10
—No quiero perder mi trabajo.
Yoongi miró a Jimin con un solo ojo abierto. Como seguía lloviendo, ambos se habían acomodado en la sala para disfrutar de la calefacción. El menor había puesto algo de música country que él no conocía, pero que combinaba bien con el ambiente melancólico de la tarde.
Habían llevado consigo galletas y café, y algunas mantas con las que Yoongi se enrolló hasta el cuello. Tenía algunas tareas que calificar, pero había optado por simplemente recargarse en el respaldo del sillón y cerrar los ojos, mientras escuchaba la cantarina voz de Jimin y sus interminables temas de conversación.
— ¿Por qué perderías tu trabajo, Yoongi? ¿Pasó algo? —el menor preguntó, atento como siempre, y se limpió algunas migajas que había sobre su rostro.
—No. Sólo no quiero perderlo.
Era verdad. Después de que Jimin le pidiera hablar sobre lo que quería o no, Yoongi comenzó a pensar a fondo, puesto que él se tomaba las cosas en serio; había descubierto que si algo definitivamente no hubiera querido como humano, hubiera sido dejar de ser maestro.
—No creo que lo pierdas. Tus alumnos te quieren.
—Su cariño no me importa. Mi trabajo es que entiendan bien lo que dije.
Jimin soltó una risa traviesa y se echó hacia atrás. Estaba sentado en la alfombra, justo al lado de las piernas de Yoongi. Por alguna razón, le gustaba estar siempre cerca suyo.
—Sí, eso es muy bueno. Pero a veces saber que tus alumnos te aprecian te dice que lo estás haciendo bien.
Yoongi abrió ambos ojos y se enfocó en el cabello negro de su acompañante. El mechón naranja comenzaba a perder color.
—No vivo de halagos—dijo vagamente; su atención ahora estaba puesta sobre la cabeza de Jimin. Sus dedos, repentinamente habían comenzado a picarle con curiosidad—. Tu cabello se ve suave.
Jimin sonrió para sí y giró hacia él de forma brusca. Se veía verdaderamente complacido. Yoongi se preguntó cómo era posible que alguien siempre se viera de buen humor.
—No vives de halagos, pero ahora me estás dando uno—le respondió. Sus ojos prácticamente brillaban de alegría.
— ¿Lo estoy haciendo?
—Lo siento como uno. Me gusta cuidar mi cabello, así que aprecio que lo noten. Y que lo toquen.
Yoongi ladeó el rostro. Confundido. Él no había querido halagar su cabello, simplemente había recalcado un hecho real. Si él en el pasado había sido un humano así de complicado, podía entender perfectamente a la persona que había decidido convertirlo en vampiro.
Pero como Jimin ya no se veía como un gato a la defensiva, decidió no llevarle la contraria.
— ¿Quieres que lo toque? Tu cabello—preguntó repentinamente, llevando suavemente su mano hacia arriba. Jimin sonrió con los ojos.
«Bonito»
—Sí, definitivamente quiero.
Yoongi lo pensó un poco más antes de hacerlo. Recién unas horas atrás se había cuestionado la actitud de su compañero de piso, pero parecía que con un poco de café caliente y una plática extensa había regresado a la normalidad. Si sólo necesitaba de unas caricias en el cabello para que todo volviera a estar como siempre, él lo haría sin problemas.
Así que finalmente aterrizó sus dedos sobre las hebras del cabello contrario. Con lentitud, comenzó a acariciarlo, deslizando las yemas a lo largo de su cuero cabelludo. Jimin volvió a cerrar los ojos y soltó un soplido bajito. Yoongi miró con curiosidad como su pecho comenzaba a subir y bajar con movimientos relajados, y se preguntó si de verdad aquello era tan relajante como parecía.
Ya que recordaba, su abuela solía mimarlo también. Por las tardes, cuando llegaba de trabajar al lado de su abuelo, ella lo recibía con suaves caricias en las mejillas. Con una sonrisa, le acomodaba el cabello enredado por el viento y le regalaba un beso en la frente, a pesar de la mugre que le quedaba por pasar tanto tiempo en el campo.
Ella lo había verdaderamente querido. Él lo sabía. Pero como habían pasado tantos años, ya casi no lo recordaba. Hasta ese momento.
—Jimin, extraño a mi abuela.
La afirmación salió de forma natural. Yoongi alejó su mano del cabello de Jimin y lo miró, por primera vez, con una expresión sorprendida. No había planeado decir aquello, como era usual cuando conversaba con las personas, sino que había hablado impulsivamente sin entender el ligero malestar dentro de su pecho.
Jimin, por suerte, no se mostró extraño ni incómodo al escucharlo.
—Háblame de ella, Yoongi. Por favor.
El vampiro volvió a hundirse en sus pensamientos o, mejor dicho, en sus recuerdos. La sonrisa de su abuela se había hecho presente en los últimos días dentro de su cabeza, pero ahora tenía una imagen nítida que parecía brillar con fuerza.
Jimin giró levemente hacia él y se atrevió a tomar su mano para regresarla a su cabello, invitándolo a acariciarlo. Yoongi obedeció distraídamente, mientras formulaba sus oraciones con lo que parecía precaución.
—Ella era... Muy amable—dijo, después de un largo rato en el que Jimin esperó pacientemente—. Me crió cuando no tenía que hacerlo. Incluso en sus últimos días, ella siguió viendo por mi. Estaba muy triste por dejarme solo.
Jimin lo miró con tristeza.
—Suena a que fue una mujer muy hermosa.
—No, físicamente no.
El menor comenzó a reírse con fuerza, y golpeó una de sus rodillas.
—Que anticlímax, Yoongi. Eres demasiado sincero. Yo hablaba de ella como persona. Ni siquiera me has hablado de su físico.
Yoongi asintió, entendiendo por fin.
—Fue una buena persona.
—Yo sé que sí, crió a un buen hombre. ¿Y tu abuelo? ¿También vivías con él?
—Sí. Él también me cuidó.
—Igualmente debes de extrañarlo.
Yoongi se hundió de hombros. No había pensado en su abuelo, pero lógicamente debía de extrañarlo también. Al menos como el humano que había sido, admitía que lo había querido con la misma intensidad que a su abuela.
Había sido precisamente por ellos que terminó siendo un vampiro.
—Por poco los olvido—comentó, y vio con extrañeza como Jimin deformaba su gesto alegre por uno dolido—. Murieron hace mucho tiempo.
—Estas cosas pasan—el pelinegro se alejó de su toque y se levantó del piso, moviéndose hasta sentarse a su lado en el sillón—. A veces nos duelen tanto los recuerdos que tratamos de sepultarlos.
—Yo no hice eso, es que de verdad pasó hace mucho tiempo.
Una de las consecuencias de vivir tantos años era que con el tiempo los recuerdos comenzaban a desvanecerse cruelmente de la memoria.
—Está bien, pero ¿tú quieres olvidarlos?
Yoongi no tenía expresión alguna, a pesar de que Jimin había comenzado a acomodar su cabello revuelto mientras susurraba un "ya está muy largo" que le recordó a cuando su abuela hacía lo mismo. Ella sí había sido una mujer hermosa, justo como había dicho él.
—No quiero olvidarla, pero no puedo evitarlo.
—Entonces recuérdala conmigo, háblame un poco más de cómo era—Yoongi asintió y Jimin lo imitó—. Yo decidiré si era bonita o no.
—Uh, no saldrías con ella.
—Pues tú qué sabes, tal vez me gustan las ancianas.
—Ella estaba muy arrugada de la piel... Y también...
La conversación siguió y, curiosamente, no fue Jimin quien no paró de hablar en esa ocasión.
Las lluvias siguieron en los días posteriores, así como los mimos. Resultó que a Jimin le encantaba el afecto y constantemente pedía que Yoongi acariciara su cabello. Cuando llegaba de trabajar, se sentaba a su lado en el sillón y le exigía en silencio que llevara sus manos hasta su cabeza donde el chico obedecía sin rechistar.
Jimin sugirió que sería una buena idea ver una serie de televisión juntos y fue así que adquirieron la costumbre de pasar largas horas frente al monitor mientras cenaban acomodados uno al lado del otro. Taehyung, por otra parte, se había vuelto a ir de viaje con su abuela, por lo que no habían podido verlo durante toda la tormenta.
Al menos hasta que unas noches después, en la que se había vuelto a dañar el transformador de luz, apareció agitado y empapado en medio de la densa oscuridad.
—No estamos, si viene alguien no estamos—exclamó con prisa, cerrando de golpe la puerta y haciendo que las ventanas de alrededor crujieran por la fuerza usada.
Jimin suspiró pensando que, si de verdad había querido pasar desapercibido, acababa de arruinar su plan.
— ¿Por qué no estamos, Taehyung? ¿Qué ocurre? —le preguntó.
Yoongi, quien ni siquiera se inmutó cuando lo vio entrar, sólo suspiró.
—No importa, Jimin. Ya todo está bien—continuó Taehyung, y corrió a sentarse en medio de los dos—. ¿Me extrañaron? ¿Por qué están tan juntos?
—Porque hace frío—Jimin dijo como si fuera lo más obvio—. Sabes que Yoongi es demasiado friolento. Creí que un poco de calor humano ayudaría. Y sí, te extrañamos.
Taehyung hizo un sonido hastiado, pero sorprendentemente no soltó ningún chiste ácido.
—Como sea, ¿qué les parece si me duermo con ustedes esta noche? Traje comida.
—No hasta que nos digas qué pasó.
Taehyung se removió incómodo en su lugar y trató nuevamente de dar alguna excusa, pero el sonido de alguien tocando la puerta hizo que se levantara con prisa y les hiciera señas de que guardaran silencio.
—Shhh—susurró—, escuchen, estamos bien siendo nosotros tres. Cuatro con Namjoon. ¿Para qué necesitamos un quinto amigo?
Jimin se levantó también e, ignorando al chico, trató de caminar hacia la puerta, pero el castaño lo detuvo, jalándolo de la playera.
—Taehyung, ¿qué está ocurriendo? —exigió saber, pero su amigo gruñó.
— ¿Has visto la noche de los muertos vivientes? Bueno, es algo similar.
El pelinegro resopló molesto, pero no respondió. En su lugar, se soltó del agarre y caminó hacia la puerta para abrir, ya que la persona del otro lado se había mantenido constante en su ligero golpeteo.
Yoongi, sentado desde su lugar, se anotó mentalmente decirle a los niños que no era buena idea abrirle a extraños en una noche lluviosa y sin luz eléctrica.
—Buenas noches—Jungkook entró a la casa antes de ser invitado. Llevaba puesto un uniforme de trabajador de gobierno y un casco amarillo. Como también estaba completamente mojado por la lluvia, se detuvo en el umbral mientras sonreía cínicamente hacia Taehyung—. Gracias, Jimin. Hola, Yoongi.
Los mencionados lo miraron por un instante sin saber qué decir, pero fue Jimin quien salió de su estado estupefacto para caminar hacia él y saludarlo con una mueca amistosa.
—Pensé que nunca volveríamos a verte—le dijo el pelinegro, moviéndose con prisa hacia la cocina—. Deja que te alcance algo con qué secarte, ¿está todo bien?
—Yo estaba pasando casualmente por el vecindario—mintió, quitándose el casco para después sacudir su cabello—. Entonces vi a Taehyung, pero parece que no me escuchó cuando le hablé porque salió corriendo hacia acá sin siquiera voltear.
—Sí te ví, pero ya te dije la vez pasada que no hablo con desconocidos—el castaño se cruzó de brazos—. ¿No se supone que estás trabajando?
—Yo debería de estar haciéndolo, tienes razón.
Jimin regresó con un par de toallas que extendió hacia él y después se giró hacia Taehyung con una mueca molesta.
— ¿Qué pasa contigo, Tae?
— ¡Dijo que estaba trabajando, hombre! ¿Para qué molestarlo?
— ¡Ah! ¿Eres quién viene a arreglar el transformador, cierto? —Jimin volvió a mirar al chico y sonrió de vuelta— ¿Quieres bañarte? Creo que tengo ropa que podría quedarte.
Taehyung inhaló con fuerza, pero antes de quejarse fue interrumpido por Jungkook que aceptó la invitación de Jimin. Más tarde, cuando nuevamente se quedaron solos los tres, volvió a hablar.
— ¿Estamos de acuerdo en que sólo lo hemos visto una sola vez en la vida?
Jimin asintió, pero parecía no estar de verdad de acuerdo.
—No tienes porqué ser tan desagradable con todos, Taehyung—le dijo con firmeza—. Estás siendo demasiado paranoico.
—Lo que es demasiado es que "casualmente" ese tipo esté aquí, Jimin, ¿de verdad no te parece raro? ¿Cómo sabe dónde vivimos?
—Tú mismo lo dijiste, está trabajando. Sólo fue una coincidencia. Además, parece que él te vio y te siguió.
—Ah, por supuesto. Con lo normal que es seguir a las personas.
Yoongi, que hasta ese momento había estado callado, se removió en su lugar y observó la discusión en silencio. A lo largo de los años, había presenciado como algunas almas gemelas discutían y se separaban por problemas triviales. Por lo general, éstas sufrían tanto que terminaban por morir en soledad. Taehyung tal vez era un poco raro, pero Jimin no merecía pasar por algo similar.
—Jimin, tu alma gemela sólo está tratando de protegerte—dijo severo, decidiendo que si usaba el tono de voz que apaciguaba a sus alumnos lograría calmar la situación—. No seas tan duro con él.
Su vecino abrió por completo los ojos y, sin saber cómo reaccionar, se abalanzó hacia él para abrazarlo.
—Por primera vez te veo como... Brilloso—le dijo felizmente, ganándose un "¿de verdad?" de Yoongi que sonó demasiado ilusionado para el pobre corazón de Jimin que comenzó a latir con fuerza después de escucharlo.
—Ya, perdón—les dijo, recuperándose de la impresión de ver a sus amigos unidos por la misma causa—. Creo que los dos nos equivocamos. Voy a ser menos confiado para la próxima, pero ya no seas tan cruel con las personas.
Jungkook regresó diez minutos más tarde, ya completamente cambiado. Debido a la oscuridad de la noche, la ropa carecía de color, pero era bastante obvio que le quedaba un poco pequeña por lo ajustada que se le veía en ciertas zonas. Taehyung hizo afán de burlarse, pero se quedó callado cuando Jimin lo dio un codazo en la espalda.
—Deberían de prender al menos una vela—les dijo Jungkook una vez que estuvo con ellos en la sala, ya que la única fuente de luz que tenían era el celular de Jimin sobre la mesita del centro.
Taehyung resopló.
—Deberías de ir allá afuera y arreglar ese transformador antes de que te despidan—le sugirió. Jungkook miró hacia abajo y se sentó justo a su lado.
—Sí, es que no me gusta tanto ese trabajo como creen.
—Es peligroso, puedo entenderlo—agregó Jimin, como si todo aquello fuera de verdad comprensible—. No creo que tarden tanto en enviar a alguien más.
— ¿Verdad? No tiene caso estresarse, pero ¿y bien? ¿Qué estamos haciendo?
—Sospechando de ti, para qué sepas—Taehyung giró los ojos y se atrevió a empujarlo para que se alejara de él—. ¿De verdad eres un trabajador del gobierno?
—Soy un estuche de monerías, qué te puedo decir.
Jimin interrumpió la inminente discusión con un golpecito sobre la mesa y comenzó a hablarles sobre cualquier tema que se le viniera a la mente. Como escucharlo resultaba realmente agradable, los tres se sumieron en la conversación (Yoongi solo miraba) y se olvidaron por completo que momentos antes habían estado en un estado tenso y pesado.
La noche comenzó a transcurrir sin grandes inconvenientes, salvo que la luz seguía sin llegar y que la lluvia, hasta ese momento tranquila, había arreciado. Tres de ellos debatían sobre ningún tema en particular, pero hubo un momento en que Yoongi fue muy consciente de los sonidos de todos: cada cambio de posición de Jungkook en los sillones, cada risa por algún comentario de Taehyung y, más tarde, de la respiración de Jimin.
—A veces tu cara realmente me da miedo—Taehyung empujó un cojín sobre sus piernas y después lo golpeó sobre éste, tratando de llamar su atención—. ¿Sigues ahí, cierto?
Yoongi asintió tranquilo, pero no habló, a diferencia de Jimin que pronto tomó la palabra.
—Dijiste que ya no serías grosero con los demás.
—No lo hago, sólo me expreso.
—Decirle que te da miedo es grosero.
—Si a él le molestara me lo diría.
Jimin decidió no responderle y le lanzó otro de los cojines directo al rostro. Taehyung trató de esquivarlo inútilmente, pero terminó por recibir el golpe sobre la frente. Jungkook, a su lado, sonrió divertido y se echó hacia atrás en el sillón.
— ¿Quieren que les cuente algo que de verdad da miedo? —les preguntó, cambiando su tono de voz por uno misterioso. El castaño, quien había olvidado su anterior recelo hacia él, brincó emocionado y asintió repetidamente.
—Yo también tengo muchas historias de terror, la primera se remonta a cuando conocí a Yoongi.
— ¡Taehyung, deja que Jungkook termine!
—Pero, Jiminnie, de verdad es una historia de miedo.
—Estoy seguro de que lo es—Jungkook sacó de su bolsillo su celular y prendió la lámpara para alumbrarse el rostro con él—. Pero mi historia es incluso más tétrica.
Como si fuera un recordatorio de que aquella afirmación era real, un trueno se dejó escuchar con sonora fuerza y Jimin soltó un gritito asustado.
—Bien—dijo Taehyung—. Pero después sigue la mía.
El chico sonrió con sorna y aceptó el trató. Dejó el celular sobre la mesa y carraspeó para ambientar el momento. Jimin se había movido hasta Yoongi para aferrarse a su brazo, mientras que éste sólo miraba fijamente al otro pelinegro.
—Les voy a contar la historia de cómo fue que morí—comenzó, engrosando su voz y dirigiendo su mirada hacia la de Yoongi—. Hace ya casi un siglo.
Jungkook les relató una historia poco usual que a Jimin no le pareció para nada terrorífica, pero que hizo que Taehyung se petrificara a su lado y que Yoongi se enderezara en el sillón. Con una voz profunda, les contó que había sido soldado unos setenta años atrás en la ya conocida guerra; sin titubear, les explicó con lujo de detalle que se había enamorado perdidamente de uno de sus compañeros de batallón, pero que habían sido separados con misiones diferentes.
Como si verdaderamente hubiera pasado, les explicó que al irlo a buscar, el ejército enemigo lo había capturado y lo había torturado en búsqueda de información. De hecho, hasta se tomó la molestia de describir con exactitud algunas de estas torturas y la manera en la que había gritado y suplicado piedad.
—Eso suena muy triste, Jungkook—lo interrumpió Jimin, sin entender por qué Taehyung se había quedado sin palabras y que Yoongi luciera tan interesado—. Suena a que fue muy doloroso. ¿Es una anécdota basada en algún hecho histórico real?
El hombre asintió, viéndose ofendido.
—Por supuesto que sí, es la historia de cómo morí—repitió, aparentemente metido en el personaje—. Pero todavía no termino de hablar.
—Oh, sí, perdóname... Estabas en que ellos no fueron misericordiosos.
—No, no lo fueron. Me torturaron hasta que enloquecí—Jungkook continuó, con verdadero rencor en la voz—. Debieron pensar que yo estaba muerto, porque cuando desperté estaba dentro de una bolsa negra y en algún lugar del mar.
— ¿Y cómo saliste de ahí?
—No sé... Después de eso, morí de verdad. Cuando volví a despertar, yo estaba completamente sano, como si jamás me hubiera ocurrido nada.
Taehyung finalmente se movió.
—Perdóname, yo no estoy entendiendo...—comentó— Despertar después de muerto me suena a que...
—Se murió tu lado humano—lo interrumpió Yoongi, llamando la atención de todos—. ¿Verdad?
Jungkook sonrió de lado.
— ¿Quieres tomar tu turno y contarnos otra historia de terror, Yoongi?
Jojojojojo la referencia a MLP fue a petición de mi hermana. XD Sé que dije que aquí Yoongi explicaría algo, peroooo será más adelante, perdón.
Les amooooooo.
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