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Capítulo 6

Capítulo 6

The second tea cup

Diario de Jack

9 de agosto de 1894

Querido diario:

Hoy de nuevo he visto al señor Hércules. Como siempre ocurre en su presencia, me sentí muy feliz y complacido. Sus colores son brillantes y tan hermosos como los de mamá. Nunca me trata mal, como los demás hombres, y siempre me sonríe y me habla con amabilidad. Cuando estoy con él, paseando por las calles de Londres, nadie se atreve a tratarme mal ni a insultarme. Me siguen mirando feo, pero temen al señor Hércules así que nunca me dicen nada.

¡Me encanta poder disfrutar con el señor Hércules de los paseos por las calles de Londres! ¡Desearía que fuera así por siempre!

Luego de eso, me despedí de él para llevar la comida que el señor Hércules me compró. Todavía no creo que sea momento de presentarle a mamá. Me gustaría que mamá lo conociera, seguramente se enamoraría de él. El señor Hércules es muy bueno y mamá necesita a alguien tan bueno como él. Estoy seguro que la haría muy feliz. Quiero que mamá sea feliz.

Por lo que hablo con el señor Hércules, no parece tener esposa ni hijos esperándolo en casa. Me habla de una familia numerosa, pero nunca habla de matrimonio, así que posiblemente solo tiene muchos hermanos. Yo no tengo hermanos, pero me gustaría tener un hermano como el señor Hércules.

Oh, casi lo olvido. ¿Recuerdas cuando te conté que leí sobre mitología romana y que ahí aparecía un héroe llamado Hércules? Le conté al señor Hércules sobre él y le pregunté si sus padres le pusieron ese nombre por el héroe romano de la mitología. El señor Hércules me miró raro y sonrió incómodo antes de decirme que sí había sido por eso. No sé qué tiene de raro, posiblemente le resulta vergonzoso su nombre. Pero para mí le va muy bien, después de todo el señor Hércules es tan grande como describen al héroe de la mitología. Ser así de grande y fuerte debería ser motivo de orgullo. Quizás sea algo de su familia, no lo sé, solo espero que su nombre no le incomode o me sentiré mal cada vez que lo llamo.

Tal vez le pregunte la próxima vez que lo vea.

21 de agosto de 1894

Querido diario:

Hoy hemos pasado la tarde con el señor Hércules en un parque. El sol era agradable y el ambiente era perfecto para perder el tiempo en una conversación. Le conté al señor Hércules sobre Shakespeare y cuanto amo sus historias. Él me escuchó atentamente y me hizo preguntas para que siguiera hablándole más sobre mis historias favoritas. Le conté que no podía decidirme por una y que me gustaban todas por igual, así que me preguntó por todas ellas y me decía que era un niño muy inteligente por memorizar varias partes de tantos libros.

Me gusta mucho pasar tiempo con el señor Hércules. Sus colores son tan brillantes y hermosos, me siento en paz cuando estoy a su lado.

Deseo nunca separarme de él.

1 de septiembre de 1894

Querido diario:

No ha pasado nada interesante estos días, al menos nada que deba escribir. Solamente he estado con dudas rondando mi cabeza. Hace días que no dejo de pensar en el hecho de presentarle al señor Hércules a mamá. El burdel no es un buen lugar para llevar al señor Hércules, pero me hace mucha ilusión que conozca a mi madre. Mi madre es la mujer más hermosa del mundo entero, alguien como el señor Hércules seguramente se sentiría privilegiado por conocer a una mujer como mamá.

Pero sigo dudando de tomar esta decisión. El burdel es un lugar donde constantemente las mujeres están trabajando, no quisiera que el señor Hércules conozca a mamá en uno de esos momentos donde mamá está con un cliente. Me avergonzaría mucho. No creo que a mamá le gustara que pasara algo así.

Tengo miedo de que al señor Hércules no le guste mamá por eso.

10 de octubre de 1894

Querido diario:

Lo siento por no escribir en ti durante tanto tiempo pero han ocurrido cosas que me han destrozado mi corazón.

Finalmente después de tantas dudas presenté al señor Hércules con mamá. Pero el día que lo llevé, mamá se había entristecido porque el hombre del cual se había enamorado hacía trece años la había traicionado. Mamá estaba realmente devastada y el señor Hércules, al ver su estado, se quedó conmigo para hacerme compañía. Le pedí que se quedara afuera mientras yo intentaba consolar a mamá. Fue cuando todo se fue cuesta abajo.

Mamá se enojó. Se enfureció. Estaba tan devastada que dejó salir sus verdaderos colores. Entendí por qué fui el único hijo que tuvo. Solo era un seguro para ella, algo que la ataba al hombre del que estaba enamorada.

Sus colores brillantes no eran por amor. Era solo su esperanza de volver a estar en brazos del hombre al que amaba. No me amaba, solo me usaba.

Mamá se enojó tanto que comenzó a lanzar los libros que yo tanto amaba. Uno me dio en la cabeza, pero no sentí dolor. Era imposible sentir más dolor del que estaba sintiendo.

Fue entonces que el señor Hércules intervino y se puso en medio de ambos, deteniendo a mamá en su desenfreno y diciéndole lo poco digna que era como madre. La llamó una mujer indigna, no por ser una prostituta, sino por el hecho de despreciar a su propio hijo.

Antes de darme cuenta, el señor Hércules me llevó lejos del burdel y me dijo que vivir ahí solo me causaría más dolor. No recuerdo mucho lo que pasó en el camino, solo sé que al llegar a la casa del señor Hércules, él me abrazó y me dijo que no hiciera caso a nada de lo que mamá había dicho. Dijo que yo era un niño maravilloso y que él agradecía al universo porque yo estuviera vivo y me hubiera conocido.

Lloré en brazos del señor Hércules como nunca pensé hacerlo antes. Dejé que el dolor por las palabras de mi madre se fuera con cada lágrima que derramaba. El señor Hércules me sostuvo todo el tiempo, incluso cuando me estaba quedando dormido.

Estoy viviendo en su casa desde entonces. Su casa es muy bonita y la señora Megara, su ama de llaves, es igual de dulce que él. Ella me enseña filosofía, etiqueta y aritmética. Nunca antes había sido educado, pero ella es muy paciente y no quiero decepcionarla, me esfuerzo en aprender todo tan rápido como me es posible.

La vida aquí es muy diferente, pero me gusta. No sé qué sentir respecto a mamá. Todavía la amo, pero me duele no haber significado nada para ella, cuando ella lo era todo para mí. Duele que ella nunca me haya amado, sin importar todo lo que hice por ella.

¿Por qué no fui suficiente? ¿Por qué mi amor no significaba nada para ella?

Hay noches donde no dejo de llorar. El señor Hércules o la señora Megara, cuando me descubren, me abrazan fuerte y se quedan conmigo hasta que el dolor pasa. Me gusta mi nueva familia, pero no puedo dejar de extrañar a mamá. A veces sueño con sus abrazos, con sus sonrisas, con su preocupación cada vez que llegaba herido. Pero entonces, al despertar, recuerdo sus palabras, su arrepentimiento al tenerme, su furia al ser un medio inútil para tener al hombre que amaba.

Su color era falso. Su brillantez era falsa o, al menos, nunca fue dirigida a mí. Yo no significaba amor en su vida, sino esperanza. No esperanza de tener un futuro mejor para mí, sino esperanza de estar con el hombre que amaba.

No era nada para ella. No soy nada para ella.

Hasta hoy, no he vuelto a verla. Cuando salimos a comprar cosas con Megara, no la veo por ninguna calle. Incluso cuando pasaba cerca del burdel tampoco podía verla por ningún lado.

Creo que es lo mejor. Realmente...no quiero ver ese horrible color en ella de nuevo. El color al que había estado acostumbrado antes de que el señor Hércules llegara a mi vida.

No quiero ver ese color en mamá.

No quiero ver más ese color dirigido a mí. Quiero quedarme con los colores del señor Hércules y la señora Megara.

Ya no quiero más dolor.

13 de noviembre de 1894

Querido diario:

Hoy vi a mamá comprando algo en la panadería. Estaba esperando a la señora Megara afuera de una tienda de ropa. Mamá me vio, sé que supo quién era. Yo cerré los ojos porque vi su color comenzar a transformarse en un color horrible. No quería verlo más en ella. No ese color.

Cuando abrí los ojos, mamá no estaba más ahí. Se había marchado. Cuando la señora Megara salió se preocupó al verme llorando. No fui capaz de decirle nada, pero creo que ella se dio cuenta. Volvimos a casa para preparar el té. La señora Megara me enseñó a preparar té y me habló de los distintos tipos que había. Me contó historias de sus orígenes y creo que eso sirvió para distraer mi mente entristecida por el rechazo de mamá.

No quiero que su rechazo me duela más. Quiero ser feliz con el señor Hércules y la señora Megara.


Proximo capitulo: 7/6

Nos vemos! besos :D

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