Capítulo once
Esa fue otra mañana despertando tranquilamente.
Senku llevaba tres días fuera de su casa, y desde entonces no había vuelto a escuchar el maldito reloj.
Se pasó esos días pensando y pensando. Se sentía como una mierda por haberle gritado a Kohaku, tenía que volver a pedirle perdón, pero... Sí volvía, ¿el sonido del reloj regresaría? ¿Volvería a perder días de sueño? ¿Volvería a estar al borde de la locura y una vez más la trataría mal?
Tenía que contarle todo a Kohaku y tomar una decisión junto a ella, debía hacerla entender lo que le pasaba y que posiblemente deberían estar separados un tiempo hasta que pudiera mejorar.
Era difícil, se había prometido cuidarla y se odiaba por estar fallando, pero ¿qué más podía hacer? Se estaba volviendo loco y debía aceptar que podría lastimar los sentimientos de Kohaku sí seguía así. Debía hacer lo que era mejor para ella, no importa lo mucho que le doliera.
Decidido, pero no por eso menos temeroso, decidió volver a casa esa tarde, pensando en todo lo que debía decirle a Kohaku.
Justo antes de tocar la puerta, sin embargo, oyó una voz masculina que lo congeló en su sitio.
Kohaku no estaba sola. Y reconoció esa voz perfectamente.
Sorprendido y confundido, apoyó la oreja en la puerta con cautela.
Al principio, no pudo procesar lo que estaba escuchando, y solo se quedó completamente inmóvil en su sitio, con los ojos abiertos de par en par y la boca levemente entreabierta, pero entonces su cerebro finalmente reaccionó y las lágrimas llenaron de golpe sus ojos, cayendo con rapidez por sus mejillas, goteando por su barbilla y llegando al suelo, donde sus pies rápidamente retrocedieron lejos de la puerta, lejos del que antes consideraba su hogar.
Era invierno, y caía una leve nevada que no hacía nada por disminuir lo mucho que le ardían los ojos, el pecho y todo su cuerpo. Todo ardía y dolía. Estaba hirviendo de dolor y odio.
Vivía medio apartado de la ciudad, así que no había nadie que pudiera ver lo destrozado que estaba, y él solo caminó y caminó a través de los árboles congelados, aún con los ojos muy abiertos, sin sollozar pero todavía con lágrimas cayendo imparables y su pecho agitándose violentamente, su respiración frenética y todo su cuerpo temblando.
Caminó intencionalmente hasta el pequeño precipicio al otro lado del bosque y calculó la altura rápidamente.
Sí... eso debería bastar para matarlo.
Levantó un pie fuera de la seguridad del suelo y lo puso en el aire sobre el abismo, pero entonces se detuvo.
No... no podía hacerlo.
No sin antes desenmascarar la horrible mentira que vivió todos estos meses.
Justo en ese momento, su celular sonó, y él vio con ojos vacíos el nombre de Kohaku en la pantalla.
Contestó sin pensarlo dos veces.
—Senku... quisiera hablar contigo.
—Qué curioso... estoy yendo a casa ahora mismo. —Sonrió sin ni una pizca de humor.
—¿De verdad? Me alegró mucho. —Sonaba aliviada—. Te esperare, entonces.
—Espérame.
—Te amo...
Él colgó la llamada y, con una última mirada al precipicio, regresó sobre sus pasos para regresar a lo que una vez fue su casa, un hogar que pensaba hacer junto a Kohaku.
Qué ingenuo.
Continuará...
Hola!
Raios... el siguiente capítulo es el último antes del final q es más bien un epilogo, porque les dije que son solo 13 capítulos... Y, debo advertirles... que deben prepararse para algo espantosamente sad x'D
Este fic es lo más corta-v3nas que he hecho en mucho tiempo... Si este cap es horrible, el siguiente es peor x'P
Al menos con el siguiente ya entenderán todo lo que estuvo pasando aquí, tal vez algunos ya se lo esperen, pero sino preparanse para lo peor :'v
De antemano me disculpo XD Y les aviso que tengo un nuevo fic super azucarado para quitar el mal sabor de boca de este, se llama Sueños Compartidos, también está completo en mi Patreon, igual que este :D
Luego les subo un nuevo cap de ese fic xP
Ojala q a pesar de todo este fic les guste! No olviden que se les ama! :3
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
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