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Wow... Lars es un buen chico, me recuerda a un perrito, ¿por qué? Porque puedo enseñarle trucos. Adora beber de mi leche y entiende que mientras más roce exista, más rápido podrá conseguir aquel elixir.
Aprendió a usar de mejor manera su lengua y no se ha negado a que quiera invadir su garganta, voy despacio. También entiende que el acariciarme con sus delicadas manos ayuda a conseguir su objetivo.
Es tan listo, mi niño...
Todos los días antes de leerle un cuento y de jugar con mis cabellos, se recuesta y abre su boquita para succionar. Es travieso, es goloso, no se conforma con una dosis.
Puedo eyacular y él seguirá satisfaciéndome con tal de saborear más de mi leche.
Nunca me he sentido tan satisfecho en mi vida, lo último que quisiera es perder a mi bebé de mi custodia.
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