Puntos de vista

[Cameron Black y Laia Álvarez]

[Cameron Black]

—¡Hey!

—¿Laia? —pregunto sin creérmelo cuando oigo su hermosa voz—. ¿A estas horas no deberías estar en la facultad?

—Debería. Por cierto ¿Dónde vas? —me pregunta con voz decaída. Cierro con llave la puerta de la cabina con cuidado de no delatarme mientras respondo. — Hacia casa ¿Por qué?

—¿Dónde vives?

—Cerca del ambulatorio ¿Por...?

—¿Puedo acompañarte un trozo? No quiero ir sola...

Quiero decir que sí ¡Tengo tantas ganas de decir que si! Pero aun así mi primer instinto es decir que no, protegerme como he hecho durante estos dos largos años. Trago saliva cogiendo fuerzas, rompiendo la coraza a la que tanto esfuerzo he dedicado, y respondo.

—Cla... Claro —digo con un leve tartamudeo que rezo para que no haya notado.

Empieza a andar con lentitud, y aunque sé que está mal doy gracias por el hecho que está desolada y no se dará cuanta, está desolada y anda con lentitud, sin mirar atrás.

—¿Y cómo es que no estás en la facultad? Si se puede preguntar claro —entonces me explica lo sucedido.

[Laia Álvarez]

Dos horas y media antes.

Laia,

Sé que seguramente abras este correo en comisaría. Sé que estarás aterrada, imaginando cosas como las de los libros, pero estoy bien. De verdad.

Necesitaba respuestas y para eso tenía que irme. Mis padres no me hubiesen dejado. Iván lo hubiese descubierto, y esto no podía pasar. Es peligroso Laia. Muy peligroso.

Te he enviado el correo porqué sabía que no lo verías hasta horas después y aunque no podía decir nada antes de marcharme, tenía que avisaros que estoy bien. Estaré bien. Llevo mucho tiempo esperando esto, os prometo que no me pasará nada.

Dile a la policía que deje de buscarme, que me he marchado voluntariamente y que, si quieren ayudarme, que lo busquen. Ellos ya sabrán a quién me refiero.

Dile a mis padres que lo siento mucho.

Tu amiga,

Aina

—¿Qué es lo que no me están contando? —pregunto con voz firme, pero la respuesta no llega.

El hombre se acerca a mí para cogerme el teléfono. No forcejeo, no serviría de nada. Los observo mientras leen el mensaje, comparten una mirada extraña.

—Gracias por su colaboración —dice el hombre mientras me tiende el móvil tras haberle hecho un par de fotos—. Puede irse.

—Quiero saber que está pasando.

—Lo sentimos, pero se trata de una investigación en curso. No podemos revelar los detalles, pero parece ser que su amiga se encuentra bien —dice a modo de respuesta la mujer. Habla con una voz sin tono, como si fuera un robot, como si todo esto no le afectase.

— ¿Así que no me dirán nada?

No responden, así que, cogiendo la mochila, salgo por patas de este infierno.

[Cameron Black]

Ando, un poco detrás suyo, lentamente. Cada paso es un suplicio. Escucho con atención todo lo que me rodea y ruego, aunque ya no creo en Dios, para no caerme, tropezarme o chocar contra alguien.

—¿Qué harás ahora? —le pregunto con auténtica curiosidad. Cada vez que hablamos nuevas facetas suyas salen a la luz. Su faceta lectora, cuando me dijo el nombre de su gato. Su faceta un poco violenta, cuando me amenazó con el libro de francés. Su faceta deductiva y empática, cuando hablamos del accidente y la detención de su amiga. Su faceta competitiva, divertida, tímida, inteligente, despistada.

Capto su presencia un par de pasos por delante de mí. Me acerco un poco para sentirme más seguro.

—No lo sé. Yo... Estoy estudiando periodismo, tendría que poder buscar la verdad. Quiero saber la verdad, pero no sé por dónde empezar. No tengo ni la más remota idea.

Durante los segundos que tardo en buscar algo que decirle, miles de episodios y libros de detectives pasan por mi cabeza.

—Podrías empezar hablando con sus padres —sugiero.

—¿Crees que me dirán algo?

—No lo sé, no los conozco, pero deben saber la verdad, o parte de ella, y deben querer encontrar a su hija. Puede que te lo cuente solo esperando que la encuentres y la hagas entrar en razón.

—Puede... En fin... Gracias por acompañarme —dice, dejándome avistar parte de su habitual energía. Escucho como rebusca en la mochila las llaves y abre la puerta.

—Addiju —dice antes de cerrar.

—De nada —respondo cuando ya no me oye. Avanzo unos cuantos temerosos pasos hasta que creo que estoy fuera de una posible vista y anticipándome a su reacción llamo a Anna.

Responde al instante.

—¿Cameron? ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado?

—Estoy bien, estoy bien. He acompañado a Laia a casa por otro camino y no sé cómo volver. Estoy perdido —concluyo mientras me rasco la cabeza, disculpándome.

—Ahora venimos, activa el GPS.

Media hora después las manos de Anna me examinan de arriba abajo.

—¿Seguro que estás bien? —pregunta mientras me ayuda a levantar del portal donde estaba sentado.

Vuelvo a asentir y entonces escucho la voz de Sheila.

— Va a caer una grande...

—¿¡Quién demonios se cree esta chica para dejarte así?! ¿¡Dónde está Ambrosio?! ¿¡No te ha dejado llevarlo?! ¡¿Se avergüenza?! ¡No te merece Cameron! Si no te acepta no te merece. ¡Estábamos en el médico! No...

No tardo en explotar al escuchar cómo se piensa que es.

—No se lo he dicho ¿¡Vale?! ¡No lo sabe!

—Cameron...

—Es increíble, buena, divertida, inteligente, empática... Pero todos lo eran también antes de que pasara. No quiero perderla Anna... No a ella también...

—Cam, si cuando se lo reveles la pierdes, es que nunca la has tenido, cariño. —un par de lágrimas caen por mis mejillas, no quiero esto. No puedo más. Ya no más por favor... —. Pero cuanto más tiempo le mientas...

—Peor se sentirá y más posibilidades que te abandone —concluye Sheila sin intentar adornarlo—. Porqué se sentirá herida —añade unos segundos después.

Siento como Anna se gira y unos instantes después me abraza.

—Ya está... No pasa nada cariño. Vamos a casa anda.

—Lo siento —murmuro mientras me ayuda a avanzar.

—No hay de que disculparse, pero tienes que contárselo cariño. No puedes esperar más.

—Lo sé, Anna. Créeme que lo sé.