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19

Ir al dentista con la abuela de Taehyung resultó ser una experiencia reveladora para Yoongi. No podía explicarlo con precisión, pero cada que la señora Kim le corregía su caminado o le arreglaba el cabello con saliva, recordaba inmediatamente a su propia abuela. No eran simples fragmentos de eventos pasados los que llegaban a su cabeza; eran, contra todo pronóstico, grandes piezas de memoria que llenaban los vacíos en su pecho. 

El primer recuerdo llegó a él mientras viajaban en taxi. La señora Kim había estado quejándose de la ropa poco usual que Taehyung usaba, cuando repentinamente Yoongi recreó el momento exacto en el que su abuela le regaló sus primeros zapatos. Si no se equivocaba, había cumplido los seis años cuando, con una sonrisa cariñosa, la señora Min le dio  junto a su abuelo un regalo mal envuelto en una caja vieja.

—Lamentamos tanto no tener imaginación para envolverlo.

Pero Yoongi siempre había sabido que no era imaginación lo que les faltaba sino dinero. Aunque como el niño que había sido, no le importó tanto hasta unos años después. Como la vez en que lloró desesperado porque no podía alimentar a sus abuelos. Por  mucho que había trabajado, por mucho que se había esforzado, en esa ocasión simplemente no había podido llevar alimento a casa y había tenido que ver con rabia y humillación como dos personas de la tercera edad se iban a dormir temprano para apaciguar el hambre.

Quizá Yoongi había llegado a odiar con todas sus fuerzas haberse convertido en vampiro, pero nunca en su larga vida se había arrepentido de haber hecho lo que hizo; tras su transformación, había logrado tener el dinero suficiente para vivir bien. Y a pesar de que sus abuelos nunca estuvieron de acuerdo con su nuevo “yo”, pudieron vivir muchos años más gracias a ello.

Hasta que, inevitablemente, la muerte se los llevó.
Primero él, después ella. Para el momento en que los dos se fueron, su corazón ya se había congelado lo suficiente como para no llorar lo que una persona común hubiera hecho. Por supuesto, todavía había alcanzado a sentir el dolor, pero sus ojos simplemente se habían negado a colaborar.

Hasta la fecha podía recordar cómo la gente del pueblo lo había acusado de provocar la muerte de las personas a las que más había amado sólo por el hecho de no haber llorado. Sin embargo, aunque ya no pudiera sentir, Yoongi aún los recordaba con lo que, él suponía (puesto que no podía diferenciar), se trataba de nostalgia.

Por suerte o no, sus abuelos no estaban más y no podían comprobar el desastre en el que se había convertido: Un hombre gris y apagado que se aferraba a la poquita luz que la vida le había regalado inesperadamente en forma de amigos y un inquilino parlanchín.

Pero volviendo al momento de su cita con el dentista y la señora Kim. Resultó que no fue nada incómodo estar con ella mientras el hombre le taladraba los dientes (o colmillo, mejor dicho). Había sido poco tiempo en el que ella y él habían convivido, pero podía decir que su relación actual se sentía cercana. Ya podía comprender perfectamente porqué Taehyung parecía desvivirse por ella.

La mujer estuvo con él, incluso cuando pensó que podía estar solo. Como llevaba años sin visitar a un dentista, le sorprendió ver lo mucho que había avanzado la tecnología. En su época, había visto mecheros y goma para pegar, ahora, todo era sofisticado y muy pequeño, por lo que estuvo tentado a irse y olvidarse que alguna vez tuvo un colmillo sano. Fue precisamente por la compañía de la señora Kim, quien se sentó a su lado y sostuvo su mano, que no se levantó y se mantuvo estoico.
De nada le servía tener más de cien años.

— ¿Desde hace cuánto que no vienes con el odontólogo? —le había preguntado ella, con la voz tensa. Se sentía un poco avergonzada por sentir que su nuevo nieto era igual de cobarde que Taehyung, aunque éste no gritara como aquel.

—Desde que usted era niña—esa fue su respuesta más aproximada a la real. Por suerte, la señora Kim se lo tomó con gracia porque le sonrió con dulzura y asintió como si de verdad le creyera.

—Esto será rápido, el dentista es muy bueno.

La verdad sí fue más rápido de lo que Yoongi hubiera esperado. Jung, o mejor dicho, Hoseok- como dijo que prefería ser llamado-, era un hombre talentoso que amaba su trabajo y que hizo que el proceso fuera rápido y sin dolor. En menos de una hora, Yoongi estaba listo para irse con una tarjeta de presentación.

—Necesitas comprarte un celular—sugirió Hoseok, sonriente, mientras le anotaba en un papel la fecha de su siguiente cita—. ¿O tienes un número de casa? Tengo la costumbre de llamar un día antes para confirmar la asistencia.

Yoongi no fue cooperativo en la conversación porque no veía del todo necesario tener un celular, pero al menos “prometió” que se compraría uno. Como solía cumplir con su palabra, por la tarde fue a ver equipos junto a la señora Kim que insistió en acompañarlo. Fue así que al anochecer, Yoongi ya tenía agendados a Jimin, a Taehyung, a la señora Kim y a Jungkook, quien fue el vendedor que lo atendió en la tienda.

—Creí que tu celular nunca tenía pila y por eso no lo usabas. Me alegra que tengas uno nuevo.
Jimin lo miraba con ternura esa noche. Habían decidido-silenciosamente- volver a dormir juntos, por lo que se encontraban uno enfrente del otro. Éste primero con su pijama ya puesta, jugando en el colchón con su gatito, mientras que Yoongi sólo leía en el sillón nuevo que había comprado una semana atrás en una venta de garage a la que los obligó a ir Taehyung.

—El dentista dijo que necesitaba mi número—aunque, en realidad, todo el mundo le decía lo mismo, sobre todo en la universidad. Sus compañeros de trabajo y una que otra alumna.
Jimin dejó de lado al gatito y ladeó su cabeza con sospecha.

—Oh.. ya… ¿Y eso por qué?

—Para concretar nuestra cita. Eso me pidió él—. Yoongi sólo era un vampiro sin habilidades sociales.
Jimin era un hombre que pensaba demasiado.

— ¿Cita? Cita como… ¿de qué tipo?

—Para vernos.

—Pero para terminar de arreglar tu diente.

—No. Mi diente ya está listo.

—Ah, mira… ¿Entonces…?

Jimin siguió preguntando cosas que para Yoongi carecían de sentido ya que había sido la señora Kim quien prácticamente lo había obligado a comprarse un celular. No había existido ningún otro trasfondo. Ella había estado tan entusiasmada en conseguirlo que Yoongi no había sabido decirle que le daba igual tener un celular.. “Puedes necesitarlo en una emergencia, la vida está llena de eventos inesperados” había dicho ella, pero para alguien que había estado solo casi toda su larga vida, las emergencias no existían. O al menos no importaban.

—No fue por él—contestó después de darse cuenta que Jimin seguía hablando sobre lo mismo—. No compré mi celular por todo lo que dices. Es que quería tener tu número.

La señora Kim  le había dicho que respondiera así si Jimin perdía la cabeza. Le dijo también que con un celular Jimin podría localizarlo en cualquier momento y que eso lo haría sentirse tranquilo.. Yoongi prefería ver en Jimin un rostro pacifico que uno intranquilo, así que le hizo caso.

Y aparentemente la señora Kim tuvo la razón en todo, porque el chico cambió su rostro inconforme y le sonrió ampliamente, dejando a un lado a su gato que ya estaba a punto de morderlo por las caricias tan fuertes que le estaba dando.

—Voy a mandarte mensajes todo el tiempo, será divertido.

Jimin cumplió con su promesa. Los días fueron pasando y Yoongi pronto se llenó de las notificaciones de su compañero de piso. Así como su verborrea se manifestaba en persona, lo hacía de la misma forma por mensajes. Al principio fueron grises imágenes sobre las noticias del día, pero eventualmente comenzó a enviar fotografías de lo que estaba haciendo, como calificando tareas o simplemente comiéndose un pastelito. En otras ocasiones, enviaba imágenes que para él debían ser muy divertidas, pero que para Yoongi significaban una mirada aburrida.

Por supuesto, respondía cada uno de sus mensajes, pero seguía sin atreverse a mandar uno por iniciativa ya que ninguno se trataba de una emergencia, o eso le había entendido a la abuela de Taehyung. Su vecino, por otra parte, también se había mostrado inusualmente emocionado con la idea del celular y se había pasado toda una tarde descargando aplicaciones y juegos que Yoongi no pensaba usar a menos que fueran muy necesarias, como la del banco o la del clima.

Si en el pasado hubiera sabido lo mucho que la tecnología había avanzado, se hubiera repensado lo de comprarse un celular. Con suerte, ya que veía todo de diferente manera, se animaría a comprar la freidora de aire de la que tanto hablaba su compañero de piso.

—Yoongi, por cierto, ¿sabes volar? O… ¿Duermes de cabeza?

Ni Jimin, ni Taehyung ni Yoongi tenían algún pendiente esa tarde, por lo que habían salido a dar una vuelta. Por casualidad, se habían encontrado a Jungkook que paseaba a un montón de perros ajenos en el parque central, pero aunque intentaron hacer que se quedara con ellos, el chico simplemente se había despedido con una mueca coqueta y un “estorbas ahí, Taehyung” que hizo que el chico respondiera con un par de groserías.

Ahora, los tres estaban sentados en una banca, comiendo helado de chocolate dentro de un cómodo murmullo citadino; debajo de las luces de los faroles que uno a uno comenzaron a prenderse en la oscuridad.

—Yo no sé volar. Eso es un mito—Yoongi respondió sereno. Si tenía que ser sincero, lo había intentado año atrás, pero sólo había terminado con un esguince de tobillo y un par de rasguños en las rodillas. Definitivamente, la teoría de que los vampiros pertenecen a la  familia de los murciélagos no era correcta. Y sobre lo de dormir colgado…

—Ya no bromees así, Taehyung—Jimin se había rendido con eso de entender las bromas entre sus amigos, o tal vez sólo estaba en negación. Rodó los ojos y mordió la punta de su helado, viendo como en cambio Yoongi le daba tímidas lamidas al suyo. A veces, odiaba y amaba su imaginación con la misma intensidad.

— ¿Y si vamos a beber? —Taehyung se veía animado, a pesar de su aspecto desaliñado. Tenía ojeras y su cabello revuelto por todas partes—. Mañana no tenemos nada qué hacer. Jimin ya entregó el avance de su tesis, Yoongi seguirá muerto mañana y yo… Eish… Mi abuela, ¿verdad?

Jimin y Yoongi asintieron con la cabeza porque sabían por boca de la señora Kim que Taehyung había programado citas con el médico una vez al mes, preocupado de que algo le pudiera pasar repentinamente. Pero por cómo se veía, ambos pensaban que incluso ella viviría más que ellos.
Y como no pudieron beber, regresaron a casa en una aparente calma que se fue extendiendo a lo largo de los días. La vida de Yoongi había tomado un rumbo muy distinto al habitual, y  el futuro ya no se veía tan solitario como antes (al menos el futuro próximo).

Por supuesto, seguía bebiendo sangre, incluso más que antes, pero todo en su vida  estaba cambiando a pasos agigantados, tanto, que la paz que de pronto llegó a él se volvió casi sagrada.

No fue hasta unas noches después, en la que llovía estruendosamente, y en la que Yoongi calificaba tareas en la misma cama donde Jimin leía, que se dio cuenta así sin más que su mente ya no se perdía tanto como antes. Si bien todavía tenía momentos en los que disociaba, ya podía recordar la mayor parte de su día. Apenas unos meses atrás, cuando el pelinegro no vivía con él y su vecino lo seguía odiando, su cerebro lo había hecho perderse en largas lagunas oscuras de las que muy difícilmente salía hasta que el hambre lo regresaba en sí.

Ahora, el aburrimiento por existir y no convivir con nadie había desaparecido. Sin darse cuenta de cómo, su rutina se convirtió en su lugar seguro, aunque no lo comprendiera bien. La cálida charla verborreica de Jimin y su rostro bonito, la risa cuadrada que Taehyung hacía cuando le preguntaba cosas de vampiros, las extrañas apariciones de Jungkook en todo tipo de trabajo, la inteligencia de Namjoon, la escasa presencia de Seokjin, los cuidados de la señora Kim y hasta los emojis que Jung le mandaba una vez a la semana para recordarle que se lavara los colmillos, todo eso, hizo que el corazón de Yoongi comenzara a sentirse un poco menos frío que antes… Un poco más… Tibio.

Sin esperarlo, se encontraba viviendo el mejor año de su existencia.

Sin embargo, no todo podía ser agradable y feliz la mayor parte del tiempo; la abuela de Taehyung había tenido razón en que, a veces, lo inesperado pasa.

—Se lo pedí a las estrellas, Jimin. Yo les rogué. Y no es justo. Esto no es justo.

La señora Kim murió un sábado por la mañana. Aparentemente, había sido un infarto fulminante, aunque Yoongi no retuvo la información que dieron los médicos por mucho que se esforzó. Ninguno de sus familiares o amigos lo hubiera esperado debido a que siempre fue una mujer que se mostró fuerte ante todos, por lo que la noticia impactó a cualquiera que la escuchó.

Y como todo sucedió tan rápido, Taehyung se bloqueó sin poder procesar la información de lo que había ocurrido, haciéndose ovillo en el sillón de su casa mientras los demás vecinos ayudaban a Jimin, quien se encargó de todos los preparativos para el funeral, al menos hasta que los padres de su amigo llegaron y tomaron el control.

Yoongi, por otra parte, no supo cómo ayudar. Había pasado por lo menos unos sesenta años sin sufrir un funeral por lo que había olvidado el sentimiento que siempre evocaban; solo se mantuvo sentado al lado de Taehyung, viéndolo llorar con el rostro hundido entre los cojines y con los dedos sujetados fuertemente a ellos. 

— ¿¡No pudiste convertirla en vampiro!? ¡Ella aún estaría aquí!

El chico lo miró con dolor. Su rostro estaba empapado y rojo y se mordía fuertemente el labio inferior. Yoongi sintió una débil punzada en el pecho al verlo, pero decidió ignorarla.

—No, yo no pude—respondió, yéndose hacia atrás cuando el chico lo jaló irascible por el cuello de su playera.

—Claro que no ibas a poder, ella ni siquiera te importaba. Cómo todos nosotros. Te damos igual, ¿no? ¡Como sea, tú eres inmortal! ¡Qué más da otra muerte si para ti no somos nada! ¿Es divertido vernos morir, Yoongi? ¿Reemplazarnos en cada época?

Yoongi inhaló.

—No, Taehyung. No es divertido—la punzada se volvió más profunda y el vampiro se llevó la mano al pecho sin saber si irse o no.

—¡Llora por lo menos! ¡Haz algo, maldito insensible!

—No quería esto.

—¡Ella ya no está! ¡No va a volver! ¡Haz algo! ¡Haz algo!

El arranque de Taehyung fue casi visceral y sin sentido, pero en realidad no había querido decir nada de lo que dijo; el dolor, la tristeza y el miedo lo habían hecho desquitarse con la primera persona que encontró a su lado, aunque su intención nunca fue lastimar a Yoongi.

Jungkook, que llegó tan pronto como Jimin le llamó, apareció en el momento exacto en el que el chico volvía a romperse, y lo contuvo envolviéndolo con un abrazo severamente fuerte.

— ¿Qué hago, Jungkook? Yo no sé qué hacer… yo no… —la voz de Yoongi salió ronca, débil. La humedad en su rostro y la punzada en el pecho se habían vuelto tan insoportables que él no sabía cómo manejar con algo tan incómodo.

Jungkook solo lo miró con lo que parecía lástima, pero cuando habló lo hizo con calidez—: Sigue llorando, Yoongi. Se llama sentir.

Después, le indicó que saliera al jardín por algo de aire y Yoongi lo obedeció religiosamente porque Taehyung seguía llorando y porque era verdad que la señora Kim no iba regresar.

Por suerte, Jimin estaba ahí, fumando en silencio mientras miraba el suelo. Se veía cansado y también tenía los ojos rojos.

—Jimin… Yo no quería que se fuera—dijo, tan despacio que se sorprendió cuando su amigo se volteó hacia él —. Esto… no me da igual.

—Yo sé que no, yo sé que no —Jimin caminó hacia él con prisa, desesperado y sintiéndose también aturdido y sobrepasado por la situación—. Ven, Yoongi. Yo sé que no.

Entonces lo abrazó. Hundió su rostro en el cuello contrario y, por primera vez en años, Yoongi lloró como no lo había hecho nunca. Lloró por la señora Kim, lloró porque no quería que Taehyung sufriera, lloró porque Jimin lloraba y lloró también por su propia abuela.

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Después corrijo el cap... Y los demás ya serán felices :D

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