Capítulo 5
El primer día
[Jaylin Davis]
Sus pasos resuenan en mis orejas.
Trago saliva, asustada.
Jake avanza con los ojos clavados en los míos. Su mirada amenazante me hace cuadrar los hombros para prepararme por lo que vendrá, desenado que el suelo me trague. Sus labios tiemblan de lo que creo que rabia así que al no saber de lo que es capaz no puedo evitar contener el aliento. Cuando pasa por delante de mí sin pararse, lo suelto y el alivio me invade inmediatamente. ¡Dios! Intento mantener una respiración normal, pero no funciona, la adrenalina corre por mis venas y no se va con facilidad.
Su aliento cosquillea de repente mi oreja.
—No deberías haber venido —su voz grave hace que se me ponga piel de gallina y la amenaza implícita en la voz y el tono seco pero calmado, hacen que me giré para ver cómo -aumentando el paso- se sienta en su mesa completamente rígido, con los brazos sobre la mesa y la mirada al frente.
Muevo la cabeza para ver la reacción de mis compañeros a la obvia amenaza, pero parece que nadie lo ha escuchado salvo yo. Qué casualidad... Cuando mi mirada vuelve al frente, lo observo a través de mi pelo hasta que de repente su dura mirada se clava en mí.
La aparto la vista inmediatamente. Siento como una rojez invade mis mejillas, una rojez de miedo, de terror. «¿Qué le he hecho? ¿Por qué me amenaza? ¿Qué puede llegar a hacer? ¿Qué está pasando?».
Estas mismas preguntas se repiten en mi cabeza tantas veces que acaban perdiendo el significado, dejándome en una especie de trance que me impide concentrarme en nada.
Intento mantener un rimo de respiración normal. Creo que no lo consigo.
Cuando suena el timbre, me levanto automáticamente, dándome cuenta de que el libro de texto sigue abierto por la primera página. No lo he tocado. No he apuntado nada. Tampoco he prestado la menor atención a la clase. Empiezo bien el curso.
Suelto un grito cuando alguien me coge del brazo. Cerrando los ojos con fuerza a la vez que todo mi cuerpo se tensa me giro para enfrentarme a él, pero al ver que se aclara la garganta en un tono claramente femenino me atrevo a abrirlos lentamente.
Alice me examina de arriba abajo con una sonrisa incrédula en el rostro.
—No sé qué me sorprende más, la cara que has puesto o el hecho de que te has imaginado que era alguna especie de asesina despiadada.
Bajo la mirada al suelo, claramente avergonzada, cuando entrelaza su brazo con el mío y me arrastra fuera del aula, que ya se está llenando de estudiantes de otro curso. Con la respiración todavía temblorosa y el cuerpo algo agitado, hago el corazón fuerte.
—¿Qué ha pasado con Jake? —pregunto en una voz tan baja que acaba inclinándose hacia mí en un intento de descubrir mis palabras.
—¿Con Jake? —asiento levemente con nerviosismo—. Nada importante. A veces puede llegar a ser un imbécil.
No comenta nada más. Yo tampoco.
Entramos en el aula de arte y por fin me siento un poco más tranquila, este lugar me inspira paz, confianza y además Jake no puede hacer arte ¿no? Como que no le pega.
Me dirijo a un caballete aleatoriamente y me siento en el taburete. Es una clase cuadrada, con muchísima luz natural. Enfrente de la puerta, hay una zona abierta con una gran pizarra, una mesa que supongo que será la del profesor y una especie de tarima. Desperdigados por el aula, se encuentran diversos caballetes orientados hacia la tarima, con su taburete y mesita adjuntos. Al final se encuentran diversas mesas con unas lámparas y la pared que no tiene ventanas está recubierta de unas estanterías industriales llenas de botes de pintura, pinceles, telas, libros y libretas, maniquíes y todo tipo de objetos para dibujar... Toda la clase está manchada de pintura, dándole un ambiente muy realista que se complementa con cuadros tanto acabados como inacabados apoyados en diversos sitios o colgados en los espacios vacíos. En el fondo, ¡hasta hay un torno y un par de máquinas de costura!
Finalmente empiezo a respirar con tranquilidad hasta que desgraciadamente los susurros sobre mí vuelven a empezar.
—Mírala. Dicen que ella es una de los tres... Lo prefería a él... ¿Como se lo tomará...? No parece...
La incomodidad vuelve a aparecer, pero por suerte los susurros cesan cuando una mujer extravagantemente hippie entra por la puerta sujetando dos pares de rollos de tela de al menos de metro y medio, un estuche de violín, una pila de papeles bastante importante y un par de lienzos en blanco. Lo deja todo y se gira hacia nosotros.
—Como ya sabéis cada año nos unimos a Julliard en una gran función —explica mientras se mueve rápidamente por el aula recogiendo cosas—. Es un gran honor puesto que algunos de sus músicos, bailarines, directores, cantantes y actores participaran a nuestro lado brindándonos oportunidades únicas.
—Al igual que las veces anteriores, se nos ha encargado la decoración. Esta vez el espectáculo se ha adelantado por culpa de que es su centésimo decimoquinto cumpleaños y se hace una gran celebración. Tendremos menos tiempo y ayuda de su parte, pero más oportunidades de destacar tanto delante sus seleccionadores como seleccionadores de otras academias musicales y artísticas. Es una oportunidad única y para todos. Así que a trabajar.
» El tema principal de este año es la pluriculturalidad. Habrá pequeñas actuaciones con temas de diversos países —cuenta mientras sigue vagando por el aula con rapidez recogiendo cosas que posteriormente deja en su mesa—. El guion general escrito por Julliard nos llegará pronto, tendremos que crear una decoración acorde con el tema, que sea fácil de retirar y que se adapte al espacio que músicos, actores y bailarines necesiten. Así que tenemos faena.
» Somos los que tenemos más tiempo, ya que los músicos, bailarines y actores aún no pueden empezar porqué sus guiones específicos se crearán en diversas clases tanto de una como la otra escuela y eso requiere tiempo.
» Ya os avanzo que en literatura de undécimo grado se crearan los guiones de los actores y des de Julliard las coreografías. En las diversas clases se explicará en profundidad —comenta antes de marcharse de la clase durante unos segundos y aparecer poco después con un par de papeles—. Nosotros podemos empezar ya con el guion general y además ya hay cuatro espectáculos confirmados, los alumnos de Rotenberg harán un terceto —trago saliva—, y cada uno hará un solo —empiezo a temblar—. La música ya está seleccionada y por tanto el tema.
» Jake tocará Le roi des aulnes donde nos transportaremos a Francia —quedo muy sorprendida, esta no es precisamente una pieza fácil, sino al contrario, muy al contrario—. Alice...
—Tocaré Schöenberg —dice orgullosa y no pudo evitar sorprenderme. Las dos son piezas muy complicadas. Diversos alumnos la miran, pero el título de la pieza no les dice absolutamente nada.
—...Que nos transportará a Alemania —continua la profesora que con las prisas ni se ha presentado—. Y nuestra nueva alumna, Jaylin, interpretará nuestro país con Ineffable...
—...De Arthur Rotenberg —decimos las dos a la vez, yo en un susurro aterrado que nadie más oye.
Vuelvo a tragar saliva. «¡No puedo tocar Ineffable! ¡No tengo el nivel! ¡Ni lo tendría aun pasando veinte horas diarias durante un puñetero año!» Si lo hago quedaré en ridículo. Tiene que ser una broma, no le encuentro más explicación. Mi temblor se intensifica y me caigo del inestable taburete.
Se oyen unas risas detrás de mí, pero mi mente no puede darles mi atención, mi cabeza está en otro sitio. Ineffable. Quieren que toque Ineffable. ¡Ja! Es imposible.
Solo cinco músicos han sido capaces de tocarla des de que Arthur la compuso en los inicios de su carrera. No pueden esperar que yo pueda tocarla. Tengo que hablar con Arthur, debe ser un error ¿no?
Llamo a la puerta, recibiendo una respuesta de Arthur al instante. Mis piernas tiemblan de la emoción, aunque ahora sea mi maestro, sigue siendo mi ídolo y tenerlo cerca no es útil para mi corazón, que bombea mucho más rápido de lo normal. ¡Oh, Dios! Tengo que recordarme respirar.
Dentro se encuentra también Alice que está afinando su violín. Me dedica una sonrisa disculpando el pésimo día.
Me instalo a su lado y afino el mío, las manos me tiemblan de los nervios y la emoción. Entretanto, dirijo una mirada a Arthur quien sentado en una mesa teclea rápidamente en un portátil. Trago saliva.
Julliard School of Music es una de las universidades artísticas más importantes del mundo. Cuenta con división especial llamada "preescolar" donde se puede ingresar tras superar unas durísimas pruebas a partir de los ocho años. Reciben clases durante los fines de semana, pero Jake, Alice y yo no somos como ellos. Somos diferentes. Somos especiales.
Arthur Rotenberg, vicepresidente de Julliard y el mejor violinista de nuestro siglo, ha ido apadrinando alumnos des de los inicios de sus enseñanzas en esta prestigiosa institución. Nosotros somos tres de los ocho afortunados que han pasado por sus manos.
No solo recibiremos clases particulares hechas por él, sino que también se nos permitirá incorporarnos a algunas clases universitarias como son solfeo, teoría musical u orquesta.
Es uno de los honores más grandes que se le pueden atribuir a un músico joven. Alice y Jake empezaron ambos con catorce años, aunque por lo que sé, llevan solo un año participando en las clases teóricas con los otros estudiantes.
Arthur repentinamente abaja la pantalla del portátil donde estaba trabajando.
—¿Dónde está Jake? —Alice se encoge de hombros—. Bueno, ya hablaré después con él.
» Antes de empezar ¿se os han comunicado las piezas que tocareis en terceto durante el festival?
Alice me deja tomar la iniciativa.
—Sí, y también las de los solos —ladea un poco la cabeza—. Pero... No si seré capaz de tocar Ineffable... Yo...
—¿Ineffable? —pregunta con un tono que oscila entre el enfado y la incredulidad—. ¿Quién te lo ha dicho?
—Yo... Mmm... La pro... profesora de arte... —respondo unos segundos después con la timidez haciendo malla en mí.
—¡Joder! —exclama poniéndose rojo de ira. Sale de la pequeña sala dando un portazo de rabia.
Escucho sus pasos alejarse rápidamente por el pasillo.
¿Qué os ha parecido? ¿Por qué se habrán enfadado Jake y Alice? Un nuevo misterio aparece, ¿Quién será la misteriosa chica? ¡Se aceptan apuestas!
Espero que os esté gustando.
Se os quiere,
onrobu
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