14
Jimin juraría que Yoongi estuvo a punto de besarlo. La mirada ardiente que le había dedicado antes de admitir que tenía hambre había sido... electrizante. Sin mencionar las caricias sobre su cintura; la posesividad con la que Yoongi se había aferrado a él lo había hecho sentirse pequeño. Como una presa.
Había descubierto que el hombre tenía un don especial para hacerlo sentir necesitado de algo que no podía ni quería nombrar. Lo peor de todo era que realmente no quería oponerse a lo que fuera que estuviera pasando. Por mucho que se dijera mil razones para evitarlo, su traicionero cuerpo actuaba con razón propia.
Hipnotizado. Esa noche había sentido algo particular en el ambiente que le había impedido irse, como si estuviera en una especie de trance. Yoongi era su preciado amigo, pero lo único que su cabeza había logrado formular era "hazlo, hazlo, hazlo" mientras esperaba impacientemente a que el chico lo hiciera de verdad.
Pero, ¿hacer qué?
No pasó nada. Yoongi sólo se negó suavemente y después se retiró en silencio. Ni siquiera había pedido perdón o intentado explicar lo que fuera que estuviese ocurriendo; le dedicó una mirada extraña y se retiró piso arriba. Así de simple.
"Tengo mucha hambre".
Jimin casi había sentido la necesidad de ir detrás de él para ofrecerle la cena de esa noche o al menos pedirle una explicación, pero cuando lo perdió de vista, cuando ya no pudo escuchar ni un solo paso, su cuerpo se derrumbó sobre el piso. Como si todas sus energías lo hubiesen abandonado para siempre.
Con aquello había confirmado que la electricidad había sido real. La fuerza de la presencia de Yoongi había sido real: El hombre tenía que ser lo que decía ser. Y era tenebroso para Jimin saber que a pesar de haberse sentido cazado, él alegremente hubiera ido hacia ello.
Pero si su amigo era un cazador, si su amigo era todo lo que decían que era... ¿Por qué no lo había atrapado? ¿Por qué se había retirado en silencio? ¿Había algo mal con él como para ser ignorado así por un depredador con hambre?
Jimin creía que verdaderamente debía de ser muy estúpido por sentirse así solo por no haber sido considerado como comida. Pero, sobre todo, por ya no ver a su compañero como lo había estado haciendo hasta esa noche.
«Lo siento tanto, Yoongi»
Había estado a punto de morder a Jimin. El hambre que lo había movido hacia su compañero de piso había sido sobrenatural. Bestial. De no ser porque todavía conservaba su lado humano, hubiera avanzado para saciarse con lo que habría sido su mejor festín.
Por suerte se detuvo a tiempo, aunque no debía ni podía obviar que esa maldita hambre casi lo había hecho perder la razón. "Hazlo, hazlo, hazlo". No sabía si se debía a su instinto animal o sólo a su imaginación, pero había oído una dulce voz en su cabeza que por poco lo había llevado a la locura.
Sólo que cuando preparó sus colmillos, cuando casi probó lo que tanto deseó, un pensamiento lo regresó en sí: "¿Por qué Jimin no se aleja?" Yoongi supuso que se debía a ese efecto maldito que tenía sobre las personas antes de cazarlas. Al parecer, también había hecho de las suyas con Jimin porque, ¿qué otra razón tendría para explicar lo qué estaba ocurriendo?
Y él ya no era ese monstruo del que todos hablaban. No era un animal sin control al que tenían que encerrar. No le importaba lo que pasaba alrededor, pero él había hecho una promesa. Él jamás iba a lastimar a Jimin ni a Taehyung.
Así que se alejó de él. Casi decepcionado de sí mismo. Si es que podía nombrar a la pesadez que había crecido dentro de él. Había pasado tantos años controlando sus instintos básicos que tener esa insaciable hambre lo aventó a un pozo sin fondo.
Por eso se había recluido en su habitación, para contenerse, pero ahí estaba la molestia. Lo quemaba. Mientras recreaba lo que había estado a punto de hacer, su garganta comenzó a quemar como si fuera un alcohólico necesitando de su vicio. ¿Qué diferencia había? Sólo cambiaba un líquido por otro; la maldita necesidad, la angustiosa adicción, ahí estaba.
Esa noche terminó todas sus reservas de sangre. Era cuestión de suerte que su corazón estuviera congelado porque al menos así no podía recordar el odio que se tenía a sí mismo en sus primeros años como vampiro. Odio que lo había llevado a la desesperación y angustia de seguir intentando desaperecer cada que se alimentaba.
Al menos su contacto en el banco de sangre siempre estaba a su disposición ya que se negaba rotundamente a que ocurriera otro accidente como el de las cabras. Si bien le iba a Jimin.
🌻
La mañana siguiente fue como pasar una noche en Siberia durante el invierno. Jimin ni siquiera miró a Yoongi cuando lo encontró sentado en el sillón, quedándose de pie e incómodo en la cocina mientras terminaba su extraño almuerzo hecho de sobras de otros días. De hecho, parecía que alguien le había cosido la boca porque cuando intentaba formular oraciones, volvía a cerrarla de golpe.
Yoongi no tenía ganas de entrar en detalles sobre la noche anterior, o mejor dicho, no sabía explicarlo, así que tampoco habló, a pesar de que algo dentro de él le estuviera diciendo que de no hacerlo estaría arruinando algo con Jimin.
Aún con todo lo anterior, nada evitó que dejara puntualmente el girasol dentro del florero que desgraciadamente fue ignorado por completo. Tal vez debía de comprar alguna rosa o algún clavel para que su compañero volviera a disfrutar de la vista y no de él, o tal vez sólo tenía que esperar a recibir el anuncio de que el chico se mudaría más temprano que tarde. Seguramente, había descubierto su falta de autocontrol y ahora le resultaba desagradable estar cerca de él, como le había ocurrido en el pasado.
—Creo que yo...
—Yoongi, yo... Lo de anoche...
Ambos se miraron. Jimin esbozó su primera sonrisa del día y Yoongi se obligó a no apartar la mirada. El ambiente se sentía extremadamente incómodo, a pesar de la cómica melodía que sonaba desde la casa de uno de sus vecinos. Yoongi esperó a que dijera algo, pero en lugar de eso, Jimin se limitó a mirarse las manos, flexionándolas y frotándose los nudillos.
—Voy a llegar tarde esta noche—Jimin habló después de un rato, dejando su plato sucio en el lavavajillas—. Iré a la biblioteca a investigar un tema que de pronto surgió en mi... En mi tesis. Voy a cenar con Namjoon, así que no tienes qué esperarme.
— ¿Dormirás con él? Con Namjoon.
El pelinegro parpadeó confundido.
—No, claro que no. Sólo vamos a cenar y hablar sobre mitología... Él está metido en uno de esos juegos de calabozos y dragones. Quiero preguntarle... Cómo se juega.
—Está bien.
—Pero, como dije, no tienes qué esperar. No sé a qué hora voy a llegar.
Yoongi miró por la ventana.
—Es que hace frío hoy.
— ¿Sí? —Jimin siguió su mirada—. Iré abrigado.
—Me gusta que duermas aquí cuando hace frío.
—Que para ti es siempre—Jimin se atrevió a bromear.
El vampiro asintió.
—Que para mi es siempre—dijo.
Yoongi no estaba seguro de qué ocurría. Se imaginaba que como el clima estaba frío, Namjoon tal vez necesitaba un poco del calor que Jimin evocaba. Podía conceder eso. Pero si tenía que aceptarlo, no quería que el menor se fuera a dormir con su amigo, pero tampoco tenía idea de por qué quería que se quedara. Si no se hubieran conocido, seguiría tranquilo en su casa sin aquellos pensamientos dispersos que rasgaban su mente. Pero como Jimin ya no era un desconocido, la idea de arrancarse los recuerdos simplemente no le parecía correcta.
Jimin, por su lado, entró en shock. No sabía cómo reaccionar o cómo interpretar las palabras de Yoongi. Una parte de él quería quedarse todo el día en casa, pero la otra quería continuar con su investigación sobre vampiros. Así como su corazón galopaba en un campo rosado, su mente le pedía informarse para poder entender un poco más al hombre que acababa de derretirlo por completo.
Era una suerte que éste fuera tan desinteresado, porque de otra forma hubiera descubierto que una de sus razones para alejarse era precisamente que no deseaba saberse expuesto con su repentina y creciente atracción hacia él.
Taehyung apareció en el salón poco antes de que terminara la clase. Llevaba un ramo de girasoles enorme por lo que apenas podía moverse con facilidad. Se veía bastante bien, incluso cuando era obvio que no había dormido en la noche. Usaba una boina beige y unos pantalones sueltos del mismo color al estilo de la moda americana de los años 40; Sus ojeras y su cabello revuelto de alguna manera lo hacían verse como un estudiante de arte.
Yoongi alzó un poco la barbilla al verlo y lo saludó con un gesto, ignorando las miradas de asombro de los pocos alumnos que todavía quedaban en el aula. ¿Era posible que alguien creciera en solo una noche? Porque el chico parecía más alto de lo que recordaba.
Como era de esperarse, Taehyung se cansó de esperar a que terminara de guardar sus pertenencias y se movió hacia él. Pero antes de llegar se tropezó escandalosamente, tirando los girasoles y llamando la atención de la mayoría. Pronto algunas jovencitas se ofrecieron a ayudarlo (tal vez Taehyung no lo sabía, pero era muy guapo), por lo que Yoongi no se acercó hasta que vio que ya estaba de pie nuevamente.
—Si le dices a Jimin...
Taehyung estaba completamente rojo y tenía un gesto de evidente humillación. Yoongi sólo se encogió de hombros mientras pensaba que los humanos eran curiosos. Siempre querían esconder sus debilidades y se avergonzaban de ellas.
—También te gustan los girasoles—dijo una vez que estuvieron fuera del salón. Taehyung había llamado al departamento de académicos para solicitar una reunión con "el profesor Min"; (porque seguía sin conseguirse un móvil) así que ahí estaban, caminando perezosamente uno al lado del otro en los jardines de la universidad.
—Son para ti, de hecho—el castaño respondió, viéndose fuera de sí, aunque hablaba con seguridad, y se los ofreció—. Cárgalos de una vez, pesan demasiado—Yoongi negó—. ¿No?
—No los necesito. Le gustan a Jimin, no a mi.
Taehyung, por supuesto, gruñó. Como si acabara de oír la mayor de las tonterías.
—No es que quiera volverme monógamo contigo y te esté cortejando. Son para Jimin. Es decir, te las traje a ti. Para que se las des a él.
—No entiendo. ¿No puedes dárselas tú?
—Sí, sí puedo, carajo. Pero las compré por ti. Para que no tengas que andar buscando como alma que lleva el diablo...Uh. Espera, ¿tienes alma? Oí que en algunos lugares consideran a los vampiros como seres demoníacos. ¿Cómo podrías llevarte tu propia alma? ¿No es algo injusto?
Yoongi de verdad esperaba que Jimin regresara porque había descubierto que no entendía ni la mitad de las cosas que decía su vecino.
—Los humanos van al médico cuando se enferman. Podrías considerar ir con un neurólogo—le aconsejó. No quería que Jimin se quedara sin su alma gemela—. O un psiquiatra.
Taehyung trató de que su indignación no lo hiciera vomitar bilis y se llevó ambas manos hacia el rostro para intentar bajarse el explosivo enojo en sus entrañas.
—Mira, no estoy aquí por buen samaritano. Es decir, al menos no por ti. Es por Jimin. Me llamó esta mañana. Dice que las cosas entre ustedes están tensas.
— ¿Él está molesto?
—Colérico, irascible, furioso—Taehyung bromeó, pero antes de hacerle ver a su acompañante que no era verdad, algo lo distrajo—. ¿Hablas latín?
—No soy un demonio. Soy un vampiro.
—La misma cosa. Como sea, Jimin está preocupado. No debería de decirte esto, pero él cree que lo rechazaste.
— ¿Rechazar?
— ¿Vas a repetir todo lo que te diga? No voy a contarte lo que me dijo, ¿entiendes? Es solo que no me gusta que se sienta insuficiente. Así que vas a llegar hoy y le vas a regalar este maldito ramo de girasoles para que vuelva a brillar.
Taehyung volvió a ofrecerle el ramo, pero Yoongi lo empujó suavemente.
—Quería probar con otras flores.
—Asaltemos la puta florería si quieres.
Taehyung suspiró resignado y casi corrió hacia la parada de autobuses sin fijarse si Yoongi lo seguía. Si se tomaba la molestia era sólo porque su preciado amigo le había marcado muy temprano, nervioso y decaído, balbuceando que casi había tenido un momento con Yoongi, casi, pero que al parecer no había sido suficiente porque se había apartado.
¿A qué se refería Jimin con eso de "momento"? ¿Acaso había sido expulsado de su relación poliamorosa? Como fuera. No le gustaba oír mal a Jimin y, aunque lo irritaba, tampoco soportaba ver a Yoongi así de errático. Se había dado cuenta mientras lo observaba dar clases, que el hombre sólo había estado dando vueltas en su catedra y que, de hecho, casi ningún alumno le prestaba atención. Lo que fuera que hubiese ocurrido entre ellos, debía de ser algo grande.
Probablemente, debía de estar asustado y muy lejos de la ciudad ya que había descubierto que su vecino siempre sí era un vampiro, pero por alguna razón no sentía la necesidad. Tantos años había sabido que había algo extraño en él como para que saliera despavorido después de confirmarlo. Además, si su abuela confiaba en el sujeto, él también podía intentarlo. Y ayudarlo.
🌻
Ya estaba oscuro cuando llegaron a la floristería. Yoongi había estado en silencio, pero su gesto le dijo que estaba interesado en sus próximas compras. Sus ojos vagaban por todas las enredaderas que sobresalían de las paredes del lugar y enfocaban especialmente una serie de luces que colgaban de esquina a esquina.
—Creo que ya se que está mal contigo. Estás congelado. No. Como... Tibio.
Taehyung lo detuvo antes de entrar y colocó ambas manos sobre sus hombros. Yoongi preguntó:
— ¿Tibio?
—Si estuvieras congelado, no te llamarían la atención las lucecitas.
—No me gustan. Recordé que Jimin dijo que el jardín se vería bien si tuviera algunas.
—Ahí está—el castaño levantó ambas manos al aire y las abrió—. Estás tibio. Tibio. Y yo voy a ponerte caliente... Ah, eso sonó fatal. Olvídalo. Tal vez Jimin te ponga caliente, pero yo no. Gracias.
Yoongi ladeó la cabeza, examinándolo.
—Psiquiatra o neurólogo—le recomendó.
—Vete a la mierda, Yoongi—Taehyung lo empujó hacia la entrada y le abrió la puerta para que pasara—. ¿Ese es Jungkook? Eish... No me digas que trabaja aquí.
Cuando regresó a casa, Jimin se encontró con que el jardín trasero era como una caja de cerillas encendidas y que Dean Martin* sonaba, al menos, por toda la cuadra. Caminó directo hacia el barullo del interior, dándose golpes en los muslos por lo desconcertado que se sentía al no ver a nadie, y finalmente llegó hasta el origen. Observó a Yoongi que, bajo un toldo de magnolias artificiales, colocaba una tira de luces de lado a lado mientras que Taehyung luchaba con una enorme maceta de alguna planta que hasta ese momento no había visto nunca.
— ¿Qué están haciendo?
Sus dos amigos voltearon a verlo y dejaron de golpe sus actividades para acercarse. La forma en la que Yoongi lo examinó con la mirada mientras iba hacia él le calentó por dentro y lo hizo merecedor de un leve sonrojo.
—Jimin, hola, pensamos que ibas a llegar tarde—Taehyung fue el primero en saludar. Con una enorme sonrisa cuadrada, le pellizcó una mejilla y se volteó para señalar el sitio—. ¿Te gusta?
—Sí, es bastante bonito de ver, pero ¿por qué?
Jimin tragó con fuerza y no se movió cuando Yoongi se acercó todavía más.
—Creímos que te haría feliz—Yoongi dijo, levantando una pequeña magnolia que le extendió tímidamente—. Dijiste que era tu sueño que tu jardín fuera como en las fotos que ves en tu celular.
—Sí, pero... No creí que estuvieras escuchando y... Este no es mi jardín.
El pelinegro contuvo el aliento mientras estudiaba a Yoongi: su tono era plano, pero tenía los hombros caídos, la forma en la que sus dedos se aferraban entre ellos, y cómo tragaba saliva, le hizo comprender que estaba nervioso. Yoongi estaba nervioso. Lo cual era agradable de ver, para variar.
—Ah... Lo siento—el mayor volvió a hablar—. Nuestro jardín.
Para Jimin, las luces que brillaron de pronto entre ellos no eran las artificiales.
— ¿De verdad? ¿Nuestro?
—Taehyung me ayudó a... Yo no sabía cómo decirlo. Uh. Lo siento por lo de anoche. Por portarme así de raro.
— ¿Lo de anoche? —de reojo, vio que su amigo castaño se alejaba al interior de la casa mientras preguntaba en voz alta si era una moda repetir como bobos todo lo que se decía, pero decidió ignorarlo—. Yo no sé qué decir... No estoy molesto. Menos ahora. Es bueno saber que no me lo imaginé. Tuvimos un momento... ¿Verdad?
Yoongi parpadeó. Su rostro era una mezcla de confusión y frustración por no entender la última oración.
—Sí... Un momento.
—Bien. Lo tengo. ¿Quieres que vayamos con Taehyung? Empieza a hacer mucho frío—Yoongi aceptó el roce de sus dedos contra los suyos y caminó en silencio a su lado hasta la entrada de la casa—Umh... Yoongi, ¿qué hace Jungkook en nuestra cocina?
🌻🌻
*Dean Martin fue un cómico, actor y cantante estadounidense.
Buenaaaaas nocheeeesh.
📬 Buzón de teorías:
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