Ya sonó la alarma, es hora de levantarse. Hoy será mi primer día de clases, el peor, el más horrible de todos... Iré a un nuevo colegio en el que no conozco a nadie. Me siento diferente a los demás, la desconocida, la que no encaja.

Espero conseguir hacer amigas que me aprecien de verdad. No quiero ser el estorbo, sólo una de las que forme el grupo y de las que sin ella el grupo no sería nada... Por lo menos mi concepto de amistad, es ese.

Casi he terminado de vestirme y ya es hora de salir.

-Hija, date prisa o llegarás tarde a tu primer día de colegio

-Ya voy -respondo.

Sinceramente, estoy nerviosa. Ya conoceré a las personas que veré por un año o más. Ya he terminado de prepararme, salgo de mi casa y voy a coger el autobús. Llego a la parada, que está llena de personas que no me dejan pasar. No sé porque elegí ir en autobús si el colegio está a cinco cuadras, así que como no quiero llegar tarde decido irme caminando. Casi llego al colegio y ya escucho el timbre... ¡Corro desesperadamente para poder llegar a tiempo!

Al entrar, miro los carteles que hay en cada puerta hasta que llego a la 34, que es la mía, y entro rápidamente. Ya ha llegado la profesora y justo se estaba presentando.

-Permiso profesora -digo al entrar.

-Señorita, ¿por qué ha llegado tarde? -me pregunta.

-Me demoré mucho en el camino

-Se lo perdonaré, pero solo porque es su primer día. Tome asiento, por favor

Miro entre todos y veo uno vacío, al lado de una niña que usa gafas y tiene acné, su aspecto a primera vista no me gusta mucho.

-Buenos días a todas, bienvenidas a su último año de la básica, al octavo básico. Como algunas saben, me llamo Carolina, seré su profesora jefe y de lenguaje- dice la profesora-. Ahora vamos a escribir en los cuadernos el nombre de los profesores de éste año y la asignatura que les van a impartir. Coge el plumón y escribe en la pizarra su nombre y su cargo además de la lista del resto de profesores que vamos a tener en este año:

*Marta González: Historia.

*Marcela Díaz: Artes musicales.

*Manuel Muñoz: Ciencias Naturales.

*Laura Vargas: Matemáticas.

Escribo todo en mi cuaderno y toca el timbre, parece que ya es la hora del recreo.

-Hola, ¿cómo te llamas? -me pregunta una niña.

-Soy Nicole, ¿y tú?

-Me llamo Constanza, pero todos me llaman Cony

-Ah, hola Cony

-Hola Nicole, ¿quieres que te enseñe el colegio?

-Claro -contesto algo más animada.

Salgo con ella y unas cuántas niñas más que parecen ser su grupo de amigas, vamos por un pasillo que da al patio.

-El baño está por ese pasillo a la derecha, todos están organizados por cursos -me informa Cony.

-Vale, gracias.

-¿Qué quieres hacer ahora?

-Leamos un rato -digo cuando sus amigas se alejan disgustadas. No entiendo cuál es el problema.

-¿Qué libro tienes?-dice Cony ignorando la desmesurada reacción de sus amigas.

-Los Juegos del Hambre

-Oh, pero yo no tengo libro para leer

-No te preocupes, te presto el mío

-De acuerdo, muchas gracias-contesta ella, feliz.

Vuelvo a clase para buscar el libro y cuando lo tengo se lo doy. Siempre llevo libros el primer día porque la mayoría de las veces los profesores solo escriben las Unidades que estudiaremos a lo largo del año. Nos quedamos leyendo unos minutos hasta que toca el timbre. Llegamos a la clase a la vez que la profesora.

-Hoy haremos una prueba de diagnóstico --dice la profesora.

-Denos tiempo para estudiar -dice una niña.

-No será necesario, las pruebas de diagnóstico sólo me sirven para medir los conocimientos de lo que recuerdan después de las vacaciones

La profesora reparte todas las hojas de Matemáticas, asignatura que parece que tendremos en la segunda hora del Jueves.

-Buenos días profesora -se disculpa la profesora jefe, interrumpiendo en la clase-, vengo para escribirles el horario en la pizarra.

Cuando termina de escribirlo todo se va de la sala y todos comenzamos a hacer la prueba. Al cabo de un rato ya he terminado, no fue demasiado difícil. Voy a entregársela a la profesora y a esperar a que se termine la clase. Como he terminado rápido me da tiempo para pensar en que Cony aún tiene mi libro, y cuando veo salir a la profesora me apuro a pedírselo.

-¡Cony, pásame el libro! -grito.

-Mejor te lo tiro -contesta.

Me lo tira demasiado fuerte, intento atraparlo pero no lo consigo y desgraciadamente me da en un ojo.

-¡Perdón, perdóname! ¿Te pasó algo? -me dice Cony aunque apenas me preocupo por lo que dice, no puedo dejar de pensar en el terrible dolor que tengo en el ojo.

-¿Qué me pasó? -digo quitando la mano que cubría mi ojo.

Con el otro ojo veo que una esquina del libro está manchado de sangre. Estoy muy asustada, que haya sangre no me gusta nada...

-¿¡QUÉ ME PASA!? -grito eufórica y llena de dolor, nadie me responde.

Cony me mira muy seria, y asustada durante un momento que me parece una eternidad, y al final habla.

-T... tu... tu ojo... -tartamudea.

-¿Qué tiene?-pregunto cuando suena el timbre.

-Está... está completamente rojo

-¡Oh, no!-ya no puedo guardarme más las lágrimas y lloro y grito.

Me llevan a la enfermería en cuánto sonó el timbre, la profesora de Matemáticas iba con nosotras y la enfermera cuando nos vio entrar se apresuro a preguntar.

-¿Qué le ha pasado?

-No sé, la vi fuera de su clase llorando, tapándose el ojo y con demasiada gente alrededor

-A ver, cariño, quítate la mano para que pueda ver que le pasa a ese ojo -me dice la enfermera con tono cariñoso.

Retiro mi mano, no sin esfuerzos. La enfermera me observa durante un tiempo y finalmente dice:

-Esta patología no me corresponde a mí, es demasiado serio para una enfermera de instituto. Tiene que ir al hospital, debe avisar a su tutor legal

¿Demasiado serio? No, no puede ser... Estoy demasiado nerviosa y soy incapaz de dejar de llorar. La enfermera me agarra de un brazo y me lleva a una sala dónde me pide el número de teléfono de mi madre.

-Tú madre no nos responde, tendremos que llevarte nosotros mismos al hospital. No podemos esperar y dejarte así

No lo puedo evitar y mientras esperamos a una ambulancia sigo tapándome el ojo. Me duele muchísimo y estoy muy nerviosa. A los diez minutos más o menos aparece la ambulancia y me llevan de urgencia al hospital, esto solo consigue ponerme más nerviosa... creo que no estoy tan mal como para ésta urgencia, ¿o sí?

Llegamos al hospital y me sacan rápidamente de la ambulancia. Me llevan en camilla a una sala en la que de lejos se escuchan muchos llantos. Dentro de la sala todos corren, se lavan las manos y se colocan guantes. ¡No, no, no! Creo que me van a operar...

Me ponen una mascarilla en la boca que al cabo de un minuto empieza a relajarme y termino por dormirme, lo último que escuché fue a alguien gritando.

-¡NO PUEDO! ¡NO PUEDO!