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Capítulo 13

Amigas
[Jaylin Davis]

[Jaylin Davis]

—...y entonces me dijo que estaba enamorado de mí...

—No... ¡Dios!...

—Kyle ¿Kyle?

—Síp, pero claro, le tuve que decir que a mí no me gustaba...

—Qué te gusta Oliver.

—¡No es verdad!

—Se nota a kilómetros...

—Lo miras cada dos por tres.

—¡Parad! Venga... Que está allí...

—¿Por qué? Aún no te das cuenta, pero nosotras lo notamos... —Ivy aparta la mirada, nerviosa—. ¡Ya te has dado cuenta! Pensábamos que nos lo contabas todo...

—¡No lo hago para evitar esto!

—Haríais buena pareja...

—Ya me veo en la boda con el vestido ese... Sabéis cual digo ¿Verdad? Ese rojo...

—¡Tía!

—Vale, vale...

No puedo evitar sonreír des de mi posición en la litera con la cara en el mismo nivel que Ivy y Joanne, que se encuentran sentadas en el suelo. Alice, sentada a mis pies teclea el móvil soltando algún que otro comentario y no puedo evitar mirarla una y otra vez, esperando encontrarla mirándome, examinándome, pero parece que son imaginaciones mías, puesto que nuestras miradas no se encuentran ni una vez.

—Venga tía... Deja el móvil...

—Estoy hablando con Jake —dice sin levantar la cabeza y no puedo evitar reparar en la curiosa mirada que comparten Ivy y Joanne.

Siguen hablando de trivialidades varias hasta que un soñoliento Oliver de un gruñido nos manda a callar.

Las tres se miran, nerviosas, y despidiéndose, Joanne se levanta y se escabulle en la oscuridad, supongo que hasta su cabaña.

Ivy se le suma e intentando no molestar, ya que la gran mayoría ya están dormidos o intentándolo, corretea hasta su litera en la esquina contraria.

Alice se apoya en los pies de la cama y concentrada teclea rápidamente.

—¿Puedo preguntarte algo?

Asiente sin mirarme.

Junto fuerzas y suelto la pregunta que tanto me ronda por la cabeza.

—¿Por qué Jake me odia?

"Pasaron cosas Jaylin..."

La vaga respuesta que Alice me dio antes de que su teléfono sonara y saliera corriendo para no despertar a nadie se repite una y otra vez en mi cabeza.

Con el violín en el hombro me interno en el frondoso bosque de un brillante verde. Hojas caídas de todas las tonalidades de colores cálidos cubren el húmedo y resbaladizo suelo. Se acerca otoño. El frío. La humedad. Me estremezco solo de pensarlo.

Miles de rayo de sol inundan esta maravillosa arboleda, tan diferente a la de casa y solo puedo respirar el aire puro mientras, resiguiendo un pequeño riachuelo, encuentro una piedra ubicada bajo un haz de brillante sol.

Me subo a ella y me acomodo. Dejando que el sol me acaricie la cara saco el pequeño instrumento de su funda. Mis manos vuelan sobre él, tocando una de las muchísimas melodías que conozco de memoria e inundando el bosque de una tierna música.

[ Jake Ayers]

Paseo por el bosque cuando escucho la música, y como un imán me no puedo evitar dirigirme a ella.

Entonces reparo en una segunda figura, espiando a Jaylin des de detrás de un árbol. Mi mirada curiosa se dirige entre la una y la otra, y poco después veo como la silenciosa vigilante desaparece sin emitir ruido alguno.

Sin poder evitarlo, mi mirada se clava en ella, observándola tocar.

Viste otro de sus vestidos blancos, completamente liso y de una tela natural. Algodón supongo. Este, es más largo y la rodea como un halo angelical.

Su brillante pelo pelirrojo descansa en una larga trenza de raíz con mechones sueltos que enmarcan su pequeño rostro.

Sus manos, increíblemente diminutas pero ágiles se mueven con firmeza sobre el violín y no puedo evitar quedar embobado delante de su belleza.

Delante de sus increíbles ojos.

Orejas minúsculas, de elfo. Un par de anillos de plata en su mano derecha. Unas sencillas sandalias blancas. Un par de pulseras de hilo en su tobillo... Y entonces reparo en las pequeñas flores blancas que adornan su brillante cabello.

Decido marcharme antes de que su hechizo me haga cometer alguna estupidez más de las que ya he cometido. A fin de cuentas, odiarla ha sido una de mis mayores idioteces. ¿Qué culpa tiene ella? La respuesta es clara, pero eso no cambia lo que siento. Solo lo complica. El encuentro me ha salido caro. Miles de emociones revolotean en mi pecho y ahora solo sé, que todo se ha vuelto malditamente complicado.

[Jaylin Davis]

Estoy en el momento más rápido de la canción cuando un ligero movimiento de arbustos llama mi atención.

Paro inmediatamente temiendo que sea un lobo, había muchísimos en casa, aunque supongo que aquí no debe haber.

Aun así, asustada, recojo el violín y empiezo a andar lo más rápido que puedo.

«Si era un lobo, a estas alturas ya estaré rodeada» Empiezo a correr.

Llego a la cabaña con el corazón martilleándome en el pecho «estoy a salvo» cuando sin dejarme tiempo a recomponerme Alice me aborda.

—¡Te estaba buscando! ¡Tenemos que ir a... ! ¿Estás bien?

Asiento aún con la respiración entrecortada y con Alice apremiándome, guardo en mi preciado instrumento en la única caja fuerte que hay y que me han reservado a mí.

Alice me coge de la mano y me arrastra hacía, ni más ni menos, que el "gimnasio" al aire libre. Me encamina hacia unas gradas que dan a la pista de baloncesto y me hace sentarme.

Las bancas, llenas de jóvenes, cuchichean sobre los más buenos y los adolescentes (mayoritariamente) masculinos sonríen satisfechos mientras enseñan sus más definidos músculos.

—¡Míralo! Ese es Jonathan. ¡Ese de ahí! El cachas ese con una tableta increíble. ¿Rubio?

Asiento dándole a entender que lo he visto, pero no puedo prestarle atención, mi mente vuelve al lobo.

—Alice... Aquí... No hay lobos ¿Verdad?

No me contesta porqué Ivy y Joanne se nos unen entre estruendosas risas.

—Esta noche vendréis ¿Verdad?

—Ir... ¿A dónde?

Cosa que no me cuentan hasta la noche porqué puesto se esperan mi reacción.

—¡Alice...! ¡No lo quiero ni quiero ir!

—¡Quedará perfecto! ¡Vamos! ¡Será divertido! Además, que lo cogí pensando en ti y ya sabes que precisamente no me sobra espacio en la maleta...

—Yo...

—¡Vestido! ¡Ahora!

—Vale, vale... —acepto finalmente. Alice me tiende el corto vestido negro y como quejarse no sirve de nada (al menos con ella), me embuto dentro de él mientras ella me suelta el pelo y con aceite de argán le da forma.

Mientras ella se viste, con un Croptop blanco y una falda a juego, que contrastan con su moreno tono de piel, rebusco en mi maleta hasta encontrar las manoletinas negras.

Se pasa por el abundante y sedoso cabello el aceite del cual se ha enamorado y posteriormente me arrastra delante del espejo de cuerpo entero que está pegado en el armario.

—Perfectas, ahora... ¡A la fiesta!

No me da tiempo de suspirar, ya que cogiendo un bolsito de mano casi me hecha fuera la cabaña por la parte trasera.

No podemos ser descubiertas. 

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