30. Yoongi
En cuanto la cuerda deja mi cuello, no puedo evitar llevar mis manos hacia aquella zona, nunca pensé que él querría usar el bondage, mucho menos ahora, ni en mis más locos sueños hubiera pensado que algo como esto sería demasiado estimulante, la sensación de aquella soga en mi cuello, apretando ligeramente cada que hacía un ligero movimiento con mis manos, ahorcando mi piel y obligándome a quedarme quieto, todavía podía sentir la presencia de aquella cuerda sobre mi piel, sintiendo como apretaba, sintiendo ese toque y esa necesidad de mantener un nudo en mi garganta por el miedo a ahorcarme a mí mismo.
Trago saliva con pesadez, esta sensación me asusta, pero de alguna forma, algo dentro de mí no se siente con tanto temor como creo tener, que Jimin me haya preguntado si de nuevo podía tenerme como antes... sinceramente sigo sin poder creerlo, y aunque me había quedado pensando mucho en mi respuesta, no pude evitar aceptar que volviera a hacerme suyo como tanto le gusta, y por supuesto, volver a ver a ese hombre dominante, causaba estragos en todo mi ser, me encantaba las miles de sensaciones que provoca en mí.
—¿Te ha dejado una marca? —su voz me saca de mis pensamientos y dirijo mi mirada hacia él, sus manos se dedican a enrollar la cuerda mientras que sus ojos se fijan en mí.
—No —niego levemente con la cabeza, relamo mis labios—, aunque todavía creo que tengo la soga al cuello —suelto una pequeña risa nerviosa y desvió mi mirada de él, la habitación... creo que me sentiría más cómodo si no estuviera rodeado de todas esas cosas...
Este lugar es tan intimidante como el dueño mismo.
—¿Fui demasiado rudo contigo, gatito? —escucho sus pasos aproximarse de nuevo hacia mí, mis hombros se tensan ligeramente y vuelvo mi mirada hacia él, se aproxima de nuevo hacia la cama, me encuentro desnudo, y él tiene los pantalones ya puestos, el resto de su cuerpo me deja apreciarlo, joder—. No me gustaría que te quedarás sin ganas de volver a intentar algo como esto —se sienta sobre la mullida cama y me mira, regalándome una sonrisa sin mostrar su blanca dentadura—, me moriría si te niegas a mis peticiones.
Sonrió levemente, no puedo evitar sentirme feliz al escucharlo, de alguna manera, ¿por qué sus palabras se me hacen tan dulces?
—Ni fuiste rudo —die en respuesta y él elevo una ceja al escucharme—, ¿qué?
—No me retes, encanto —comento, sonrió ladino—, decirme que no fui rudo, es como decirme que no hago bien mi trabajo en la empresa, y eso, cariño —relamió sus labios frente a mí—, eso solamente me hace querer esforzarme más.
Mierda.
—Entonces, ¿quieres que me esfuerce contigo? —encogí mis piernas hacia mi pecho, pero la mano izquierda de Jimin logro tomar con fuerza mi tobillo derecho, haciéndome soltar un suave quejido por la sorpresa de sus actos, lo escucho soltar una suave risa y no puedo evitar mirar detrás de mis rodillas, él parece muy entretenido con mis acciones.
—N-no es necesario que te e-esfuerces... —comente, carajo, mi tartamudeo solamente pone en evidencia mi nerviosismo.
—Tranquilo, gatito —me dice Jimin con voz más tranquila, casi susurrando—, no es para que te pongas nervioso, no te hare nada, por ahora.
¿Por ahora?
¿Qué paleas, Park? Demonios, bien Min Yoongi, ¿cómo es que te puede encantar un hombre como él? Es decir, ahora que lo analizo mejor, Jimin es posesivo, algo arrogante, demasiado burlón, pero también es amable, muy carismático y romántico —aunque supongo él ni siquiera se percata de ello—, maldita sea, me encanta Park Jimin. El hombre frente a mí se incorpora, dejando la cama y dejando en paz mi tobillo, lo veo alejarse un poco, mientras rodea la cama, mis ojos no pueden evitar bajar por su cuerpo, los músculos de su espalda, cada una de esas líneas me hacen salivar un poco más de la cuenta, sus brazos tonificados y joder, Park Jimin sabe muy bien que lo estoy mirando, porque no tarde en llevar una de sus manos a sus rubios cabellos para hacerlos hacia atrás y revolverlos levemente, sacudiendo sus hebras doradas en el proceso, por fin sus pasos terminan de rodear la cama para después y sin pensarlo mucho, disponerse a subirse de nuevo a ella para colocarse sentado sobre el colchón, se queda a un lado mío y suelta un resoplido pequeño antes de mirarme.
—¿Podrías dejar de mirarme? —me pregunta y yo ruedo los ojos ante su pregunta.
—No estaba mirándote —me niego a aceptarlo, porque sí, ahora mismo me siento incapaz de dejar de mirarlo.
Lo escucho reír levemente.
—Vamos, Yoongi, no tienes porque ponerte a la defensiva —se mueve un poco, deslizándose sobre las sabanas para poder estar más cerca de mí, su perfume no tarda en ser más perceptible para mí, y siento como su hombro no tarda en chocar contra el mío—, además, yo no me negaría a decir que siempre estoy mirándote.
—¿Y crees que me gusta tener tu mirada pesada sobre mí?
—Todo tu ser me dice que sí —suelto un bufido y lo miro, ¿por qué carajos me esta gustando que me hable así? Sé que esta jugando, parece que quiere hacerme enojar, y no lo esta logrando, todo lo contrario, quiero sonreírle por el resto del día—, por lo tanto, no deberías negarte, me gusta mirarte y sé que a ti te gusta mirarme a mí, amor.
—No —dije y él me regalo una radiante sonrisa.
—Admítelo —canturreo, sus ojos viajaron por un par de segundos hacia mis labios, joder, si sus intenciones son cerrarme la boca con un beso, no me niego a que lo haga.
—No lo voy a... —detengo mis palabras al sentir como sus dedos toman mi mentón y me hace levantar un poco el rostro para que lo mire a los ojos.
Mi respiración se corta, sus ojos brillan ante mi presencia, puedo ver su sonrisa tenue, y como poco a poco va acortando la distancia entre nuestros rostros, siento mi boca secarse en breves instantes y a la vez mi garganta se cierra, mi corazón no tarda en palpitar con más frenesí.
—Solo admítelo, encanto —demonios, su voz era levemente ronca y suave, la profundidad de su tono hacía que mis piernas se derritieran por completo.
—No... —murmure a duras penas, y él soltó una ligera risa.
—A veces eres tan terco, gatito —su respiración choco con la mía—, pero no me quejo, me encanta que seas así.
Sin dejar que siquiera le respondiera algo más, estampo sus belfos sobre los míos, brindándome un beso corto, seguido de otro y otro más, cada uno de esos besos provocaba que sintiera leves cosquilleos en mi vientre, me permití cerrar los ojos ante las increíbles sensaciones que me estaban provocando sus castos besos.
Este hombre simplemente me hace delirar, simplemente Park Jimin, me tiene en la palma de su mano, y lo sabe.
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