17
Su casa, ya completamente pintada de amarillo mantequilla, lucía muy diferente a como Yoongi la recordaba.
La vieja valla maltrecha se había convertido en una refinada extensión de madera blanca, con una hermosa decoración de girasoles que Taehyung muy amablemente había pintado unos días atrás.
Los vecinos, hasta ese entonces ajenos al hogar de Yoongi, habían comenzado a acercarse para elogiar la valla mientras Jimin se iluminaba y presumía lo talentoso que su amigo era.
El jardín, dónde antes había pasto espeso que albergaba vinagrillos, ahora estaba bien podado y con una variedad de flores que ambos puntualmente se levantaban a regar todos los días con los consejos de la señora Kim.
En el interior, los viejos muebles habían sido reemplazados por otros más coloridos, de mejor material y de mejor gusto. Todos acomodados de una forma práctica, pero dejando fluir la luz natural que entraba por las ventanas decoradas con blancas cortinas nuevas.
De aquel sitio oscuro y tétrico ya no quedaba nada porque Jimin se había encargado de hacerlo brillar. El hueco silencioso se había rellenado con sus risas constantes y con los quejidos exasperados de Taehyung. A veces, con palabras profundas de Namjoon o con los ronquidos sonoros de Jungkook, hasta con las bromas telefónicas de Seokjin, cuando marcaba al nuevo teléfono instalado en la sala.
Yoongi no podía decir en qué momento exacto todo había cambiado, pero ¿Qué más daba? Él estaba bien con los acontecimientos de las últimas semanas. Muy bien. Especialmente, porque todos ellos lo habían llevado a ese momento, en el que Jimin le enredaba lentamente las yemas de los dedos entre su cabello.
— ¿Esto te gusta?
La respuesta era un sí. En la creencia popular, los vampiros tienen una vida de excesos y lujos, entregados al placer de los vicios mundanos, pero en su caso particular, podía considerar como un rotundo éxito el simple hecho de tener un poco de contacto físico con alguien como su compañero de piso.
No era que realmente le hubiera importado en el pasado. No fue hasta Jimin que recordó que su cuerpo podía perfectamente reaccionar ante los impulsos. Nada demasiado notorio, por supuesto, apenas y sentía las suaves caricias sobre su piel, pero repentinamente había vuelto a experimentar unas peculiares cosquillas cada que Jimin lo tocaba. En ocasiones, el chico únicamente lo sostenía para cruzar la calle, pero su cuerpo traicionero parecía verlo de otra forma, ya que reaccionaba bastante bien ante el tacto. Podía ser con un simple estremecimiento o con un tenue cambio ronco en la voz.
Cambios que Jimin había notado. Pero era lo suficientemente amable como para no decir nada.
—Creo que te ves más guapo así, ¿por qué no te ves al espejo?
Jimin finalmente alejó sus manos del cabello de Yoongi. Había pasado más de diez minutos tratando de darle forma para hacerlo lucir presentable en la estruendosa reunión de la abuela de Taehyung, pero sus mechones no cooperaban y se alzaban cuando el viento soplaba. En esa edición, el club de lectura se había reunido en la casa del vampiro, como antes habían planeado.
Taehyung se había despertado muy temprano para ayudar con la decoración y la limpieza, por lo que prácticamente ya estaba todo listo cuando la gente empezó a llegar. Habían sacado un par de mesas al jardín y habían colocado sombrillas doradas encima de cada una para evitar que las señoras (y señor, sólo uno había llegado) se quemaran bajo el sol. Jimin, como era de esperarse, preparó un montón de platillos por lo que era probable que incluso quedara para los días posteriores. Yoongi, como no se había sentido útil, decidió prestar algunas de sus viejas ediciones de libros y los había colocado en una mesa para que cualquiera que quisiera pudiera leerlos.
Seokjin y Namjoon también asistieron. Por alguna razón, se habían enterado del curioso evento y habían decidido que no podían faltar a la fiesta del siglo, como se referían a ella. Y ahí estaban, sentados uno enfrente del otro, haciéndose amigos, y hablando con un par de señoras que se habían acomodado alrededor de la misma mesa, atraídas por su buen físico.
Jungkook, por otra parte, llegó de manera sorpresiva, diciendo que deseaba fervientemente convivir con gente de su edad, cosa que Jimin no entendió y no cuestionó. Junto a él, también apareció un hombre al que no conocían. Era joven, pero no tanto como Jimin ni Taehyung, pero un poco menor que Seokjin. Solo había ido a dejar a su abuela, pero al intentar irse, Jimin lo detuvo con un "quédate a tomar una copa con nosotros" que no supo rechazar por la verborrea de su anfitrión. Se dejó caer junto a Taehyung y comenzó a beber con una sonrisa apenada en el rostro.
—Es como un sol, ¿cierto?
Jimin volvió a hablar, mirando al desconocido. Para la ocasión, se había puesto una playera polo azul y unos pantalones blancos que le daban el aspecto de un vacacionista extranjero.
—Él no brilla—Yoongi balbuceó, fijando su mirada en el desconocido. Su cabello estaba teñido de rojo, lo cual llamaba mucho la atención, y sonreía con unos casi imperceptibles hoyuelos que le sumaban puntos a su apariencia agradable.
Pero no, definitivamente no brillaba.
—No literalmente. Me refiero a que transmite mucha luz.
Yoongi tampoco estaba de acuerdo. Probablemente, Jimin se refería a que se trataba de un sujeto amigable y de buen corazón, pero aún le costaba diferenciar las intenciones de las personas por lo que no podía decir si transmitía o no luz. Ante sus ojos, el único que parecía hacerlo era Jimin. Y, a veces, Taehyung.
—No lo conozco. No sé.
Jimin, como se esperaba, se rió por lo bajo y volvió a acercar su mano a su cabello, moviéndola de manera delicada, como con miedo a que Yoongi lo fuera a rechazar, pero como no pasó, siguió así, enredando sus dedos entre sus hebras y mirando fijamente el rostro que tenía en frente.
Ambos se encontraban sentados alejados de los demás, no lo suficiente como para pasar desapercibidos, pero sí como para tener su propio espacio íntimo. Lo cual Jimin agradecía, porque descubrió que cada vez necesitaba estar más cerca del mayor.
—Deberíamos ir a cenar otra vez o... No sé, al cine—se aventuró a sugerir. Yoongi era un hombre serio, y tal vez jamás avanzaría si no recibía un impulso; Jimin no se caracterizaba precisamente por ser tímido.
— ¿Sigues enojado? —preguntó Yoongi, haciendo alusión a la conversación que habían tenido antes de su primera cita.
—No, sólo es por el placer de estar contigo.
Preferentemente, Jimin debía mantenerse alejado. Era muy consciente de que no estaba ni la mitad de asustado como se suponía que debía de estar, pero no podía obligarse a estarlo. No le importaba toda la investigación sobre vampiros que había hecho, ni las horas que pasó hablando con Namjoon sobre la posibilidad de mudarse y vivir en un lugar "más seguro". Él quería quedarse con la parte buena de Yoongi. La que había logrado conocer. Quería desesperadamente intentar algo con este sujeto que lo miraba con curiosidad, aunque no supiera identificar sus emociones.
—Está bien, Jimin. ¿Podemos salir esta noche?
La reunión en sí fue muy divertida. Las señoras (y señor) del club de lectura resultaron ser personas muy fiesteras que, además de hablar sobre el libro de la semana, bebieron y bailaron al ritmo de viejas canciones de su época. Jungkook se entretuvo platicando con un par de abuelitas que, sorprendidas, lo miraban con ensoñación por todo lo que sabía en su -aparente- corta edad. Taehyung y el hombre misterioso habían congeniado bien y se habían mezclado en la pista de baile que en ningún momento estuvo desierta, a pesar de la avanzada edad de la mayoría.
El profesor Kim había sacado de la nada una aparente habilidad para la cocina y, así sin más, se puso a asar carne para todos los presentes, mientras Namjoon conversaba con él y trataba inútilmente de ayudarlo. Hasta la señora Kim, que solía ser refunfuñona, se veía feliz y animada de pasar tiempo de calidad con todos los presentes.
— ¿Podías imaginarlo? Tener todo esto—Jimin le dijo en un momento de armoniosa calma. Miraba con una sonrisa lo que ocurría enfrente de él y bebía de su refresco ya sin gas—Vine a Daegu pensando en que obviamente tendría nuevos amigos, pero esto me supera.
Yoongi, quien había estado bebiendo lentamente su refresco con una pajita, parpadeó repetidamente y paseó su mirada de un lado a otro. Imaginarse estar viviendo algo así jamás había pasado por su cerebro poco imaginativo porque ni siquiera cuando estuvo vivo disfrutó de un ambiente tan festivo.
Susurró un "no" que sólo él mismo escuchó.
De pronto, y sin razón aparente, comenzó a notar algo incómodo e inusual en su pecho. Parecía expansivo, como cuando niño comía demasiado y se llenaba, pero quería seguir comiendo.
Se tanteó por encima como buscando algo, tratando de entender. Una simple pregunta no podía enfermar a las personas, y él llevaba años sin ponerse mal por culpa de alguna bacteria o virus humano, por lo que llegó a la conclusión de que no podía estar enfermo. Tampoco podía sentir calor, así que también desechó la idea de que su corazón estuviera quemándose.
Simplemente no lograba identificar la sensación.
—Yoongi, ¿te pasa algo? Te ves un poco... pálido.
Jimin y Taehyung- que quién sabe en qué momento se había acercado- lo miraban con gestos contrariados. Detrás de ellos la fiesta seguía, así que supuso que no debía de verse tan mal como la voz de Jimin indicaba.
—Es mi color natural—respondió.
Taehyung bufó.
—Obviamente, Jiminnie. De lo contrario, estaría translúcido.
—Tae, ¿tienes que bromear hasta con la salud de Yoongi? —el pelinegro dijo, molesto.
Ya que Yoongi lo notaba, el rostro indignado de Jimin le parecía... No tenía palabras exactas para explicarlo, pero lo más cercano era la descripción que se le daba a los cachorros recién nacidos.
—Estoy bien, Jimin. Tu alma gemela sólo es una persona muy chistosa—explicó. Yoongi había comenzado a entender que las bromas de Taehyung tenían el objetivo de distraer a Jimin del tema verdaderamente importante y no solo de molestarlo. Su vecino podía tener un humor ácido, pero había preocupación real en sus ojos cuando hablaba. Donde antes había visto miedo, ahora notaba eso que los humanos llamaban "calidez".
—Sí, hombre. Y puedes irte a bailar, Yoongi está en buenas manos conmigo. Ve a bailar, anda, vete.
Jmin ahora se veía más molesto que preocupado. Balbuceó algo como "es bueno que ya se entiendan" y se alejó hacia la pista improvisada de baile. Taehyung, que lo siguió con la mirada, sonrió divertido.
—Dicen que los celos nunca fallan. Pero no es sano que los uses como herramienta de conquista–dijo, con la voz ligera—. Aunque es muy divertido ver el mundo arder...En fin. Mi abuela quería bailar contigo, por eso vine. Dice que sería buena idea que fueras por ella, como todo un caballero.
— ¿Por qué estás mintiendo? —Yoongi sabía cuándo Taehyung no decía la verdad. Solía tener esa cara estoica bien controlada, pero, cuando mentía, su ceja se levantaba muy suavemente; casi imperceptible, pero ahí estaba.
—Sí, pero ¿cuántos años tienes? Seguramente bailas mejor que yo. Es un tema de ancianos. Anda, dale un poco más de vida e invítala a bailar.
Yoongi seguía sin saber decir que no así que aceptó. Caminó hasta donde la abuela de Taehyung estaba sentada, y muy respetuosamente le ofreció su mano derecha; la señora Kim sonrió ampliamente y aceptó con un movimiento de cabeza para levantarse e irse con él.
Bailar con la abuela de Taehyung fue inesperadamente tranquilo. Un viejo baile de salón. Yoongi había practicado mucho en el pasado, así que quedó como un buen bailarín frente a los invitados de mayor edad. Incluso Jimin se tomó el atrevimiento de grabarlo para enseñarselo más tarde. Por supuesto, Yoongi no había sonreído ni una sola vez, pero su rostro se veía muy relajado.
Por la proximidad que habían compartido en los últimos días, casi hasta podría decir que se veía "alegre". Sus ojos miraban hacia el piso, como si estuviera nervioso de encontrarse con los ojos de la señora Kim, sin embargo, la sostenía delicadamente por la cintura, guiándose de un lado a otro con cariño. Ajeno al mundo exterior y dedicándole su completa atención a la señora que se había ganado su admiración, aún sin darse cuenta.
Fue en ese instante, mientras seguía viéndolo moverse pacíficamente hacia otra pareja de baile, que Jimin se dio cuenta: Quería besarlo.
Sin afán de detener sus pensamientos, se permitió imaginar, solo por un segundo, la suavidad de sus labios. ¿Sería un buen besador? Yoongi podía ser un poco ingenuo, pero se notaba fácilmente su densa experiencia en infinidad de temas. ¿Tal vez le gustaba mordisquear? Con suerte ocultaba una magnífica habilidad en el uso de la lengua... Y luego estaban sus colmillos pequeños, ¿para algo debía de usarlos no? La sangre no podía ser lo único que disfrutara.
¿Tendría un sabor metálico? Tal vez Yoongi era agresivo, como un depredador... O quizá sólo era un algodón de azúcar, como se comportaba a diario. ¿Le gustaba someter? ¿O ser sometido?
Ya nada podía hacer. El deseo había nacido en Jimin y la verdad era que no quería deshacerse de él. Pensaba que si era paciente, probablemente Yoongi correspondería su necesidad. No quería presionar lo que estuviera pasando entre ellos, pero decidió que tampoco se limitaría. Pensaba avanzar, sin pausas pero sin prisas.
Pero, lo primero que tenía que hacer era hablar sobre él. Especialmente para contarle sobre la oferta de Namjoon sobre vivir juntos, como habían planeado originalmente antes de llegar a Daegu. Aunque, obviamente pensaba hacerlo más tarde cuando el ambiente festivo acabara y Yoongi no estuviera caminando hacia él con un delgado ramo de gerberas.
—Jiminnie, mira... La señora Kim dijo que debía dártelas.
Yoongi estiró la mano y le entregó las flores, tan tranquilo como de costumbre. No tenía ningún gesto en el rostro, ninguna mirada profunda, pero Jimin, que lo conocía mejor que nadie en el mundo, se dio cuenta del ligero rojo que coloreaba la punta de sus orejas.
Su corazón prácticamente explotó dentro de su pecho.
— ¿Me dijiste "Jiminnie"?—preguntó saliendo del shock, dándose cuenta del apodo que Yoongi había dicho con esa voz plana de siempre.
El más pálido asintió.
—Namjoon dijo que te hace feliz escucharlo. Perdón si me equivoqué.
—No es eso... Es que... Dios...
Realmente, realmente, Jimin se había quedado sin corazón. O mejor dicho, éste se había convertido en una masa gelatinosa que se derretía lentamente en su interior y que lo quemaba por lo caliente que estaba.
¿Y por qué Yoongi lo miraba con ojos de cachorrito regañado?
—Entonces... ¿Me equivoqué con las flores? —Yoongi preguntó, todavía con esa voz plana.
Jimin quería besarlo.
—Yoongi, me gusta todo... Me gustas tú.
Tanto.
—Uh... No sé qué decir a eso, perdón.
—Nada, ¿qué podrías decir?
Pero ahí estaba.
—Me gusta.
Sin pausas, pero sin prisas.
— ¿Qué?
Al diablo con todo.
—Gustarte... Jimin. Me gusta eso. Uh... Tú a mi tamb...
Lo besó. No quiso evitarlo.
Aunque sólo fue en la frente.
Y porque Taehyung los separó.
Ay, perdón por la demora. :( La verdad es que tuve que improvisar con este capítulo, tenía planearlo hacerlo un poco... Sad. Pero será el siguiente, supongo. Gracias por la espera! Les amo.
PD: No puedo. Vi esta foto e inmediatamente pensé en Yoongi de Tibio.
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