No dormí, lo que sí pasó es que nos quedamos de esa manera por harto rato o quizás no tanto, no sé. Me hubiera gustado estar más tiempo a su lado, entretiene  estar así como angustiado y curioso de lo que puede pasar, es mil veces mejor que estar tirado en el sillón viendo el techo, esperando a que mi amigo Gary se conecte.

Todo acabó en el instante en que escuché el timbre de mi casa, ¿el cartero? ¿El señor de la renta? No, las mujeres ya sabían dónde podía estar Lars y querían que regresara a su hogar. Al regresar a mi cuarto, él continuaba acostado donde mismo, analizando un pelo mío que se cayó entretanto jugaba antes.

"Tienes que irte." No sé porqué trato de dialogar con él, es casi imposible, es como hablarle a la pared.

Creo que me entendió, me miró con las cejas enterradas.

"Te buscan, vamos." Ofrecí mi mano, parecía una madre llevando a su chico a la escuela.

Gruñó.

Le tiré del brazo y empezó a llorar, gritándome sonidos raros que hacían un esfuerzo monumental por transformarse en insultos. Arrastré el 'costal de papas' hasta la entrada. La señora pidió disculpas y lo cargó entre sus brazos, me fijé de que en ese momento se le levantó un poco la camiseta y logré divisar las tiras de lo que parecía ser un pañal enorme, entre tanta rareza... ¿Debería cuestionarme algo a estas alturas? Nos despedidos, agregué que no fue un gran problema y que estuvo calmado hasta antes de irse.

Buscaré en internet sobre su enfermedad, a ver si eso me da una pista de cómo tratarlo o qué se yo.