Pequeño extra 4
Pequeño extra 4
Día del padre
Como dios, la necesidad de dormir no era tan fuerte como con los humanos. En una semana Hades podía dormir tres siestas de una o dos horas y estar en óptimas condiciones para continuar. Era por esto que había noches en las que no compartía el lecho matrimonial con su esposo ya que se quedaba realizando el papeleo que el Helheim requería. Las veces que se quedaba a su lado era solo descansando ya que no podía dormir, pero disfrutaba demasiado de estar abrazando a este pequeño humano que se aferraba a él como si fuera un peluche.
No pudo ser esta madrugada el caso. Tuvo que quedarse adelantando papeleo para poder pasar el resto del día, o la mayor parte del mismo, con su familia. Su pequeña hija le había dicho que quería ir de paseo ese día, así que Hades cumpliría su capricho. Era su primera hija, no pueden culparlo por querer darle todos los caprichos. Si no fuera por Ying Zheng, seguramente Meili sería una mocosa malcriada.
Como si a Hades fuera a importarle eso de su pequeña princesita.
Belcebú y Adamas fueron a verlo en mitad de la madrugada, llevando informes y algunas noticias del Helheim. Hades no estaba interesado en nada de eso, a menos que hubiera algo que pudiera ser de interés para sus dos grandes amores.
Cuando terminó, Hades suspiró y se apoyó en el escritorio. Dentro de una o dos horas su esposo se despertaría e iría por su pequeña niña para que fueran todos a desayunar. Sonrió al imaginar a su Meili con su cabello blanco desordenado por las horas de sueño, su ceño fruncido por estar confundida todavía al estar recién levantada y un ligero puchero involuntario por la misma razón. La misma expresión que ponía Ying Zheng todas las mañanas al despertar.
Estaba pensando en ir a despertar a su esposo con besos por todo su rostro cuando tocaron su puerta con tres pequeños toques. Hades frunció el ceño desconcertado de que su pequeña estuviera despierta tan temprano, ¿acaso tuvo una pesadilla o había pasado algo?
—Adelante.
La puerta se abrió y de la misma pasó su pequeña niña, pero no venía sola. Detrás de ella estaba su esposo, cargando una bandeja con comida, un desayuno típico de China. En las manos de su hija, por otra parte, había un paquete envuelto con varios moños por todo el paquete.
—¿Y esta agradable sorpresa?—preguntó sonriente poniéndose de pie para despejar el escritorio y dejar que su esposo pusiera ahí la bandeja.
—¡Feliz día del padre!—exclamó alegre Meili rodeando el escritorio para poder extenderle su regalo—¡Para ti, papá! Papá Zheng me ayudó a prepararlo y conseguirlo.
Hades tomó el paquete y lo abrió bajo los ojos atentos de su hija. Adentro había un portarretrato con una foto de Hades y Meili, ella abrazándolo y sonriendo con la misma sonrisa que heredó de su amado Ying Zheng. Ambos felices en un parque humano que habían visitado hacía dos meses. Abajo, en un rincón de la foto, había una inscripción escrita por Ying Zheng porque su hija tenía cuatro años y todavía no sabía escribir demasiado. La inscripción era simple, pero calentaba su corazón.
Para mi héroe favorito. Te amo, papá. Meili.
—¿Te gusta?
Hades dejó el portarretrato en su escritorio y cargó a su pequeña en brazos para darle un abrazo.
—Me encanta, cariño.
Meili lo abrazó del cuello antes de separarse de él para señalarle la bandeja.
—Papá tiene que desayunar. Papá Zheng cocinó el desayuno para todos.
Hades entonces se dio cuenta de que por estar preocupado por resolver los asuntos del Helheim se había olvidado de este día y de que su esposo también debería tener un regalo por ese día. Después de todo, ambos eran padres.
Ying Zheng se acercó a él y elevó su rostro para dejarle un suave beso en los labios.
—Vamos a desayunar, no pienses demasiado.
—No soy el único papá en la habitación.
—¡Yo ya le di un regalo a papá Zheng!—dijo feliz Meili tomando un bollo y dándole un mordisco.
—Nuestra hija ha estado pendiente a este día y le ha pedido ayuda a Alvitr para mi regalo—explicó Ying Zheng girando su cabeza para mostrar el nuevo arete que tenía en su oreja de color verde—. Este es el regalo de nuestra niña, un arete de jade. Es hermoso, ¿no lo crees?
—Lo es, pero no es más hermoso que tú—Hades posó su mano en la cintura de su esposo cuando este se apoyó en el escritorio.
—Tonto—los ojos con pupilas de estrellas de su esposo brillaron con cariño.
Hades sonrió y decidió disfrutar de esa bonita mañana en compañía de su familia, con un delicioso desayuno hecho por su esposo.
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Poseidón no estaba interesado en ir ese día a una de las ciudades más lejanas a su palacio, pero por motivos importantes tuvo que ir a solucionar unos problemas que habían comenzado a darse y que si no los resolvía ahora posiblemente empeorarían. Esperaba poder solucionar todo antes del almuerzo para regresar con Kojiro y Eunoia. Realmente no estaba de humor como para soportar demasiado tiempo un montón de criaturas tontas que parecían no entender que debían portarse bien o Poseidón los convertiría en comida de kraken.
La reunión tomó más de lo que había esperado y regresó a su palacio en la noche, una hora después de la hora de la cena. Eunoia debería estar preparándose para irse a dormir, seguro pasando tiempo con Kojiro antes de caer rendido en la cama. Al menos quería ir a darle las buenas noches a su pequeño antes de que se quedara dormido.
Proteo le dio la bienvenida y le informó que el joven amo Eunoia deseaba verlo en la sala. Extrañado porque su hijo no estuviera en su cuarto, Poseidón se encaminó a la sala. No sabía si había pasado algo en su ausencia o si bien Kojiro habría tenido que irse y su hijo necesitaba que alguno de ellos fuera a arroparlo.
Al llegar se encontró con su hijo dibujando en la mesa ratona de la sala, con su pijama de tiburón puesto y Kojiro sentado en el sillón viendo a su pequeño dibujar. Eunoia bostezaba mientras se forzaba a seguir dibujando, agregando colores a su creación.
Su esposo fue el primero en notarlo, sonriendo al verlo en la puerta y tocando el hombro de Eunoia.
—Amor, mira.
Eunoia parpadeó confundido, mirando a Kojiro antes de mirar hacia la puerta. Incluso con su mirada cansada sonrió alegre y se levantó, corriendo hacia él. Poseidón se acuclilló para recibir el abrazo de su pequeño, quien se aferró a su cuello antes de decir.
—Feliz día del padre.
Poseidón no había celebrado antes ese día, su hijo era muy pequeño y no había celebrado nada. Lo único que había recibido fue la felicitación de su esposo, nunca de su hijo hasta hoy. Eunoia tenía tres años, así que era esperado que fuera capaz de felicitarlo por ese día.
—Te ha esperado todo el día para darte tu regalo—dijo Kojiro cuando Poseidón se levantó con Eunoia colgado de su cuello.
—Papá y Proteo me ayudaron—contó Eunoia para luego bostezar y sacar de su pijama un colgante con un cristal azul—. Es muy bonito, como el océano.
Poseidón tomó el colgante simple que su hijo le hizo como regalo. Sonrió al recibirlo, dándole un beso en la frente a su hijo quien volvió a bostezar. Su hora estaba llegando al límite y aunque Eunoia era un semidios, todavía debía dormir como un humano normal.
—Ven, tienes que dormir—dijo suavemente.
Eunoia se acostó contra su hombro, sus ojos comenzando a cerrarse por el sueño.
—¿A papá le gustó...—bostezo—mi regalo?
—Es el regalo más hermoso que he recibido.
Eunoia asintió, sintió su sonrisa contra su hombro. Poseidón lo llevó a su cuarto, donde lo dejó en su cama ya dormido. Lo arropó y besó su frente antes de salir, volviendo a la sala donde Kojiro estaba. Su esposo se levantó con una sonrisa y se acercó a él con un pequeño paquete cubierto.
—También te hizo esto antes de que ambos nos enteráramos de que tenías que irte.
Poseidón abrió el paquete y vio seis onigiris dentro, cinco de ellos con una notoria mordida en el arroz.
—Si tenía hambre por la espera pudo haberlos comido.
—En realidad...los mordió a todos mientras los preparaba.
—Ese no está mordido.
Kojiro entonces lo tomó y lo giró, mostrando que la parte negra que envuelve el onigiri tenía una mordida.
—Lo iba comiendo mientras te los hacía, fue divertido tener su ayuda en la cocina. A Proteo le gustó cocinar con él también.
Poseidón sonrió, guardando los onigiris para comerlos más tarde. Notó en ese momento un collar con una piedra azul similar a la que su hijo le había regalado. Acercó su mano al collar, tocándolo con cuidado.
—¿Tu regalo del día del padre?
Kojiro sonrió mirando el collar.
—Eunoia quería algo que tuviéramos los tres en común. Él tiene uno también.
Poseidón miró el colgante y la hermosa piedra azul. Nunca pensó que fuera a recibir algún regalo así por un día como ese. Durante mucho tiempo, este día pasó sin contratiempos en su vida, principalmente porque no había motivos por el cual tuviera que celebrarlo. Pero hoy era la primera vez que podía celebrarlo con su primogénito y recibía un pequeño presente de su parte.
Era ahora cuando entendía a esos hombres orgullosos que lucían las baratijas que sus hijos les regalaban como si fueran un tesoro valioso. Esta pequeña piedra sin mucho valor era para Poseidón, ahora, un tesoro incalculable.
Con su mano libre tomó a Kojiro de la cintura y lo acercó para besar su frente. Su esposo rio, pasando su mano por su mejilla para inclinarlo y poder darle un suave beso en los labios.
—Feliz día del padre, Kojiro.
El humano sonrió, apoyándose contra su cuerpo.
—Feliz día del padre, Poseidón.
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Thor tenía muchos asuntos que atender ahora que estaba tomando el lugar de su padre. La cabeza le dolía por tener que atender asuntos estúpidos de dioses estúpidos que eran incapaces de hacer las cosas bien. ¿Acaso debían estar atentos a ellos para que no cometieran una estupidez? Menudos idiotas todos ellos, ahora entendía por qué su padre quería exterminarlos a todos. A veces Thor deseaba matarlos también.
Solo a ellos, al resto no.
Sif apareció en el templo donde Thor estaba hablando con uno de los encargados de la gran construcción. Ella llevaba una carpeta llena de papeles, seguro provenientes del sector del cual se hacía cargo. Qué hacía ahí era algo que Thor no sabía.
—Lo siento, ¿podría hablar con usted un momento, señor Thor?
Thor asintió en su dirección, alejándose del encargado que dio un paso hacia atrás cuando vio sus intenciones de hablar con Sif a solas.
—¿Qué ocurre?
—Traigo unos asuntos del sector oeste, ha habido avistamientos de gigantes y quieren descartar posibles desastres futuros.
—Que desplieguen a los mejores guerreros para ir a asegurarse de que no haya ningún avance de parte de los gigantes. Y de ser así que los exterminen.
—Comprendo—Sif asintió, mirando la carpeta en sus brazos—. Por cierto, ahm, sé que viniendo de mí no es lo más apropiado pero...feliz día del padre.
—¿Eh?
Sif parpadeó, confundida y ligeramente incómoda.
—Es día del padre y bueno, tú eres padre ahora. ¿Dagaz no te ha saludado por este día?
Ahora que lo pensaba, Thor había salido demasiado temprano en la mañana y no había podido ni siquiera desayunar con su familia. Pero estos asuntos que debía atender habían sido de urgencia y si se quedaba a desayunar no saldría a tiempo.
A veces odiaba tener que hacerse cargo de esto.
—No lo vi al salir, era demasiado temprano en la mañana.
—Oh, bueno, espero que puedas regresar temprano y pasar tiempo con él—Sif sonrió amablemente—. Nos vemos.
Y se marchó, dejándolo de nuevo con este encargado con el que debía seguir pautando algunas cosas del templo nuevo en Asgard.
Regresó a casa a la tarde, pensando en que lo primero que haría sería ir con su hijo para pasar tiempo con él. Independientemente del día que fuera Thor creía que pasar tiempo con su pequeño afianzaba su lazo. Pero no fue necesario buscarlo demasiado porque al entrar vio a su pequeño Dagaz esperándolo sentado en el suelo, cruzado de brazos y con los ojos aguados. Detrás de él estaba Lü Bu, sonriendo divertido al verlo llegar.
Ah, claro, porque a él no le harían un gran drama.
—Dagaz—se acercó a su niño pero este rápidamente se puso de pie y tomó de su lado una bandeja con unas deformes galletas medias quemadas.
—¡Tarde!—gritó su pequeño niño de cinco años—¡Esperé a papá todo el día pero llegó tarde y las galletas ya se han enfriado!
Thor miró a Lü Bu buscando su ayuda, pero este solo sonrió y se acomodó para disfrutar del show. Maldito traidor.
—Lo siento, Dagaz, pero tenía que atender algunos asuntos y...
—¿Y qué era tan importante como para no desayunar con nosotros? Diez minutos solamente tenías que esperar, pero no, te fuiste. ¡Y en el día del padre!—increíblemente, el rostro dulce y tierno de su hijo se estaba tornando rojo del enojo—¡Me desperté muy temprano para hacer galletas para que el señorito no estuviera para desayunar conmigo!
—Dagaz, ven, cálmate—Thor se arrodilló frente a su hijo quien seguía moviendo las manos, rojo de ira porque Thor no estuvo para desayunar con él.
—¡No, papá! ¡Nada de cálmate! Esto no es un cuento o un dibujo animado donde todo se resuelve con el poder del amor—Dagaz puso las manos en su cintura, frunciendo el ceño—. Aquí estamos hablando de un asunto serio, nada de cálmate, lo único que acepto es una respuesta a por qué papá no estuvo para el desayuno.
Thor no podía creer que esta pulga que le llegaba poco más arriba de la rodilla era capaz de hacerlo poner de rodillas y sentirse culpable por no desayunar. Ah, ¿esto era ser padre y amar a tus hijos incondicionalmente? Era en verdad un asunto peligroso.
—Me olvidé qué día era hoy y salí temprano a resolver algunos asuntos para regresar temprano a casa y pasar tiempo contigo.
Dagaz seguía con el ceño fruncido, pero sus ojos estaban de nuevo acuosos y parecía estar aflojando su ira.
Repentinamente tomó una de las galletas y se las tendió a Thor.
—Te perdono si comes una.
Thor, quien creía que no era un gran reto, tomó la galleta y la metió entera en su boca. Solo al masticar se dio cuenta que el sabor a quemado y exceso de azúcar no era una buena combinación. No sabía cómo haría para terminar esa fea galleta, pero con tal de que su hijo terminara con su berrinche lo haría.
Dagaz hizo una mueca de disgusto al tomar otra galleta.
—Saben feas—dijo el niño—. Fueron las primeras que hice, pero papá se merece comer cada una por dejarme solo en el desayuno.
—Lü Bu estaba contigo.
—Y por eso papá Bu comió las galletas más deliciosas—dijo Dagaz cruzándose de brazos otra vez.
—Dagaz—intervino Lü Bu quien pareció tener suficiente de su show—, creo que papá merece tener de las galletas deliciosas también.
—No, él me dejó solo hoy en el desayuno.
—Dagaz—Lü Bu tomó a su hijo de los hombros y lo giró hacia él—, tu padre tiene muchas responsabilidades de las cuales encargarse, cosas muy aburridas y feas que ni siquiera a él le gustan, pero como líder actual de Asgard debe hacerlas. Es por eso que es normal que se olvide de algunos días como este, no es porque no te quiera o no haya querido estar contigo, sino porque su cabeza hueca no pudo retener más información.
—Pero...yo quería darle las galletas calentitas esta mañana—dijo Dagaz, sus ojitos más brillosos por las lágrimas y un pequeño puchero en sus labios.
Thor se estaba sintiendo fatal por esto.
—Tu padre llegó temprano para pasar tiempo contigo, ¿por qué no lo llevas a la cocina para mostrarle cómo las haces? Así podrá comer de tus deliciosas galletas recién horneadas como yo.
Dagaz parecía no querer dar el brazo a torcer, todavía con los ojos brillosos y reteniendo las lágrimas. Miraba de reojo de vez en cuando a Thor, como si dudara de algo.
—No lo haré—dijo frunciendo el ceño y acentuando su puchero—. No me dio ningún abrazo al volver.
Thor sonrió, se levantó y se acercó un par de pasos a su hijo antes de tomarlo en brazos y envolverlo en ellos. Dagaz se aferró a él, ocultando su rostro contra su cuello. Thor acarició su cabello rojo igual al suyo, solo que trenzado por Randgriz y dejando al descubierto su tierno rostro.
—¿Papá está perdonado ya?
Dagaz asintió, oculto contra su cuello y sorbiendo de la nariz. Su pequeño bebé dramático, lo había hecho llorar. Besó su frente y lo sostuvo hasta que su hijo recuperó su alegría y decidió llevarlo a la cocina para prepararle más galletas. Esta vez sin un sabor horrible.
En la noche, cuando estaba con Lü Bu a solas en su habitación, su esposo rio desde la cama mientras él se colocaba un simple pantalón para acostarse en la cama.
—Es increíble como el gran y todopoderoso Thor es controlado con facilidad por una criatura de corta estatura—se burló.
Thor lo miró, sonriendo en respuesta antes de decir.
—Una no. Dos—y señaló a su esposo.
Lü Bu le lanzó una almohada a la cara.
Bonus
Adán no llegó a levantarse esa mañana que recibió el abrazo brusco de sus dos hijos Caín y Abel, quienes se lanzaron sobre él en la cama. Eva reía en la puerta, con una bandeja con su desayuno.
Una mañana normal para esta familia, hasta que al mediodía tocaron la puerta de casa y abrieron para encontrarse con un mensajero. Adán y Eva no esperaban paquete de ningún tipo, así que creyeron que se trataba de un error. No fue hasta que el mensajero explicó que venía con una enorme carga por parte de todos los humanos que vieron a Adán pelear en el ragnarok. Todos ellos quisieron hacerle un presente en agradecimiento por lo que hizo. Adán quiso rechazarlos amablemente, pero el mensajero dijo que los regalos no eran cosas ostentosas y eran una muestra de agradecimiento por parte de su descendencia, lo mejor y que haría feliz a esos humanos sería aceptar los paquetes.
Así que ahí estaban con Eva, desenvolviendo uno de los primeros regalos que ocupaban gran parte de su modesta vivienda.
Dagaz es un dramatico pero solo con papá Thor que cae en sus dramas jajja
Eunoia es todo un bebé adorable y tierno, mientras que Meili es una niña alegre y con mucha imaginacion uwu
Espero que les haya gustado uwu
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