Capítulo 3
Capítulo 3
It's a new life for me.
Brunhilde sonrió suavemente, no solo por el resultado favorecedor de la pelea en esta primera ronda, sino también porque había conseguido lo que esperaba. Ella había sabido la verdad detrás de la muerte del general Lü Bu Feng Xian. La historia decía que se retiró y que murió en algún momento en su vejez por una enfermedad. Nadie sabía la verdad, que el general Lü Bu murió peleando con el dios nórdico Thor. Nadie sabía que este hombre había elegido morir en brazos de un dios, a quien habría conocido en algún momento de su juventud.
Nadie sabía tampoco el dolor que pasó Thor luego de que Lü Bu muriera en sus brazos.
Brunhilde lo había sabido y usó eso a su favor para ganar esta ronda. O bueno, ganar si todo salía bien porque Thor bien podría no haber valorado mucho la vida de este humano y haberlo matado al final. Sin embargo, este humano parecía ser lo suficientemente valioso para él como para rendirse en la pelea y evitar matarlo.
De alguna forma, le alegraba saber que los dioses podían caer enamorados de los humanos, de seres que creían inferiores a ellos. Eso solo demostraba que no eran tan diferentes como ellos recalcaban que eran.
Esto demostraba que los humanos podían llegar a igualar a los dioses o bien complementarlos.
Eso solo era una buena noticia para ellos.
—Hermana Brunhilde—dijo Göll tomando su mano—, ¿qué hacemos ahora?
Brunhilde miró una vez más a Thor, quien se alejaba siguiendo a las enfermeras que llevaban a Lü Bu. Él la había mirado antes de irse, notando su sonrisa y su mirada hacia ellos. Él debió darse cuenta de que ella sabía sobre su pasado con este humano y de que elegirlo había sido a propósito.
No solo era una estrategia para ganar, era un favor a este humano quien, por lo que sabía, en verdad había apreciado a este dios.
—Hay que elegir al siguiente luchador—dijo caminando hacia su habitación para saber a quién elegiría para esta segunda ronda.
Solo sería cuestión de saber quién sería el representante de los dioses.
***
Thor esperó afuera de la habitación de Lü Bu, esperando noticias del humano. Él no había querido luchar y provocar esas heridas, no había querido romperle las piernas a Lü Bu. Pero se había dejado llevar en ese momento por el calor de la pelea, por poder luchar de nuevo contra el humano que no se midió. Si Lü Bu no hubiera sido tan resistente, posiblemente hubiera terminado muerto y no simplemente con dos piernas rotas. De alguna manera, había tenido suerte.
—Thor—dijo Freya acercándose a él.
Thor la miró sorprendido, pensando en qué hacía ella aquí. Realmente no esperaba verla en la arena del Valhalla.
—Freya—respondió sin levantarse de su asiento.
Ella se quedó de pie frente a él, su largo cabello dorado y trenzado cayendo sobre sus hombros.
—¿Alguna noticia de él?
—Nada todavía.
Ella asintió, pareciendo pensativa. Luego de un rato suspiró y acercó su mano a su cabeza, acariciándola suavemente. De todas las divinidades que conocía, Freya era la única que hacía algo así, tratándolo como una hermana mayor cuando estaban a solas. Lo cual no era algo muy común porque ambos tenían diferentes responsabilidades que los mantenían alejados del otro.
—Es un hombre fuerte, estará bien—dijo ella suavemente—. Resistió un ataque que ni siquiera Jörmundgander resistió, está claro que no es un humano fácil de derribar. Así que quita esa mirada, estoy segura de que a él no le gustará.
Su mano pasó gentilmente por su cabello, buscando calmarlo. Era un toque suave y simple, pero era lo que había necesitado.
—No quería hacerle daño.
—Lo sé—susurró ella haciendo que apoyara su frente contra su pecho en un pequeño abrazo—. Y él también lo sabe.
Thor cerró los ojos, sintiendo las manos pequeñas y suaves de Freya pasando por su cabello buscando calmarlo. Agradecía que ella estuviera ahí hoy cuando se había enterado de que tenía trabajo por hacer y que no iba a estar en la arena. No sabía por qué estaba ahí, pero realmente no importaba.
Se quedó con ella, esperando a que las enfermeras salieran con noticias sobre Lü Bu.
***
El siguiente luchador que representaría a los dioses sería Zeus, una sorpresa para ellas quienes habían esperado a Shiva como el siguiente luchador. Si Zeus era el siguiente y no el último como habían esperado, las cosas se complicaban un poco. Necesitaban elegir un oponente digno que pudiera enfrentarse al padre de los dioses. Brunhilde tenía que pensar en alguien capaz de hacerle frente a este dios egocéntrico y molesto. La relación antigua de Lü Bu y Thor había sido un golpe de suerte para ellas, pero no pasaba lo mismo con Zeus. Los humanos con los que Zeus se había enredado en algún momento no habían significado nada en su vida.
Eso estaba complicando el panorama para ellas. O bueno, su panorama estaba complicado con el resto de peleadores porque solamente Thor parecía haber sido el único en apreciar a un humano lo suficiente como para rendirse en una pelea. Con los demás, salvo Hércules, no tendrían esa suerte.
Poseidón, por ejemplo, destruiría a quien sea que le tocara. Tendría que elegir sabiamente a su oponente o este sería destruido en segundos por ese dios orgulloso.
Göll estaba claramente asustada por la situación, pero Brunhilde mantenía la compostura, buscando en sus archivos hasta dar con el indicado.
El primer hombre de la humanidad.
***
Las enfermeras salieron en compañía de la valquiria que había sido el arma divina de Lü Bu. Freya se había quedado con él todo ese tiempo, esperando en silencio a su lado a tener noticias. Las enfermeras se marcharon de ahí luego de murmurarle algo a la valquiria, quien asintió tranquilamente antes de acercarse a él. Thor se levantó serio y callado, mirándola. Ella tuvo que alzar la mirada para poder verlo a los ojos.
—Él te está esperando para hablar—dijo ella sonriendo suavemente, haciéndose a un lado para dejarlo pasar—. Estaré cerca por si necesita algo.
La valquiria se marchó. Freya tocó su hombro antes de marcharse también. Thor se acercó a la habitación de Lü Bu, abriendo la puerta y viendo al humano en la cama, con ambas piernas envueltas y conectadas a cables y artefactos extraños que curarían sus huesos rotos. Un pinchazo de culpa lo atacó al verlo. No era lo que él había querido.
—Quita esa mirada o te golpearé, todavía puedo hacerlo—dijo Lü Bu apoyado en el respaldar de la cama.
—Lo siento—dijo Thor acercándose a él.
El humano, cuando lo tuvo cerca, tomó su mano y lo jaló hacia él. Thor tuvo que sostenerse de la pared para no caerle encima.
—No, yo tengo que disculparme. Me confié de mi fuerza y te obligué a luchar de manera que no querías—Lü Bu subió su mano hacia su rostro para acariciarlo—. Ahora entiendo por qué decías que era una lástima que sea un simple humano.
—No eres un simple humano—dijo Thor sentándose a su lado mientras seguía sosteniendo su mano—. Sobreviviste a un golpe al que muy pocas divinidades podrían sobrevivir. Eso no lo consigue un simple humano.
—De todas formas, aunque usara a Liebre Roja para correr, no hubiera podido conseguir mucho—Lü Bu frunció el ceño, como si pensara en algo—. No fue una pelea justa.
—No me importa. Ya no me importa luchar contra ti, no de esta forma—Thor apretó su mano, acercándose al humano hasta que su frente tocó su hombro—. No quiero volver a hacerte daño otra vez. Ya no más, Lü Bu.
El humano usó su otra mano para acariciar su cabeza. Era muy diferente a la mano pequeña y delicada de Freya, su mano era más grande y callosa, pero era mucho más efectiva que la de ella. Lo acariciaba gentilmente, pasando sus dedos por entre sus cabellos. Thor sentía su cuerpo cálido contra el suyo, su cuerpo vivo contra el suyo. Lü Bu estaba ahí, luego de siglos soñando con él, al fin estaba de nuevo a su lado. Podía sostener su mano, sentir su cuerpo, escuchar su voz. Podía tenerlo de nuevo entre sus brazos, a salvo con él.
Sentía que era un sueño más y al despertar estaría en su cuarto, solo, con las sábanas desordenadas de su cama. Rodeado de fría soledad y de una extensa oscuridad que ni siquiera sus rayos podrían iluminar.
Pasó su otro brazo por la cintura de Lü Bu, sintiendo su cuerpo, su calor. Estaba vivo, estaba aquí, con él.
Sintió su pecho contraerse por el sinfín de emociones que estaba sintiendo. Necesitaba dejarlas salir, quería dejarlas salir. Necesitaba decirle a Lü Bu lo que no pudo aquella última vez por ser incapaz de hablar. Lü Bu tenía que saber todo lo que había querido decirle y no había podido.
—Te amo—fue lo primero que dijo, lo primero que necesitaba decirle—. Todos estos años...te he extrañado tanto. Yo...no quise irme, no por tanto tiempo. Hice todo para volver tan pronto como pude, pero fue en vano—cerró los ojos, apretando el cuerpo de Lü Bu cuando sintió la garganta apretada—. Pensé en ti cada día que estuve lejos. Me di cuenta en ese momento que estaba enamorado de ti y que lo único que quería era volver a tu lado. Pasar tiempo contigo era lo mejor de mi vida, peleando o hablando, o simplemente estando juntos, no me importaba, solo quería estar contigo. Tú eras...lo único que me hacía sentir vivo otra vez. Y te había perdido, el día que regresé y que pensé que no volvería a verte.
»Eres un humano tonto, debiste rehacer tu vida lejos de mí. Debiste vivir tu vida, no quedarte a esperarme. No debiste...
—¿Por qué no iba a esperar al dios que amaba?—interrumpió Lü Bu, su voz era suave y baja—Te hubiera esperado hasta el final, incluso si no regresabas nunca—sintió al humano sonreír—. Dios tonto, ¿acaso crees que solamente un dios puede amar eternamente?
Thor apretó los párpados, lágrimas escapando de ellos. Dolía este amor, dolía saber el tiempo que perdió Lü Bu esperándolo, dolía saber que lo eligió incluso cuando pudo elegir a alguien más y ser feliz.
Lo amaba tanto que dolía.
La mano de Lü Bu soltó su mano para tomar su rostro y levantarlo. Con su pulgar limpió sus lágrimas antes de acercarse a él y besarlo por segunda vez. Sus labios se tocaron otra vez, con el humano tomando la iniciativa de nuevo. Thor cerró los ojos, sus lágrimas cayendo en finos hilos de agua salada. Había esperado tanto tiempo por volver a sentir esto, por volver a sentir los labios del hombre que amaba.
Fue un beso suave y casto, pero fue suficiente para llenar de calidez el cuerpo de Thor. La llama extinta tras la muerte de Lü Bu quemaba ahora en su pecho con tal intensidad que sentía que escaparía en cualquier momento y prendería fuego la arena del Valhalla.
Abrió los ojos, viendo la mirada cálida de Lü Bu sobre él. Una sonrisa traviesa en sus labios.
—¿Cuándo tendrás las bolas para besarme primero?
Thor sonrió antes de acortar la distancia otra vez y besar a Lü Bu.
—No es mi culpa que te me adelantaras—murmuró tras el beso.
Lü Bu rio, apoyándose contra el cuello de Thor.
—Tonto dios.
***
Todo estaba listo. Adán estaba listo para aparecer, una entrada preparada por Brunhilde.
Adán, el padre de la humanidad, el primer hombre, se enfrentaría a Zeus, el padre de todos los dioses. Era una batalla de puños y fuerza, rapidez y destreza. Zeus estaba lo suficientemente confiado como para creer que su oponente no era más que un humano más con el cual podría jugar y hacer rogar por piedad. Él realmente quería hacer crujir todos sus huesos. Pero Adán no reaccionaba como esperaba, simplemente parecía aburrido mirando al gran dios frente suyo. No tenía respeto por él, no se intimidaba ante su presencia como hubiera pasado con otros dioses que ya conocían al gran dios. No era como cualquier otro humano.
Con el primer ataque quedó en claro que Adán no era débil y no era lo que Zeus había esperado. Ni siquiera los ataques veloces de Zeus habían conseguido dar en el primer hombre de la humanidad, quien con una agilidad parecida a la del dios esquivaba cada ataque. Ni siquiera su hacha divina, un golpe sorpresa desde abajo, había conseguido dar en Adán. Pero cuando devolvió los golpes, más de la mitad recayeron en Zeus con la misma fuerza que con la que el gran dios los estaba dando.
No era difícil deducir que Adán tenía la habilidad de copiar sus movimientos. Incluso el golpe más veloz, aquel que superaba el tiempo, fue esquivado y devuelto con un éxito rotundo. Nadie en la tribuna fue capaz de ver el golpe, solo vieron a Zeus con su cabeza dada vuelta en el suelo y al padre de la humanidad de pie a su lado, sonriendo al haberle devuelto el ataque al egocéntrico dios.
Pero estaba claro que Zeus no era el padre de los dioses y todos le temían solo porque sí. Su fuerza había superado la de Cronos, claramente no era un dios cualquiera con una fuerza para despreciar. Adán lo supo y por eso se puso a la defensiva por primera vez en toda la pelea. Él sintió el peligro, el poder enorme de ese dios. Él sabía que, esta vez, no sería tan sencillo como en minutos anteriores.
Pero no fue el único que lo sintió. Cada humano, cada divinidad en la tribuna lo supo. Zeus se había guardado lo mejor para el final. Liberó toda su fuerza, deformando su cuerpo a uno tenebroso que hacía temblar de miedo y asco a cualquiera. Era tan grotesco y peligroso, Adán no podía bajar la guardia esta vez. Sus hijos estaban en peligro, no podía perder. Sí, habían ganado la primera batalla, pero todavía necesitaban seis más para asegurar mil años más a la humanidad.
Fue así como ante todos los golpes que Zeus le lanzaba, se aseguraba de esquivar y atacar de inmediato. Tenía que debilitar al que llamaba abuelo para poder ganar. Necesitaban un punto más, sus hijos necesitaban continuar viviendo. Él iba a protegerlos, él se aseguraría de que ellos estuvieran a salvo.
Pero mientras más golpes daba, mientras más utilizaba los Ojos del Señor, más afectaba a su cuerpo. Su nariz había comenzado a sangrar, sin embargo Adán no podía permitirse flaquear. Esta era una batalla importante, caer no era una opción para el padre de la humanidad. No caería, no lo haría, no iba a perder.
No iba a dejar desprotegidos a sus hijos.
Una gota de sangre caía hacia él, la sangre de Zeus. Adán había vivido lo suficiente con ellos como para saber lo tóxica que era su sangre. Una sola gota podía contaminar a un humano como un veneno inyectado directamente en el torrente sanguíneo. Con un movimiento rápido, Adán evitó la sangre y atacó de nuevo a Zeus. Pero el dios no caía y si seguían así, Adán sabía que su cuerpo terminaría por colapsar. Él no podía colapsar, no iba a colapsar.
Tenía que pensar en algo, tenía que hacer algo para finalizar esta batalla y ganar. Adán sabía que su fuerza era suficiente, pero Zeus, en esta grotesca forma, aguantaba más los golpes que antes. Necesitaba un golpe rápido y efectivo, algo que pudiera derribar a este dios.
Mientras Adán continuaba golpeando a Zeus, evitando sus golpes y su sangre, intentó pensar en los ataques que había estado recibiendo de este dios. No tenía demasiado tiempo, sus ojos fallarían en cualquier momento si la batalla se alargaba demasiado. ¿Qué golpe podía usar contra Zeus? ¿Qué podía hacer para ganar?
Fue entonces que recordó los ataques anteriores. Adán podía imitar las habilidades de otros seres, pero eso no quería decir que solo era cuestión de una vez. Memorizaba su cuerpo las habilidades aprendidas y las utilizaba a futuro a su favor. Tenía que hacer esto esta vez.
Entonces, el padre que no pensaba en rendirse, se iluminó.
Comenzó a evitar a Zeus, sin atacarlo, solo moviéndose de un lado a otro. Zeus sonrió, atacándolo a una velocidad mayor a la que había demostrado en un inicio. Quizás pensó que la esperanza de Adán se había esfumado o que estaba intentando planear algo, pero no sabía que su plan ya estaba hecho.
Solo necesitaba una distracción, solo necesitaba una oportunidad. Una sola vez sabía que sería suficiente.
Solo una vez y ganaría.
—¡Adán!—gritó Eva horrorizada cuando vio el primer golpe que su esposo recibió en el rostro.
Adán retrocedió, escuchando los gritos de la tribuna alarmada al verlo ser atacado. Zeus entonces siguió atacando, cada puño sobre su rostro, cada ataque devolviéndole los golpes que él le había dado. Las divinidades comenzaron a vitorear, pensando en que ganarían. Los humanos solo pedían clemencia y le rogaban que se arrodillara. Todos pedían que se rindiera porque ya había demostrado su valía.
Adán, en medio de los golpes, sonrió.
Está bien, mis hijos, no lloren. Papá se encargará de protegerlos de las cosas malas y aterradoras.
Y entonces Zeus lo golpeó, haciendo que se inclinara hacia atrás. Adán veía sus ojos victoriosos por al fin golpearlo. La seguridad de que ganaría, de que esta victoria sería suya.
Pero Zeus no sabía de lo que un padre era capaz de hacer para proteger a sus hijos.
Ahora. Pensó Adán antes de moverse.
El golpe que supera el tiempo, una habilidad aprendida por Zeus de su padre Cronos y ahora aprendida por Adán. Fue en el momento preciso, con la misma velocidad y toda la fuerza en su puño. Adán usó todo el amor que sentía por sus hijos, por la humanidad, para dar este golpe. Un solo golpe, una sola oportunidad.
Y entonces, sucedió.
Silencio absoluto fue lo que envolvió la arena del Valhalla. Ni humanos ni dioses podían decir una palabra.
En el centro, con el rostro ensangrentado, estaba Adán de pie con su puño en alto. En el suelo, completamente tirado estaba Zeus. Nadie pudo ver el golpe venir, nadie fue capaz de darse cuenta de lo que había pasado. Fue un instante. Adán estaba cayendo hacia atrás y, de repente, estaba erguido y con su puño en alto mientras Zeus, quien había estado luchando de pie y victorioso, estaba en el suelo con la cabeza doblada horrorosamente hacia un costado.
Y entonces...
Una explosión provino de Zeus, sus músculos se esfumaron y su poder se disipó. Adán bajó el puño y miró al anciano, su vista borrosa pero todavía podía ver.
Heimdall se acercó a Zeus y lo analizó, pero el anciano solo podía murmurar cosas sin ser capaz de levantar su cuerpo del suelo. Lo intentó una vez, dos veces, pero a la tercera simplemente se dejó caer y dijo algo que fue claro para todos.
—Se terminó.
—¡C-como Zeus ya no puede continuar peleando...entonces Adán, el padre de la humanidad, es el ganador de la segunda ronda del Ragnarok!
Adán suspiró, sus ojos sin ver claramente como antes. Había usado tanto los Ojos del Señor que ahora estaba cansado y medio ciego. Sin embargo, se mantuvo de pie, incapaz de dejarse caer ante un dios.
—Chico...en verdad, le diste una lección a este viejo—dijo Zeus sentándose con dificultad en el suelo, escupiendo sangre y parte de sus dientes.
—No me interesaba darle una lección a nadie. Solo quería mantener a mis hijos a salvo—dijo Adán manteniéndose en su lugar porque se sentía mareado.
Su valquiria dejó de ser una manopla y, en su lugar, volvió a su forma humana.
—Adán, hay que irnos—dijo ella.
Adán asintió suavemente y comenzó a caminar con ella a su lado sosteniéndolo. Pero el mareo se hacía cada vez más fuerte y su equilibrio estaba corriendo peligro. Reginleif lo sostenía, pero era pequeña y no estaba seguro de que ella fuera capaz de ayudarlo en todo el camino hacia la enfermería.
Escuchaba los gritos de felicidad de la humanidad por su victoria, podía escuchar a sus hijos Caín y Abel gritando de felicidad por él. Adán sonreía porque estaba feliz por conseguir la victoria, por haber luchado y ganado por sus hijos. Solo que...no pensó que terminaría tan cansado.
—¡Adán!—gritó Reginleif cuando se inclinó hacia adelante.
No quería caer ahí, frente a tantos dioses. No quería darles el gusto de verlo caer, no sabiendo cuanto les picaría eso en el orgullo. Sin embargo el mareo incrementó y no pudo hacer demasiado, solo sentir que caía.
Pero entonces dos brazos cálidos lo sostuvieron y lo mantuvieron de pie.
—Adán—dijo la suave voz de Eva—, está bien, estoy aquí para ti.
—Eva—Adán subió su mirada, apenas podía ver bien el rostro de su amada, pero sonrió porque sabía que ella estaba ahí—, gracias.
—No hay nada que agradecer—ella lo sostuvo, ayudándolo a caminar con Reginleif del otro lado—. Vamos, Adán, tienen que revisarte.
—Sí.
Y el padre de la humanidad avanzó, con la madre de la humanidad sosteniéndolo para que continuara de pie, sin doblegarse jamás ante los dioses que, en algún tiempo, le dieron la espalda.
***
Brunhilde sonrió al ver los resultados de la pelea. Zeus estaba en el suelo de la arena, siendo ayudado por las enfermeras para subirse a la camilla. Nadie fue a recibirlo, quizás Hermes desde la entrada de los dioses lo estaba esperando, pero a diferencia de Adán, Zeus parecía no tener a nadie que esperara por él.
El padre de los dioses no parecía ser muy valorado por sus "hijos".
—Eh...hermana Brunhilde—llamó Göll temblando con su celular en mano.
—¿Qué ocurre, Göll?
—E-el s-s-siguiente l-luchador e-es...—temblando le pasó su celular para que Brunhilde lo viera.
Solo bastó leer el nombre para que Brunhilde se paralizara.
Poseidón.
¿A quién pondrían a pelear contra el Dios de Dioses?
Brunhilde dio media vuelta y comenzó a avanzar rápido hacia su cuarto para buscar entre la lista de luchadores al humano indicado. Necesitaban al humano indicado para luchar contra alguien como Poseidón, alguien capaz de mantener la calma. Pero ¿quién? ¿Quién sería el indicado?
¿Quién sería el humano capaz de enfrentarse a este dios orgulloso y poderoso?
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Título del capítulo parte de la canción: Feeling good by Michael Bublé
La cancion esta relacionada con la pelea de Adán.
Iba a subir esto más tarde pero por temas de trabajo decidi hacerlo ahora porque despues no iba a tener ganas jaja
La verdad yo siempre quise que ganara Adán, su muerte me dolio mucho y hasta hoy lloro con eso ;-; Así que aqui nada de conveniencia del guion del lado de Zeus, aqui seria del lado de Adan y punto jaja
Aqui dejo una imagen de Freya, que es otro personaje al cual busque con IA:
Freya:
Siguiente capitulo el 6 de septiembre y será ya el encuentro de Kojiro y Poseidon, realmente lo disfrute mucho a este capitulo :3
Nos vemos!
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