Pequeño extra 1
Pequeño extra 1
Finding Eunoia
Poseidón mataría a alguien y Kojiro no haría nada para detenerlo. Hrist estaba cerca de ellos, refunfuñando enfurecida mientras insultaba en todos los idiomas que conocía. Proteo, por otro lado, iba de un lado a otro gritando órdenes a los demás sirvientes del castillo.
Todo el palacio y alrededores era un caos total, pero ¿por qué?
Bien, empecemos desde el inicio.
Esa mañana Kojiro había decidido ir a visitar a su maestro junto con Hrist porque el anciano quería saber qué tan fuerte era la valquiria en comparación con una espada normal. No había nada de malo en eso. Poseidón estaría ocupado en una reunión con Hades, Zeus, Ares y Hermes; y Proteo estaría ocupado también encargándose del castillo y de unos asuntos que incluía uno de los pueblos cercanos. Ninguno de los de confianza estaría disponible para cuidar al pequeño Eunoia.
Y ahora te preguntarás, ¿quién era Eunoia?
Eunoia era el pequeño hijo de Poseidón y Kojiro de tan solo cuatro años. Era un niño adorable, todo ternura y amor. Era la perdición de sus padres y de muchos miembros del palacio que lo conocía. Físicamente, solo había heredado el color de ojos de Poseidón, pero el resto pertenecía puramente a Kojiro. Todos aquellos que lo conocían siempre decían que el niño era una pequeña copia de Sasaki. Incluso cuando Seigen lo conoció dijo que se veía igual a Kojiro a esa edad, la única diferencia estaba en los ojos.
Eunoia era tranquilo como Poseidón, pero alegre y despistado. No era un niño travieso, para fortuna de sus padres. Siempre jugaba tranquilo con sus juguetes o pedía que le leyeran un libro porque todavía no sabía leer. Era un placer, para cualquiera, tener que cuidar de un niño tan tranquilo y obediente.
Por eso nadie entendía cómo las dos niñeras que dejaron a cargo de Eunoia lo habían perdido.
No era la primera vez que dejaban al niño a cargo de niñeras especiales. Cuando Kojiro consideraba que la visita sería aburrida o peligrosa para su hijo, decidía dejarlo al cuidado de sus niñeras si Proteo, Hrist o su esposo no estaban disponibles para cuidarlo. Incluso en algunas ocasiones lo habían llevado a la plaza de cualquiera de los tres pueblos cercanos bajo el mar, ya que su hijo al ser semidios heredó de Poseidón sus habilidades.
En los pueblos era muy conocido gracias a algunas visitas que Poseidón tuvo que hacer y en donde lo llevó para que Eunoia conociera algo más que el palacio. Por eso, cuando supo lo que pasó, estuvo a nada de destruir el pueblo.
Había estado en la reunión con sus hermanos y sobrinos, escuchando la información que Hermes consiguió. Todo estaba tranquilo y un poco aburrido hasta que Proteo irrumpió ruidosamente a la sala de reunión, disculpándose con todos por la brusquedad y alegando que era por un tema urgente.
—¿Qué pasó?—preguntó Poseidón pensando en que tendría que lidiar quizás con una guerra civil o algo similar.
—¡Las niñeras perdieron al joven amo Eunoia!
Poseidón se levantó con tal rapidez que en un chasquido ya estaba frente a Proteo, con su tridente en mano.
—Luego me informan del resto de la reunión—dijo antes de pasar por al lado de Proteo para regresar con él a su palacio.
Kojiro había sido informado también y había regresado junto con Hrist tan rápido como pudo al palacio. Se lo veía culpable y molesto, preguntando cómo es que las niñeras perdieron a un niño que no se iba muy lejos sin preguntar antes si podía hacerlo.
Todos los sirvientes estaban repartidos por el palacio y varios salieron al pueblo donde las niñeras lo llevaron para preguntar a los habitantes de esa zona si habían visto al pequeño príncipe del mar.
—Todo esto es mi culpa—dijo Kojiro dejándose caer en uno de los sillones, mortificado porque llevaban seis horas sin saber nada de su hijo.
Poseidón se acuclilló frente a él y tomó sus manos.
—No es tu culpa lo que pasó con esas dos inútiles.
—Lo es, debí llevar a Eunoia conmigo, no debí dejarlo al cuidado de las niñeras—Kojiro suspiró, Poseidón notó sus ojos brillando con lágrimas—. Quiero a mi Eunoia de nuevo, Poseidón. Quiero que esté de nuevo en casa para saber que está bien y que nadie le ha hecho daño.
Poseidón era débil ante Kojiro naturalmente, pero ante Kojiro llorando, era mucho peor. Se levantó soltando sus manos y tomó su tridente.
—Iré yo mismo por él, espérame aquí, regresaré pronto con él.
Los sirvientes no estaban regresando con noticias y de seguir así Proteo se quedaría sin branquias. Si iba él mismo posiblemente conseguiría respuestas pronto.
Había intentado no involucrarse porque sabía que estaba cerca de cortar cabezas, pero las lágrimas de Kojiro fueron el detonante que lo hicieron mandar todo a la mierda para encargarse él mismo de todo.
—Señor, los señores Zeus y Hades enviaron refuerzos para ayudar en la búsqueda del amo Eunoia—informó Proteo yendo detrás de él.
—Bien. Ve con Kojiro, quédate con él, te necesita más que yo.
—Sí, mi señor.
Poseidón no tardó en llegar al pueblo donde las niñeras perdieron a su hijo. Los habitantes del pueblo no tardaron en reconocerlo y bajar la mirada ante su presencia. Notó que muchos de ellos estaban buscando a su hijo. Todos parecían temerosos y Poseidón creía que estaban en lo correcto al temerle.
—Antes del anochecer quiero a mi hijo conmigo o todo este lugar será exterminado—sentenció y pudo sentir el miedo de todos.
Fue luego de su amenaza que desde el niño más pequeño hasta el anciano más decrepito comenzaron a moverse de un lado a otro para buscar a Eunoia.
Era increíble la forma en que el miedo movía a las masas y si bien Poseidón era un tirano, no usaba este método normalmente. Sí era asertivo e inflexible, pero no clavaba cabezas en lanzas y las dejaba en la plaza del pueblo para sembrar terror.
Bien, tal vez comenzaría a hacerlo si Eunoia no aparecía.
Poseidón caminó por entre las calles, concentrándose en cualquier pequeño ruido que pudiera identificar con su hijo. Cualquier cosa que le diera un pequeño indicio de dónde estaba su Eunoia. Pero no había nada.
—Mi señor—dijo una voz aguda deteniéndolo.
Poseidón se giró hacia la mujer que le había hablado. Ella mantenía la mirada baja, pero sostenía con firmeza algo en sus manos.
—¿Qué?
—Yo...estaba en la plaza con mi hija y vi al príncipe jugar. Yo...lo vi jugar con esto—ella le extendió una pelota de color morado con la que había visto a Eunoia jugar bastante estos últimos días—. No sé qué pasó, pero encontré esto cerca de los corales del fondo.
Poseidón tomó la pelota y fue hacia el lugar donde la mujer encontró la pelota de Eunoia. Su hijo no hubiera dejado su juguete ahí tirado porque sí. Tendría que haber ido por él y, en ese momento, algo habría pasado. Apretó su tridente con una mano y con la otra la pelota que estalló por su fuerza. Si alguien se había atrevido a meterse con Eunoia, Poseidón se lo daría de comer al kraken.
Los corales del fondo que dijo la mujer eran un grupo de corales de colores que formaban una pequeña guarida. Un lugar donde hasta un adulto podría esconderse. Examinándolo mejor, notó que tenía una ruta de escape que nadie podría notar a menos que estuviera lo suficientemente concentrado como para notarlo.
Llamando a las divinidades enviadas por Hades y por Zeus, pidió que siguieran ese camino y buscaran a las afueras del pueblo. Poseidón buscó también por esos lugares, intentando encontrar algún rastro de su hijo. Un cabello, un trozo de su ropa, cualquier cosa que perteneciera a él. No había nada y eso solo estaba terminando con la paciencia de Poseidón.
Sin embargo...
—¡Papáaaaaa!
El grito agudo y estridente era de Eunoia. No era un grito de juego, él realmente estaba aterrorizado.
Poseidón jamás creyó que se movería tan rápido como hasta ese momento. No le costó nada detectar de dónde venía el grito y pronto estuvo en una pequeña choza destartalada. Arriba no tenía nada, era un simple cuarto vacío, pero tenía una compuerta mágica en una de las paredes que llevaba a otro cuarto. Ingresó sin pensarlo y ahí vio a tres seres arrinconando a Eunoia, quien estaba atado en el suelo y a punto de recibir una patada de uno de ellos por estar llorando.
Como si eso fuera a pasar en presencia de Poseidón.
No le arrancó la pierna como hubiera deseado porque Eunoia estaba ahí, pero sí se aseguró de que su hueso se partiera en varias partes para que esa pierna fuera completamente inútil.
—¡Señor Poseidón!—gritaron los otros, pero Poseidón no los quería escuchar, simplemente estaba concentrado en su hijo.
—P-papá—lloró Eunoia mirándolo, pequeñas perlas blancas cayendo al suelo y repiqueteando.
—¡¿Papá?!—gritaron esas tres basuras.
Poseidón se arrodilló y de un solo movimiento se deshizo de las cuerdas que sostenían a su pequeño. Eunoia rápidamente se aferró a él, llorando contra su hombro. Poseidón lo sostuvo con fuerza, levantándose del suelo. Sabía que detrás de él habían llegado las divinidades enviadas por sus hermanos. No las creía útiles, él podría hacerse cargo de todo, pero en este momento lo único realmente importante era llevar a Eunoia a casa.
—¡Señor Poseidón! ¡Por favor, perdónenos! ¡No sabíamos que este niño era su hij...!—el gusano inútil seguramente se tragó su propia lengua cuando lo miró a los ojos.
Era mejor si se moría de una vez. Sobre todo cuando notó la mejilla morada de Eunoia. Si no los estaba matando era precisamente porque no quería sumarle más traumas a su hijo. Ya bastante estrés pasó con estos bastardos
—Envíen a dos al Helheim como un regalo a Hades y el que resta llévenlo con Zeus. Que ellos se encarguen de la basura.
—Sí, señor Poseidón.
Poseidón no tardó en encaminarse a su palacio, yendo tan rápido como le era posible para que atendieran a su hijo.
—Papá...me duele—dijo Eunoia mirándolo.
Poseidón acarició su cabello, teniendo cuidado con la mejilla lastimada de su hijo. Ah, de verdad debió mutilar a esos bastardos. Esperaba que sus hermanos no los mataran al instante. Los tres se merecían sufrir por dañar a su niño.
En cuanto se informó su llegada, Proteo no tardó en acercarse a ellos. Eunoia se giró, con sus ojitos llorosos, y apenas lo vio Proteo comenzó a llamar para que atendieran al joven amo. Poseidón siguió su camino hacia donde estaba Kojiro.
Su esposo estaba con Hrist a su lado, ambos intentando mantener la calma. No fue hasta que los vieron entrar que el alivio los inundó. Kojiro no tardó en acercarse, sus ojos brillando de felicidad al ver a su hijo. Hasta que Eunoia se giró y pudo notar la mejilla hinchada y morada.
—Eunoia, mi niño—Kojiro estiró sus brazos y Eunoia se inclinó hacia él.
—¡Papá!—lloriqueó estirando sus bracitos.
Kojiro lo apresó entre sus brazos, aferrándose a Eunoia y suspirando aliviado y preocupado.
—Dime que no están respirando—dijo Kojiro mirándolo.
—Desearán dejar de hacerlo pronto—afirmó Poseidón.
Proteo llegó entonces con un equipo médico para que atendieran al pequeño. Las mujeres fueron amables todo el tiempo, aunque Eunoia se la pasaba aferrado a Kojiro y no parecía muy dispuesto a separarse de él. Hrist se veía claramente disgustada con el estado del pequeño, así que Poseidón le sugirió a Proteo que la llevara a descargarse con las dos niñeras. De esa manera también se la quitaría del medio para poder estar a solas con su familia.
Antes de que las enfermeras se fueran, entró un sirviente a dejar un plato con dulces para Eunoia, seguramente pedidos con anticipación por Proteo. Su hijo aceptó comer algunos, los cuales eran brindados por Kojiro mientras este le contaba alguna historia que se le cruzara o le decía que el abuelo Seigen quería verlo pronto. Fue en medio de esta charla que Eunoia pronto se quedó dormido en brazos de Kojiro.
—Vamos, Eunoia no es el único que tiene que descansar—dijo suavemente Poseidón tomando amablemente del brazo a su esposo.
Kojiro asintió y dejó que lo llevara a sus aposentos, estaba bien si por hoy Eunoia dormía en la cama de sus padres.
Su esposo se acostó con cuidado para no despertar a Eunoia y lo miró, Poseidón entendió su petición y se acostó con ellos, arropando a los tres en el proceso.
—Gracias por traer a nuestro hijo de vuelta—susurró Kojiro mientras mantenía suavemente contra su pecho a un dormidito Eunoia.
—No pude evitar que lo golpearan—susurró Poseidón viendo el parche en la mejilla hinchada de su hijo.
El ver a su hijo, a su pequeño de cuatro años, golpeado de esa manera despertaba en él una ira abrasadora. Quería realmente matar a alguien en este momento.
El reino humano tenía suerte de que Poseidón tuviera un buen control sobre él o habría provocado tal tsunami que nadie hubiera sobrevivido.
—Pero lo encontraste con vida y ahora está a salvo aquí con nosotros—replicó Kojiro acariciando su mejilla—. Fuiste más útil que yo. Solo pude quedarme aquí sentado comiéndome las uñas de los nervios.
A diferencia de Eunoia, Kojiro no tenía una movilidad fluida bajo el agua. Poseidón podía ayudarlo a que respirara, pero eso no hacía sus movimientos más fluidos como los de Poseidón o Eunoia, quienes se movían con completa libertad. Si Kojiro salía a buscar al niño, probablemente no hubiera podido hacer nada.
—Era algo fuera de tus posibilidades, no tienes que sentirte mal por nada—Poseidón se acercó más, apoyando su frente contra la de Kojiro.
—Lo mismo pasó contigo, así que no te sientas mal. Lo importante es que Eunoia está con nosotros y no dejaremos que vuelva a pasarle nada.
Si otra alma desdichada creía divertido llevarse a su hijo, Poseidón le demostraría que estaba muy equivocada.
Luego de ese día, Kojiro no permitió por tres años que ninguna niñera volviera a cuidar a Eunoia. Si Poseidón, Proteo o Hrist no estaban presentes para cuidarlo, entonces él mismo se lo llevaría donde sea que fuera (y que no fuera peligroso) o bien se quedaría en el palacio vigilando a su hijo. Poseidón estaría en una situación similar, incapaz de dejar a su hijo de nuevo en manos de más niñeras inútiles que fueran a dejar que tres idiotas lo secuestraran pensando que era divertido vender en el mercado negro a un niño semidios.
Y bueno, podría decirse que ninguna otra mujer se ofreció de nuevo a ser niñera del joven príncipe. Todas temían que un mínimo error pudiera llevarlas a la boca del kraken, igual que las últimas dos. Pero, vamos, ¡la culpa la tuvieron ellas! ¿Quién las mandaba a distraerse en una patética charla de corazones rotos? Si la primera no se hubiera desahogado y llorado por un imbécil que la engañó y la segunda no la hubiera consolado, ambas hubieran podido evitar el secuestro del joven príncipe y su futuro encuentro con los dientes del kraken.
Ah, al parecer se habían olvidado que Eunoia era hijo de Poseidón y que su padre era conocido como un tirano.
Bonus
Adamas fue por pedido de Hades a verlo. Tenía cosas que hacer y su hermano parecía no darse cuenta de eso. O mejor dicho, sí se daba cuenta de eso, pero le importaba poco.
Al llegar lo vio sentado, jugando ese extraño juego que su esposo le enseñó hace años y con una criatura marina de rodillas cerca de su trono, todo maniatado y lloroso.
—¡Señor Hades, se lo ruego!—suplicaba la criatura.
—¿Ahora para qué me quieres? Estaba bastante ocupado allá—dijo Adamas caminando hacia su hermano.
—Poseidón me envió un par de regalos y quería brindarte uno, pensé que podría gustarte—dijo Hades dándole un puntapié a la criatura marina para lanzarlo al suelo.
Adamas miró con desprecio a esa cosa llorosa. Él no quería nada que viniera de Poseidón. Si ese bastardo no quería hacer su trabajo, entonces que no se los enviara a otros.
—No me interesa nada que venga de él. Solo me hiciste perder el tiempo—dándose media vuelta, Adamas decidió regresar a sus tareas diarias.
—¿No te enteraste que secuestraron a Eunoia?—la pregunta lo detuvo en seco—Envié de los míos para ayudar a encontrarlo. Por lo que me dijeron al volver, Eunoia estaba lastimado. Creo que alguien lo golpeó en el rostro y de no ser por Poseidón lo habrían pateado también—Hades hizo una pausa innecesaria antes de volver a hablar—. Este obsequio de aquí resulta ser uno de ellos, pero si no lo quieres puedo entenderlo. Tengo algo de tiempo libre para jugar con él.
—No es necesario—Adamas volvió a girarse y caminó hacia el bastardo en el suelo—, puedo hacerme un tiempo de mis tareas. Además, no es justo que tú solo te quedes con toda la diversión.
Tomó al bastardo llorón de las cuerdas que lo ataban y lo arrastró por el suelo para salir de ahí.
El tío Adamas se haría cargo del bastardo que dañó a su sobrino.
Eunoia es una palabra que encontré y me gustó como nombre del hijo de estos dos.
Eunoia: Griego antiguo: εὔνοιᾰ. Significado: pensamiento hermoso.
Sí, Poseidón y Kojiro eran una de las parejas que tendrían hijos. Y su niño es un mini Kojiro con los ojos azules de Poseidón. Es también muy querido por Hrist y Proteo, sin contar sus tíos. Eunoia también quiere mucho a sus tíos, como el tío Adamas con el que le gusta pasear y pasar el rato.
En el próximo se verán a las otras dos parejas que tuvieron hijos uwu
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro