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7

A Jimin le gustaba Yoongi. No tenía mucho tiempo de conocerlo, pero a él realmente le agradaba. Y mucho.

Casi todos sus colegas en la Universidad decían que era un sujeto extraño y aburrido; comentaban entre risas que lo único bueno que tenía era que sabía mucho sobre todo, pero que por lo demás preferían no hablarle. No querían relacionarse con alguien tan serio. Alguien que parecía estar muerto en vida.

Los estudiantes, por otra parte, le tenían miedo. Yoongi tenía fama de ser un profesor estricto, indiferente y críptico, a pesar de jamás haber sido realmente duro o autócrata con alguno de ellos. Por supuesto, también tenía un pequeño grupo de jóvenes que lo adoraban por sus clases que, contrastando con su personalidad callada, eran bastante interesantes. Yoongi sabía cómo ofrecer información de calidad sin caer en el aburrimiento, para sorpresa de todos.

Jimin no sabía mucho al respecto, pero, aunque Yoongi jamás mencionaba nada sobre su vida profesional, parecía realmente disfrutar de ser profesor y de convivir con sus alumnos. Bien podría tener una mueca inerte en su rostro la mayor parte del tiempo, pero era ese pequeño brillo que Jimin veía en sus ojos cada que entraba en su salón de clases lo que le decía a que no era tan indiferente como todos (hasta Yoongi) creían.

Jimin siempre había sido muy perceptivo y empático. Nunca se había equivocado con respecto a las personas; su compañero de piso no podía ser su primer error. Yoongi tenía un corazón bonito, solo que parecía estar un poco... Tibio. Taehyung bromeaba constantemente, diciendo que o lo tenía muerto o lo tenía congelado. Y Jimin creía que muerto no podía estar porque evidentemente Yoongi estaba ahí respirando, para suerte de todos. Congelado, por otra parte, como él ya había dicho, tampoco podía ser.

Tibio. Tibio era la palabra correcta. Yoongi no era frío en absoluto, sólo necesitaba entrar en calor. Así como hasta el hielo se derrite, un corazón frío también se puede calentar, ¿no?

Se dió cuenta el primer día de haberse mudado, que su compañero de piso necesitaba mucha calidez. Era bastante obvio que Yoongi tenía frío. Había pensado que tal vez se encontraba deprimido o algo, pero conforme los días fueron pasando, comenzó a sospechar que algo más ocurría. Algo extraño. Yoongi parecía estar... Como vacío. Jimin se sintió mal de pensar así de la persona que tan amablemente lo había acogido, pero pronto dejó de lado ese incómodo sentimiento para tratar de comprenderlo.

Aunque, por mucho que lo analizara, no llegaba a nada. Salvo, claro, a la idea de que Yoongi tenía frío. Lo notaba incluso en otros aspectos externos, como su casa que lucía abandonada, a pesar de que no lo estuviera. Cuando llegó, se había sentido tan mal de verla en mal aspecto que no pudo evitar ponerse manos a la obra. Fue así que llamó al técnico que compuso la calefacción, a la fontanera que arregló el goteo del baño y al departamento del hogar del centro comercial para ordenar dos galones de un amarillo mantequilla. 

Jimin incluso se tomó el tiempo de preguntarle a los vecinos sobre Yoongi; lo que descubrió fue perturbador: Nadie lo conocía. Todos a su alrededor decían que rara vez lo habían visto o que, cuando habían llegado a hacerlo, pronto olvidaban su rostro. Otros aseguraban que la casa llevaba años en venta o que estaba embrujada. De hecho, muchos de sus vecinos lo trataban como si él fuese el nuevo propietario. Jimin jamás se había sentido tan fuera de lugar como en esos momentos. Por mucho que les explicó que Yoongi seguía habitando la casa, nadie realmente le creía.

Él había empezado a dudar de su propia existencia hasta que Taehyung llegó a su vida.

—También me sentía como tú cuando me vine a vivir con mi abuela—le dijo en aquella ocasión. La abuela de Taehyung, una anciana de muy mal humor, lo había invitado  a tomar del café que vendía, por lo que había terminado en medio de su sala con muchas dudas en su cabeza y un plato lleno de galletas—. Llegué a pensar que era yo el único que podía verlo. Como si él fuera un fantasma.

—Pero tu abuela puede verlo también—dijo temeroso. Taehyung asintió con la boca llena.

—Llegué a pensar que mi abuela estaba muerta y que entre fantasmas se comunicaban.

Jimin parpadeó aturdido.

—Pero entonces tú también habrías estado muerto, ¿no?

—Joderrrrrr, descarta esa posibilidad—Taehyung tomó otra galleta y se la metió de golpe a la boca, refunfuñando palabrotas que hicieron que Jimin comprendiera que hasta ese momento el chico había seguido creyendo la teoría de los fantasmas.

—Es que esa idea tiene muchos huecos por donde lo veas, Taehyung. Además, Yoongi se ve muy vivo para mi.

—Ya sé. El hombre es guapo, lo admito—Taehyung gruñó (¿Gruñó?) y se hundió entre los cojines de su sillón beige—. He tratado de ir a su casa, de meterme, pero no paso de la puerta. Le llevo lo básico, ¿sabes? Como azúcar y esas cosas. Él sigue muy delgado.

Fue así que empezó su amistad con Taehyung. El hombre tenía un gusto siniestro por inventarse mil historias y teorías sobre Yoongi. Decía y explicaba todos sus argumentos y los defendía a capa y espada. La más loca de todas-y la preferida- era que Yoongi era un vampiro.

¡Un vampiro!

Pero a Jimin le daba igual, si era sincero. Lo fuera o no, no quería meterse en la vida privada de su compañero de piso. Taehyung incluso le había confesado que temía por su seguridad, que Yoongi era un depredador que podía asaltarlo en cualquier momento. Jimin solía ignorarlo, pero había ocasiones en las que realmente se tomaba el tiempo de analizar las ideas y si, suponiendo que fuera real la supuesta necesidad de Yoongi por la sangre, él realmente pensaba que seguiría viviendo ahí. Del poco tiempo que llevaba instalado en la casa, el hombre no había sido nada más que amable con él. Fuese vampiro o no.

Admitía que no hablaba tanto y que la mayor parte del tiempo parecía perderse en sus pensamientos, pero Yoongi siempre había sido un buen hombre (o un buen vampiro, si es que tan solo esas cosas fueran reales), que era una de las razones por las que le gustaba quedarse a su lado. El mayor siempre se sentaba cerca, en silencio, acompañándolo hasta en sus noches de desvelo de investigación. Cuando Jimin hablaba, él escuchaba atento sin hacer gestos de hartazgo. Y aunque en un principio se había sentido extraño por la excesiva atención, con el tiempo se acostumbró a la mirada plana que Yoongi siempre tenía.

Comprendió que le gustaba, de hecho, una tarde después de clases. Jimin había asistido a una reunión informativa de académicos en un auditorio de una de las facultades. Como había llegado relativamente temprano, se había sentado junto a otros colegas comunicólogos en los asientos que estaban justo en frente del pódium. En un principio lo habían incluido en la conversación, pero cuando comenzó con su verborrea apasionada de un tema que le gustaba mucho, simplemente habían pasado de largo, cambiando de conversación y centrándose en algo más, como si la opinión de Jimin fuera irrelevante.

A Jimin no le solían afectar situaciones así -estaba acostumbrado a que le ocurriera por lo mucho que hablaba- pero cuando una voz detrás de él le preguntó algo inesperado, supo cuánto agradecía que alguien le prestara atención y se mostrara interesado.

— ¿Y qué pasó después, Park?

Fue una simple pregunta. Una dicha con cierta neutralidad, pero una que lo hizo sentirse cálido y feliz por dentro, por lo que se giró para ver a quien lo había estado escuchando. Resultó que Yoongi había llegado de un momento a otro y se había sentado una fila detrás de él. Al parecer, había estado presente en casi toda la conversación porque cuando Jimin dejó de hablar, él había sido quien preguntó por la continuación del relato.

— ¿Me estaba escuchando? No lo vi llegar, profesor Min—le dijo, tragándose el nudo de la garganta. Efectivamente, Yoongi ahí estaba, con un gesto liso y soso, pero con una mirada que mostraba genuino interés.

—Estaba hablando, es normal que no me viera—Yoongi tenía una voz grave y profunda, casi ronca, lo que llamó la atención de los demás que parecían sorprendidos de que interactuara con alguien más—. Te ví y vine a saludar.

A Jimin nadie podía decirle que Yoongi era frío o aburrido porque él estaba convencido de que no era así. Nadie se había tomado el tiempo de conocerlo realmente. No sabían de lo que hablaban. Estaba de acuerdo en que todo a su alrededor era misterioso y un poco extraño, pero Yoongi no era para nada una mala persona.

Tibio. Sólo estaba tibio.

—Jimin, ¿tienes más pintura?

La voz de Yoongi lo regresó al presente en su patio, así que se giró para verlo. El hombre realmente se veía bien, a pesar de su ropa holgada y desgastada. Tenía en el rostro un par de manchitas amarillas y su cabello estaba totalmente despeinado por todas partes, pero se veía sorprendentemente atractivo. Gracias al sol al que habían estado expuestos desde la mañana, su piel ya no estaba tan pálida como semanas atrás; había ganado un ligero color tostado y un rosa suave había pintado sus mejillas. Jimin casi quiso ser su pareja real de solo verlo.

—Si, todavía queda en uno de los tambos, pero deberíamos de comprar más.

Como el proyecto de arreglar la casa seguía en curso, Jimin y Yoongi se habían levantado muy temprano para pintarla con el amarillo mantequilla que habían comprado por teléfono. Ahora, pasaban de las tres de la tarde y apenas llevaban la parte delantera, pero se podía decir que su hogar empezaba a verse más acogedor con cada brochazo que daban.

Para asombro de Jimin, no había tenido que rogar mucho para que su compañero de piso accediera a ayudarlo. De hecho, hasta lo dejó escoger el color sin rechistar al respecto. Sólo esperaba que realmente hubiese sido una elección real y no una tomada a la ligera.

—Tengo hambre—dijo Yoongi inesperadamente.

— ¿Verdad? Yo también.

Jimin no sabía si Yoongi mentía o no, pero le encantaba cuando soltaba oraciones como esa. Desde su desayuno con los panqueques, había comenzado a pedir comida de vez en cuando. La primera vez lo hizo con un poco de timidez, pero conforme fue abriéndose, comenzó a hacerlo con más seguridad, dándole mini infartos a Jimin que sonreía cada que lo escuchaba.

— ¡Yo también me muero de hambre! —Taehyung apareció desde el interior de la casa. Llevaba unos pantalones sueltos y llenos de agujeros en las piernas, y su cabello tenía una enorme mancha de pintura que por accidente Yoongi le había arrojado cuando pintaba las esquinas superiores de la pared. 

— ¿Qué les parece si pedimos pizza? ¿Les gusta?

Los días comenzaban a volverse calurosos y bonitos; ya no necesitaban de la calefacción, pero Jimin no sabía si debía de agradecerle a la primavera o a la compañía de sus dos nuevos amigos. O, mejor dicho, a los miembros de su relación poliamorosa. Lo único que le hacía falta para completar su felicidad era la presencia de Namjoon, su mejor amigo, quien había estado de vacaciones fuera de la ciudad.

Si no se equivocaba, llegaría el fin de semana.

—Quiero presentarles a mi mejor amigo—les dijo una vez que llegó la comida. Estaban sentados debajo de una sombrilla anaranjada enorme que había comprado el día anterior y que había enterrado en medio del patio—. Les he contado mucho de ustedes.

—Creí que yo era tu mejor amigo—bromeó Taehyung mientras masticaba; Yoongi a su lado no dijo nada.

—No, es que a él tiene derecho de antigüedad—le respondió con cariño. Recordar a Namjoon siempre lo ponía de buen humor—. Tú eres como... mi alma gemela.

Yoongi abrió los ojos por completo y asintió, lo que hizo que Jimin lo mirara sorprendido por no haber esperado esa reacción.

—Me gusta como suena eso—comentó Taehyung con una sonrisa satisfecha—. En esta relación, yo espero que se me de mi lugar... Uh, espera—de pronto algo pareció cruzar por su mente— ¿Yoongi también es tu alma gemela? Porque entonces ya no sería "gemela". Seríamos trillizos o algo así, como que es raro.

Jimin sintió una burbuja de risas saliendo al exterior.

—No, quédate tú con lo de alma. Busquemos una definición para Yoongi. Así cada quien tiene un título personal.

—Eso suena divertido, ¿de qué otra forma podemos llamarlo? Veamos—Taehyung pareció meditarlo por un momento hasta que una sonrisa perversa adornó su rostro—, como él ya está muerto, podríamos decir que cargas con un espíritu sobre tus hombros, ¿no?

Jimin jadeó irritado.

—Aish, eso no me gusta—se quejó—. No es como que lo presente como "el espíritu sobre mis hombros", ¿o tú que piensas, Yoongi?

El aludido desvió la mirada y expresó: 

—Me da igual.

Taehyung asintió emocionado. Tenía ambas piernas sobre la silla y parecía un niño que jugueteaba con la comida, aún así dijo:

—A él no le importa.

—A mí sí—se quejó Jimin.

Taehyung suspiró.

—Podemos decir que se te subió el muerto, ¿a qué sí?

— ¡Ya, basta!

Esta vez fue su vecino quien se rió a carcajadas.

—Es que no hay de otra, Jiminnie, no sé como llamarlo.

—Podría ser mi llama gemela—aportó sin entusiasmo, preguntándose cómo es que sabían tanto de esas cosas y cómo es que siquiera las discutían.

—Hey, no, que eso suena a que van a sufrir los dos—Taehyung se limpió las manos con una servilleta y sacó el móvil para revisar algo en internet—. Podría ser como en ese anime de patinadores*, tu amor tipo "eros" o no, espera, eso no porque a Yoongi no creo que lo caliente ni el sol, perdón eh. Y a los muertos no se les para. Ya te había dicho.

Las mejillas de Jimin se sonrojaron.

— ¡Deja de imaginarnos en situaciones así! Los griegos tenían otros tipos de amor, ¿sabes?

—Me niego. Yo soy tu alma gemela. Yo soy los otros tipos de amor—bromeó.

Jimin giró los ojos y Taehyung lució incluso más satisfecho, por lo que lo ignoró y se movió hacia Yoongi que también volteó a verlo.

— ¿Tú que piensas, Yoongi? —El hombre parecía no haber escuchado nada, pero Jimin sabía que sí lo había hecho—. ¿Qué tipo de amor quieres ser? Taehyung no puede acaparar todo.

El vampiro pareció plantearse de verdad la pregunta. Miró primero a su vecino y después regresó su mirada a Jimin. Era casi imperceptible, pero Jimin notó un leve atisbo de burla dirigida hacia el otro hombre.

—El amor de tu vida—fue su contundente respuesta.

Jimin brilló radiante y asintió de acuerdo, sacudiendo sus manos hacia él como un gesto triunfal.

—Pues ya está decidido—le dijo. Taehyung gruñó ( ¿De verdad gruñó?) enojado y negó repetidamente, tratando de tragarse el pedazo de pizza que recién había mordido.

— ¡Me rehúso! ¡No estoy de acuerdo con eso! ¡Yoongi es como de esos amores que se van a la guerra y ya no vuelven! 

—Ya, por favor, eso no será así y, en todo caso, yo me iría a buscarlo. 

— ¡Entonces es la clase de amor que se va por cigarrillos y ya no regresa! 

—Taehyung, aprende a perder. 

Los días de verdad se volvían cada vez más cálidos en compañía de esos dos.

🍷🍷🍷

El fin de semana llegó en un parpadeo. Jimin había hecho avances sustanciosos en su investigación y su asesor lo había alabado más de una vez, lo que lo tenía en un buen estado de ánimo. No le gustaba admitirlo en voz alta, pero le encantaban los halagos, especialmente los provenientes de alguien tan genial como lo era el profesor Kim.

Jimin realmente le agradecía a la vida por haberlo puesto en su camino. Kim Seokjin podía ser un poco... Loco, pero no había nada de malo en ello. El hombre era serio cuando se lo proponía y la situación lo ameritaba, a pesar de su retorcido sentido del humor, sabía mucho. Demasiado. Y a Jimin siempre le habían gustado las personalidades peculiares como las de él, así que se sentía muy feliz de tenerlo presente. 

Además, descubrió que el profesor Kim conocía a Namjoon, su mejor amigo. Ambos eran académicos, aunque en distintas universidades, y eran muy apasionados con sus respectivas áreas. Seokjin era conocido por sus estudios en semiótica y Namjoon por sus análisis en comunicación y políticas públicas. Ambos admirables y comprometidos con su trabajo. Ambos grandes ejemplos a seguir, y, por suerte, podía llamarlos amigos.

Especialmente a Namjoon, que además de ser su colega, era como un hermano. Su decisión de mudarse a Daegu fue en parte para estar más cerca de él. No le avergonzaba decirlo: quería pasar más tiempo de calidad con quien le había salvado la vida en más de un sentido.

Hubo un tiempo en el que Jimin se había sentido perdido con respecto a todo: su familia, su orientación, su vocación.  Namjoon había estado ahí siempre, a pesar de la distancia, diciéndole las palabras exactas que le habían servido como guías para el encuentro consigo mismo. Nunca había sido invasivo, pero tampoco lo había dejado solo. Simplemente, había sido un sostén en el que Jimin había encontrado consuelo a través del miedo. Un empujoncito para que él siguiera por su cuenta.

Amigos así no se encontraban fácilmente y el universo le había regalado la oportunidad de conocerlo precisamente él. Jimin lo adoraba. Y por eso quería que conociera a esas otras dos personas que en tan poco tiempo ya se habían robado pedacitos de su corazón.

— ¿A qué hora llega Namjoon, Jimin?

Taehyung le gritó desde la cocina. Se había ofrecido para cocinar esa noche en la que su amigo iría a visitarlo, por lo que llevaba horas ahí, con un delantal que había sido blanco antes de las manchas de comida que recientemente había adquirido, y con el cabello totalmente desordenado.

Había platos en el fregadero. Había también espaguetis y salsa de tomate sobre la estufa, y un postre de chocolate horneandose lentamente. El aroma era exquisito, a pesar de todo el desastre sobre la barra de cocina, y Jimin supuso que tenía que ponerse a limpiar, así que tomó un trapo y comenzó con la tarea antes de que su mejor amigo llegara.

—Nunca se sabe con él, Namjoon es muy distraído a veces y siempre llega cuando quiere. 

—Está bien, puedo manejarlo—Taehyung sonrió con orgullo y señaló a Yoongi que estaba sentado en el mismo lugar de siempre, mirando a la nada—. Si puedo con él, puedo con quien sea.

—Namjoon no es como Yoongi. Es un poco torpe en ocasiones, pero es fácil hablar con él. Sabe mucho de todo.

—Espero que así sea, porque ustedes hombres de letras, no me llamarían la atención de lo contrario.

Jimin resopló y negó. Taehyung era, por mucho, una las personas más inteligentes que había conocido, a pesar de que ni él mismo se lo creyera. Lo que pasaba era que su inclinación iba más por las artes que por la academia. Taehyung era bueno en la fotografía, la pintura y la apreciación musical. Además de que tenía un sentido único de la moda. Jimin frecuentemente lo animaba para explotar sus habilidades y Taehyung siempre decía que muy pronto lo haría, que estaba organizando sus planes de vida, aunque parecía más bien que trataba de motivarse a sí mismo y de darse valor en lo que claramente era muy bueno.

—Serías un diseñador de modas increíble—le dijo cuando terminó de limpiar, mientras buscaba unas copas de vino dentro de la alacena. Taehyung lo miró con diversión y se mordió el labio.

— ¿A qué viene eso tan repentinamente?

—A que te tienes que ir a arreglar porque puede llegar en cualquier momento. Yo me encargo del postre.

Cuando Namjoon llegó, media hora más tarde, la comida estaba lista para servirse y tanto Jimin como Taehyung usaban sus mejores ropas. Incluso Yoongi se había vestido para la ocasión-completamente de negro- y se había sentado ya en la mesa, esperando ansiosamente la cena. Se preguntaba internamente si podría cambiar el vino por sangre sin que nadie se diera cuenta.

—Sé que debí preguntar primero, pero no me resistí a traer esto—Namjoon habló una vez que entró a la casa. Llevaba en sus manos una bolsa llena de distintos quesos que Jimin recogió con emoción y que se llevó a la barra de cocina para acomodarlos sobre una tabla de madera.

Namjoon era un hombre muy alto. Delgado. Su cabello estaba platinado y su sonrisa se adornaba por dos hoyuelos profundos y llamativos que le daban un aspecto juvenil. Llevaba puestas unas gafas de armazón grueso y negro que parecían no tener aumento.

—Está bien, nunca está de más el queso—le dijo Jimin contagiándose de su sonrisa y regresó hacia él para abrazarlo efusivamente—. Estoy muy feliz de volver a verte. Ven, tienes que conocer a mis... Amigos.

Yoongi se levantó de la silla y le dedicó una mirada significativa al más alto, como si tratara de recordar algo. Sin embargo, lo que dijo no fue para él:

—Estamos en una relación poliamorosa, Jimin. Puedes decirnos pareja, aunque seamos tres. 

Namjoon soltó una risita nerviosa y asintió.

—Jiminnie algo dijo de eso. Me alegra saber que le siguen la corriente.

— ¡Hey! ¡Él me sigue la corriente porque así es! —se defendió Jimin y jaló a Taehyung para que hablara. Se veía insólitamente tímido frente a Namjoon—. ¿Verdad, Tae?

—Uh, sí... Él tiene razón—dijo finalmente el mencionado y desvió la mirada. Aparentemente porque, después de todo, sí se sentía intimidado por la presencia sólida de Namjoon—. Pero yo soy su alma gemela. Yoongi sólo es un desliz.

—Es el amor de mi vida, dah—continuó Jimin y Namjoon negó, divertido, descubriendo con gusto que su mejor amigo por fin había encontrado personas que sabían comprenderlo.


Dos horas después, la comida ya había desaparecido. Los cuatro se habían pasado a la sala y se encontraban bebiendo vino y comiendo los distintos quesos que Namjoon había llevado. Yoongi estaba solo en un sillón, un poco apartado de ellos, y se había salido con la suya intercambiando el líquido de su copa, por lo que, al igual que sus acompañantes, se sentía un poco colocado. Como siempre le ocurría cuando bebía mucha sangre.

— ¿Por qué te conozco hasta ahora, Namjoon? —preguntó Taehyung con la voz un poco apagada. Arrastraba las palabras y remarcaba las "r", haciendo sonreír a Jimin que recién sentía el alcohol en su venas.

Las mejillas de Namjoon estaban sonrojadas por el vino.

—Estuve de vacaciones en Malta. Me gané un viaje con todo pagado. No pude desaprovechar la oportunidad.

—Maldito suertudo—comentó Taehyung—. Quiero decir, bendita suerte que tienes.

Namjoon se carcajeó.

—Fui a varios museos. ¿Jimin dice que te gusta el arte? Podríamos algún día...

La conversación era amena y gratificante. Los tres compartían ideas y aficiones y, de vez en cuando, Yoongi también opinaba. Las horas transcurrían como el agua. El vino (y la sangre) también se fue acabando rápidamente. Todo parecía ir tranquilo, no obstante, después de mucho rato, Yoongi finalmente decidió tomar la palabra y señaló a Namjoon.

—Yo te conozco—le dijo, llevado por la sangre que le nublaba la razón como si se tratara de alcohol. El profesor asintió con precaución, algo desconcertado.

—Sí, creo que sí. No sabía si eras tú exactamente. Ha pasado algo de tiempo.

Jimin abrió bien los ojos y se inclinó hacia su mejor amigo, colocando una mano sobre su muslo.

— ¿Desde hace cuanto que se conocen? —les preguntó con curiosidad. 

—Fue en un cruce peatonal—respondió el peliplata—. Eran como las tres de la mañana, pero había mucho tráfico.

—Estabas llorando—aportó Yoongi. Namjoon desvió la mirada. 

—Sí, lo hacía. Me había peleado con mis padres. Ellos habían roto todo lo que había sido importante para mi y me habían castigado. Huí. Por eso iba distraído. Quería llegar a la casa de mi abuela, así que traté de cruzar la calle sin fijarme. Yoongi me jaló de la chaqueta y me salvé de un horrible final. Incluso me dijo que tenía que tener cuidado. 

—Temo por tu vida todo el tiempo—Jimin suspiró y le dio unas palmaditas a Taehyung que, de un momento a otro, se había dormido sobre su hombro—. Taehyung tiene razón, tienes muchas suerte.

Namjoon mostró de nuevo sus hoyuelos y se hundió de hombros.

— ¿Te molesto con un poco de agua?

—Eishhh, podrías levantarte tú, ¿sabes? Nuestra casa es tu casa—Jimin se quejó, pero sí, se levantó para servirle un poco de agua a su mejor amigo. Taehyung gruñó entre sueños cuando se quedó solo, pero pronto se acomodó en el espacio vacío. 

Yoongi  aprovechó la distracción y sirvió un poco de vino sobre su copa, pensando que así tal vez podría disimular las veces que se iba a la cocina y regresaba con el traste lleno; se preguntaba cómo era posible que nadie se hubiera percatado de la consistencia espesa y el color rojizo que no se iba del cristal cada que se vaciaba, pero pensó que debía de agradecerle al vino real por la suerte. 

Namjoon, a su lado, se veía apacible y buena persona, metido en sus propios asuntos. Yoongi fácilmente se imaginaba que después de esa noche, sus visitas se harían constantes. Lo que confirmó cuando el hombre le habló con un tono discreto:

—La cosa es, Yoongi, que te ves exactamente igual que hace ocho años. 


🍷🍷🍷🍷

*El anime que menciona Taehyung es Yuri On Ice! Ahí se mencionan varios tipos de amor, como Eros y Ágaphe, según los griegos.

Escuchen Don't de eAeon y RM<3

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