21
Mirar casas en renta se había vuelto casi una adicción para Jimin. En su tiempo libre, pasaba horas en páginas de bienes raíces revisando ubicaciones, precios y servicios. Incluso los anuncios que aparecían en sus redes sociales se alineaban con su búsqueda obsesiva de viviendas. Con el tiempo, se volvió un experto en el mapa de la ciudad, conociendo no solo las áreas más atractivas para vivir, sino también aquellas que, por su ubicación o servicios, no eran tan convenientes.
De hecho, llegó a visitar algunos de los lugares que más le gustaron, solo por el gusto de hacerlo. Cada vez que entraba en una casa o departamento, se imaginaba viviendo allí: organizando los muebles, sintiendo el ambiente y probando cómo encajaría su rutina en esos espacios.
No es que lo disfrutara. Contrario a lo que podría pensarse, no tenía intención de mudarse; se sentía cómodo en el lugar donde vivía. Llegar a la casa de Yoongi había sido la mejor decisión de su vida: todas las mañanas despertaba con buen ánimo, rodeado de calidez y motivación. Yoongi era la felicidad que no había sabido que buscaba, sí, pero no olvidaba que el acuerdo original era encontrar una casa para mudarse junto a Namjoon.
Jimin era demasiado egoísta. Sabía perfectamente cuál había sido el acuerdo inicial, sin embargo, se negaba a hablar del tema. Cambiaba de conversación cuando Namjoon lo mencionaba e incluso llegaba a ignorarlo con descaro. Cuando veía que los días de su intercambio seguían pasando en el calendario, buscaba rápidamente algo que lo distrajera. No quería irse, mucho menos de la casa de Yoongi.
No, al menos, hasta que Yoongi se lo pidiera. ¿Por qué le dolía tanto pensar en la posibilidad de irse? Ni siquiera era eso. Estaba acostumbrado a moverse de un lugar a otro. Lo que realmente le aterraba, lo que de verdad le pesaba, era la posibilidad de que Yoongi quisiera sacarlo de su vida.
"Por favor, enamórate de mí como yo lo estoy de ti".
Ya no tenía caso que tapara el sol con un dedo: Estaba muy enamorado de Yoongi. Aunque fuera un vampiro, aunque no fuera correspondido, aunque jamás se lo dijera. Jimin sentía lo que sentía.
— ¿Por qué estás tan pensativo? —La voz de Namjoon lo interrumpió. Jimin, quién seguía viendo páginas de bienes inmuebles desde un sillón, suspiró.
— ¿Crees que Yoongi siente algo por mi? —Namjoon, después de todo, era su mejor amigo. No podía ni quería ocultarle nada.
—Define "sentir"—respondió Namjoon en tono de burla—. Vamos, que el profesor Min ni siquiera recuerda el significado de esa palabra.
— Yoongi sí siente—lo defendió, sintiéndose frustrado y llevándose una uña a la boca sin darse cuenta.
—¿Sí? —Su amigo se bajó un poco los lentes y lo miró, como un profesor que juzga un mal rendimiento académico. Jimin no pudo sostenerle la mirada.
—Es un poco soso, no lo voy a defender, pero Yoongi es muy noble. Sus alumnos lo adoran, ¿sabes? Solo que él no se da cuenta. Y conmigo es muy dulce; a pesar de su expresión estoica y sus pocas palabras, dice mucho.
—Entiendo. Bien... Lo que creo es que TÚ sientes algo por él.
—No lo estoy negando —dijo Jimin, levantándose. Guardó el celular en su bolsillo y se acercó a la ventana. Afuera, el cielo estaba nublado. Seguramente, Yoongi tendría frío en la noche.
—De mudarnos, ni hablar, ¿verdad?
Jimin no respondió. No, mudarse ya no era una opción para él. Solo esperaba que para Yoongi tampoco lo fuera.
Yoongi terminó su clase con una sola idea en la cabeza: Taehyung. Aunque habían hablado con él la semana pasada, su ausencia comenzaba a "preocuparle". Si bien su vecino solía ausentarse por temporadas largas, nunca lo había hecho por razones tan profundas.
¿Acaso había decidido seguir el mismo camino de su abuela en un intento de alcanzarla? ¿O simplemente estaba haciendo drama, dejando de comer y pudriéndose en un sillón?
Decidido a no darle más vueltas, hizo lo que el propio Taehyung le habría recomendado.
—Taehyung, ¿te vas a suicidar? —llamarle por teléfono. Del otro lado, hubo un suspiro largo, muy largo.
—No, hombre, no. Obviamente estoy muy triste para volver, pero tampoco tanto como para suicidarme. ¿Sabes lo que es la tristeza?
Yoongi no respondió. Sí, lo sabía. Sus abuelos también habían muerto, pero comparar la situación no ayudaría a su vecino.
—¿Por qué no vuelves? Jimin te extraña.
—Porque estoy deprimido—Taehyung no lo dijo enojado. Ni siquiera se oía la fuerza de siempre en su voz—. Y sí, lo sé.. Mi abuela ya era una mujer mayor. Tarde o temprano tenía que pasar. Solo que no puedo volver a su casa.
— ¿Por qué?
Hubo otro largo suspiró.
—Porque la veo en todas partes —la voz de Taehyung se quebró—. La veo en todas partes y ni siquiera puedo abrazarla. ¿Qué clase de castigo es este?
Yoongi no respondió. Había visto partir a tanta gente que la nostalgia habría sido abrumadora... si su corazón no se hubiera congelado tiempo atrás. Tal vez, lo que él consideraba un castigo, no lo era tanto.
—Vente a vivir con nosotros —Yoongi no lo pensó. Por primera vez en mucho tiempo, siguió el extraño impulso que nació en él y habló.
Taehyung soltó una risa corta entre sollozos.
—No, claro que no. Primero pregúntale a Jimin antes de que malinterprete. Si él dice que sí, entonces...
—No creo que diga que no.
— ¡Obvio dirá que sí! Pero, ¿eres tonto? Primero habla con él, por el amor de la deidad en la que creas... Espera... Ahora que lo pienso... ¿será que tú conociste a algún "dios" del pasado?
—Tampoco soy tan viejo, Taehyung.
Yoongi no pudo escuchar la respuesta del chico; su celular se había quedado sin batería. Y si hubiera podido, probablemente le habría dado un ataque de risa ahí mismo. Solo que no lo tuvo. Se quedó mirando la pantalla oscura sin hacer ningún gesto.
Al regresar a casa, Jimin descubrió que Yoongi ya estaba ahí, sentado en una silla del comedor, calificando lo que suponía que eran exámenes. El lugar olía a café y a sopa condimentada, mientras el televisor sonaba desde la sala, aunque nadie lo estuviera viendo.
Avisó que había llegado, sin intención de acercarse a su compañero de piso. Estaba tan cansado que simplemente se dejó caer en el sillón para ver cualquier programa que pasara en la televisión abierta.
—Jimin... ¿Vas a comer? —Yoongi llegó de pronto. Llevaba una pluma roja en la mano y sus lentes en la otra.
Afuera, el viento soplaba con fuerza, como si una lluvia intensa estuviera a punto de comenzar.
— ¿Qué hiciste? ¿Algo que me guste? —Jimin sonrió. Yoongi jamás cocinaba, pero a veces le preguntaba para molestarlo.
Pero esta vez, Yoongi asintió.
—Jjamppong —dijo con su expresión estoica. Caminó hacia la cocina y señaló una olla sobre la estufa—. Aunque ya debe de estar frío.
Jimin se removió en el sillón para mirar, sintiéndose a la vez sorprendido y emocionado.
— ¿Tú cocinaste? ¿En serio? Pa-Para mí, ¿cierto?
—Sí. Yo sé cocinar —Yoongi seguía con su rostro serio; Jimin casi hubiera jurado que se veía incómodo—. Quizá no sabe bien, llevo tiempo sin hacerlo.
Jimin desvió la mirada hacia la cocina otra vez. A decir verdad, olía bastante bien. Notó de reojo que había en la mesa pan y queso en un plato, junto a una jarra con una bebida roja.
— ¿Eso es sangre? —bromeó (a medias).
—No.
Yoongi se dirigió a la cocina y sirvió la comida sin preguntar. Jimin no sabía si aquello debía emocionarlo. Su compañero parecía no tener sentimientos, pero en realidad sí los tenía. Era cálido y amable, alguien que solo necesitaba un pequeño impulso para salir a la superficie.
La cena transcurrió en calma. Pasaron la mitad del tiempo comiendo en silencio, mientras afuera estallaba una tormenta eléctrica. Yoongi jugaba con la sopa, pero apenas probaba bocado. Jimin, en cambio, tuvo que servirse otra porción.
Cuando terminaron de comer, Yoongi finalmente habló.
—¿Te gustaría que Taehyung viva con nosotros? —preguntó, mirando su plato casi lleno y, probablemente, ya frío.
—¿A qué viene la pregunta? —Aunque adoraba a su amigo, la propuesta lo tomó por sorpresa. No, no quería que viviera con ellos—. ¿O a qué te refieres?
—Hoy hablé con él. Está deprimido. Tal vez vivir aquí lo haga sentirse mejor.
De pronto, Jimin se sintió entre la espada y la pared. Un duelo nunca es fácil de sobrellevar. Si bien no podía evitar el dolor de su amigo, podía acompañarlo mientras lo transitaba. Sus deseos egoístas de ser el único en la atención de Yoongi le parecieron de pronto ridículos.
Asintió.
—Vale, ¿necesitas que recoja mis cosas? —Aun así, no pudo evitar ser dramático. Que lo perdonara Taehyung.
Yoongi ladeó la cabeza.
—Sí, por favor.
El corazón de Jimin se hundió. Se levantó sin decir nada, como si hubiera perdido el sentido de la realidad. ¿Estaba siendo insensato? Tal vez, pero las palabras de Yoongi resonaban en su cabeza.
Caminó sin mirar atrás hasta su habitación. Sacó una maleta de debajo de la cama y se sentó en el piso, comenzando a llenarla sin siquiera fijarse en lo que metía.
Yoongi llegó minutos después, sin parecer sorprendido. Se sentó en la cama y lo miró fijamente.
—¿Te vas? —murmuró.
—Me dijiste que desocupara la habitación —Jimin se tragó un nudo en la garganta. Si alguien le preguntaba en ese momento si quería llorar, lo haría sin dudarlo.
—No. Dije que recogieras tus cosas. Dejaste algunas en la sala. Pero si quieres irte, yo...
—De todas formas, ese era el plan, ¿no? Que me fuera con Namjoon, que consiguiera otro lugar y me mudara. No es necesario que me lo digas, lo entiendo. Si quieres que me vaya, pues yo...
—Jimin, cálmate —lo interrumpió Yoongi con inesperada dulzura. Se arrodilló junto a él y le acomodó el cabello, desordenado por el frenesí de empacar—. No quiero que te vayas.
Jimin lo miró, incapaz de decir nada. Su corazón latía aceleradamente.
—Taehyung me pidió que primero te preguntara. Ahora entiendo por qué —Yoongi sostuvo su mirada con lo que parecía ternura—. Solo se quedará unos días, en lo que puede volver a la casa de su abuela. ¿Te parece bien?
Jimin asintió.
—Recoge tus cosas. Te quedarás en mi habitación estos días
La voz de Yoongi sonó autoritaria. Jimin volvió a asentir, sin encontrar palabras.
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Perdóoon si hay errores, no he revisadooo. Les amooooooooooo.
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