Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18

La verdad

[Laia Álvarez]

La apatía me había invadido por completo. Caminaba hacia casa. Simplemente caminaba. Me encontraba rodeada de una densa neblina que disolvía todos los sentimientos que había tejido precipitadamente durante los últimos días. Todas las emociones que podían aparecer. Solo me quedaba andar.

Aun así, mi mente luchaba contra esta intensa bruma, me repetía una y otra vez que debía encontrar a Aina, ayudarla. Me insistía en que algo le había pasado a Cameron, ya que hacía dos días que no iba a trabajar. Me repetía una y otra vez que debía hacer algo, pero la neblina era más poderosa que mi mente y simplemente apartaba las palabras al momento que mi mente las recitaba, haciendo que a mi cerebro no le diese tiempo de procesarlas, de darles significado. Simplemente eran palabras. Palabras huecas.

Creo que en algún momento empecé a arrastrar los pies, no lo sé seguro, solo sé que el trayecto se me hizo indefinido; eterno y efímero a la vez. En un momento estaba en el portal de Aina, sabiendo que sus padres se encontraban allí pero no me abrían la puerta, y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba parada delante de la ahora vacía cabina donde trabajaba Cameron.

Cameron.

Mis ojos se fijaron sin motivo aparente en la pequeña estructura metálica a la que tanto me había acostumbrado. Me quedé allí plantada, desconectada del mundo, desconectada de mí.

—¿Laia? —preguntó una voz a mi izquierda. Mi mente luchó para reconocerla, para salir del trance en el que me había sumido sin demasiado motivo. Me hicieron falta unos segundos para reconocerla, y finalmente vencer.

Sentado en el banco dónde días atrás hablamos y que quedaba ligeramente fuera de mi visión, se encontraba Cameron con su característico ropaje negro y gafas de sol.

Con todas mis funciones recién restablecidas, reaccioné rápidamente y me acerqué.

—¿Estás bien? —le pregunté—. Hace un par de días que no has venido a trabajar —añadí dejando atrás aquel leve tartamudeo que hacía cuando le conocí.

Asintió ligeramente sin mirarme a los ojos.

Parecía... ¿Nervioso?

Me senté a su lado mirándolo con preocupación. Tras unos minutos de incierto silencio, finalmente se giró hacia mí.

—¿Cómo eres? —preguntó.

Mi ceño se frunció sin entender.

—¿Cómo soy de qué?

Tragó saliva antes de contestar, consiguiendo así pegarme su preocupación. «¿Qué le ocurría? ¿A qué se debía esta tensión? ¿Qué narices me estaba preguntando?»

—¿Cómo eres físicamente?

—No entiendo a qué... —murmuré rápidamente por culpa del nerviosismo, pero me interrumpió.

—Soy ciego, Laia.

No tuve tiempo de procesar las palabras, porqué siguió hablando, ahora muy deprisa.

—Lo siento... Yo... Sé que debería habértelo dicho per...

—A ver... —dije tras unos segundos desconectada del nervioso discurso de disculpas. Al escuchar mi voz y aún estando a media palabra, calló al momento, dándome así el turno de embalarme al hablar —. Soy alta... Aunque más baja que tú, obviamente. Con alguna que otra curva de más para ser considerada delgada. Em... Los ojos color café. Mi pelo es castaño normalito... Es decir... Ni muy oscuro ni muy claro... ¡Ah sí! Y es una maraña que algunos días es rizada, otros ondulada y alguna que otra vez lisa, aunque siempre está encrespada. Ni siquiera la mascarilla consigue que sea medianamente decente y esto que...

—Eres hermosa —concluyó por mí, cortando mi apresurado discurso como había hecho yo con él.

Iba a preguntarle que como lo sabía si era ciego, pero me contuve, sabiendo que el comentario destrozaría el tierno momento que estábamos compartiendo.

Mis manos se levantaron lentamente de mi regazo y con suavidad le quité las gafas de sol a las que tanto me había acostumbrado. Al notar mis manos se tensó ante mi contacto inesperado, pero al entender que era yo rápidamente se relajó y me dejó proseguir descubriendo así los ojos más azules que nunca antes había visto.

Dejé caer de nuevo las manos y las gafas en mi regazo y contemplé los ojos más hermosos que había visto en mi vida. Miraban a algún punto por encima de mi hombro derecho, pero aun así su belleza era indescriptible.

Cameron era sin lugar a dudas el hombre más bello que había conocido en la que ahora parecía corta vida. Y era ciego me recordé. Podría haberme esperado miles de oscuros secretos, gracias a los libros y alguna que otra serie tenía muchísima inspiración en ese tema, pero ser ciego no me lo hubiera imaginado nunca. Tenía sentido, es decir, las gafas, el andar lento, el no reaccionar cuando lo despedía con la mano o levantaba las cejas... Pero al mismo tiempo lo había disimulado tan bien...

Estaba tan abstraída contemplando sus increíbles ojos celestes que no me di cuenta de que estaba alzando una mano hasta que la tuve a la altura de mi rostro. La dejó allí suspendida durante unos segundos, vacilante, y estaba empezando a bajarla cuando comprendí el gesto y con ternura la cogí y la apoyé en mi rostro.

Cerré los ojos ante su caricia, transportándome al cielo, al placer más delicado.

Su pulgar recorrió lentamente mi ceja, mi parpado, mi mejilla. Mis labios. Su mano se demoró unos segundos antes de empezar a bajarla, como si no quisiese separarse de mí, pero aún estaba en contacto con mi piel cuando mi corazón empezó a batear rápidamente, anticipándose a lo que iba a hacer. Sonreí ligeramente, dándome confianza la necesaria para dar el paso y pocas milésimas de segundos después rompí los pocos centímetros que nos separaban.

En esos segundos en los que me acercaba a él, todo a mi alrededor se difuminó, desapareció. Todos los problemas, todas las preocupaciones desaparecieron y solo quedamos él y yo. Cerré los ojos cuando ya estaba tan cerca que podía escuchar su respiración entrecortada y entonces uní mis labios con los suyos en un delicado beso.

Muchísimas gracias por leer, votar y comentar.

onrobu

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro