
Hola, primos
THUNDERCATHIANS
Capítulo 5: Hola, primos
Un fuerte estruendo provenía del firmamento, pareciera ser la conjunción cacofónica de un violín tocado sin sentido de la melodía y un golpe de aire provocado por el romper de la barrera del sonido.
Lo que en un principio pareció ser una varilla metálica cubierta por llamas de color blanco intenso, pasó luego a verse como un gigantesco monolito puesto en horizontal y cayendo en un ángulo muy agudo.
El monolito encendido hizo un giro brusco y pasó por encima de la ciudad de los avians para luego estrellarse a pocos kilómetros del lugar.
―¡¿Por Thundera, qué es eso?! ―gritó Cheetara, mientras se tapaba los oídos debido a que el ruido era tan intenso, que amenazaba con romperle los tímpanos.
No solo era cheetara, todos los thundercats y los demás que se encontraban presentes, se cubrían los oídos. Todos los ventanales de la caída ciudad avian que aún permanecieron intactos, reventaron debido al estruendo, y no solo eso, varias paredes se sacudieron y se desplomaron.
Una fuente de luz naranja fue seguida después por un resplandor azulado cuando el objeto proveniente de los cielos cayó en la superficie del planeta.
La sorpresa fue tal, que ningún presente se animó a decir algo, pero cuando vieron que la onda expansiva del choque del monolito de acero se acercaba hacia ellos, todos empezaron a gritar y trataron de huir.
La onda expansiva, no fue lo bastante fuerte como para tumbar a alguien, sin embargo, causo mucho miedo a todos los presentes.
―¿¡Cheetara, qué fue esa cosa?! ―gritó Felina, mientras estaba abrazada a la thundercat.
―Parece que fue un meteorito que se estrelló contra la superficie.
―Un meteorito no da un giro tan agudo en U antes de estrellarse ―le contradijo Leono, quien agudizaba la vista y dirigía su mirada hacia donde había caído el supuesto meteorito.
―Leono ―le dijo Cheetara―, ¿qué te parece si usas la espada del augurio y tratas de averiguar que es esa cosa en realidad?
Leono asintió y desenvainando su espada, hizo caso de la sugerencia de su amiga.
―Espada del augurio, muéstrame aquello más allá de lo evidente.
La espada del augurio le mostró a Leono imágenes de la malograda nave cathian, la cual, expulsaba fuertes y constantes columnas de humo a presión, todas ellas resultantes del sistema de enfriamiento de emergencia de la nave.
―Parece..., parece ser, una nave...
―¿Una nave, a qué te refieres? ―le preguntó Cheetara.
―Que parece ser una nave espacial, como en los libros de la biblioteca real.
―Esos libros son de cuentos infantiles ―le dijo Cheetara.
―¡Por favor, Cheetara! ¡Ya viste la tecnología con la que nos atacaron los reptilianos!, no me digas que todavía piensas que todas esas historias son cuentos de hadas.
―Bueno, lo de la tecnología resultó ser cierto, pero... ¡una nave espacial es tan absurdo!
―¡Acaso no recuerdas cuando te mencione cómo el libro de los augurios me mostró escenas del pasado! ¡Escenas que se desarrollaron dentro de una nave espacial!
―¡Dejen de pelear! ―interrumpió Felina―, ¿por qué mejor no vamos a ver de cerca esa nave espacial?
Tanto Cheetara como Leono, intercambiaron miradas decididas y asintieron a la par.
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Dentro de la nave cathian, el movimiento era intenso y continuo. Las luces rojas de emergencia habían cesado, lo mismo que el retumbar de los pitidos de alarma, sin embargo, continuaban los destellos de luces amarillas que indicaban que toda la tripulación debía movilizarse y realizar las labores asignadas según el protocolo para estos casos de emergencia.
―¡¿A qué nivel se encuentra el líquido refrigerante de emergencia?! ―pedía información, Risu.
―Está a un ochenta por ciento, capitán ―le informaba Sebastián.
―Eso está muy bien ―decía Yuubi―, ¿de cuánto fue el daño estructural de la nave?
―De un setenta y ocho por ciento, señor. Es un milagro que hayamos sobrevivido ―le respondió Jessie, mientras se secaba el sudor de la frente.
―¿Qué hay de los motores principales de la nave? ―preguntaba Risu.
―Inoperables y de nula posibilidad de reparación ―le informaba Tara, quien esta vez debido a la nula transmisión de imágenes, usaba esta vez el intercomunicador de la nave.
Rauri, quien no quería permanecer inútil, trataba afanosa de activar la recepción de imágenes a la pantalla principal de la nave.
―Mi señor, creo que ya repuse el envío de señal óptica al puente de la nave.
La maltrecha pantalla principal del puente empezó a mostrar en un primer momento rayas diagonales para luego calibrarse de forma automática y mostrar varias secciones internas de la nave.
―Al parecer la mayor parte del daño se centró en el casco exterior de la nave ―observaba Yuubi―, eso y las antenas de comunicación junto con los motores principales y auxiliares, representan el mayor daño sufrido en el aterrizaje.
―Rauri, muéstranos imágenes del exterior ―ordenaba Risu―, quiero tener más en claro el sitio en el que nos encontramos en este momento.
La pantalla principal de la nave dejó de mostrar las diferentes ventanas que mostraban varias secciones interiores de la estrellada nave, y una única imagen empezó a mostrar un barrido de 360 grados que enseñaba el terreno en el que se encontraban.
―¡Detén la imagen en el cuadrante suroeste! ―ordenó Yuubi y Rauri obedeció de inmediato.
―¿Qué es eso? ―preguntó Risu cuando la pantalla de la nave mostró una estela de polvo que se acercaba a la nave.
Pronto la estela de polvo dio paso a lo que parecía ser un vehículo de proporciones enormes. Parecía ser una especie de motorizado cuya forma se asemejaba a la de un felino de color gris plata, el cual llevaba acoplada en la parte superior de la sección posterior de este, toda una sección destinada a un puente de comando militar.
Vuelvo a preguntar, ¡¿qué diablos es eso?! ―gritó Risu mientras se levantaba de su silla de mando.
―¡Preparen todos los cañones de la nave! ―ordenaba Yuubi en ese momento.
―¡Imposible, señor. Los cañones externos fueron destruidos o están inoperables hasta que los reparemos! ―informó Jessie.
―El vehículo del frente parece estar armado según las lecturas de mi consola, señor ―informaba esta vez Sebastián.
Tanto el capitán Risu como Yubbi, agriaron la expresión y cerraron los puños debido a la situación vulnerable en la que se encontraban.
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Pese a que el puente de comando del tanque felino se hallaba cerrado al exterior, igual se oía el rugir de los motores, único sonido ya que todos los thundercats (con excepción de Pantro que se hallaba conduciendo) se hallaban en silencio mientras veían por los cristales blindados la nave espacial maltrecha frente a ellos.
―¡Es increíble, Felino!, ¡es una nave espacial!
―Tienes razón, Felina, es como nos la contaba nuestro padre a la hora de dormir.
―¿Su padre les contaba historias de naves espaciales? ―les preguntó Cheetara.
―Sí, él siempre estuvo interesado en ese tipo de historias ―le respondió Felina.
―Mamá no sabía leer y, además, ella estaba más con los pies sobre la tierra, el soñador era papá ―completó Felino.
―Papá construyó nuestra casa en las tierras exteriores con la esperanza de tener su propia huerta sin tener que alquilar la tierra a la familia real ―dijo Felina.
―Pero, las tierras exteriores son barridas por desastres naturales como riadas, incendios y tornados ―dijo Cheetara.
―¿Y qué otra opción había? ―dijo esta vez ceñudo, Felino―, todas las tierras de siembra pertenecen a la casa real, lo mismo que las cosechas. Luego de cada cosecha los impuestos son tan altos, que tenemos que conformarnos con no tener casi nada para comer.
―En nuestra casa siempre teníamos hambre ―decía esta vez Felina con mirada triste, pero al mismo tiempo orgullosa―, pero al menos lo poco que conseguíamos era nuestro.
―¿Qué pasó con sus padres? ―preguntó Tigro.
―Papá murió cuando un tornado embistió nuestra casa ―dijo Felino con expresión triste.
―Aparte de nuestra mamá, teníamos dos hermanitos menores ―continuo Felina, quien se abrazó a su hermano mientras mostraba un rostro compungido―, la situación era insostenible, éramos muy pequeños como para ayudar a nuestra madre, pero lo suficiente mayores como para valernos por nuestra cuenta.
―Para no ser una carga, decidimos huir de casa y buscar nuestro sustento en la capital, queríamos lograr el suficiente dinero para regresar donde mamá y ayudarla con la granja ―finalizó Felino mientras correspondía al abrazo triste de su hermana.
Leono junto con Tigro y Cheetara, vieron con pena a los hermanos, pero luego su atención fue desviada a la enorme mole metálica que ahora se hallaba a un poco más de tiro de piedra de donde se encontraban.
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―El vehículo ya apagó sus motores ―informó Sebastián.
―¿Me pregunto quienes podrán ser? ―dijo con voz queda Yuubi.
―Tal vez sea esa raza de cathianos del espacio exterior ―señaló Risu―, observa su vehículo, tiene la forma de un felino, espero que sean amistosos.
Una compuerta a uno de los costados del elevado comando central del tanque felino se abrió, y por este salieron Leono, junto con los otros integrantes a excepción de Pantro quien seguía en los controles del tanque felino.
―¡Mira Yuubi, ya salieron los tripulantes de ese motorizado felino! ―gritó emocionado Risu.
―Parecen ser criaturas bípedas e inteligentes, además, su aspecto exterior hace referencia a una morfología tipo felino ―evaluó con el ceño fruncido, Yuubi.
―Sin embargo, parece que todo su cuerpo está cubierto de pelaje ―observó Risu―. Todo su cuerpo, con excepción de sus rostros.
―Tampoco tienen orejas de gato ni cola, con excepción de esos dos pequeños que al parecer si tienen cola..., una cola de tipo esponjoso, más similar a la de un canino que a la de un felino.
―Yo creo que sus colas son adorables..., y mira sus caritas, ¡son tan lindos! ―apreció Rauri, que al parecer estaba encantada.
―Tienen casi todo el cuerpo cubierto de pelos... ―decía Jessie.
―Mira esos músculos... ―decía también Sebastián.
―¡Son cathians cavernícolas! ―gritaron los dos primos y levantaban los brazos, los movían frenéticos a la vez que gesticulaban expresiones de sorpresa y miedo.
―¡Basta! ―gritó Risu―, ¡no hay nada de cathians cavernícolas ni nada por el estilo! Por la manera en que visten y el vehículo en el que vinieron, lo más seguro es que se trate de una raza felina poseedora de alta tecnología y sensibles. ¿Qué te parece, Yuubi, si vamos a presentarnos con estos visitantes?
―No me parece que sea lo más sensato en este momento. Los instrumentos de la nave todavía no nos han dado mediciones de radiación o toxicidad del ambiente...
―¡Miren! ―señaló Rauri a la pantalla principal, al parecer un miembro de la tripulación ya había salido de la nave para encontrarse con estos extraños felinos.
―¡No, Tara, te van a comer! ―gritaban los dos primos mientras movían sus brazos en alto con mayor frenesí ―¡te golpearán con un garrote y te harán su mujer!
Tara caminaba de forma confiada y con gesto de autoridad. Llevaba lo que al parecer era una pieza del malogrado motor principal, una pieza enorme que cargaba en su hombro derecho como si no pesara nada.
―Hola, primos... ¿Me preguntaba si ustedes tendrían un repuesto para esta cosa? ―les decía Tara mientras les guiñaba el ojo y exponía una sonrisa agresiva que hizo que cada uno de los thundercats la mirara de forma sorprendida.
CONTINUARÁ...
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