Capítulo 38 - Segunda parte
La llamada que todo lo cambió – Segunda parte
[Omnisciente]
La gente de este pueblo donde había ido a parar era insoportable. ¿A caso no sabían que era de mala educación entrometerse en asuntos de otros?
Ignorándola siguió con lo que estaba haciendo. Ya se empezaba a cansar de ella. Había mantenido su interés durante más tiempo del normal, cosa rara, pero este ya estaba desvaneciéndose rápidamente. Ahora solo importaba acabar con la vida de su adorable y querido hermanito.
Sin prestarle demasiada atención a la chica -que se acercaba con seguros pasos- procedió a apretar los hierros que mantenían al chico sujeto del techo. Le había dado una importante paliza, que realmente no había tenido mucha gracia, ya que no podía defenderse muy bien que digamos y entonces comprendió que esto era algo positivo. Que podía jugar con su falta de visión.
Le colocó sus cascos y con una estridente canción a todo volumen también le quitó el oído y entonces lo colgó del techo por las muñecas quitándole gran parte del movimiento. Aun así, quería escucharlo gritar, puesto que con todo lo anterior solo había conseguido quejidos de sorpresa cuando lo tocaba, ya que el chaval no podía saber dónde estaba ni que Iván se le acercaba, pero no sus gritos. Y le gustaban los gritos. Mucho. Así que había empezado a cortarlo con su fiel navaja. Eso sí que había sido divertido. Él no podía prever el dolor, así que cada corte eran gritos y pánico. Y entonces dejaba que pasaran los minutos y cuando parecía que se calmaba, cuando se pensaba que ya se había acabado, volvía al ataque. Era bastante divertido la verdad. Nada del otro mundo, pero suficiente para entretenerlo mientras esperaba a la chica. Siempre se olvidaba de su nombre.
Cuando finalmente acabó de apretar los hierros, alzó la mirada, encontrándose a su amiguita a pocos metros de él.
Miranda observaba la escena con repulsión en el rostro, también algo de miedo, pero en sus ojos se reflejaba una determinación bastante más fuerte de lo que estaba acostumbrado de ver en ella.
Iba a empezar a hablar cuando ella sacó un pequeño revolver de su cintura y lo apuntó. ¡Pero que mala educación! La invitada agrediendo al anfitrión. «Definitivamente en este pueblo no se enseñan modales» pensó él con sarcasmo.
Iván no puedo evitar reír. Era bastante cómico, la verdad. ¡La chica lo apuntaba a él! Normalmente pasaba el contrario.
Aún la cercanía del cañón no sentía miedo. Sabía exactamente que hacer: aprovechar la poca distancia para, con un rápido movimiento, arrancarle el arma y posteriormente dejarla inconsciente con una técnica que dominaba des de pequeño. No tenía demasiadas ganas de matarla. Ya era suficiente con limpiar dos cadáveres, no era necesario añadirle un tercero, además, ya se había preocupado de que ella no descubriese nada personal que pudiese usar contra él, de manera que la policía no tendría manera de encontrarlo. Dentro de poco se iba encontrar bien lejos y con una venganza recién completada,
Iba a desarmarla cuando su móvil vibró en su bolsillo trasero. Con un perezoso ademan, mandó a esperar a Miranda, quién sorprendida no supo cómo reaccionar y acabó esperando.
Iván no reconoció el numero -cosa que no era extraña en lo absoluto ya que en los mundos donde se movía era bastante común cambiar de teléfono a menudo y no ponerlo bajo ningún concepto a nombre real-.
Tras aceptar la llamada se pegó el móvil a la oreja ¡Y madre sí reconoció la voz!
Todo su cuerpo se tensó.
Acabó siendo una llamada fugaz, dónde no le dejaron tiempo de hablar puesto que colgaron con extrema rapidez, pero le enfureció. Le enfureció muchísimo.
Aina lo había encontrado.
Aina había encontrado a su amado amor, y ahora él ya no los iba a encontrar.
Y además presumía de ello.
La furia lo invadió y con fuerza le arrancó el arma a Miranda, que se había quedado paralizada ante tal estallido de ira. Ante la rojez que invadió la cara del chico con el que tantas veces se había metido en la cama.
La chica empezó a temblar violentamente. Ahora ya no tenía el arma. Ahora tenía miedo y a Iván le gustaba mucho eso. Le ponía a mil. Así que impulsivamente y sin pensar en las consecuencias empezó a desahogarse.
Con la mano bien abierta le giro el rostro, ganándose así un placentero grito de dolor por parte de ella, que cayó de rodillas al suelo. Después de todo, iba a ser incluso divertido.
Contempló como la chica se retorcía en el suelo y tras guardarse el arma en la cinturilla de sus tejanos, procedió a sentarse encima su espalda. Con brusquedad le tiro del cabello, despejándole el cuello que tantas veces había probado. Le apeteció hacerlo de nuevo, así que, entre los gritos de ella y sus fracasados intentos de huir, empezó a besarla con dureza.
Miranda, completamente aterrorizada forcejeaba y forcejeaba, intentando librarse del monstruo que la estaba violando, pero eso solo le ponía más. Solo hacía que atacase con más fuerzas. Sus ojos se llenaron de lágrimas de terror, de ira, de asco, de impotencia, pero en ese momento notó algo. En ese momento, su mano palpó el revolver que había cogido de casa de su tío y que Iván se había guardado en su cinturilla. Miraculosamente consiguió alcanzarlo.
Des de atrás y sin que él lo viera le quitó el seguro y disparó pocas milésimas después, pero nada podía ser tan bonito. Solo le rozó la pierna -o eso le pareció- y por culpa del retroceso y de la mala postura en la que había disparado, el arma se le escapó de entre los dedos, cayendo al suelo.
Iván se levantó furioso y a pesar del dolor de tener una bala incrustada en el muslo, consiguió mantener la chica en el suelo mientras alcanzaba el arma. Debía acabar con todo lo que le fuese posible para poder ir a curarse el maldito disparo. Sabía perfectamente cuanto rato faltaba para que desangrarse y no era mucho precisamente.
Más furioso de lo que nunca había estado utilizó los cinco disparos de los que disponía.
Laia se acercaba velozmente al almacén. Sus piernas no daban para más. Ardían con cada zancada que daba. Pero cada paso lo acercaba a él. Al chico del que se había enamorado, aunque aún no se lo hubiese dicho.
Corrió sin detenerse, ni siquiera cuando escuchó el disparo que a muchos habría paralizado. Pero cuando aún a un par de metros escuchó cuatro disparos más, supo que nada bueno estaba por venir.
Finalmente llegó a la puerta -abierta- y cuando sus ojos se acostumbraron a la semipenumbra que había dentro el horror se hizo presente.
No sé exactamente que decir... Ha sido un capítulo intenso (¿obvio no? jajaja) y madre como ha quedado.... Aunque la parte donde Iván ataca a Miranda es corta, me dió un repelús escribirla.... Estuve a punto de quitarla, pero aquí estamos. Espero que os haya "gustado" (quiero decir, es imposible que guste, pero que enténdais que no soy así y que era importante para la história ver como es él).
No sabía si unir el capítulo con el siguiente, partirlo con el anterior, juntar los tres... pero al final he decidido dividir las incógnitas en dos y que las respuestas sean uno.
Y eso es más o menos todo... No sé que más comentar sin hacer un spoiler de los grandes así que voy a cerrar mi boquita (o a dejar de teclear, que es más de los mismo jajajajaj) y hasta el jueves. Id haciendo teorías (inserte aquí emoji de cara de superioridad).
Y eso sí que es todo.
onrobu
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