Capítulo 4
Capítulo 4
Promise me a place in your house of memories
El Ragnarok no era algo que emocionara a Poseidón. Si tenía que ser sincero, realmente le parecía una estupidez. Independientemente de si los humanos eran capaces de ganarles o no, la simple idea de una lucha ya era fastidiosa y molesta. Pero como parte de los dioses más fuertes, tenía que participar de esa basura y lograr una victoria para los dioses. Para un montón de inútiles buenos para nada que solamente sabían adularlos para ganar favores. Solo eran gusanos inservibles que hacían bulto en el Valhalla.
Proteo lo había seguido mientras Poseidón caminaba por el pasillo que daba lugar a la entrada de los dioses a la arena.
—Mi señor, sé que debe representar a los dioses en esta batalla, ¿pero es necesario que participe de esto? Claramente no es de su agrado rebajarse a luchar contra un humano.
—Reglas son reglas. De todas formas, terminará antes de que nos demos cuenta—dijo Poseidón sin voltearse a mirar a Proteo—. Ahora regresa, debo seguir solo.
—Sí, mi señor.
Obedientemente, Proteo se regresó en sus pasos mientras Poseidón continuaba avanzando por el extenso pasillo hasta llegar a la puerta que llevaba a la entrada a la arena. Otro pasillo oscuro se abrió ante él y Poseidón esperó a que Heimdall terminara con la estúpida presentación antes de tener que ingresar.
La puerta se abrió, dejando entrar algo de luz y una gran cantidad de agua con la que habían llenado alrededor de la arena. No sabía si era un detalle o su hermano había querido darle ventaja con eso. Una estupidez, con su tridente sería suficiente para matar al humano.
De un pisotón en el suelo, las aguas se abrieron ante él para dejarlo entrar. Como dios del mar, era capaz de controlar cualquier masa de agua que tuviera cerca. Era parte de su especialidad y una de las razones por las cuales le habían dado el título. Muchos humanos creía que primero había obtenido el título y después los poderes, pero la verdad era al revés. Si Poseidón fue elegido rey del mar, fue por sus habilidades para controlar cualquier superficie acuosa presente.
Avanzó hasta subir a la arena, donde todos se quedaron en silencio, sin atreverse a decir una sola palabra.
—Hmp, gentuza—murmuró indiferente.
Tan pronto terminó su presentación, Heimdall continuó con el de su contrincante, un humano que duraría un suspiro frente a su tridente. Por más fuerte que el humano fuera, no sería rival para él, cuya rapidez y fuerza eran sin dudas superiores a las de cualquier humano.
Una raza inferior como la de ellos no eran rivales para los dioses.
Escuchaba al humano acercarse en un pequeño barco hasta la arena porque, por supuesto, no podía abrir las aguas como él. Poseidón no se molestó en mirarlo, después de todo, él no miraba a los seres que consideraba inferiores a él. Solo miró hacia un costado, escuchando el palabrerío de Heimdall, el cual hablaba de las nulas hazañas de su oponente.
A comparación de Poseidón, su contrincante solo era un perdedor que nunca había ganado una pelea. Bien, no ganaría esta tampoco. Y lo peor sería que moriría atravesado por su triden...
—¡Sasaki Kojiro!
El tren de pensamientos asesinos de Poseidón se detuvo abruptamente, chocó contra una pared de recuerdos y se desmoronó lentamente. Un recuerdo tras otro llegó a él, la voz de un joven que le hablaba de todo lo que se le cruzara por la cabeza, la sombra de un joven que entrenaba con una espada para hacerse más fuerte.
Un chico que le había hecho una corona de flores y la había colocado en su cabeza.
La corona de flores fue depositada suavemente sobre su cabeza. Poseidón frunció el ceño, sintiéndose ridículo con esa cosa sobre él.
—Ya, no pongas esa cara, la corona de flores te queda muy bonita—dijo Kojiro, quitándole rápidamente la corona de la cabeza—. Bien, tú ganas, nada de coronas de flores para ti.
Un chico que le había hecho un colgante que desechó por considerarlo basura y el cual luego terminó buscando sin éxito.
Miró el colgante rudimentario y barato, frunciendo el ceño ante la horrible obra de este humano.
—No lo veas así, no es tan feo como los primeros que hice—el humano rio suavemente—. Es un regalo de mi parte, creo que te sienta bien. Mm...creo que ya es hora de irme, recuerda no volver tan tarde a casa, amigo.
Un chico que le traía comida que nunca comía.
La fruta que encontraba en el camino era deliciosa y fresca, seguramente le gustaría. Pero cuando el humano vio que no tocó nada de lo que llevó, no se decepcionó, en su lugar llevó cosas nuevas. Nada de eso fue comido por Poseidón.
Un chico que le habló de su pasado, de sus sueños.
Una suave risilla sonó junto con las olas de mar.
—¿Tú caminarás a mi lado o te irás por un rumbo diferente, amigo?
Un chico que hablaba cada día con más confianza cuando se dio cuenta de que lo estaba escuchando.
—Lo he conseguido. ¿Recuerdas que te conté sobre el espadachín que me encontré? He logrado ya avanzar lo suficiente como para lograr acercarme a él...
Un chico que esperaba que aceptara su invitación para ir juntos a un pueblo.
—Me iré mañana a un pueblo del norte, no estaré por aquí por al menos cuatro días. Yo... Puedes venir conmigo si quieres, no me molestaría mostrarte el pueblo, después de todo ya lo conozco.
Un chico por el cual regresó cuando ya era demasiado tarde.
Sasaki Kojiro.
Su corazón latió con fuerza, de una manera en que nunca le había pasado, y aunque no demostraba nada por fuera, por dentro su mente y corazón eran un caos. Un revoltijo de recuerdos y emociones, calidez y añoranza a partes iguales.
Por más de cuatrocientos años, Poseidón solo pudo soñar con Kojiro, el único lugar donde permanecía con vida. Solo pudo soñar con la posibilidad de volver a verlo y hablar con él, a pesar de que en sus sueños nunca era capaz de ver la cara de Kojiro. Lo único nítido de él era su espalda, lo único que vio Poseidón la única y última vez que vio a Kojiro. Su voz era también lo que más claro tenía en sus sueños.
Soñó con su voz por siglos. Soñó con la posibilidad de volver a sentarse a su lado y hablar sobre cualquier cosa que el humano quisiera. Soñó con verlo entrenar. Soñó con él casi cada noche.
Soñó con la oportunidad de volver el tiempo atrás y cambiar sus propios errores.
Sin embargo, ahora mismo frente a él, estaba Sasaki Kojiro. Un espadachín al que debía asesinar para ganar un punto a favor de los dioses. Un humano al que debía destruir, al que había pensado en destruir.
Poseidón pensó por un instante que todos los dioses podían irse a la mierda. Y entonces...tuvo que evitar el ataque de Kojiro.
La espada descendió, pasando cerca de su cuerpo. Poseidón pensó en mover su tridente para quitarle la espada de la mano al humano. Pero entonces, en un movimiento poco común, la espada volvió a subir y Poseidón tuvo que hacerse hacia atrás otra vez. Sin embargo, la espada cortó un mechón de su cabello.
Como si eso le importara.
Ya despierto de su trance, Poseidón miró a Kojiro por primera vez en su vida.
—Al fin nuestras miradas se cruzan, muchacho—dijo Kojiro.
Y su voz no era la misma de sus sueños, pero era la voz de Kojiro. Había un cambio en ella, un cambio que solo la vejez podría otorgarle. Una vejez que extrañamente había adquirido a pesar de haber muerto joven.
El hombre frente a él no tenía el cabello largo y oscuro como el de sus recuerdos, sino que tenía el cabello plateado por las canas. Su rostro tenía arrugas y lo que se veía de su pecho y brazos estaba lleno de cicatrices. La mirada de Kojiro era desafiante y claramente se veía emocionado por la pelea. Sus ojos eran marrones, iguales a los de cualquier japonés que Poseidón llegó a conocer. Pero sus ojos eran diferentes, tenían algo diferente que le gustaba a Poseidón. Su sonrisa tenía algo, una pizca de picardía y ternura, calidez y travesura, que removía algo en su pecho.
No era el Kojiro que había conocido claramente, pero Poseidón no veía mucha más diferencia que las arrugas y el cabello plateado. Fuera de eso, Kojiro seguía siendo el mismo chico que había conocido hacía cuatro siglos atrás. Su sonrisa debía ser la misma que en antaño y su mirada no variaría en mucho.
Era el joven japonés que se acercaba casi cada día a él para hablarle de sus cosas, incluso si nunca recibía respuesta. Poseidón lo recordaba vívidamente.
Solo que no sabía si Kojiro podría recordarlo a él.
No había motivos para que Kojiro lo recordara al verlo. Poseidón, en aquel momento, estaba vistiendo otra piel muy diferente a la verdadera. Sus rasgos, su altura, su cuerpo, todo cambiaba completamente por lo que Kojiro no tenía forma de saber que se trataba de él. Tampoco sería capaz de reconocer su voz porque Poseidón nunca antes le había hablado. Tampoco conocía su nombre.
Kojiro no tenía nada para recordar a Poseidón, más que una piel falsa y su silencio. Mientras que Poseidón todavía había tenido la voz y el nombre de Kojiro para reconocerlo. Incluso el humano llevaba puesta la prenda roja y dorada que había visto por única y última vez en él. Para llevarla hoy, eso debía tener su historia y Poseidón quería conocerla.
No había razón para que el humano se acordara de alguien que posiblemente no significó nada en su vida. Tampoco debería haber razón para que Poseidón lo recordara después de cuatro siglos.
Pero había y no podía hacer nada contra eso.
—¿Q-qué pasa? Poseidón solo se ha quedado mirando al humano sin hacer nada—dijo Heimdall sacando al dios de sus pensamientos.
El lado de las gradas de los dioses comenzó a cuchichear al respecto, intentando ser lo más silenciosos posibles para no despertar la ira de Poseidón. No era como si Poseidón los estuviera escuchando.
Recobrando el presente, Poseidón pensó en el hecho de que todavía tenía que luchar contra Kojiro en esta lucha donde uno de los bandos tenía que ganar. Los dioses ya llevaban perdiendo dos rondas, no podía perder esta tercera.
La cuestión era...que no estaba interesado en ganar.
Kojiro parpadeó confundido, todavía sosteniendo su espada con ambas manos.
—Hey, chico, ¿estás bien?
El rostro confundido de Kojiro era adorable. Incluso estando en una pelea a muerte, se detenía por el estado de su contrincante.
Hay veces en que nuestro corazón coincide con el de alguien más de tal manera en que un lazo se torna inevitable...
Kojiro bajó la espada, saliendo de su posición de combate mientras lo seguía mirando confundido por su silencio. Los demás seguían cuchicheando en las gradas, pero a Poseidón no le importaba lo que decían.
Y esas coincidencias no respetan tiempo ni condiciones...
Los gestos de Kojiro eran dulces. La imagen del pasado, de Kojiro más joven, con el cabello negro y la piel más tersa se superpuso con el actual. El Kojiro que conoció, el humano que lo acompañaba en la playa, y el espadachín que tenía hoy aquí.
Simplemente suceden y no hay nada que se pueda hacer para evitarlas...
Hestia, su hermana, ¿lo estaría viendo desde las gradas? ¿Ella se daría cuenta de quién era este humano para él?
Poseidón quería decirle Hermana, tenías razón, este hombre es quien rompió la regla de los dioses en mí.
Movió el tridente, haciendo que Kojiro volviera a ponerse a la defensiva. A pesar de que no quería ganar, todavía quería luchar contra Kojiro para saber qué tanto había mejorado.
Comenzó con ataques suaves o lo que se podía considerar suave. La idea era probar al humano, no matarlo. La espada de Kojiro era veloz, el humano podía predecir sus movimientos de manera eficaz. La velocidad de Poseidón no alcanzaba la máxima, pero era más veloz que cualquier otro humano y aun así Kojiro era capaz de protegerse de sus ataques.
Al final de los ataques, Poseidón regresó a su lugar como si nada hubiera pasado, mientras que Kojiro respiraba agitado. Solo entonces, notó una herida en el brazo del humano. Poseidón miró su tridente, donde un hilo de sangre roja y espesa descendía.
—¡Solo miren a ese humano tonto! ¡Ya está cansado y apenas intercambiaron golpes!—dijo un dios menor en las gradas.
—¡No es rival para el Dios de Dioses!
—¡Vas a morir, tonto humano debilucho!
—¡Al fin un punto para los dioses!
—¡Mátalo, Dios de Dioses!
—¡Hazlo, Dios de Dioses!
—¡DDD! ¡DDD!
Las voces de todas esas basuras que vitoreaban pronto se callaron cuando Poseidón se giró a mirarlos, harto de sus voces y de sus palabras. ¿Matar? Él no iba a matar a Kojiro, por más que lo pidieran. Si tanto querían que matara a alguien, podía matarlos a ellos.
—Parásitos inútiles—dijo molesto.
—Maldición, das mucho miedo. ¿Por qué no aceptas las ovaciones de tus seguidores?—dijo Kojiro sorprendido con su actitud.
—¿Seguidores?—no eran seguidores, eran lamebotas—Los dioses no se agrupan con otros. Los dioses no conspiran. Los dioses no confían en los demás. Así es como un dios debe ser. Somos seres perfectos desde el principio. Los seguidores son completamente innecesarios para los que ya han alcanzado la perfección.
Además, tener divinidades como esas apoyándolo no era nada bueno. Estas divinidades solo querían ganarse su favor para escalar más alto simplemente porque eran incapaces de hacer algo por su cuenta. Eran debiluchos imbéciles, parásitos molestos que Poseidón detestaba.
Los dioses no confiaban porque no existían criaturas en las cuales confiar. Solo excepciones, tal y como Hestia le había dicho.
Kojiro pareció pensar en sus palabras.
—¿Así son los dioses?—preguntó bajando la mirada, una sonrisa compasiva surgió en su rostro—Je...Que existencia...más triste...
Qué existencia más triste...
Poseidón recordó estos cuatrocientos años, soñando con alguien a quien creyó que jamás volvería a ver. Extrañando la presencia de alguien a quien no había valorado. Alguien que le sonreía a pesar de que no recibía una sonrisa de nuevo, ni siquiera una palabra o un gesto considerado de su parte.
Cuatro siglos recordando una voz sin rostro. Cuatro siglos viendo a Kojiro solamente a través de sueños, sin volver a sentir la calidez en su pecho que la presencia del humano había traído a su vida.
Poseidón sonrió.
—Sí, tienes razón—respondió.
La perfección impoluta era, de por sí, triste. Vivir en ella solo aseguraba una vida triste y vacía.
El destino de los dioses como Poseidón solo podía hallar perfección y luz cuando encontraba a ese capaz de destruir la regla de perfección.
Pensando en que distraerse más no serviría de nada, Poseidón consideró continuar con la pelea. Al menos dar unos golpes más para buscar la forma de terminar sin que ninguno de ellos muriera.
Mientras acomodaba el tridente para atacar, comenzó a silbar. La melodía recordó que la había escuchado de Hades hace muchos, muchos años. Por algún motivo, quedó en su memoria y terminó por usarla. Dependiendo del momento, podría simplemente no significar nada o significarlo todo.
Con el tridente ya acomodado para atacar, Poseidón se lanzó hacia Kojiro. No fue una velocidad extrema, era la que venía manejando en la batalla, y su fuerza seguía siendo controlada. Sin embargo, el humano no reaccionó y, al ver esto, Poseidón detuvo su ataque cuando el tridente estaba a centímetros del torso de Kojiro.
El humano lo veía sorprendido, sus ojos abiertos tanto como le era posible mientras el agarre en su espada se volvía débil.
—Tú... ¿eres....?—la voz del humano era titubeante y Poseidón lo miró con duda—El chico de la playa...que siempre estaba ahí. Sin hablarme....sin mirarme... ¿eras tú?
El tridente de Poseidón bajó, saliendo en su posición de batalla, mientras miraba con sorpresa al humano.
Kojiro no había tenido ni una voz ni una cara para recordarlo, ¿entonces cómo...?
Y se dio cuenta. Hubo días, en la playa, en la que él silbó la misma melodía que había silbado antes. Si Kojiro lo escuchó, posiblemente quedó en sus recuerdos.
Poseidón no entendía cómo Kojiro recordaba su silbido incluso después de cuatrocientos años. Pero, ¿no recordaba Poseidón la voz y la risa de Kojiro incluso después de tanto tiempo?
Saliendo de su sorpresa, Poseidón sonrió.
—Hola de nuevo, Kojiro.
Sasaki Kojiro pareció sorprenderse aún más, pero esa sorpresa no duró mucho y pronto hubo un brillo cálido en sus ojos. Su sonrisa creció, su postura se destensó y hubo una risa saliendo desde su pecho que le recordó al joven Kojiro que Poseidón conoció en una playa de Japón hace cuatrocientos años.
—Hola de nuevo, amigo—respondió Kojiro.
Poseidón miró su sonrisa, tan dulce, amable y jovial. Sus ojos brillaban con calidez y ternura y le dedicaban una mirada que lo hacía sentir en casa. Poseidón tenía un enorme palacio, muchos sirvientes, por lo que podría decirse que tenía un hogar permanente. Pero todo le había dado igual siempre, tenía un techo lujoso sobre su cabeza, era lo único importante. El sentimiento de hogar no era algo que se hubiera cruzado en su mente nunca, quizás porque nunca lo había sentido. Pero la mirada de Kojiro lo hacía sentir así, incluso si nunca antes se sintió en casa.
—Q-qué... ¿Qué está pasando en la arena? ¿Acaso Poseidón y el humano Sasaki Kojiro ya se conocían?
Poseidón ignoró las estupideces que salían de boca de Heimdall y, en su lugar, se concentró en Kojiro.
—Kojiro, tenemos una batalla que continuar. Me gustaría saber qué tanto has estado entrenando durante este tiempo.
Kojiro rio, volviendo a ponerse en posición de combate.
—Bien, deja que te muestre lo que he aprendido, Poseidón.
Retomando sus posiciones, ambos se colocaron a la defensiva y retomaron los ataques. El tridente chocaba contra la espada, siendo repelida con cada golpe. Lo mismo pasaba con la espada, la cual era rechazada por el tridente con cada golpe que le daba. La rapidez de Kojiro no era para menospreciar, sin problemas estaba llevando su ritmo, cambiando la espada de posición con una rapidez envidiable. Poseidón admiraba cada golpe y cada movimiento de Kojiro. Un humano incapaz de rendirse a pesar de las circunstancias, mejorando con cada día que pasaba, con cada minuto que luchaban juntos.
La emoción hizo que Poseidón aumentara la velocidad de sus ataques, queriendo probar el límite de Kojiro. Sin embargo, no contó con que a pesar de que Kojiro fuera capaz de prever su ataque, no sería capaz de evitarlo. Y así, el tridente cortó su carne al costado del abdomen. La sangre salpicó el suelo y empapó la ropa de Kojiro. El filo de su tridente brilló con la sangre del humano goteando de ella.
El cuerpo de Poseidón se paralizó, viendo la herida sangrante en el cuerpo del humano. Una piedra alta, con el nombre de Kojiro, golpeó su mente con fuerza.
Se alejó dando dos pasos hacia atrás, mientras Kojiro se sostenía la herida, silbando adolorido.
—Eso sí que dolió—sonrió, como si intentara restarle importancia.
Poseidón no podía hacerlo. Se negó a moverse, incapaz de hacer algo más que pudiera dañar a Kojiro.
El humano levantó de nuevo la espada para atacar. Poseidón siguió sin moverse y el filo de la katana cortó su mejilla. Esta vez fue Kojiro quien se detuvo, dando un paso hacia atrás.
—Tú... ¿por qué no te defiendes?—Poseidón no respondió, solo miró la herida en el cuerpo del humano—No es para tanto, todavía puedo luchar. ¿O acaso me estás subestimando, Poseidón dios del mar?—Kojiro sonrió, desafiante y divertido.
Pero la sangre que salía de su cuerpo no estaba divirtiendo a Poseidón. Quizás fue su falta de reacción lo que hizo que Kojiro comenzara a atacarlo con su espada. Se defendió de los ataques, pero se creía incapaz de usar su velocidad de nuevo.
Fue de esta forma en que Kojiro, con un movimiento de su espada, consiguió quitarle el tridente de la mano y arrojarlo a otra parte de la arena. Poseidón miró su arma que había quedado hacia un costado. No era necesaria para defenderse, su poder con el agua sería suficiente para defenderse de Kojiro. Sin embargo, la herida de Kojiro seguía sangrando y de seguir así, el humano podría terminar muriendo.
Poseidón no dejaría que eso pasara otra vez.
Kojiro se lanzó hacia él para atacarlo con su espada. Poseidón alzó sus manos y...
—Me rindo—dijo deteniendo súbitamente a Kojiro.
Toda la arena quedó en un silencio sepulcral, como si nadie pudiera creer lo que estaba escuchando. Kojiro lo miró con sorpresa mientras Poseidón continuaba con ambas manos en el aire, intentando imitar el gesto que sabía que hacía Kojiro cuando se rendía.
—S-señor P-Poseidón—dijo Heimdall saltando a la arena para acercarse a él—, ¿usted está seguro de...?
—Me rindo—reafirmó Poseidón mirando a Heimdall a los ojos.
El pequeño dios retrocedió y saltó de nuevo a su plataforma, desde donde había estado narrando la pelea.
—C-como Poseidón se rinde, entonces el ganador de esta tercera ronda es ¡Sasaki Kojiro!
Las gradas del lado de la humanidad comenzaron a vitorear de felicidad, Poseidón las ignoró completamente para ir por su tridente.
—Oye, espera chico, ¿por qué te rindes? Sé que podías seguir luchando—dijo Kojiro.
Poseidón se dio la vuelta, regresando con su tridente en mano.
—Me superaste, no había necesidad de seguir luchando.
—¿Qué? ¿Cómo podría ser eso...?—Kojiro se detuvo, como si pensara en algo, antes de reír al darse cuenta—Ah, así que así se sintieron mis oponentes cuando yo me rendía. Bien hecho, muchacho, en verdad es frustrante...ups—Kojiro se sostuvo la herida que seguía empapando su ropa.
Su espada dejó de ser un arma y se transformó en una mujer que sostuvo a Kojiro cuando este se tambaleó.
—Tienes que ir a la enfermería, hay que atender tu herida antes de que empeore, Kojiro—dijo ella con una voz suave y preocupada.
—Ah, señorita del palo de secar, muchas gracias por su ayuda.
Como siempre, Sasaki Kojiro tan amable. Poseidón se acercó a ellos, llamando la atención de la valkiria quien parecía tensarse un poco.
—Yo cargaré a Kojiro, guía el camino hacia la enfermería—le dijo a la valkiria.
Ella dudó un poco en alejarse del humano, pero fue el mismo Kojiro quien asintió dándole permiso. Ella asintió también y dio un paso hacia el costado. Poseidón entonces se acercó a Kojiro y pasó una mano por su cintura, del lado contrario de la herida, para que no hiciera demasiado esfuerzo al caminar. De un pisotón abrió las aguas del lado de la humanidad y la valkiria caminó para guiarlos hacia la enfermería.
—Tiene sentido ahora que siempre hayas estado en la playa—comentó Kojiro mientras avanzaba con Poseidón sosteniéndolo.
Poseidón sonrió.
—Soy el dios del mar, ¿qué esperabas?
—La verdad...me había esperado a alguien con escamas y cola de pescado—Kojiro torció la boca pensativo—. La dieta japonesa se basa en muchos animales acuáticos... ¿acaso es probable que me haya comido a un primo tuyo?
Poseidón se detuvo un momento en su caminar, mirando a Kojiro. Pensó que estaba bromeando con él, pero entonces se dio cuenta de que la pregunta de Kojiro iba muy en serio. La seriedad de la pregunta tonta había causado que una risa saliera de Poseidón casi sin evitarlo.
—Idiota—dijo retomando su camino—, vives en tierra y no por eso eres primo de un cerdo.
Kojiro entonces rio, quejándose al final por la herida.
—Tienes razón.
Poseidón sonrió, sintiendo un alivio que nunca antes había sentido mientras seguía a la valquiria hacia la enfermería.
***
El resultado de la batalla fue algo que tomó por sorpresa no solo a Brunhilde, sino también a los dioses. Haber visto al Dios de Dioses rendirse de esa manera ante un humano, había sido algo inaudito. Incluso para Zeus, su hermano menor, haber visto a Poseidón comportarse de esa manera fue algo inesperado.
Brunhilde no sabía si esta suerte de los humanos continuaría en la cuarta ronda del ragnarok. Solo podía rogar porque esta fortuna siguiera con ellos o, de lo contrario, todo este esfuerzo y sacrificio podría ser en vano.
Nadie sabía lo que los dioses serían capaces de hacerles a los luchadores humanos si ganaran. Brunhilde prefería no tener que averiguarlo.
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El título del capítulo es parte de la canción: House of memories de Panic! At The Disco
Claramente la canción esta relacionada con Poseidon y Kojiro, es muy bonita, si pueden escucharla haganlo
Y sí, como muchos dedujeron, Kojiro reconoció a Poseidón por su silbido. Sinceramente ame escribir este capitulo y cada escena de estos dos. Me gusta escribir a Poseidon como alguien sensato y no un salvaje violador que por poco y se expresa con gruñidos y tridentazos. Con todos los años que tiene y la fama de un gran dios y rey, si se comporta así, no es más que un idiota para mí
Kojiro recuerda el silbido porque, obviamente, Poseidón fue importante para él. La idea es traer en los extras el punto de vista de Kojiro para que esto se pueda ver bien. Pero no hace falta pensar tanto para darnos cuenta de que fue importante para él. Recordaba su silbido luego de 400 años, eso dice mucho jajaja
En el siguiente tendrán su charla porque, como con Lubu y Thor, tienen cosas que aclarar uwu
Nos vemos el 7 de septiembre con dicho capitulo :D
Besos!
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