20
A Lars le gusta que lo arrulle mientras frota sus muslos contra los míos. Posiciono mis manos en sus caderas mientras sacudo las mías contra él, Es un ritmo lento, como el de una mecedora.
En un camino en busca del placer, ese acto se convirtió en una tortura. Una vez llegué a eyacular con ese movimiento y creo que es lo más similar a morir que pueda existir. Hoy tuve el valor de desabrochar mis pantalones y hacer el el tacto sea proporcionado de igual manera en mi miembro, siendo un roce directo.
Él se asustó. Gruñía cuando movía mi pelvis contra él, como queriendo introducir mi virilidad en algún sitio y acababa haciendo dura presión en su débil cuerpecito. Quiso separarse, negué y empecé a aplicar fuerza en su contra.
Comenzó a llorar, ¿cuánto tiempo llevaba sin desobedecerme de esta forma? Ah, mañoso.
Al cabo de unos segundos su llanto silenció, sus ojos continuaban húmedos, sin embargo, calladito se quedó. Así me gusta.
Cuando pude correrme de una vez, sin sentir que me fuera a morir, al contrario, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, admiré el suyo que tenía pequeñas lágrimas cayendo. Las limpié con mi dedo pulgar. Acaricié su mejilla.
Sus labios que en un tono casi sordo murmuraban cosas, logré oír con claridad una sola:
"Papá."
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