
24
Después de la cena, qué digo, cuando se fue a dormir mi madre. Tuve ganas de incendiar su habitación y encerrarla sin posibilidad de escape. No me atreví, por la mierda. Con un cuchillo en mano, me aproximé a la cabecera de la cama. Restregué mi arma contra su cuello, se despertó y entré en pánico. ¡¿Qué mierda me está pasando?!
Gritó por ayuda, rasmillé de nuevo y se corrió para al lado en brusquedad, cayéndose de la cama, aproveché eso y me tiré encima, recargando todo mi peso sobre su torso.
"¡¿Por qué me drogas, desgraciada?!" exigí mi jodida explicación, con una mano apretándole el cuello y con la otra, apuntándola con mi cuchillo.
Recalcó el hecho de que estoy loco, que le doy miedo... Llora con esa mirada de horror tremenda, como si no me conociera. ¿Qué mierda le pasa?
"¡Llevas alucinando con que eres padre por meses, Kirk!" fue una de sus frases que me hizo entrar en shock.
"¡Gritabas 'te odio síndrome de Sanfilippo' a cada rato!"
"¡Le hablabas a la pared!"
Negué moviendo la cabeza hacia los lados, ¿cómo se atreve? Rechiné los dientes, esas palabras fueron suficientes para accionar mi ira máxima, la cual me dio la voluntad para ensartar mi cuchillo en su cráneo. No una, varias veces, entretanto gruñía e insultaba a su integridad moral.
Maldita desgraciada.
Perra de mierda.
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