II
Empiezo a escuchar y a ver algo, creo que por fin estoy despertando. Me duele muchísimo el ojo, más aún que antes. Me llevo la mano al ojo, quiero saber que ha pasado, pero una persona me detiene y al abrir los ojos (sólo puedo abrir uno) veo a una enfermera.
—No te toques el ojo.—me dice la enfermera sujetándome la mano.
—¿Qué ha pasado? ¿Qué tengo?—pregunto con voz somnolienta.
—Después vendrán a informarte, mientras tanto descansa por favor.
Intento dormirme pero no puedo, es imposible. ¿Qué me habrá pasado? ¿Cómo quedó el ojo? Son pensamientos egoístas pero... no puedo pensar en otra cosa.
Veo entrar a un señor con bata blanca, al instante lo reconozco como el médico y me alegra ver que se acerca a mí. Por fin me dirán lo que ha pasado.
—Hola señorita, vengo a informarle. La operación ha salido bien, pero no hemos podido salvarle el ojo, estaba muy dañado y si no lo retirábamos de ahí la hemorragia pudo haberla provocado un problema serio.
Soy incapaz de hablar, no digo nada, me quedo helada y aferrada a la camilla. Sumida en mis pensamientos rezo a un ser inexistente para que me devuelva lo que perdí.
Aparece mi madre muy asustada, llorando, veo que la situación la tiene demasiado mal.
—Se sospecha —dice el médico—, que el ojo se infectó al taparte el ojo con la mano, sin que esa mano estuviera debidamente higiénica. Además, el libro con que su ojo fue duramente golpeado, era bastante grueso incluyendo el hecho de que fue golpeada con la esquina del libro.
El médico se va y llega una enfermera que me dice que no me toque el vendaje, podría infectar la herida de la operación. Me administran unos calmantes para los dolores y no encuentro otra cosa que hacer que mirar a la ventana, hay una espesa niebla fuera que empaña el cristal de la habitación. Aquí no hay nada que hacer, solo pienso y pienso en el dolor y en mi ojo... Decido caer en los brazos de morfeo, hasta que se abre la puerta y me levanto inmediatamente.
—Tiene visita. —dice la enfermera que me trató antes.
Me emociono, por fin alguien viene a verme.
—Hola mi niña. —dice mi madre de la mano de mi hermana.
—Hola mamá.
—Por fin despertaste. —dice mi hermana, sentándose en la camilla.
—Sólo ha pasado un día pequeña.
—Para mí ha sido como una semana. —dice mi madre—Al fin podemos venir a visitarte más tiempo, me alegro de que estés bien mi niña.
Me abraza y no puedo evitar pensar en todo lo que me ha pasado y que se me caigan las lágrimas.
—Sí, estoy bien pero con un ojo...
—Eso no es tan malo cariño.
—Si lo es, ¡seré el hazmerreir del colegio, Mamá!
—Lo siento hija...
—¡Por favor, haz algo! ¡No aguantaré mucho con esto!
—Lo siento, pero no la viene bien tanto rato de visita. Tienen que irse —interrumpe el médico.
Me despido de mi madre y de mi hermana y me quedo triste.
—Tu progreso ha sido muy bueno, has evolucionado muy bien. He decidido darte el alta hoy.
No digo nada y el médico se va. Me duermo de nuevo sin poderlo evitar, es como si aún estuviera anestesiada.
Cuando me despierto veo que a mi lado está la chica con la que me senté en clase.
—Hola —me saluda alegre, aunque mi mirada es triste—. Bueno, sé que aún no puedes escribir, pero te los dejo.
Me entrega sus cuadernos.
—La semana que viene habrá un examen de Historia sobre lo que estudiamos el año pasado, estamos repasándolo con la profesora. También te traje unos libros ya que supongo que te gusta leer, por el libro que tenías de Los juegos del Hambre —me dice sonriendo—. No creo que sea muy divertido estar todo el día tumbada sin hacer nada.
—Gracias, de verdad. Pero mejor llévate los cuadernos porque de momento no puedo repasar la asignatura y no quiero que tengas problemas tú por no tenerlo.
—No te preocupes por eso, todas esas asignaturas son la semana siguiente. Hasta el martes que tengamos Matemáticas es cuando puedo tener problemas.
No la respondí. No tengo ánimos para nada, mucho menos para hablar de algo así.
—Bueno... ojalá que te mejores pronto. —dice eso y después se queda un tiempo en silencio, como pensando qué decir— Y... que pases la materia pronto, es poca la materia que hemos dado hoy.
La enfermera entra y finaliza la visita. Me despido con un simple adiós y me quedo pensando. ¿Por qué ha venido esta niña a verme, sin ser mi amiga, y no Cony que ni siquiera se ha preocupado por mí?
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