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Capítulo 32

Verdades de boca ajena

[Laia Álvarez]

Me quedo paralizada cuando oigo ese nombre. No tenemos nada incriminatorio contra él, pero la sola mención de su nombre consigue erizarme la piel y más aún si viene de unos labios no conocidos. De alguien que saben nuestros nombres. Que sabe dónde estaremos. Que sabe cosas que no debería saber.

La chica -con un posado impaciente que me inquieta muchísimo- nos observa durante unos cortos segundos y sin dejarnos tiempo de procesar sus palabras, su presencia, empieza a hablar.

—Tengo poco tiempo. A ver... Me llamo Adriana López y hace siete meses, empecé a investigar el caso Miravet. No sé si lo recordaréis, pero el 3 de abril de 2017 despareció en Barcelona una chica llamada Celia Miravet y no se ha encontrado absolutamente nada sobre su paradero. Poco después y ante la falta de pruebas el caso se cerró.

Aina me viene a la cabeza, no sé si por las similitudes entre los dos casos o porqué me suena haberlo hablado con alguien, aunque no recuerdo quién ¿Aina quizás? Aunque no nos conocíamos en aquel entonces, así que supongo que no fue ella... ¿Puede que lo hablase con...?

» Fui una de las periodistas designadas al caso y poco a poco empecé a destapar algunas irregularidades en las pruebas. Todas ellas llevaban al mismo sitio, a una misma persona: Iván Zhdánov. No sé qué os conecta con él, pero es peligroso.

Trago saliva.

» Sí yo he descubierto vuestro nombre, él también lo hará, así que os sugiero que lo dejéis correr. Por vuestro propio bien. O vida.

Aún estoy procesando las que parecen unas palabras un tanto exageradas -no nos lo ha puesto fácil, precisamente- cuando reparo en que la chica ha desaparecido. Sin dejarnos tiempo a preguntar. Sin dejarnos tiempo a indagar. ¿Qué encontraron sobre Iván? ¿Por qué había irregularidades? ¿La policía lo encubrió? ¿Cómo se conecta esto con Aina?

Nos mantenemos en silencio, pensativos.

«La leche, me explotará la cabeza» exclama mi cerebro y de repente la rabia me invade. Porqué su confesión solo hace que confirmarnos que Iván no es trigo limpio. Que como decía Aina -quién desapareció por su maldita culpa- es peligroso. Es peligroso y la policía no hace nada. ¡Hasta lo encubre!

Como siempre, estoy atrapada en mis cavilaciones mentales -esta vez furiosas- cuando la camarera de antes nos trae las postres.

Por miedo a dejar salir la rabia al exterior en forma de malas palabras y tono brusco, evito comentarle que se debe haber equivocado, ya que al final no hemos pedido nada, pero en ese momento reparo en que debajo del platito en el que hay un pequeño papel doblado por la mitad.

Acerco el brazo hasta él y cuando comprendo que lo ha dejado la chica. Lo leo en voz alta.

"Apartamentos C&C, 435. Martes 25. 22:45"

Aún estoy diciendo "cuarenta" cuando Cameron me interrumpe.

—No podemos ir.

Mi entrecejo se frunce y supongo que interpreta mi silencio porque vuelve a hablar.

—No podemos confiar en ella. Los periodistas no son de fiar, siempre buscan el lado oscuro. Indagaran sin importar lo que destruyan no es...

—¡Hey! —exclamo, recuperándome de parte del shock gracias a su voz. ¡Dios! Amo que tenga este efecto en mí—. ¡Qué estoy estudiando eso! ¿No estás exagerando un poco? ¿No crees que...

—No podemos confiar en ella... —sigue diciendo cada vez más rápido y de pronto cambia a su idioma natal—. They only made everything worse. They can't let it run. They...*

Me levanto, asustada. Siempre ha mantenido el idioma, siempre "lo ha controlado", hasta cuando habló de su familia, pero hoy, hoy no ha podido. Y aunque toda la información sumada a la sorpresa ha sido abrumadora, no comprendo el porqué.

—Cameron. Cameron —vuelvo a repetir posando suavemente mis manos en sus mejillas. Da un bote por el susto—. No lo haremos. No confiaremos en ella. No lo haremos... Easy... —añado, también pasando al inglés.

Entonces reacciona.

—Lo siento.

Sonrío ligeramente, relajándome de nuevo.

—No pasa nada. ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

—¿Cuándo? ¿Cuándo la tía creepy que no sé cómo, nos ha encontrado y nos ha dejado con más incógnitas que antes? ¿O cuando me he vuelto loco?

—Era bastante mona —añado soltando una carcajada medio nerviosa.

—Seguro —un tono entre irónico y serio hace que me vuelva a preocupar.

—¿Realmente estás bien? ¿Qué ha pasado?

Suspira sarcásticamente.

—Podríamos decir que no he tenido demasiada buena suerte con los periodistas.

­—¡Hey! —vuelvo a exclamar, y un ligero movimiento de su cabeza hace que me dé cuenta de que tengo que controlarme. Lo que sea que sea esto es importante para él—. ¿Y tú cuándo...?

Pero estoy a media pregunta cuando me interrumpe.

—Tendríamos que ir a la policía.

—Según la chica han ocultado información —contesto cuando me doy cuenta de que está intentando cambiar de tema.

—Si lo han hecho, y yo no me fiaría mucho, fueron los policías de una de las comisarías de Barcelona, nosotros no fuimos a esa. Te llevaron a otro sito ¿Verdad? A... No recuerdo el nombre que me dijiste.

—Me llevaron a Sant Feliu.

—Podemos ir allí.

Suspiro con resignación. No lo podré convencer así que supongo que pa' allá nos vamos.


*Sólo lo empeoran todo. No pueden dejarlo correr...

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