mi madre hay siete primos, dos están casados y los otros cinco son menores que yo. —me explica amablemente.
—¿Tú madre es la hermana menor, mediana o mayor?
—Mi madre es la tercera de cinco, la mediana. Siempre sacaba muy buenas notas y al final se quedó con la casa familiar.
—¿Tú padre también está aquí?
—Claro, siempre está para nuestros cumpleaños. Ven, te lo enseñaré.
Sigo a Nataly hasta que me señala a un hombre que aparentemente es su padre, es un hombre bajo y con aspecto descuidado: ojeras marcadas, cara pálida y barba demasiado larga y desordenada.
—Eres realmente baja.—me dice Christopher en el momento que me doy la vuelta— ¿Cuánto mides?
—1'48 cm.
—Muy pequeña... esa estará cerca de ser tu estatura definitiva.
—Imposible, mi madre mide 1'65 cm.
—Porque tu madre mida eso no tienes por qué ser igual que ella.
—Basta ya de tonterías, por favor.
Entro en la casa y me encuentro a una niña cantando en el karaoke. Me emociona y la digo que al terminar ella me pondré yo, lo acepta y cuando termina escojo la canción: ''Estoy aquí'' de Shakira.
Canto chillando y toda la gente que está a mi alrededor se tapa los oídos con fuerza.
Nataly se acerca a los mandos cuando empiezo a cantar los coros y baja el volumen casi hasta silenciarlo. Dejo de cantar, nadie me va a escuchar ya... no creí que cantase tan mal.
Doy la media vuelta y detrás de mí, otra vez, está Christopher.
—¿Qué quieres? —le pregunto.
—Nada, ¿por qué me lo preguntas?
Decido ignorarle y me voy a comer la merienda que han puesto por las mesas. Me dedico a beber refrescos a la par que como, los refrescos para mí son como el alcohol para un adicto: cuando estoy deprimida tomo refrescos y parece que se me pasa un poco.
Nataly va a presentarme a sus primos de parte materna: Belén, Bryan, Felipe, Sebastián, Esther, Paula y Rut. Todos de apellido Rojas menos Felipe y Esther (lo tienen de segundo apellido). La madre nos interrumpe porque entra con la tarta, le pide a todos silencio y dice que empecemos todos a cantar el cumpleaños feliz...
—Y a ti también... —dice Alexandra, la madre de Nataly, mirando al techo, ya que el hermano mellizo de Nataly está en el segundo piso.
Todos aplauden y Nataly pide su deseo mientras sopla con fuerza las velas. Se pide "el tortazo, el tortazo". Ella baja la cabeza y se da el tortazo que le deja la cara completamente blanca y hace que nos salte merengue. La mayoría saca un pedazo de torta y comen además un queque.
Me parece raro que Rubén, el padre de Nataly, casi nunca está en casa pero para un cumpleaños sí... Nataly me saca de mis pensamientos porque quiere enseñarme su habitación. Es muy bonita, amplia con una sola cama, con un LCD de 45'' sobre una cómoda bastante bonito. Y de repente, un niño aparece en la habitación y Nataly me lo presenta.
—Él es Miguel Pérez. —me dice señalando al niño, más pequeño que yo en estatura.
—Hola. —le digo estrechándole la mano, pero en vez de aceptarla hace una mueca. Al parecer es una de esas personas ''EMO''.
Nos vamos de la habitación para ir al salón en donde Nataly abre sus regalos, cuando termina vamos al patio y comenzamos a jugar al voleibol.
Un rato mas tarde de las 20:30hrs mi madre llega con mi hermana para recogerme.
—¡Nicole, ven, nos vamos! —grita mi madre desde la puerta.
—Ya voy mamá.
Me despido de Nataly y voy corriendo hacia la puerta.
Salimos y vamos a la parada de autobús, aunque esto está cerca de nuestra casa lo preferimos así porque el ambiente se ve hostil. Le paso a mi hermana uno de los dulces que me dieron en el cumpleaños para así tenerla distraída. Cuando llega el autobús, mi madre nos agarra fuerte a las dos y subimos rápidamente al transporte.
Dentro tratamos de hacer espacio en esa "masa de gente" (que asfixia) que no nos deja pasar. Llegamos con todo el transbordo muy tarde. Mi hermana andaba como un zombi, con las ojeras marcadas y arrastrando su parca. Nos vamos rápidamente sin cenar a dormir.
Suena la alarma, demasiado deprisa, e intento apagarla sin abrir los ojos y como cada mañana, lo único que consigo es tirar el móvil al suelo. Mientras me desperezo, me pregunto donde estarían el perro y la araña de Nataly el sábado. Intento quedarme un rato más en la cama, para descansar otro poquito y en 15 minutos estoy lista para bajar a desayunar.
Una vez he desayunado, recojo mis cosas y salgo para mi colegio a enfrentar un nuevo y horrible lunes. Agradezco no salir por la tarde o estaría muchas más horas aguantando el estudio, la tarea...
Cuando aún me faltaba una calle para llegar, escucho el timbre de la escuela y por mucho que corro para llegar a tiempo pero no hay manera. Por suerte, me dejaron entrar por que el profesor no ha venido por motivos familiares. No me acuerdo de que asignatura tocaba ahora, pero saco mi cuaderno para emergencias y así podré apuntar lo que sea necesario.
Nos hacen ejercicios de matemáticas como siempre que falta el profesor o profesora. No importa que sea otra materia la que toque, habrá ejercicios de matemáticas igual. Sé de eso porque no es la primera vez que falta un profesor y hacen lo mismo, lo de siempre. Al terminarlo tengo que mostrarlo o sino no salgo a recreo. La termino. Tocan el timbre y la muestro. Salgo al patio.
Otro día más de colegio que ha terminado, salgo con mi mochila a la espalda. Cuando llego casa me encuentro con que mi madre está allí con Ricardo y los dos me explican que ahora son novios. A pesar de que antes si que me gustaba la idea, ahora eso me enfada más de la cuenta. ¿Será por celos? Creo que es porque puede conocer a otra persona en las mismas circunstancias en las que conoció a mi madre.
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