capitulo iv
Se que no le gusta el olor a tabaco, lo veía cuando encendía uno y arrugaba su pequeña nariz redonda mientras su vientre de tres meses era acariciando por un carrito, yo la conocía, como la palma de mi mano, por eso fue fácil manipularla y hacer que cambie los papeles, por eso fue fácil sacarla de la casa cuando tenía 4 meses de embarazo y así como se fue le pedí que regrese.
El humo llena nuestros pulmones así como mis labios llenaban de besos el cuerpo de otras, odiaba que me mirase con tanta adoración y sea tan devota, nuestra canción suena de fondo mientras bailo con ella y tú estabas en casa con nuestra hija, la trompeta suena fiel a lo que alguna vez fuimos.
— Eres una hija de puta.
Esas fueron las palabras de su hermano antes de dejarme en el hospital, llegó hecha lágrimas espesas, con su pancita redonda y un vestido blanco hermoso que la hacía ver más gordita.
Esa fue la primera vez que tú familia me dijo que te valore, pero no les hice caso.
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