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02. Yoongi

—¡Me duelen los brazos! —exclamo mi hermana mientras estiraba sus brazos hacia arriba y soltaba un leve suspiro—. No vuelvo a servir cafés...

—Díselo a mamá y te mandará a hacer las entregas a domicilio —dije haciendo que ella soltase un nuevo resoplido, frustrada, sonreí al ver a mi hermana—, no te quejes tanto, Mina.

—¿Qué no me queje? —pregunto, su tono de voz era de alarme, como si estuviera diciéndole el secreto más grande del universo y ella hubiese quedado sumamente sorprendida por ello—. Yoongi, Yoongi, creo que tus palabras son lo peor, debo quejarme, es mi trabajo como hermana.

Rodé los ojos mientras negaba con la cabeza, este día había terminado, y había sido tedioso, pero al menos todo había estado casi perfecto, en cuanto terminamos con la jornada laboral, Mina y yo nos dispusimos a regresar a casa, nuestros padres habían insistido en que no les brindásemos ayuda para la limpieza de la cafetería, ya que según ellos querían disfrutar un poco de soledad. Quizás seguramente para tener una cita privada.

Pensar en eso solamente me estaba haciendo recordar a Jimin, y eso no era nada grato en estos momentos, y mucho menos porque me lo había encontrado en la tintorería, era ridículo, deje mis pensamientos de lado, sacando de mi cabeza la imagen del rostro del que antes fue mi amante para prestar más atención al camino, estábamos en el autobús, ni Mina, ni yo quisimos caminar, no esta vez, el frio parecía seguir en aumento en cuanto el día más se tornaba oscuro.

Era como matar dos pájaros de un solo tiro, evitábamos terminar más cansados, y nos alejábamos del frio por unos momentos, miré a mi hermana, quien mantenía un semblante serio, casi no era típico de ella encontrarse en ese estado, pero no podía entender la razón por la que ella se encontraba de ese modo, tan pensativa, era como si quisiera analizar algo, pero no entendía que era lo que tanto rondaba por su cabeza, relamí mis labios antes de hablarle.

—¿Pasa algo? —pregunte con voz tenue, ella me miro de soslayo por unos segundos antes de soltar un largo suspiro, su mirada estaba perdida en un punto fijo en su regazo, pero no tardo en volver a mirarme de nuevo—. ¿Mina?

Ella apretó sus labios antes de responderme.

—Me encontré con Jimin cuando venía de comprar la crema batida que mamá necesitaba —fue como si se me hubiera olvidado respirar, sentí que mi garganta se cerraba, y ella dejo de mirarme—, no se veía muy bien...

Estaba sorprendido, no esperaba que ella me dijese algo como eso, para nada lo esperaba, era como si ese idiota no pudiera salir de mi vida nunca.

—¿T-te dijo algo? —mis manos se sentían tan frías como la nieve, y mi pulso temblaba ligeramente, estaba ansioso, quería saber lo que él le dijo a mi hermana, necesitaba saberlo, además de saber el por qué ella me dijo que él no se veía bien.

Sé que no debería de sentirme preocupado por ese tonto, pero no puedo evitarlo, es como si los sentimientos que estuve reprimiendo por él por todos estos largos meses hubieran regresado en cuanto nos encontramos en la tintorería, y era una locura, pero mi corazón se sintió aturdido en cuanto lo tuve de nuevo frente a mí.

—Dijo que se sentía mal —sonrió levemente—, y que debería de cuidarte porque eres un gran chico —sentí mis mejillas arder, demonios, maldito Jimin—, también mencionó que no te dijera que él estaba por allí...

—Es ridículo —solté un bufido—, no te lo dije, pero me lo encontré cuando fui a entregar el pedido del señor Kim —mi hermana elevo ambas cejas al escucharme.

—¿Qué le dijiste? —me pregunto de inmediato.

—Nada —respondí—, se supone que debemos actuar como desconocidos cada que nos encontremos.

—Pero ni siquiera él parece seguir esa regla —menciono mi hermana en voz baja, pero fue lo suficientemente audible para que lograse escuchar lo que decía, fruncí levemente mi ceño y mire a mi hermana.

¿Qué él no cumplía con esa regla? Pero, ¿por qué ella decía algo como eso?

—Mina —dije su nombre y ella me miro de nuevo—, ¿cómo es que sabes que él no cumple con esa regla?

Sus brillantes ojos llenos de secretos me miraron por unos momentos, no salían palabras de su boca, era como si estuviera pensando mejor las cosas antes de decírmelas en realidad, odiaba que me guardará secretos, entre ella y yo no hay secretos, jamás están presentes en nosotros, así que no entendía la razón por la que ella ahora mismo se estaba guardando uno.

—¿No vas a responder? —insistí, quería que me dijera algo, maldita sea.

Ella soltó un largo suspiro nuevamente y apretó sus labios haciéndolos desaparecer en una línea recta antes de hablar.

—Yoongi, no te lo había comentado antes porque —hizo una breve pausa—, porque en los primeros meses te veías devastado por lo que paso y todo eso y —soltó un bufido corto—, escucha, Jimin ha estado conduciendo cerca de la cafetería durante estos meses y...

—¡Qué! —exclame en alto, no me interesaba si los demás dentro del autobús nos miraban, no tenían porque incumbirles nuestros asuntos en ese momento—. ¿Por qué carajos no me lo dijiste antes?

—¡Porque estabas destrozado! —grito mi hermana—. Escucha, Yoongi —ella negó con la cabeza—, no quería decirte nada, lloraste por más de una semana en tu habitación por ese imbécil, y apenas habías entrado a trabajar de nuevo en la cafetería cuando me percate de su presencia, no quería que volvieras a ese estado de depresión sólo por saber que él se encontraba afuera espiando.

De algún modo, Mina tenía razón, quizás si me hubiera percatado de que él se encontraba afuera, me hubiera largado de la cafetería y me hubiera encerrado de nuevo en mi habitación como un patético niño llorón.

—¿Cuántas veces lo ha estado haciendo? —Mina me miro por unos segundos antes de mirar hacia el frente, yo seguía concentrando mi mirada en ella.

—No lo hace seguido, sabes que la calle no es tan transitada, pero él conduce del otro lado de la acera y se queda estacionado por unos momentos antes de irse, perdí la cuenta desde la quinta vez que lo vi —elevé mis cejas, no pensé que fueran más de dos veces, llevo sus manos a su rostro restregándolas un poco antes de suspirar—, perdona si no te lo dije antes, pero...

—Descuida, Mina —dije y ella me miro, le regala una sonrisa para que dejase de sentirse apagada por todo esto—, sé que lo hiciste por mi bien emocional, no tienes nada por lo que debas pedirme una disculpa, ¿bien?

Ella me regalo una pequeña curvatura de sus labios, mostrándome una tenue sonrisa en el proceso, con eso logró que inclusive me sintiera mejor, mi hermana siempre cuidándome, por eso es que la quiero demasiado.

—Creo que él te extraña —menciono Mina.

—Lo dudo —solté un resoplido—, él mismo dijo que ni siquiera debíamos hablarnos después del contrato —jugaba con los dedos de mis manos sobre mi regazo.

Mina soltó una suave risa al escucharme.

—¿Qué? —pregunte.

—Es gracioso, ¿sabes? —ella mantenía la sonrisa en su rostro—. Él también menciono el contrato, y también es gracioso, porque pareciera que ambos piensan que por un contrato acabado ahora no pueden estar juntos.

—Ese era el trato, solamente éramos un amo y su sumiso.

—¿Y? —eleve una ceja al escucharla—. Yoongi, no sé, pero me dio la impresión de que Jimin se sentía confundido.

—¿Confundido? —ella dio varios asentimientos con la cabeza—. ¿Sobre qué, según tú?

—Sobre ti —ella me mostro su hilera de blancas perlas al decir eso—, sobre lo que paso entre ustedes, ¿sabes? Llámame loca, o lo que quieras, pero por algo él regresa a verte, te extraña más de lo que él piensa, pude verlo en sus ojos —me miro de nuevo—, y sé que también lo extrañas.

—No, no lo extraño... —mencione, aunque quería morderme la lengua con fuerza.

—No mientas, Yoongi, puedo ver que sigues enamorado de él, y no es malo sentirse de ese modo.

—Lo es cuando sabes que no eres correspondido, el amor es una basura.

Siempre ha sido una basura.

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