Extra 1 parte I
Extra 1 parte I
When I hear that old song they used to play
Kojiro era un hombre positivo que siempre veía lo bueno en los demás y siempre buscaba mejorar. Solía ser despreocupado y un poco despistado a veces. Eso había ocasionado algunos problemas que, para su fortuna, nunca pasaron a grandes cosas. Solo estupideces de las que fácilmente salió. Era un hombre cuya vida era sencilla.
Por eso no podía entender cómo había terminado complicándose a sí mismo eligiendo un regalo para alguien que ni siquiera lo miraba. Pero aquí estaba, recorriendo por quinta vez los puestos de regalías, buscando algo apropiado para un joven que solamente se sentaba en la playa a ver el mar o dormitar.
No sabía qué podría gustarle a su amigo, apodado amigo simplemente porque no se le ocurría nada más. Pensó en un colgante, pero los colgantes no parecían ser lo suyo. ¿Un collar? ¿Una pulsera? No, eso no parecía ser algo que su amigo fuera a usar.
Entonces llegó a un puesto donde una vieja mujer vendía amuletos para la fortuna. Lo había pasado las cinco veces que recorrió el lugar, pero solo en esta le prestaba atención.
—Lo siento, estoy buscando un regalo para alguien—se acercó a la vieja mujer.
Ella le sonrió.
—¿Un amigo o alguien especial?
Antes de pensarlo bien, Kojiro respondió.
—Alguien especial.
Kojiro se sonrojó apretando los labios, pero sin negar sus palabras. No era que había estado mal, no era que su amigo no le atrajera o no le gustara, pero no era así como debía pedir para hacerle un regalo. Aunque él lo viera así eso no quería decir que su amigo lo viera igual.
Qué vergonzoso si algún día lo sabía.
La mujer comenzó a hablarle y mostrarle diferentes cosas que vendía. Le contaba sobre varias de ellas, apuntando detalles que seguramente se había inventado sobre la marcha para venderle los artefactos. Kojiro estaba seguro que la mitad de sus palabras habían sido puras invenciones solo para vender.
—¿Qué hay de eso?—preguntó apuntando una bolsita abandonada en un rincón.
Era blanca y tenía unas flores de cerezo bordadas. En un rincón parecía tener una mancha de tierra vieja, como si la bolsita hubiera estado ahí mucho tiempo.
La mujer miró la bolsita, como si recordara que estaba ahí. Hizo una mueca y le restó importancia.
—Es una vieja bolsa de la fortuna, no es nada especial.
—¿Una bolsa de la fortuna?—Kojiro miró con interés la bolsita.
—Señor, realmente no es la gran cosa, le recomendaría estas otras si quiere hacerle un regalo a ese alguien especial.
Pero ya era tarde. La bolsita de tela ya había ganado la atención de Kojiro y por más que la señora le ofreciera más cosas, el joven samurái solo querría una. Igual que como pasaba con el chico de la playa.
Al final, terminó por comprar la vieja bolsita de la fortuna, con la esperanza de dársela a su amigo al regresar.
Pero cuando volvió, un día antes de lo esperado porque las ansias por volver a ver a su amigo eran más grandes, descubrió que él no estaba ahí.
Fue día tras día, esperando en algún momento ver a su amigo sentado en el lugar de siempre. Pero él no estaba por ningún lado, era como si nunca hubiera estado ahí. Kojiro se sintió solo otra vez, extrañando el silencio de una agradable compañía. Cada día que regresaba a entrenar, pensaba en su amigo y en lo mucho que le gustaría que estuviera ahí ahora. No importaba si solo recibía su silencio, Kojiro realmente lo quería ahí con él.
***
Su alma terminó en un lugar al cual una mujer llamó La Tierra de los Guerreros. Era como una especie de país donde solamente iban almas que en vida hicieron grandes cosas por la humanidad. Kojiro no estaba seguro de haber hecho nada por la humanidad, pero agradecía que lo dejaran estar en un lugar lleno de fuertes guerreros con los que podría entrenar y mejorar sus técnicas.
Durante esa travesía de siglos, Kojiro esperó años antes de buscar a su amigo. Su amigo había sido alguien joven, que estaba en su mejor momento, por lo que seguramente tardaría varios años en ir a ese lugar... si era que terminaba ahí. Tenía la esperanza de que así fuera, pero luego de buscar por mucho tiempo se dio cuenta de que posiblemente su amigo jamás iría con él a ese lugar. De ser así, entonces solo debería conformarse con los recuerdos de un hombre de quien no conoció nombre ni voz.
No era algo fácil. Principalmente porque había momentos de descanso donde Kojiro extrañaba a su amigo. Su recuerdo era reconfortante, incluso si lo único que tenía de él era una bonita imagen de un hombre mirando hacia el mar o de un hombre con los ojos cerrados apoyado contra un árbol. Durante esos momentos Kojiro sacaba la bolsita de la suerte que había comprado para su amigo y la contemplaba, imaginando la reacción que hubiera tenido de haberla recibido.
Era extraño que hubiera terminado con esa bolsa luego de muerto, pero imaginaba que tendría algún sentido que ignoraba en ese momento. Le gustaba pensar que era porque la bolsita significaba un recuerdo de su amigo, aquel a quien no debía olvidar. Lo tomaba como una pequeña esperanza, un hasta pronto.
Pero, realmente, Kojiro no estaba seguro de que significara eso.
Y no se daría cuenta hasta el ragnarok, donde volvería a ver a su amigo, solo que con su verdadera piel.
***
Kojiro había buscado a la valquiria Brunhilde, cansado de esperar su turno para pelear. Fue al verla tan estresada que terminó ofreciéndose para pelear contra el dios Poseidón, el dios de los mares. Debía ser una especie de ironía porque el día que murió su cuerpo cayó al mar y se perdió en la profundidad del mismo. Seguramente fue alimento de peces y sus huesos decoraron el fondo del océano llenándose de algas y musgo. Quién sabe.
Su valquiria resultó ser la mujer que había visto al entrar al lugar, quien posiblemente fue su valquiria porque era la más cercana en ese momento y no parecía haber mucho tiempo antes de que tuviera que ir a luchar contra este dios. Bien, Kojiro había entrenado por siglos, no creía que fuera a terminar tan mal.
Ya con Hrist fusionada con su alma, Kojiro atravesó el agua en un bote hasta la arena donde combatiría. En medio de su camino, que no fue largo, recordó las primeras veces que navegó en un bote como este. Había terminado inmerso en el agua, luego de perder el equilibrio por completo. Le había tomado un par de intentos conseguirlo, por lo que ahora era capaz de navegar sin perder la dignidad en el proceso.
Analizó a su oponente en todo momento. El dios era realmente grande, con una cara de muñeca que era algo que podía esperarse de un dios. Se veía aburrido, mirando a cualquier punto menos a su oponente. Irradiaba tal poder y divinidad, que Kojiro sentía que realmente estaba enfrentándose a un verdadero dios.
Fue el primero en atacar, porque luego de un rato el chico parecía no querer hacerlo así que uno de ellos tenía que iniciar el combate. Su ataque no hizo más que cortarle el cabello, pero había sido un gran logro porque al final el dios lo miró a los ojos.
Lo único raro fue que de repente se quedó quieto, simplemente mirándolo. Kojiro no sabía si le había pasado algo o era alguna especie de ataque sorpresa. Pero el dios se quedó en silencio por mucho tiempo, simplemente mirándolo, mientras todos comenzaban a cuchichear al respecto. De alguna manera, hasta él se preocupó por esto.
No se tardó mucho en retomar la pelea, donde se notaba claramente por qué este dios era tan poderoso. Incluso luego de años de entrenamiento, Kojiro no era lo suficientemente veloz así que terminó herido por el tridente de Poseidón. Su cansancio fue motivo de burla para los demás, pero Kojiro estaba acostumbrado a que los demás se burlaran de él por considerarlo alguien débil, así que simplemente no decía nada. Aunque sí dijo algo cuando Poseidón se giró, callando a todos con la mirada. Ese dios en verdad era capaz de verse aterrador y no era como si su rostro expresara demasiado. Pero era algo en su aura, en su presencia, que te hacía entender que si decías una palabra más terminarías hecho brocheta con su tridente.
—¿Seguidores?—respondió el dios con una nota de desprecio—Los dioses no se agrupan con otros. Los dioses no conspiran. Los dioses no confían en los demás. Así es como un dios debe ser. Somos seres perfectos desde el principio. Los seguidores son completamente innecesarios para los que ya han alcanzado la perfección.
Para Kojiro eso era estúpido, ¿cómo alguien alcanzaba la "perfección" sin haber tenido la ayuda de nadie? ¿Cómo alguien nacía ya siendo perfecto? De ser así, de nacer así, entonces ¿no era una vida muy solitaria? Siempre solo, siendo perfecto y cumpliendo con su deber sin ayuda de nadie. Una vida así no era más que lamentable.
—¿Así son los dioses?—preguntó bajando la mirada, una sonrisa compasiva surgió en su rostro—Je...Que existencia...más triste...
El dios frente a él respondió.
—Sí, tienes razón.
Kojiro se preguntó si este dios sintió dicha soledad como para responderle de esa manera. Tal vez lo habría considerado o pensado en algún momento de su larga existencia. No lo sabía y no estaba muy seguro de preguntar al respecto.
Entonces el dios comenzó a acomodarse para atacar, silbando una melodía que despertó los recuerdos de Kojiro. La melodía la había escuchado ya en un par de ocasiones en el pasado cuando todavía estaba vivo. Era una melodía que lo acompañó en sueños tanto vivo como muerto. Sueños de un hombre sentado al pie de un árbol, con los ojos cerrados o mirando hacia el mar.
Sueños de un bonito hombre de cabello largo y oscuro que no le hablaba, pero que se inclinaba hacia él para escucharlo.
Un hombre que rechazaba sus regalos pero aun así los recibía, como si por dentro tuviera una lucha interna sobre qué hacer con los regalos.
Un hombre que se veía demasiado bonito con una corona de flores mal hecha.
Un hombre que le había gustado demasiado, incluso si no recibía una palabra de su persona.
Un hombre que hasta hoy lo hacía sentir vivo al solo pensar en él.
Este hombre que había conocido, ¿era acaso este dios?
Kojiro no era capaz de reaccionar, pensando que Poseidón lo mataría. Pero este dios se detuvo al no tener respuesta de su parte. Y fue teniéndolo frente a él que Kojiro fue capaz de hablar.
—Tú... ¿eres....?—su voz era titubeante y Poseidón lo miró con duda—El chico de la playa...que siempre estaba ahí. Sin hablarme....sin mirarme... ¿eras tú?
Vio sorpresa en los ojos de Poseidón, como si no hubiera esperado que lo recordara. Se preguntó si él lo había recordado antes. Quizás no, después de todo su apariencia y su voz no eran las mismas que en el pasado. Su apariencia era la de un anciano y estaba seguro que Poseidón, de ser ese chico, no lo recordaría porque nunca se dignó a mirarlo. Solo tenía su voz y tampoco sería suficiente porque su extraña vejez, su edad dorada tardía, la había modificado.
¿Poseidón siquiera lo recordaría todavía cuando dejó en claro en el pasado que no estaba demasiado interesado en él? Posiblemente ni siquiera sería capaz de recordar su nom...
—Hola de nuevo, Kojiro.
Fue un calor envolvente en todo su cuerpo. No porque Poseidón dijera su nombre, uno que escuchó en su presentación, sino por el saludo. El mismo que solía dedicarle cada vez que llegaba a la playa y lo veía.
Había tanta felicidad en su cuerpo que apenas era capaz de contenerse.
—Hola de nuevo, amigo—respondió Kojiro.
Fue sentirse en casa una vez más, sentirse el joven Kojiro que entrenaba todos los días para mejorar, hablándole a un chico desconocido que se inclinaba a escucharlo. Un chico al que pensó jamás volver a ver en su vida. Pero ese chico estaba aquí, frente a él, con su verdadero rostro, su verdadera apariencia y dirigiéndole la palabra por primera vez.
El corazón de Sasaki Kojiro vibraba de felicidad.
—Q-qué... ¿Qué está pasando en la arena? ¿Acaso Poseidón y el humano Sasaki Kojiro ya se conocían?
Poseidón hizo una mueca por las palabras del presentador y lo miró.
—Kojiro, tenemos una batalla que continuar. Me gustaría saber qué tanto has estado entrenando durante este tiempo.
Kojiro rio, inmensamente feliz de volver a encontrar a este chico que despertó el amor en su corazón. Volviendo a ponerse en posición de combate, dijo:
—Bien, deja que te muestre lo que he aprendido, Poseidón.
La batalla continuó, Kojiro sentía una emoción que no había sentido antes ni en vida ni en muerte. Una emoción que ni siquiera el encuentro con Musashi superaba. Era una emoción diferente, más sofocante, más envolvente, más intensa. Y le encantaba.
Pero la emoción disminuyó cuando Poseidón salió de su posición de batalla por herirlo con el tridente. Kojiro quería calmarlo, diciéndole que durante todos esos años fue herido de mil maneras y que esto no era nada. Pero la mirada de Poseidón, la culpa en sus ojos, era demasiado. Y al final, el dios lo hizo sentir en un gran deja vu cuando se rindió frente a él tras quitarle el tridente de la mano.
Notó su desagrado ante Hrist cuando esta quiso llevarlo a la enfermería, ofreciéndose él a ayudarlo. No dijo nada porque realmente quería seguir a su lado. Kojiro no quería separarse de él.
Luego de cuatrocientos años, Kojiro no quería volver a estar lejos de Poseidón nunca más.
***
Kojiro suspiró en el baño, mirándose en el espejo. Poseidón lo esperaba en su cuarto de enfermería, insistiendo en cuidarlo. No le molestaba en absoluto, le encantaba que lo cuidara y se quedara a su lado. A pesar de estar acostumbrado a cuidarse a sí mismo, Kojiro estaba encantado con tener la presencia de Poseidón a su lado cuidándolo. Pero había un problema y era que mientras más tiempo pasaba a su lado, más sentía que este dios le gustaba. Su corazón latía desbocado con cada mirada que le dedicaba, con cada palabra o con cada apretón de manos. La mano de Poseidón era grande, fría y suave, siempre que se aferraba a la suya lo hacía de tal forma que Kojiro se sentía encantado. Demasiado para su gusto. Y de cierta forma eso lo asustaba demasiado.
No conocía del todo a Poseidón, era más, apenas lo conocía, por lo que sentir esto era peligroso. El dios era atento y parecía ser capaz de pegarse a su lado si Kojiro se lo pedía, pero aun así tenía miedo de que esto fuera algo de una sola vez. Kojiro no quería ser una especie de curiosidad humana que el dios quisiera saciar. No era lo que él sentía por Poseidón. Humano o dios, Kojiro había caído rendido por él. Ni siquiera su apariencia había sido lo importante porque en la apariencia que fuera, Kojiro sabía que Poseidón le seguiría encantando.
Ah, en verdad era un desastre.
—Kojiro—llamó Hrist al verlo salir del baño.
—Oh, señorita Hrist, que bueno verla—Kojiro sonrió a su valquiria, su compañera de batalla.
—Lo mismo digo. Por cierto, quería saber cómo se encontraba. Por lo que he escuchado, el señor Poseidón se está quedando con usted en la enfermería.
La mirada de la valquiria era de preocupación. Kojiro no necesitaba demasiado para saber que la fama de Poseidón no era en absoluto buena. Solo bastaba con ver la manera en que todos se callaron cuando volteó a verlos. Eso era prueba suficiente de lo que su presencia era capaz de causar.
—Estoy bien, Poseidón es una agradable compañía.
Hrist hizo una mueca, como si no pudiera creer en sus palabras. Pero confiaba en él así que no decía nada.
—¿Cómo estás de tus heridas?
—Mejor de lo que hubiera estado con solo medicinas humanas.
—¿Y estás siguiendo las recomendaciones de las enfermeras?
—Bueno...—Kojiro sonrió como un niño culpable—digamos que no soy muy bueno en eso. Si no fuera por Poseidón que está siempre al pendiente de mi cuidado posiblemente ya tendría mis heridas abiertas otra vez—bromeó el humano.
Pero la valquiria se mantuvo en silencio, observándolo fijamente antes de volver a hablar.
—Él en verdad te gusta, ¿no es así?
Eso llamó la atención de Kojiro, quien no tardó en ponerse nervioso, negando de varias maneras las palabras de Hrist.
—No es así, solo estás malentendiendo mis palabras. En realidad él me resulta un poco molesto y pegajoso, como que tiene un problema con el espacio personal.
—No necesitas mentirme, he visto tus recuerdos y he visto lo que él significa para ti—Hrist posó una mano en su hombro y le sonrió amigablemente—. No te estoy juzgando. Si eres feliz, entonces apoyaré tu elección. Solo no tengas miedo de decírselo, estoy segura que él siente algo por ti también.
—Creo que posiblemente hayas confundido algo como para pensar...—la mirada de la valquiria se oscureció, lo que obligó a Kojiro a callarse.
—Kojiro, Poseidón es un dios conocido como un tirano por un motivo y es porque realmente lo es. Manda en su territorio con mano dura y sin piedad, nunca se lo vio ser compasivo con nadie, ni siquiera con su hermano mayor Adamas. Tiene sus excepciones pero ni siquiera con ellos lo he visto ser tan...sobreprotector como lo está siendo contigo—la valquiria suspiró—. Esto no es propio de alguien como Poseidón, a menos...que él también sienta algo por ti.
Kojiro se sonrojó, podía sentir la piel de su rostro quemar como nunca por el fuerte sonrojo que tintaba sus mejillas. Esta afirmación de Hrist lo avergonzaba demasiado, ¿cómo era posible que alguien como Poseidón gustara de él? Kojiro era un simple espadachín que siguió su camino fielmente, mejorando con cada día que pasaba, perdiéndose en el entrenamiento duro y soñando con un hombre que nunca le había hablado. ¿Por qué a Poseidón le gustaría?
Hrist, al ver la lucha mental que causó en Kojiro simplemente comenzó a distraerlo con otra charla mientras ambos caminaban por los pasillos sin rumbo fijo.
Así, hablando de estupideces, para su suerte, los encontró Poseidón.
***
Kojiro estaba esperando obedientemente a Poseidón en su habitación tal y como le pidió el dios. Realmente quería evitar preocupar al dios yéndose sin decirle nada, ya bastante preocupado lo vio antes como para volver a cometer ese mismo error.
Estaba sentado en la camilla esperando cuando tocaron la puerta del cuarto. Sabía que no era Poseidón, así que pensó que Hrist tal vez estaba visitándolo.
—Pasa.
Pero no era Hrist. La mujer que pasó era una mujer joven y hermosa, con el cabello ondulado y oscuro, de ojos claros y rostro dulce. Tenía un vestido celeste y perlas decorando su cabello. Claramente ella no era humana, tenía una especie de aura divina que no podía ignorar.
—Disculpe, estoy buscando al señor Poseidón.
—Oh, salió hace un momento pero vendrá, puedes esperarlo aquí si quieres.
La mujer dudó un pequeño momento antes de asentir y cerrar la puerta de nuevo.
—Muchas gracias.
Ella parecía planear quedarse de pie en el medio de la habitación, así que Kojiro la invitó a sentarse en la silla al lado de la camilla.
—Por cierto, mi nombre es Sasaki Kojiro—se presentó dando una leve inclinación hacia ella.
Ella lo miró, devolviendo la inclinación antes de presentarse.
—Yo soy Anfitrite, reina de los mares y esposa de Poseidón.
Esposa de Poseidón.
Esto no era algo que Poseidón le hubiera contado. Él nunca le dijo nada de tener una esposa, una familia. Porque si tenía una esposa eso quería decir que tenía hijos, ¿no? Poseidón no podía ser tan ciego como para ignorar la belleza de esta mujer, seguramente habría caído por ella y hubiera hecho lo que todo hombre para tener hijos.
—Oh, ya veo, ¿esposa de Poseidón?—Kojiro asintió pensativo—Imagino que no debe ser un matrimonio sencillo, Poseidón no es el ser más comunicativo del mundo.
Anfitrite lo miró sorprendida por su comentario, como si nunca hubiera recibido esas palabras antes.
—Mm, no hablamos demasiado—ella asintió, Kojiro se esperaba algo así.
—Sí, es sorprendente que sea capaz de gobernar un lugar con esa actitud—Kojiro hablaba de manera despreocupada, con la confianza que tenía para hablar sobre Poseidón.
—¿Disculpa?
Anfitrite no parecía ofendida con sus palabras, sino sorprendida. Kojiro le sonrió amablemente.
—Tienes que reconocer que tiene un carácter bastante especial, y eso que no lo conozco tanto como tú. Seguramente tú lo conoces mejor que yo.
Kojiro se tragó la amargura de esas últimas palabras. Que estupidez, era obvio que un dios como Poseidón con esa belleza tendría una esposa hermosa. ¿Cómo esperaba él, un humano espadachín de apariencia anciana, luchar contra eso? Ya ni siquiera tenía las fuerzas suficientes para hacerlo.
—¿Especial?—Anfitrite rio suavemente, como si se reprimiera—No conoces ni la mitad de su carácter especial.
—Imagino que no es el dios más popular entonces.
—Al contrario, tiene muchas fans. Si debo ser sincera, solo su cara bonita lo salva, porque si es por actitud te juro que muchas dejarían de idolatrarlo. Su cara de muñeca de porcelana es su salvadora.
Kojiro rio por la comparación, principalmente porque no estaba errada. La cara de Poseidón en verdad parecía la cara de una muñeca de porcelana, con su piel pálida y fría, tersa y perfecta. También tenía el cabello rubio y los ojos azules, una imagen de perfección divina que cualquiera podría reconocer.
—No creo que Poseidón sea la muñeca de porcelana que me gustaría comprar. Su mirada de aburrimiento y odio me espantaría durante las noches.
Esta vez fue Anfitrite quien rio.
—Definitivamente nadie querría una muñeca maldita en su casa, por más bonita que fuera.
—Mm, no sería un mal título para él. Poseidón, Muñeca Maldita de los Mares.
Entonces ambos rieron por el estúpido chiste, divertidos imaginando a la muñequita Poseidón gobernando con manito dura todo su territorio.
Y fue así como los encontró Poseidón, riendo de la muñequita de los mares. Para su suerte, Poseidón no sabía de qué reían y Anfitrite se había puesto seria rápidamente como para disimular los chistes.
***
La reunión para aclarar reglas había sido demasiado larga y Kojiro realmente no creía que pudiera aportar demasiado más que su apoyo a la humanidad. Además había estado demasiado cansado como para decir algo, luego de recuperarse de su casi muerte, realmente estaba agotado. Sus heridas habían cerrado, pero eso no le quitaba el sentimiento de cansancio que invadía su cuerpo, como si hubiera estado meses recuperándose en el hospital. Así que apenas fue liberado, Poseidón lo llevó a su palacio submarino donde estuvo en un gran cuarto solo para él donde podía descansar.
El cuarto era hermoso con muebles blancos y dorados, alfombras redondas impecables, grandes ventanales y una enorme lámpara que colgaba del techo. Las ventanas daban al fondo del mar, donde se veían algunos peces pasar cerca del cristal. Pero aunque Kojiro realmente quería admirar el paisaje, no podía. Estaba tan cansado que apenas tocó la cama se quedó dormido y solo despertó veinte horas después. Sentado al borde de su cama, mirando hacia las ventanas, estaba Poseidón en silencio. Kojiro no movió un solo músculo, solamente admirando al dios que estaba sentado en su cama.
—¿La vista es buena?—preguntó Poseidón, Kojiro debió prever que el dios se daría cuenta de que se había despertado.
—Podría decirse que sí—respondió mientras se sentaba en la cama—. Los peces que se ven tienen colores interesantes.
Poseidón asintió, todavía dándole la espalda mientras miraba hacia las ventanas. Kojiro lo miró, el silencio del dios era algo normal, pero lo malo de eso era que la mente de Kojiro comenzaba a recordar eventos. La pelea, la decisión de meterse en la bruma negra para sacarlo de ahí sabiendo que Poseidón estaría en peligro, el tridente atravesando su vientre de lado a lado, su respiración tornándose suave y dificultosa, su torpe confesión, la perla blanca y brillante.
Mierda, era verdad, le había dicho a Poseidón que le gustaba. Sí, no se retrataría al respecto, pero eso no quitaba el hecho de que Kojiro se había confesado en un momento realmente crítico. Parecía ser que a Kojiro le gustaba el dramatismo. Qué vergüenza.
—Tenemos que hablar, Kojiro—dijo Poseidón girándose para mirarlo—. Sobre lo que pasó.
—Hablas de lo que dije mientras estaba...—Poseidón asintió, no necesitaba que completara la frase para entenderlo—No creo que haya mucho que decir.
—¿Es verdad? Lo que dijiste sobre que te gustaba.
Kojiro sentía el color subirse por su cara. No por la confesión en sí, sino porque se había visto todo tan dramático que le avergonzaba recordarlo.
—¿Por qué mentiría al respecto?
—Me refiero a si te gusto como...un interés romántico. Porque a mí sí me gustas de esa forma.
Ah, siempre tan directo Poseidón. Kojiro sentía su corazón latiendo con rapidez, su cara tan roja que quemaba. Pero dentro de su felicidad de ser correspondido, había algo más en su cabeza en ese momento.
—¿Desde cuándo te gusto de esa forma?—preguntó con verdadera curiosidad—Antes de que te fueras, no parecías ni siquiera interesado en mí. A pesar de que me escuchabas, parecías claramente disgustado con mi presencia. Aunque te hablara e hiciera de cuenta que no lo notaba, siempre lo hice. Por eso...aunque...me gusta tu atención y que tú...sientas esto por mí, me sigue pareciendo raro que sea así. En especial luego de lo que pasamos.
Poseidón bajó la mirada, frunciendo el ceño pensativo.
—No puedo estar seguro del momento preciso en que comenzaste a gustarme. Tal vez fue cuando empecé a prestar atención a lo que me contabas. Tal vez fue cuando comencé a sentir que tu presencia me agradaba. Tal vez fue cuando hiciste esa corona fea de flores que pusiste en mi cabeza. No lo sé, si debo ser sincero. Lo único que sé es que comenzaste a gustarme y yo no me había dado cuenta de eso hasta que fue tarde. El día que te fuiste, el mismo día que me comunicaron que la planta de Hades estaba lista, yo me había dado cuenta de que realmente había pensado en acompañarte al pueblo. Yo realmente pensé en ir contigo ese día, pero mis propias dudas sobre tu raza, sobre la mía, hicieron que no te respondiera nada y que posiblemente pensaras de manera errónea que no quería ir contigo—Poseidón hizo una pausa antes de retomar—. Fueron meses extraños para mí. No podía sacarte de mi mente, no sabía por qué y eso me molestaba. Nunca antes me había pasado algo así, por lo que hablé con Hestia al respecto. Ella me dijo que existe solo un ser capaz de romper la regla de perfección de los dioses. Y que mientras menos me cerrara a la idea, más fácilmente podría aceptarlo. No mintió. Fue una noche cuando me di cuenta de que me gustabas, de que quería conocerte más, de que realmente quería estar a tu lado, escuchar cada historia que tuvieras para contarme, acompañarte a cada pueblo que quisieras visitar, crear coronas de flores contigo, recibir cada regalo que quisieras hacerme. Yo...realmente quería una vida a tu lado—la mirada de Poseidón se oscureció entonces, como si los recuerdos hubieran invadido su mente—. Pero entonces regresé al lugar de siempre y no estabas. Te esperé pensando que irías a entrenar en cualquier momento, pero nunca llegaste. Pensé que se trataba de esos días en que no ibas a entrenar así que planee regresar otro día para verte. Pero entonces...encontré tu tumba y supe que ya no volvería a verte—Kojiro tomó su mano, viendo que la sombría mirada de Poseidón se calmaba poco a poco—. Durante cuatrocientos años, soñé con volver a verte. Soñaba contigo, en las pocas veces que dormía. Soñaba con compartirte mi vida, con hablar contigo sobre cualquier cosa que quisieras. Soñaba con viajar contigo, con que me ayudabas a buscar el primer colgante que me regalaste. Realmente creí que no volvería a verte, hasta el ragnarok—Poseidón apretó su mano, alzando la mirada para conectar con sus ojos—. Nunca había visto tu rostro, pero conocía muy bien tu voz, soñaba con ella siempre, así que no fue difícil reconocerte. Sin contar que tu nombre fue algo que quedó grabado en mi memoria...Kojiro, puedo entender que sea extraño este interés por ti luego de lo que te demostré, pero soy realmente sincero con mis sentimientos. Todavía nos queda un largo camino por recorrer juntos, nos quedan muchas cosas por conocer del otro, pero no me interesa nada de esto si no es contigo. Te quiero en mi vida Kojiro, en mi futuro, y espero que tú también lo quieras.
Si Kojiro tenía algo para decir era que no se había esperado estas palabras de Poseidón. Pero la verdad sea dicha, Kojiro realmente no podía decir nada al respecto. Había sido sorprendido de tal forma que no era capaz de decir nada. Su corazón latía desenfrenado. Poseidón no solo respondió su pregunta, sino que también abrió su corazón ante él y le confesó su punto de vista de lo que vivieron cuando todavía estaba vivo. Kojiro no se había esperado que Poseidón lo hubiera visto de esa manera, tampoco que hubiera soñado con él de la misma manera en que Kojiro soñó con Poseidón.
Fue tan inesperado y tan cálido que Kojiro solamente quería abrazar a Poseidón y esconderse entre sus brazos.
—Poseidón...—el humano se acercó al dios, uniendo sus frentes—yo...también te quiero en mi futuro.
De cierta manera, no fue inesperado lo que ocurrió después. Tal vez porque ambos lo deseaban, tal vez porque ambos lo quisieron durante cuatrocientos años o porque el humano con su habilidad lo predijo. No se sabía exactamente, pero lo cierto fue que no tomó por sorpresa a ninguno de los dos.
Kojiro cerró los ojos, sintiendo la frialdad y suavidad de los labios ajenos sobre los suyos. Un beso con el que habría fantaseado alguna vez, pero que creyó imposible. Un beso por el que esperó durante mucho tiempo.
La mano de Poseidón se posó gentilmente en su nuca mientras que Kojiro se sostenía de sus hombros. Sus labios unidos sin querer separarse y cuando lo hicieron, luego de que sus corazones fueran saciados, mantuvieron sus frentes unidas.
—Kojiro—suspiró Poseidón sonriendo feliz.
—Poseidón.
Ambos sonrieron, en una promesa silenciosa de no separarse nunca más.
***
Kojiro estaba seguro de que moriría. Y lo peor de todo esto era que Poseidón estaba ahí, a un costado, sonriendo divertido al verlo. Ese maldito dios estaba disfrutando de su sufrimiento como nunca antes.
—Sigue...riendo...y juro...que lo hago...—dijo Kojiro amenazante.
O tan amenazante como podía verse apoyado contra el borde del barco, completamente mareado y con ganas de vomitar. Ahora entendía por qué Poseidón dijo lo del vómito antes de irse. Esto no se parecía en nada a estar sobre una canoa o algo pequeño cruzando un pequeño río. Esto era demasiado diferente.
—No te atrevas o voy a enojarme—amenazó el dios pero Kojiro no podía tomárselo en serio si estaba sonriéndole de esa forma.
—Entonces haz algo para que no lo haga—regañó frunciendo el ceño, apoyado contra el borde sintiéndose al borde de la muerte.
Esto era peor que tener el tridente de Poseidón atravesándolo de lado a lado.
Poseidón rio, acercándose por detrás de Kojiro para abrazarlo por la cintura. El humano sintió el malestar mermar poco a poco mientras escuchaba a Poseidón tarareando la melodía que solía silbar.
—Que te marees con algo así es problemático—comentó el dios mientras seguía sosteniéndolo—. En especial si vas a ser el esposo del rey de los mares.
—Es hasta que me acostumbre—Kojiro frunció el ceño girándose para ver a Poseidón—. ¿Cómo hiciste para que el mareo pasara?
—Te compartí algo de mi poder, de la misma manera en que lo hice cuando te llevé a mi palacio. ¿No te pareció extraño que pudieras respirar abajo del agua y moverte con fluidez siendo solo un humano?
Ahora que lo pensaba, sí había sido extraño. Pero Kojiro había estado tan cansado y luego había aclarado sus sentimientos con Poseidón que no lo pensó demasiado. Realmente se había olvidado de ese detalle.
—¿Así tendrá que ser siempre?
—No, hay algo que puedes beber que te ayudará a respirar bajo el agua, pero no podrás moverte con libertad a menos que esté contigo.
—¿Y no hay algo que me lo permita sin necesidad de que siempre debas estar a mi lado? No me malentiendas, es solo que no creo que tengas demasiado tiempo libre como para salir conmigo siempre que yo lo quiera.
—Hay una forma, pero es arriesgado—Kojiro lo miró esperando que continuara—. Si bebieras unas gotas de mi sangre podrías moverte con libertad y respirar sin problemas.
—Pero es arriesgado porque... ¿soy humano?
—Sí. Hay posibilidades de que no te pase nada y seas más fuerte, como pasó con Hércules cuando bebió la sangre de Zeus. Pero también hay posibilidades de que mueras. La sangre de un dios es tóxica para un humano.
—Poseidón, no sé si lo recuerdas, pero yo ya estoy muerto—Kojiro rio, recibiendo un pellizco en el vientre por parte del dios.
—Sabes a lo que me refiero—Kojiro iba a responderle cuando Poseidón señaló hacia el frente—. Mira, estamos cerca.
Kojiro miró hacia donde le señalaba, viendo la isla a la que se dirigían. Sonrió pensando en que conocería Grecia al fin, aunque en la modernidad y con un dios haciéndole de guía y traductor. No sabía nada del idioma lo que seguramente complicaría su experiencia, sobre todo porque el único idioma que conocía era el suyo propio. Tal vez luego le pediría a Poseidón que le enseñara algunas palabras.
Kojiro acarició la mano sobre su vientre, viendo a la distancia la isla de Atenas de la cual Poseidón le había hablado. Recordaba que le había contado sobre el mito primero, donde él y su sobrina Atenea peleaban por esa isla ofreciéndole regalos a los atenienses para que eligieran el dios que sería su protector. El mito terminaba con Poseidón perdiendo y Atenea ganando. La realidad había sido muy diferente.
Para empezar, Poseidón no tenía una sobrina llamada Atenea, mucho menos tenía sobrinos nacidos de la cabeza de su hermano. De ser así, no serían tan inteligentes como la diosa que describían los humanos. Como fuera, la verdad era que las cosas no habían pasado así. Para empezar, Poseidón nunca peleó con nadie para ser el patrón o lo que fuera para los atenienses. Lo que ocurrió fue que dos dioses menores se hicieron pasar por él y otra por la famosa Atenea para realizar dicha competencia, donde ganó la falsa Atenea. Claro, para los humanos fue algo muy bonito la presencia de esos dos dioses en su territorio, pero para Poseidón fue una burla que alguien se hiciera pasar por él. Así que luego de que este dios perdiera, Poseidón mismo lo asesinó por robar su identidad para hacer algo tan indigno como esa competencia estúpida.
Aunque Kojiro consideraba que este dios era cruel, no dejaba de encontrar interesante la verdad detrás de los mitos griegos.
—¿Estarás bien rodeado de tantos humanos?
—Que no me agraden no quiere decir que voy a matarlos solo por verlos. Además eso arruinaría tu experiencia.
—Que considerado—dijo sarcástico Kojiro rodando los ojos.
Poseidón sonrió y se apoyó en su hombro, viendo la isla de Atenas junto con él.
Kojiro estaba ansioso por conocer el mundo al lado de Poseidón.
Título del capítulo parte de la canción More than a feeling de Boston
*Me quedaba aclarar algo que no llegué a hacer creo que en el capitulo 24. La perla de Kojiro no llega a la bolsita de Poseidón de milagro. En el momento en que ambos se despedían, Kojiro dejó disimuladamente la perla dentro de la bolsa porque creía que al hacerlo la hermana de Poseidón, tendría alguna especie de hechizo protector y como Kojiro no iría a la batalla, entonces priorizó el bienestar de Poseidón.
Lamento la demora, realmente quería traer los extras antes pero entre trabajo y algunas cosas en casa se me complicó continuar escribiendo estos extras. Por el momento traeré los extras de esta pareja, que son tres partes, y el de la esposa de Zeus uwu
Para los que no sepan, en mi instagram y mi X están abiertas las comisiones si alguien desea alguna historia, pueden ver ahi los detalles al respecto
Nos vemos mañana con la segunda parte uwu
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