Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

Mejora para empeorar
[Laia Álvarez]

La oscuridad tiñe nuestro pequeño pueblo, que en realidad no es tan pequeño. El ambiente huele a una lluvia ya pasada que ha conseguido que las brillantes luces se reflejen en las superficies mojadas de todo y todos, haciendo que se respiré un aire de paz y felicidad o puede que esté muy contenta porqué el DELF (Diploma de estudios en lengua francesa) fue de pippppp madre. De verdad. Aún con mi súper nivelazo «irónicamente hablando, claro» fue súper bien y obviamente de entonces mi cuerpo vibra de energía positiva. «Y ahora parezco hippie...» En resumen, que estoy feliz. Muy feliz.

Paseamos por Molins todas juntas. Aunque es domingo hay bastante ambiente (o lo que pude haber en un pueblo de 25.000 habitantes) ya que mañana ¡es fiesta! «!Pero no para mí! ¡Uhhh! ¡Fiesta!». Eso no me quita la alegría, estoy bailando mi baile mental de la victoria cuando Helen me saca de mí ensoñación.

—¿Vamos después al Regions? —pregunta con una tímida sonrisa en el rostro.

—¡Sí! —gritamos las otras a la vez.

Un par de viandantes se nos quedan mirando y no puedo evitar saludarlos con la mano. Estoy un poco loca, lo admito.

—¿A las diez y cenamos? —Pregunta ahora Aina, esperanzada, por lo visto en el pueblo pasaron un montón de cosas y como nosotras estuvimos ocupadas con el maravilloso examen, no tuvimos demasiado tiempo para charlar.

Yep —respondo—. ¿Quedamos en mi casa?

—Y así no caminas tu ¿no? —suelta Miranda acompañado de una sonora carcajada. Pongo los ojos ligeramente en blanco (que sino duele) y prosigue—. Quedamos en la estación y así Helen no tiene que andar tanto.

—Qué remedio... —digo con falso pesar ya que se me sale la risa. «¿He mencionado que estoy eufórica?»

Realmente estoy muy feliz.

—Tengo que ir a casa de mi abuela. Está aquí cerca —dice la que tiene que normalmente tiene coger el tren para llegar a casa.

—La que tiene que irse soy yo —comenta Aina con pesar—. Pero a las diez en la estación ¡Eh...! —me dedica un encogimiento de hombros que quiere decir algo como "ya me va bien que sea en la estación, me queda cerca de casa y ¡además andas!".

Soy un poco vaga, que le haremos.

La despedimos y seguimos paseando tranquilamente. Esto de vivir en el mismo pueblo aun yendo a la universidad en Barcelona es un lujo.

—Esto... ¿puedo invitar a Iván?

—¡Noche de chicas! —le grita Helen como contestación de la pregunta. Suelto unas risitas. Miranda se frunce de cejas y cruza los brazos intentando lucir enfadada, pero las tres estallamos en risas. ¡Dios...! Como estamos...

—Vale, vale... —murmura entonces—. Pero tengo que contaros una cosa— dice cogiéndonos del brazo como si fuésemos unas viejecitas—. Pude que haya usado chuleta en el examen de francés...

—¡Miranda!

—¡Qué es un examen oficial!

—¡Era broma! ¡Era broma! Calm down! —Grita ella a modo de respuesta mientras vuelve a poner los ojos en blanco al mismo tiempo que los abre mucho para darle un toque dramático—. Pero el chico de delante mío, rubio como si fuese un Dios nórdic... —no acaba la frase ya que sus ojos siguen mi mirada—. ¡Para Dios él! ¡El otro día no me fije! ¡Qué bombón! —grita de nuevo, y tengo que apretarle mis manos contra la boca para que no siga hablando. Parece que no nos ha visto, pero como nos escuche... Vergüenza la que voy a pasar.

Mi amiga me examina con la mirada y alzando las manos en plan "no voy a decir nada más ¡Lo siento!", decido soltarla después de dedicarle una mirada amenazante.

Pasamos por delante de él sin saludarnos, pero cuando empiezo a soltar aire nerviosamente, la maravillosa voz llega a mis oídos.

—¿Hoy no saludas? —pregunta el chico de la lotería.

—No te había visto... —respondo a modo de excusa y parece que es tan poco creíble que tanto Miranda como él sueltan una risita. «¿Me ha temblado la voz?» La fulmino con la mirada de nuevo, esta vez diciéndole mudamente que se pire, o al menos que se avancen un poco y parece que Helen es la única que lo pilla, ya que se la lleva a rastras mientras esta mueve las cejas inquisitivamente. ¡Vaya mujer!

Mi cara se vuelve a poner roja cuando me giro hacia él.

—Asumo que el examen ha ido bien.

—¿Eh?

—El examen —dice.

Levanto las cejas muy sorprendida y mis ojos no se pueden evitar abrir un poco más de lo normal.

—¿Cómo...? ¿Tú...? —tartamudeo aumentando la rojez de mi rostro.

—Hoy no suenas estresada —contesta encogiéndose de hombros.

Mi sorpresa se intensifica «¿Qué demonios? ¿Cómo puede ser que él sea capaz de captar mis emociones cuando yo ni siquiera puedo formar pensamientos coherentes? Aunque este parece bastante coherente... ¡Ugh!»

—Sí, pero... ¿cómo narices lo sabes? —consigo formular repitiendo mi pregunta anterior para esper así conseguir una mejor respuesta.

—Hablas más calmada, sin prisas —comenta mientras se encoge de hombros. Nuevamente.

Mis cejas se levantan solas, parece que tienen vida.

—Ya... Muy lógico.

Sonríe ante mi tono irónico y...

—¡Laia! —me llama a pleno pulmón Miranda.

«¡Dios del cielo bendito! ¡Joder! ¡me la cargaré! ¡asdfgjjhjksdjk! ¡mega jsdgkasfjlsdfb! ¡Pienso decapitarla viva! ¡Otra puñetera conversación interrumpida! ¡Me la cargo! ¡Me la cargo! ¡Me la cargo! ¡grrrrh! ¡...! ¡...!»

«¿Por qué? ¿Qué he hecho para merecer esto? Karma ¿qué te he hecho? ¿Por qué...?»

—¿No respondes? —pregunta el chico al mismo tiempo que suelo mi sarta de insultos mentales que poco a poco se van convirtiendo en lamentaciones. Noto una ligera diversión en su voz, pero en la cara no muestra nada. Aunque si le viera los ojos... Es decir... «¿Por qué va con gafas de sol si es de noche? Fanfarrón...» rectifico «Fanfarrón atractivo...».

—Yo... —consigo murmurar— ¡Mirandaaaaaaaaaaaa! —grito con todas mis fuerzas cuando esta me coge del brazo y me arrastra hasta Helen, que contempla la escena con un rostro de pura incredulidad. No entiende como demonios Miranda puede ser tan ES-TÚ-PI-DA.

Viendo que no puedo luchar contra su fuerza solo consigo decir una última palabra antes de que se me lleve demasiado lejos para que el chico de la lotería me oiga.

—¡Agur!

—¡Wadaeaan! —grita él en respuesta con un toque de sorpresa en la voz por mi extraña despedida, diversión por la puñetera escena que ha montado Miranda y pesar. Aunque este último no sé por qué, es decir, viendo el patético que hemos hecho «¿No debería estar contento de que nos vayamos, lo más lejos mejor? Como por ejemplo a... ¿Noruega?»

Cuando ya estamos lejos, me desgarro la garganta, más incluso de lo que ya he hecho.

—¡Ya puedes tener una puta explicación! —vocifero con todas mis fuerzas y más de uno se gira para mirarme.

Ella solo traga saliva y me enseña su móvil.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro