Capítulo 31
Ayers
[Jaylin Davis]
Julie observa con una sonrisa divertida a Alice, quien no para de dar vueltas a mi alrededor observándome des de todos los ángulos.
—Un recogido... Mejor no... Creo... Verde... Azul... Negro, claramente... —va murmurando con la expresión teñida de clara concentración—. ¡Vale! —exclama finalmente—. Iremos a Ayers. Sino encontramos algo allí no vamos a encontrar nada, así que vístanse señoritas que nos vamos de excursión.
Julie se señala a sí misma.
—Sí mi querida Julie, vienes con nosotras. Por lo que he visto tienes bastante estilo —afirma mientras la examina de arriba abajo—. Y definitivamente necesitamos una segunda opinión.
—¿Una segunda? —pregunta Julie haciendo las cuentas. Somos tres.
—Exactamente. La suya no cuenta —dice mientras me señala—. Nuestra amiguita buscará algo sencillo, soso y apagado. Es nuestro deber como amigas encontrarle algo que la haga brillar. ¡Qué destaque por encima de todos! Qué diga: ¡Me he ganado estar aquí!
Julie suelta una risilla mientras que por el contario yo solo puedo rezar. Tengo miedo.
—¿Y no podría ponerme el vestido que usé cuando nos conocimos...?
—¡No! ¡Por Dios! Es tu primer acto oficial, vas a estar radiante. Julie y yo nos ocuparemos de eso —Julie asiente, fingiendo seriedad—. Ahora vístete, que no puedes ir en pijama, y ¡Vámonos! ¡Nos espera una tarde de compras! ¡El tiempo es oro! —exclama con ilusión.
Unos minutos después y tras ponerme uno de mis vestidos boho blancos Alice me da el visto bueno.
Andando hasta llegar a la parada de metro más próxima Alice sigue sale que te pego con cosas que dudo que llegue a comprender algún día.
—Tendremos que probar los vestidos con escote semi-corazón, ilusión...
—Un tipo barco también podría quedarle bien —opina Julie.
—Sí, siempre quedan fabulosos, pero no sé si se le resbalaría... Además... Jaylin, mejor vestido largo ¿verdad? Más majestuoso. Y no te estás enterando de nada —comenta al verme la cara de pánico.
Niego con la cabeza, al fin y al cabo, soy una chica de pueblo.
Cogemos el metro hasta Manhattan, o mejor dicho: ella lo coge y yo y Julie la seguimos, porque al menos yo, no tengo ni la remota idea de donde estamos.
Tras andar un par de manzanas paramos en los bajos de un precioso edificio. En el aparador tres hermosos vestidos de gala, uno negro con la falda hasta los pies, uno rojo con un degradado de brillo y otro azul oscuro con una intrincada espalda de encaje. Encima la puerta de entrada, el imponente nombre. Ayers.
Alice entra con toda la familiaridad del mundo y nos conduce hacia una sección ubicada al fondo a la derecha.
Coge un vestido de color rojo y lo coloca delante de mí.
— Es bonito, pero como que no pega con tu pelo. Puede que ese... —declara mientras revolotea hasta otro perchero y coge uno de color azul oscuro.
—Nada pega con mi pelo —comento.
Pone los ojos en blanco mientras sigue revoloteando a mi alrededor, probándome vestidos que discute con Julie.
—¡Alice! —grita de repente una efusiva voz.
Ella se gira con una enorme sonrisa en el rostro y sale corriendo hasta los brazos de una estilosa chica.
— ¡Mer! —dice cuando ya está en sus brazos.
Junto a Julie las observo con curiosidad. Cuando se separan la chica se fija en mí.
—¿Y a quién tenemos aquí? —pregunta amablemente con los labios curvados hacia arriba.
—Yo...
—Ella es Jaylin y ella Julie —responde Alice por nosotras. Le dedico una mirada agradecida y ella me sonríe restándole importancia. La chica me mira con curiosidad, examinándome en profundidad, pero no tarda en presentarse.
—Yo soy Meredith Ayers —se presenta mientras me abraza con calidez para posteriormente abrazar a Julie.
Y entonces caigo en el parecido que comparte con Jake.
—¿Es la hermana de Jake? —le pregunto a Alice cuando Meredith se aleja para coger un vestido.
Alice siente sin prestarme atención mientras opina sobre el vestido que la chica ha ido a buscar. Julie las observa con interés, pero no opina nada. Finalmente se acaba sentando en una butaca des de donde me observa con algo de burla. Que divertido es verme completa e irremediablemente perdida.
Le saco la lengua mientras Alice me coloca un vestido delante y junto a Mer comentan sus impresiones. Que si queda bien con mi pelo. Que si resalta mi figura. Que si no es lo mejor en contraste con mi pelo... Finalmente acabo sentándome junto a mi compañera de habitación. Divertida ante la emoción de Alice por los vestidos.
Voy soltando alguna opinión sobre los vestidos que me proponen, pero mi mente siempre vuelve a Jake. Jake y Meredith Ayers. La amabilidad y la antipatía en persona. Me cuesta procesarlo, no estoy acostumbrada a las sorpresas.
En mi pueblo, éramos doscientos habitantes. Los conocía a todos, conocía de quien eran amigos, conocía su familia, ¡Éramos familia! Y aquí... Aquí es todo tan diferente. Hay tanta gente que no conozco aun estando a mi alrededor día sí día también. Hay tantos secretos, tantas conexiones imperceptibles...
Cierro los ojos intentando mantener la compostura delante de la hermana de Jake. ¡Suena tan mal! Es decir... «¿Cómo pueden ser tan diferentes? ¿Cómo es posible?»
—Voy al baño —digo de repente.
Las dos se giran hacia mí durante unos escasos segundos antes de volverse hacia la ardua tarea de encontrar el vestido. Nunca imaginé que habría tantas cosas en tener en cuenta. Por otro lado, Julie se ha alejado completamente del tema vestuario, está enfrascada en una conversación por chat, sospecho que, con William, puesto que no para de sacarle sonrisas.
Voy directa al baño, donde me lavo la cara con el agua más fría posible, pero cuando salgo, en vez de volver directa me paseo por los interminables pasillos de la gigantesca tienda. Nunca antes había visto tantos vestidos juntos. Ni tan bellos.
Vago por allí hasta que lo encuentro. Hasta que me enamoro.
Encima un maniquí de tela se encuentra el vestido más hermoso que he visto en mi vida.
Con infinidad de tonalidades azules oscuras, tiene una larga y vaporosa falda de tul más larga por detrás. El corpiño, con poco escote y mangas tres cuartos, es completamente transparente con un tono azul cielo, pero cuenta con un intrincado encaje azul marino y plata, que, des del pecho baja hasta la falda y se une a ella con estilizadas puntas. Mangas un poco acampanadas, algún que otro punto de brillo y una majestuosidad que lo convierten en el vestido más hermoso que nunca veré. Que lo convierte en el vestido de mis sueños.
Estoy embobada contemplando la perfección cuando una mano se posa en mi hombro, doy un bote, pero reconozco el gesto al instante.
—Me gusta —comenta Alice.
Asiento sin apartar la vista del vestido.
—Yo no he encontrado nada —comenta con simpleza.
Ahora sí que me giro. Bruscamente.
—¿¡Cómo?! ¡¿Me has echado la bronca por no tenerlo aún y tú tampoco lo tienes!?
Se enoje de hombros.
—¿Quieres probártelo? —pregunta cambiando de tema.
—¿Puedo?
—¡Claro que sí tonta! ¡Es una tienda no una exposición!
En mi boca se forma una inmensa sonrisa nerviosa, pero entonces me doy cuenta de que no veo a Meredith por ningún lado. Alice debe verme buscarla con la vista, porqué responde sin yo haberlo preguntado.
—Está atendiendo unos clientes, pero está de seguida con nosotras.
No sabía que trabajaba aquí, con razón sabia tanto sobre colores, formas, telas, contrastes y todo lo demás.
Nos dirigimos hacia los probadores con el vestido a cuestas. Alice se mete conmigo para ayudarme a probármelo, puesto que nunca me he puesto un vestido así y no tengo ni idea de cómo se hace.
Me ordena desnudarme y mientras tanto ella prepara el vestido.
—¿Alice? ¿Jaylin?
—¡Estamos aquí! —grita Alice saliendo del probador. Yo doy un par de respiraciones profundadas antes de salir del pequeño compartimento.
Mi amiga me espera con un espejo de cuerpo completo, pero mi mirada se dirige a Meredith, que con las manos en la boca me mira completamente sorprendida. Demasiado sorprendida para ser una reacción normal ante un vestido.
—Oh Dios mío... —murmura para sí misma, pero cuando ve que la estoy observando con curiosidad, recupera la compostura y se aleja rápidamente.
—¿Qué le pasa? —le pregunto a Alice.
—¿A quién? —responde. No se ha dado cuenta de la reacción de Meredith, y no sé por qué, no se la cuento.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro