IV
Todos los días salimos de clase a las 14:15 pm, menos los Viernes. La verdad me gustaría poder estudiar en el horario de tarde ya que así podría levantarme menos temprano, pero me quedaría sin tiempo para estudiar así que tengo que ir en el de mañana. La profesora de Matemáticas me está ayudando mucho, no camino bien sola y ella me ayuda y me da ánimos para que me sienta mejor. Saco de mi mochila mi cuaderno de dibujos cuando la profesora se va, y me dibujo a mí misma para ver cómo me quedaría la chasquilla tapando el ojo izquierdo.
La mañana termina, más rápido que él día anterior. Hago el ritual de todos los días al llegar a casa y mi hermana viene a recibirme.
—¡Nicole, hazme un poema sobre el billete! —me dice abrazándome como para convencerme.
—¿Por qué? —pregunto quitando sus manitas.
—En Barnie salió eso de los poemas.
—Está bien, te haré una oda.
—¿Eso qué es?
—Es como un poema de admiración. Haré una oda al billete; tan dulce, placentero...
—Vaya, que materialista. —dice mi madre saliendo de su mini-oficina.
—Ella me lo pidió.
Nos sentamos a almorzar y nada más terminar enciendo la televisión. Pero al momento tengo que apagarla porque mi hermana ha puesto esa horrible canción sobre la ''estrellita'' y decido ponerme mis audífonos para no tener que oírla.
Cuando llego a mi habitación, se me ocurre la idea de hacerme la chasquilla. Me meto en el baño y comienzo a cortarme los bucles del lado izquierdo hasta dejarme una espesa, larga y despareja chasquilla que me pongo al lado izquierdo y me tapa a la perfección el parche donde antiguamente, estaba mi ojo.
Me miro al espejo, satisfecha por el trabajo que he hecho, cuando alguien llama a la puerta.
—Hija, ¿estás bien? Llevas mucho tiempo ahí metida...—pregunta mi madre.
—Si mamá, no te preocupes, ya salgo.
Me pongo un gorro y salgo, aunque no entiendo porque ya que me ha quedado muy bien. Asique nada más salir me lo quito y mi hermana me mira curiosa.
—¿Qué te has hecho?
—Un nuevo corte de pelo, ¿por qué?
—Se lo voy a decir a mamá —dice mientras va corriendo al baño, dónde esta mi madre ahora, así que se pone a gritar—. ¡Mamá! ¡Nicole se cortó el pelo horrible!
Queda todo en silencio unos segundos, hasta que mi madre abre la puerta de golpe, sale del baño y me mira.
—Nicole, ¿qué has hecho?—me dice con voz triste mientras acaricia mi pelo.
—Me hice una chasquillla para tapar mi parche.—digo con bastante más tranquilidad de la que sentía.
—Pero te la has dejado desigual. No se ve nada bien, ahora ven que yo te lo cortaré derecho. Quédate quieta.
Empieza a cortar frente al espejo y miro con nostalgia como cae mi pelo, aunque tengo que reconocer que mi madre me lo está dejando mucho mejor.
—Gracias Mamá.
Voy a mi habitación una vez hemos terminado y reviso mis redes sociales. Nataly me dijo su nombre y la foto que tenía de perfil. Le envío una solicitud de amistad.
No sé en qué momento me quedé dormida, dos horas antes de tener que levantarme mi hermana me despertó porque había tenido una pesadilla y quería dormir conmigo.
—¿Quieres contarme lo que has soñado? —le pregunté a mi hermana cuando ya estaba tumbada conmigo.
—Sí —contestó con lágrimas aún en los ojos—. Mamá y tú iban a un bosque y yo me quedaba fuera esperándolas, toda la noche, y no volvían. Me desesperé y entré al bosque a buscarlas y solo encontré dos montones de huesos. Además había muchas hormigas grandes, muy negras.
—No te preocupes Laura, tranquila, es sólo tu imaginación.
Mi hermana me sonrío satisfecha y las dos nos quedamos dormidas abrazadas, cuando me di cuenta el despertador ya estaba tocando. Por lo que veo, mi hermana se ha caído de la cama mientras dormíamos, está tirada en el suelo acurrucada. La levanto y la tumbo en la cama, la visto mientras sigue durmiendo y después me voy a vestir yo.
—¡Nicole! ¿Dónde está tu hermana? —me llama mi madre, visiblemente nerviosa.
—¡Tranquila mamá, está en mi habitación! —grito mientras me visto.
Escucho sus pasos y oigo como despierta a mi hermana, desayunamos las dos juntas y cuando estoy a punto de irme mi madre me para.
—Tienes que llevar a Laura a la escuela, Nicole.
—De acuerdo —no me gustaba nada la idea. ¿Qué clase de jardín de infancia empieza a las ocho de la mañana y termina a mediodía?—. ¿Tú la pasas a buscar a la salida?
—Por supuesto, ahora váyanse qué van a llegar tarde.
Me pongo la mochila en el hombro derecho, y con la mano izquierda agarro la mano de mi hermana para que no se me escape y tenga problemas. Realmente está cerca la escuela de mi hermana, el único obstáculo es la calle que siempre está muy transitada y hay que atravesarla entera. La tomo en brazos sin dificultad y cuando llegamos la poso en el suelo, la doy un beso y consigo que entre. Cuando lo hace, me voy a la escuela que gracias a traer a mi hermana me queda un poquito más lejos.
Por una vez, llego pronto al colegio y el resto del día pasa sin ninguna alteración.
Al día siguiente, y gracias a la lluvia, no pude ir al colegio. Llovió tan fuerte que el techo no lo soportó y nuestra casa se inundó. Tuve que estar buena parte del día limpiando con mi hermana, que se resbaló y se dio muy fuerte en la cabeza. Muchas veces estoy tentada de despegar el parche y verme la herida, pero por mucho que lo intente no puedo, no soporto el dolor que me entra cuando lo intento.
Me voy a acostar pronto, estoy muy cansada después del día que hemos pasado y además mañana tengo que llegar a la clínica a las 9:00 am.
Me levanto a la hora y mi hermana queda con una niñera que la va a cuidar. Cuando llegue a la consulta, tuve que esperar media hora o más pero al fin me llamaron y pude pasar.
—Señorita Sáez —oigo al médico desde su consulta—. Buenos días, dime, ¿qué te trae por aquí?
Me fijo en la pequeña chapa que lleva colgada de su bata, en ella pone que se llama Ricardo. Me levanto la chasquilla y dejo que vea el parche.
—Al parecer te tocaba revisión...—dice el médico— Ahora sí me acuerdo de ti.
Le sonrío mientras me siento en la camilla y el médico me quita con mucho cuidado el parche. Me ordena que cierre el ojo derecho y me unta algo en el ''ojo'' izquierdo que más que escocer, quema. Termina echándome un poco de agua y poniéndome otro parche.
—¿Puedo ponerme un ojo de cristal?—pregunto.
El médico medita mi pregunta, pero finalmente responde.
—Sí, se puede pero... No te lo recomiendo, es posible que el cristal corroa agrandando lo que quedo y te quedaría muy mal. Es peor ver un ojo que se nota que es falso, a un parche que lo cubre todo. Además, con la chasquilla que te pusiste no necesitas un ojo de vidrio, no se ve tu parche.
Ese comentario me incomoda, me limito a no contestar y a poner cara de inexpresividad. Terminamos con la revisión y mi mamá y yo nos fuimos de allí. Tardamos un poco más de lo normal en el trayecto por culpa de la lluvia, pero eso no nos impide llegar a nuestro destino.
Nada más llegar busco en internet imágenes de personas con ojos de cristal. La verdad se ven terribles, pero quiero uno... Sería como un reemplazo del espacio que quedó.
—¡Nicole, te ha llegado una carta! —grita mi madre.
Bajo inmediatamente y según veo lo que es me alegra el día. La carta, es la invitación al cumpleaños de Nataly. El dos de abril desde las 17:00pm hasta las 20:00pm.
—Mamá, ¿puedo ir al cumpleaños de una amiga el sábado próximo?
—Claro, ¿dónde es?
—La dirección dice: Santiago Centro, Calle Moneda 14990.
—Oh, creo que la conozco. Está cerca de aquí así que no hay problema, puedes ir.
—¡Qué bien! Gracias. —respondo realmente emocionada.
¡Qué ganas tengo de que llegue el sábado próximo!
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