Día siguiente al anterior. Casi a la misma hora, sentí ruidos afuera, me asomo por la ventana y pillo al sujeto raro tratando de escalar. Enojado, le grité. Desde insultos, amenazas y órdenes de que se fuera de allí y regresara a donde le correspondía.

No sé con qué motivo, se dejó caer al suelo, aterrizando sobre su  brazo, a lo que comenzó a llorar y a gritar como un bebé malcriado. Ugh, qué desagradable.

Me escondí como pude apenas se abrió la puerta, no quiero que me echen la culpa de sea-lo-que-sea que haya ocurrido. No dejó de llorar hasta... no sé, una hora, parecieron mil años.

Después de eso me quedé perdiendo el tiempo, espero que el loco haya aprendido su lección de no ir escabulléndose a casas ajenas.