Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 23

Capítulo 23

Here we go, it's my turn to make history

Hades no podía creer que esta pelea se estuviera alargando tanto, pero teniendo en cuenta los obstáculos en el camino, era claro que no sería tan sencillo. Los hombres planta que se les interponían eran un dolor de cabeza, no solo por la gran cantidad, sino porque cubrían más de una vez los ataques de los otros dioses, lo que hacía que siempre estuvieran cerca de herirlos. O bueno, algunas veces lo habían conseguido, pero las heridas que tenían eran leves, nada profundo. Apenas habían rasgado su piel, dejando a salvo su carne.

Esta intervención de los demás dioses solo había hecho que Hades considerara exterminar un par de panteones. Si todo terminaba y estos dioses seguían con vida, Hades mismo se encargaría de encerrarlos en el fondo del Helheim y torturarlos de las peores formas posibles.

Tártaro se estaba enfrentando a Hércules, Apolo y Shiva, quienes parecían tener dificultades para luchar contra él. Zeus estaba bastante enredado con Gaia y algunos dioses del panteón egipcio; y Poseidón estaba en un combate intenso contra Caos. Thor parecía ocupado luchando contra su hermano y unos cuantos hombres planta que se interponían para evitar que el gran dios nórdico matara a Loki.

Todo se estaba volviendo un desastre a tal punto que Hades no veía la victoria demasiado cercana. Parecía ser que con cada minuto que pasaba esta se volvía más y más lejana. Los hombres planta que intervenían eran una gran molestia para todos, los dioses de los diferentes panteones eran otra molestia y los dioses primordiales eran en verdad desquiciantes.

Gaia consiguió alejar a Zeus de un golpe, antes de que este consiguiera golpearla a ella. La diosa primordial invocó más hombres planta, lo que formaba un gran ejército que sería un enorme fastidio. Llevaban una hora peleando ya, si seguían así no terminarían más. Lo mejor era terminar con todo lo más pronto posible antes de que empeorara o ellos llegaran a su límite.

Poseidón y Caos se separaron, luego de un ataque mutuo. Su hermano llevaba algunos cortes por todo su cuerpo que habían comenzado a sangrar. No parecían ser graves, pero eso solo demostraba lo cerca que estuvo Caos de Poseidón, al punto de que pudo tocarlo. Lo único que calmaba a Hades era el hecho de que Caos también tenía varias heridas por parte de Poseidón.

Tártaro se separó de sus tres oponentes cuando estos estuvieron a punto de matarlo, aprovechando que eran tres para conseguirlo. Thor, por otra parte, rozó con su martillo la cabeza de Loki, lo que lo obligó a alejarse.

—Zeus, no hace falta más para que veas la desventaja que tienes contra nosotros—dijo Gaia extendiendo los brazos, mostrando al numeroso ejército de hombres planta detrás de ella y los dioses de otros panteones.

Ellos eran pocos, muy pocos, y no tenían la posibilidad de sacar un ejército de seres como los que sacaba Gaia. Tenían su poder para valerse y continuar, podrían llegar a ganar, pero tomaría tiempo y si eso los llevaba a su límite no harían más que perder al final. Era realmente arriesgado.

Hades estaba considerando una forma de llevar la ventaja de la batalla cuando, repentinamente, una voz se sumó a ellos.

—Incluso entre dioses es normal conspirar por un poco de poder. No son tan diferentes de los humanos.

Hades no podía creer que Qin Shi Huang estuviera ahí, parado solo a unos metros de distancia de ellos. Se veía elegante e importante con su ropa cubriendo sus hombros, sus mangas anchas tapando sus brazos, en especial la zona del brazo que le faltaba. La venda estaba en sus ojos, lo que de cierta forma calmaba a Hades porque así no vería las pocas heridas que tenían y eso no afectaría a su cuerpo.

Pero eso no importaría mucho si pensaba mejor en el hecho de que el humano estaba ahí, luego de haber sido herido en su lucha del ragnarok.

—Qin Shi Huang, ¿qué haces aquí?—preguntó Hades frunciendo el ceño al ver al humano en ese lugar que era, sin duda alguna, muy peligroso para él.

—Tranquilo, rey del inframundo, no tienes nada de qué preocuparte.

En ese momento, Gaia rio llamando la atención de todos.

—¿Preocuparse? ¿Crees que un dios griego se preocupa por alguien más que por sí mismo? Humano ignorante, claramente no sabes nada sobre dioses.

Qin Shi Huang sonrió con la confianza que Hades amaba ver en su rostro, pero en ese momento no era muy agradable. El humano debía conocer sus límites y marcharse ahora antes de que las cosas empeoraran.

—Y claramente usted no sabe nada sobre humanos. Creer que los humanos simplemente se quedarán de brazos cruzados esperando a ser salvados, es un error muy típico de dioses. Los humanos no esperamos a ser salvados, nosotros nos salvamos a nosotros mismos.

—Por más que lo intenten, no dejan de ser humanos—dijo Ishtar resoplando divertida—. Débiles, inútiles e insignificantes humanos.

—Y aun así, seguimos aquí—Qin Shi Huang movió los dedos con las garras de oro—. Con el valor suficiente para unirnos y luchar, como siempre hemos hecho y como siempre haremos. ¡Porque el error más grande de los dioses, siempre será subestimarnos!

Qin Shi Huang entonces se quitó la prenda superior de mangas anchas que cubría su brazo. Lanzó la prenda lejos, dejando a la vista un brazo metálico en el lugar donde faltaba su brazo. Las piezas le recordaron a las partes que recubrían el cuerpo de Adamas, por lo que fue sencillo reconocer la tecnología de Belcebú. Pero, ¿cómo tenía Qin Shi Huang algo de la tecnología de Belcebú si Belcebú estaba ahí luchando con ellos?

Entonces, todos notaron en el cielo y en tierra, una gran multitud de personas acercándose. Humanos y divinidades por igual yendo al campo de batalla. Los representantes del ragnarok al frente con sus valquirias y dioses como Hermes, Ares y Hestia. Pero había muchos más detrás de ellos, había ejércitos enteros en la multitud que dejaban al número de luchadores del lado de los dioses primordiales como unas pocas hormigas. Hades no podía creer que algún día vería algo semejante, dioses y humanos unidos en una pelea y liderados por un humano. Todo esto era sorprendente, tanto que ninguno tenía palabras al respecto.

—Creen que por su fuerza son invencibles—retomó la palabra Qin Shi Huang señalando a Gaia con el dedo donde tenía su garra dorada—. Pero les diré algo, en nombre de los humanos y los dioses—la sonrisa del emperador creció en confianza—: nosotros seremos quienes los exterminen.

—Niño tonto, hablas demasiado—Gaia sonrió, moviendo su brazo en una clara señal—. ¡Mátenlos!

Los hombres planta no tardaron en avanzar hacia Qin Shi Huang, el único cercano porque el enorme ejército estaba a unos metros de él todavía. Hades pensó en lanzarse a ayudarlo, cuando notó a las divinidades aladas que se acercaban por el cielo con arcos en sus brazos. La flecha del mismo se creó cuando tensaron la cuerda, lo que generaba un arma con municiones infinitas. No sabía qué tanto podría ayudar eso, cuando notó que las flechas venían cargadas de energía eléctrica que al tener contacto con los hombres planta, rápidamente los disolvían. Esto había generado que los hombres planta que se acercaron terminaran siendo un montón de hojas marchitas en el suelo.

Algunos dioses que vieron esto rápidamente buscaron ayudar, lanzando ataques hacia las divinidades aladas que buscaban cubrir al emperador.

—¡Escudo!—gritó Qin Shi Huang.

Y en el momento que los ataques casi llegaban a las divinidades aladas, un transparente y brillante escudo se interpuso frente a ellas. Las divinidades que se encargaban de dicha tarea parecían repartidas en el medio del numeroso ejército que Qin Shi Huang había arrastrado consigo y que al fin llegaban al emperador.

El rey de los humanos sonrió, su valquiria transformándose en un arma igual al que usó durante su batalla en el ragnarok, solo que esta vez se convirtió directamente en una sola manga y una espada. Al igual que ocurrió con los demás luchadores con sus valquirias.

Qin Shi Huang señaló al frente con su espada:

—¡Jiayou!

Y a su señal, todos se lanzaron al frente para enfrentarse a estos dioses y hombres planta. Dos dioses del panteón egipcio se adelantaron para frenarlos, pero los ataques combinados de los representantes de la humanidad consiguieron repeler a estos estúpidos dioses. Fue con este ataque, que los hombres planta y los demás dioses se lanzaron a la batalla.

Hades preparó su bidente para interceptar a unos cuantos hombres planta que se acercaban, los cuales se disolvieron cuando las divinidades aladas lanzaron las flechas electrificadas. Ellas parecían ser más un apoyo en esta batalla, lo cual era de cierta manera reconfortante.

Notó en medio de la pelea a Tártaro yendo directo hacia Qin Shi Huang, quien en ese momento estaba combatiendo con un dios que era resguardado por unos cuantos hombres planta. No tardó en llegar donde estaba el humano, interponiendo el bidente para detener el ataque de Tártaro. El dios primordial frunció el ceño, ejerciendo fuerza para quitarse a Hades del frente. Pero no, Hades no lo haría. Devolvió la fuerza y dejó su poder fluir por sus brazos para alejar al bastardo que estaba buscando dañar al rey humano.

Sintió la espalda de Qin Shi Huang tocando la suya, una suave risa viniendo del humano.

—Otra vez tenemos que pelear juntos—comentó.

Sí, debían hacerlo, pero habría una diferencia esta vez. En esta ocasión, Hades no dejaría que Qin Shi Huang fuera tan lastimado como con su batalla contra Enlil y Erra.

Esta vez, Hades lo cuidaría bien.

***

Zeus fue directo a Gaia ahora que los demás dioses y los hombres planta estarían ocupados luchando contra el ejército que el rey humano llevó. Esto le daba la libertad de enfrentarse a ella sin ser interrumpidos a cada rato por un dios metiche. Le permitía a Zeus poder saldar deuda con esta loca desquiciada que había apoyado a Cronos y había intentado vengar su muerte. Una diosa defendiendo a un hijo que como padre era un completo negligente, en verdad, no podía entenderlo. Zeus había sido mejor que Cronos y nadie había hecho nada por él. Cronos, quien fue un padre hijo de puta y un esposo horrible, tenía el completo apoyo de una diosa primordial que había generado una guerra terrible solamente por su muerte.

Era injusto que alguien como Cronos hubiera tenido a alguien que causara tremendo desastre, mientras que Zeus tenía que ser quien generara el desastre porque no tenía a nadie que lo hiciera por él. Siempre solo, protegiéndose a sí mismo porque nadie sería capaz de saltar a la batalla por él.

Tú mismo te lo buscaste, se dijo a sí mismo mientras evitaba los ataques de Gaia y la atacaba con sus poderosos puños.

Fue en uno de sus ataques, que Zeus notó a Ishtar interviniendo para atacarlo cerca de su punto ciego. Era un ataque que si evitaba, terminaría por recibir el de Gaia, y si evitaba el de Gaia recibiría el de Ishtar. Y de los dos, era mejor recibir el de Ishtar.

Pero entonces, Ishtar terminó en el suelo, generando un cráter por el fuerte impacto. Adán hizo sonar su cuello luego de haber golpeado a la diosa, mientras Zeus lo miraba con asombro.

—Abuelo, deberías tener más cuidado—dijo el primer humano sonriendo suavemente.

Zeus sonrió también, apretando sus puños y preparado para continuar luchando.

—Lo tendré en cuenta, chico.

Ahora juntos, se lanzaron hacia Gaia para detenerla. Mientras ella continuara con vida los hombres planta no dejarían de aparecer y por más que ahora tuvieran un ejército, este terminaría por desgastarse tarde o temprano.

Las defensas de Gaia eran buenas y su ofensiva también, pero no eran un gran problema como los idiotas que se interponían ante ellos. Si no fuera por los Ojos del Señor que Adán tenía, hubiera terminado ya con varios huesos rotos. Aunque luego de conocer la resistencia del humano, no estaba muy seguro, pero de que se hubiera ganado unos cuantos golpes, eso era seguro.

—¡Maldito sucio y bastardo Zeus!—gritó Ishtar—¡Si no fuera por tu negligencia no hubiéramos tenido que llegar a esto!

—¿Negligencia? Habla con la verdad, Ishtar, todo lo que quieren es mi lugar—dijo Zeus evitando uno de los golpes de la diosa—. No pudieron obtenerlo durante el torneo entre dioses, así que decidieron revivir a los dioses primordiales para que los ayudaran. Es el plan más estúpido que he visto en todos mis años de vida. Y te aseguro que he visto planes estúpidos.

Ishtar gruñó furiosa por las palabras de Zeus y se unió al dios Ra para atacarlo.

***

Poseidón seguía peleando contra Caos, quien parecía decidido a rebanarle la cabeza en la primera oportunidad que tuviera. Era un dios terco y Poseidón había hecho bien en matarlo la primera vez, pero en esta ocasión no sería tan sencillo. En esta ocasión Caos estaba realmente furioso con él y no estaba en un estado de locura irremediable. Ahora era consciente de todo lo que pasaba a su alrededor y era capaz de usar todas sus habilidades para ir contra él. Era capaz de crear una estrategia en su mente para usarla en su contra.

El tridente de Poseidón era resistente y capaz de evadir los fuertes ataques de Caos, cuyo poder estaba centrado únicamente en asesinar al rey del mar. Si no fuera por la fuerza y resistencia de Poseidón, posiblemente ya estaría muerto.

—Poseidón, el orgulloso rey del mar—habló Caos mientras atacaba—. Tienes un título que no te mereces. Un título robado a otras divinidades. No eres un rey, eres un dictador.

Caos parecía realmente enojado con Poseidón, no solo por haberlo asesinado, sino porque le negó la oportunidad de repartir el poder con divinidades de su bando. Solo porque no quiso que nadie más arruinara todo su esfuerzo y dedicación a su territorio. Todo porque perdía poder y dominios.

No era tan diferente a Poseidón, solo que él si sabía cómo mantener su poder sin salir perjudicado. Si Caos era un idiota inútil no era culpa de nadie más que de él mismo.

Al ver su falta de respuestas, Caos solamente se sintió peor. Que lo ignorara como si fuera nada solamente encendía la llama del odio en este dios primordial.

Poseidón se cubrió de los ataques de Caos antes de lanzar uno hacia él. Así como Caos atacaba a matar, él también lo hacía. Si lograba arrancarle la cabeza, entonces saldría ganando demasiado.

No podía dejar que este desgraciado le ganara. No cuando debía proteger a Kojiro...incluso cuando este fue a la zona de guerra. Ya luego hablaría con el humano al respecto. Ahora lo importante era mantenerlo a salvo y evitar que este dios llegara a él.

Uno de los ataques fue directo a su rostro. Poseidón era capaz de esquivarlo y atacar, su rapidez no era muy diferente a la de este dios, pero los dioses metiches estaban todavía a la orden del día. Uno de ellos fue a atacarlo directo por el lado derecho y un segundo por el izquierdo. No le quedaba de otra opción que abandonar cualquier ataque y saltar hacia una zona segura. Pero no fue posible porque Caos apareció sorpresivamente por atrás y lo atrapó inmovilizando sus brazos para dejar que los ataques de estos dioses menores llegaran a él. Poseidón estaba pensando en la forma en que podría maniobrar el tridente para evitar los ataques, cuando el brillo de dos armas se dejaron ver.

La sorpresa hizo que pudiera deshacerse de Caos, mientras Kojiro y Anfitrite se colocaban frente a él, ambos armados con diferentes espadas. Su futura ex esposa estaba hombro con hombro con Kojiro, quien sonreía desafiante luego de haberle cortado la mano a un dios menor.

—Tres contra uno no me parece una pelea muy justa—dijo el humano mirando a Caos—. Al final, esto solo deja en claro por qué Poseidón se merece su título de rey más que tú.

Esas palabras parecieron encender más el odio natural que Caos ya tenía. Poseidón se preparó porque intuía que se lanzaría a atacar a Kojiro. Entonces, cuando iba a ocurrir, fue el mismo humano quien se movió hacia un costado, en el momento preciso en que Caos saltó hacia él.

No gritó ni dijo nada, pero fue la dirección en que sus ojos miraron lo que le dio la señal. Poseidón se dio cuenta que con su escáner, ese que le permitía estudiar a su oponente para poder atacar y defenderse, Kojiro había predicho ya el ataque de Caos y le estaba indicando a Poseidón el lugar preciso para atacar. Así lo hizo, consiguiendo abrirle una herida al dios primordial en el hombro, una herida que no era mortal porque el maldito se había librado de él apenas fue lastimado.

Kojiro regresó a su lado, mientras que Anfitrite se colocaba cerca del humano con la espada en mano para protegerlo.

—Después hablaremos sobre esto—le dijo a Kojiro mientras se preparaba con su tridente—. Pero ahora solo mantente al margen.

—Muchacho, no esperes que te obedezca esta vez, no viendo tu situación actual.

—Kojiro, ya lo hablamos.

—Lo siento, tengo amnesia y no recuerdo nada—Kojiro se preparó con sus espadas, como un mocoso insolente—. Ahora calla y confía en mí. Anfitrite, ¿estás preparada?

—Por supuesto—dijo ella con una voz firme.

Poseidón frunció el ceño, sin ánimos de tener que lidiar con su futura ex esposa y con Kojiro en una pelea contra un dios primordial. Lo mejor era tenerlos tan lejos como fuera posible, en especial al humano para que estuviera a salvo de cualquier ataque. No creía que Kojiro fuera capaz de sobrevivir a un ataque de Caos y por más que fuera capaz de predecir los movimientos de su oponente, su velocidad no era tanta como para poder evitar un golpe mortal.

El puño del humano, el cual apretaba una de sus espadas, llamó su atención.

—Confía en mí, Poseidón.

Poseidón miró los ojos de Kojiro, tan brillantes y cálidos intentando transmitirle paz. Si no fuera por el lugar donde estaban, Poseidón se hubiera sentido en paz. Pero ahí, estando Kojiro a su lado, sería complicado.

—Humano, ¿no?—habló Caos viendo a Kojiro, algo que a Poseidón no le gustó en absoluto—Creo que no entiendes cómo funcionan las cosas para los dioses, sobre todo para los dioses como Poseidón que representan el ideal. Los seres como él solo confían en sí mismos, en nadie más. No se unen, no confían, no conspiran. Son seres perfectos de principio a fin.

—Ah, sí, lo sé, escuché eso antes ya—Kojiro sonrió negando con la cabeza—. Dime, señor dios, ¿tú piensas igual?

—¿Por qué debería darle mi opinión al respecto a un ser inferior como tú?

Kojiro no se inmutó al respecto, simplemente rodó los ojos.

—Sí, eres tan patético como imaginaba.

Caos estrechó los ojos en disgusto, Poseidón vio su mano comenzando a emanar un humo negro que auguraba un futuro ataque.

—Maldita basura humana.

Antes de que llegara a Kojiro, Poseidón intervino poniéndose frente a él y usando su tridente para detener el ataque feroz del dios primordial. Pero a pesar de que era Poseidón quien estaba frente a él, Caos parecía tener ojos para Kojiro. Como si se hubiera dado cuenta de algo.

Algo realmente peligroso.

***

Thor no podía dejar de atacar a Loki con Mjölnir, el odio en su interior al saber que fue gracias a él y su padre que no pudo ver a Lü Bu por muchos años solamente crecía con cada segundo que pasaba. Este maldito desquiciado había sido uno de los culpables en separarlo del hombre que amaba. Quería matarlo.

Las cadenas de Loki viajaban hacia él como serpientes venenosas que querían clavarle sus colmillos, pero Mjölnir era capaz de repelerlos. A las ilusiones y las cadenas reales, que regresaban a Loki para que su dueño volviera a lanzarlas con maestría hacia su oponente. Los rayos que escapaban del martillo habían conseguido repeler a los hombres planta cercanos y los demás dioses menores, quienes se habían espantado al verlo tan enojado. Sus rayos buscaban atacar también a Loki, las nubes acumuladas arriba no dejaban de lanzar un rayo tras otro hacia este bastardo malnacido que solamente servía para causar desgracias. Thor no quería dejarlo vivo, no después de saber la verdad. Mucho menos sabiendo que a pesar de todo Loki podría continuar representando una amenaza para ellos. Si estaba del lado de los dioses primordiales entonces quería decir que era el enemigo, no se podía confiar para nada en él.

Una de las cadenas de Loki envolvió una de sus piernas, pero los rayos de Thor consiguieron deshacerse de ella. El dios del engaño chistó molesto, frustrado con que su arma divina no pudiera llegar a Thor. La furia fue tal que sus ilusiones tomaron forma diferente. Las cadenas se habían multiplicado pero a su vez se habían convertido en filosas armas que buscaban atravesarlo de lado a lado. Thor preparó a Mjölnir para deshacerse de estas armas y darle un golpe directo a Loki, cuando un brillo cruzó por las filosas cadenas, deshaciéndose de ellas y dejando a las cadenas reales solamente. Una mano grande se aferró a estas armas divinas y las jaló, atrayendo a Loki con fuerza y rapidez.

Thor se giró sorprendido para ver quién había hecho algo así y descubrió a Lü Bu jalando a Loki para atraerlo hacia él y, de un buen puñetazo, mandarlo a volar. Pero como parecía ser que Loki sería su juguete, jaló de nuevo las cadenas para azotar al dios del engaño contra el suelo, generando tal cráter que Loki no estaba pudiendo reaccionar debidamente.

—Mn, debilucho—dijo Lü Bu recuperando su alabarda y acercándose a Thor—. Debiste golpearlo así desde el inicio.

Thor quería reír, pero al ver a Lü Bu en un lugar tan peligroso, simplemente no pudo y en lo único que podía pensar era en el hecho de que el hombre que amaba podía morir aquí.

—Lü Bu, tienes que ir a un lugar seguro.

—¿Qué lugar es más seguro que estar a tu lado? Eres en verdad muy tonto a veces, Thor.

—Bu, hablo en serio, Loki sigue siendo un dios fuerte, si él te hace algo, yo...

—Tú te encargarás de cortarle las cuatro extremidades y la lengua, como venganza por mí—interrumpió el humano suspirando—. Ahora, creo que es un buen momento para darle un buen merecido a este bastardo que tantos dolores de cabeza te dio.

Thor sabía que intentar convencer a Lü Bu de algo sería casi imposible, así que simplemente aceptó esto y se preparó para romperle unos huesos a Loki, el cual comenzaba a reaccionar.

No estaba de acuerdo con que el humano estuviera ahí con él, pero lo cierto era que estando Thor a su lado, no dejaría que nada le pasara.

***

Apolo estaba enfrentándose a una divinidad del panteón mesopotámico del cual no conocía nombre. La verdad sea dicha, no podía conocer los nombres de todos los dioses existentes, menos de aquellos que destacaban poco en sus propios panteones. Pero a pesar de destacar poco, este dios era en verdad muy fuerte y estaba consiguiendo hacerlo retroceder. Nunca pensó que alguien fuera capaz de defenderse efectivamente de los hilos de Artemisa, pero claramente había alguien que podía hacerlo, incluso si ese alguien apenas y era conocido.

La divinidad le había hablado al inicio de la pelea, preguntándole por qué ayudaba a los defensores de humanos en esta pelea cuando podría unirse a ellos y ganar. Pero Apolo simplemente respondió:

—¿Por qué los ayudo? Creí que era obvio—Apolo sonrió de lado—. ¡Lo hago por Esparta!

La divinidad no buscó entenderlo, solo Apolo podía entender sus propias palabras. No era como si le importara que ese desconocido lo entendiera, solo importaba que él mismo lo hiciera.

Los hilos de Artemisa fueron cortados por la divinidad, un momento de distracción que le valió a Apolo una herida en su costado izquierdo. La sangre cayó espesa al suelo, de donde salieron un par de brazos que apresaron su pierna. Apolo usó los hilos para cortarlos y liberarse, pero entonces más brazos salieron delante de él, hombres planta resurgiendo desde el suelo y rodeándolo. Maniobró los hilos para que estos se deshicieran de sus enemigos, pero sus hilos no servían contra ellos, quienes se regeneraban casi al instante. Sus hilos no eran suficientes para desintegrarlos y las divinidades aladas que estaban ayudando, parecían ocupadas protegiendo a los humanos en batalla. No importaba, él podía con esto, él sería capaz de...

Una larga espada lo traspasó desde atrás, yendo de lado a lado. Apolo escupió sangre y se giró, viendo a la divinidad sin nombre atrás de él atacándolo a traición.

—¿Crees que te dolerá si empiezo a subir hasta tu corazón?

Apolo apretó los dientes, moviendo los hilos para frenar el avance de este dios, pero los hombres planta se le fueron encima, tomando su mano y rodeándola para que los hilos no llegaran a su objetivo. La espada empezó a subir, cortando su carne y haciéndolo sentir un inmenso dolor. Si no hacía algo pronto, Apolo moriría.

—Estos ataques son dignos de un cobarde.

Antes de que Apolo pudiera girarse para ver al dueño de la voz, notó que el dios detrás de él había sido mandado a volar a la otra punta, lo que facilitó su movimiento con los hilos de Artemisa para deshacerse de los hombres planta.

La espada que lo estaba cortando fue retirada de su cuerpo, dándole cierto alivio. Los hilos de Artemisa funcionaron como una cura provisional en lo que terminaba la pelea.

—Esperaba más de ti, chico—dijo Leónidas soplando el humo de su puro en el rostro de Apolo—. Niño, deja que los espartanos nos encarguemos de esto.

—¿Leónidas?—preguntó sorprendido de verlo ahí.

El espartano sonrió, entonces Apolo notó al ejército espartano detrás de este hombre, todos equipados con escudos que brillaban de manera extraña. Los hombres planta se reconstruyeron y se levantaron para atacar de nuevo.

—¡Espartanos, en posición!—gritó Leónidas.

Y todos los espartanos formaron un muro alrededor de ellos con sus escudos. Los hombres planta que los tocaban se desintegraban con la energía de sus escudos. Esto era sin dudas increíble.

—Tú, maldito y asqueroso humano, ¿cómo te atreves a tocarme?—preguntó la divinidad recomponiéndose y yendo hacia ellos de nuevo.

Leónidas se tronó el cuello, sonriendo desafiante.

—¿Sabes? Acabo de descubrir que al final si hay dioses peores que tú—se burló el humano, Apolo sonrió—. No te quedes ahí de pie, ven conmigo, hay que eliminar a la basura.

—¡Sí, señor!

Leónidas rodó los ojos.

***

Shiva se sentía como en los viejos tiempos, cuando peleaba al lado de Rudra para llegar a la cúspide del panteón. Ahora eran ellos y sus demás amigos combatiendo contra estos bastardos cuyos problemas estaban afectando a todos. Y literalmente afectarían a muchos más si no se los detenía a tiempo. Shiva no era un protector de la vida ajena, pero tenía una familia, amigos y no quería que estos salieran perjudicados. Mucho menos si era capaz de hacer algo al respecto.

Rudra y él combatieron espalda con espalda, luchando contra dioses que en antaño habrían saludado a Shiva con una sonrisa, pero hoy estaban esperando dejarlo sin dientes de unos cuantos golpes. No podía haber divinidades más hipócritas que estas.

Sus puños impactaron varias veces contra esas divinidades, pero al estar rodeadas de los hombres planta se les complicaba conseguir dar los ataques letales. Lo único que eran capaces de hacer era tocarlos con los nudillos de manera superficial. Nada grave, nada que fuera capaz de frenarlos. Solo golpes estúpidos que no conseguían causar demasiado en ellos.

Era demasiado frustrante. Era uno de los dioses más fuertes de entre todos los panteones y no era capaz de deshacerse de estos bastardos que no representaban una gran amenaza. Pero con la ayuda que estaban recibiendo de los dioses primordiales, combatir contra ellos estaba siendo complicado. La ayuda humana y divina si bien era buena, no dejaba de ser insuficiente. Los hombres planta de Gaia parecían multiplicarse con cada segundo que pasaba, superándolos en número. No importaba de cuántos se deshicieran, por cada uno que eliminaban, otro más salía a la superficie.

—¡Shiva!

Por estar distraído intentando eliminar a unos hombres planta que se le pusieron enfrente, Shiva no contó con que un dios fuera a atacarlo por la espalda.

Fue entonces cuando una mano grande apareció, golpeando al dios de tal forma que Shiva fue capaz de ver su torso desgarrándose por el impacto y abriéndose. Shiva abrió los ojos sorprendido.

—¿Raiden Tameemon?

—Espero que no les moleste tener a alguien más en el equipo—dijo el humano, sonriendo simpático.

Rudra rio, poniendo una mano en el hombro de Shiva.

—Nos viene bien un hombre más.

Raiden sonrió antes de unirse a ellos para la lucha.

***

Ishtar, de todos los dioses que rodeaban a Gaia, era sin dudas la más molesta de todas. No dejaba de intervenir en cada ataque y siempre contraatacaba a traición, lo que dificultaba las cosas para Zeus y Adán. Era también muy escurridiza, lo que complicaba el poder darle un buen golpe que la dejara fuera del juego.

Zeus quería llegar a Gaia, terminar con ella de una vez quien era la que más problemas estaba causando. Si no fuera por sus hombres planta, las cosas no estarían tan complicadas. Esas molestas criaturas solo entorpecían todo y no les permitían luchar libremente. No eran difíciles de derrotar, pero sí eran molestas.

La paciencia de Zeus se estaba terminando, a tal punto que su fuerza estaba incrementando al máximo. Ishtar era demasiado insoportable, sonriendo con arrogancia con cada ataque en el que se acercaba demasiado a ellos. Zeus solo deseaba poder borrarle esa sonrisa y, en el proceso, bajarle unos cuantos dientes.

A ella y Gaia, quien sonreía al ver que no era capaz de llegar a ella.

***

Poseidón había desarrollado una habilidad para ver los ojos de Kojiro o sus manos en busca de señales que le indicaran hacia dónde atacar. El humano podía predecir bien los ataques del dios primordial, lo que hacía que pudiera captar sus puntos ciegos e indicarle a Poseidón el lugar indicado para que lo atravesara con su tridente. Las veces que fue incapaz de ejecutar dichos movimientos fue cuando Caos se lanzó directo a Kojiro, quien parecía ser su principal objetivo. Poseidón tuvo que intervenir en esas ocasiones, poniéndose frente al humano para evitar que Caos le hiciera daño.

No dejaría que le hiciera nada y el dios primordial parecía haberse dado cuenta de eso. Había notado que Kojiro era su debilidad y pensaba usarlo en su contra.

Como si el rey del mar fuera a dejárselo tan sencillo.

***

Incluso con los humanos y las demás divinidades ayudando, no eran suficientes. Los hombres planta de Gaia cada vez se multiplicaban más y no parecía haber algo que pudiera derrotarlos del todo. Por más que los golpes de energía que recibían los desintegraban. Estos resurgían de nuevo de la tierra, sin descanso alguno. Guerreros capaces de luchar infinitamente, sin descanso, sin sentir dolor, era el ejército perfecto. Hestia lo podía ver perfectamente y por eso podía saber que de seguir así no terminarían bien. Los dioses primordiales tarde o temprano iban a acorralarlos si no eran capaces de superarlos. Tenía que hallar una manera de darles un terreno adecuado a sus hermanos para que tomaran la ventaja.

Zeus era poderoso y su paciencia había llegado al límite, usando los rayos que parecía haber reservado para un momento complicado. Estos brillaban en sus manos cuando volaban directo a las divinidades menores, mientras que Gaia las esquivaba con suma facilidad. Ella conocía bien la habilidad de Zeus y podía luchar contra él sin sudar.

Poseidón, por otro lado, no estaba cerca de un terreno acuático y si bien era capaz de crear partículas de agua, no era conveniente. Dicha habilidad consumía mucho más de su energía que el tener que manejar una masa de agua ya existente. Si usaba su energía para crear agua y luchar contra Caos, corría peligro de terminar agotado y perder su batalla.

Hades, por su parte, tenía una fuerza increíble y un poder inimaginable. Pero si bien era capaz de usarla y posiblemente ganar, lo que arruinaba esa posibilidad era el hecho de que su hermano estaba fuera del Helheim. La enorme fuerza de Hades y su poder dependía de la oscuridad del Helheim. La oscuridad del inframundo era una especie de proteína para Hades, lo que lo volvía sumamente fuerte y el más indicado para ser su gobernante. Pero si bien fuera del mismo todavía era muy fuerte, no era lo mismo a si estuviera en su territorio. Tendría que usar su fuerza en el momento indicado para no terminar perdiendo.

Hestia solo podía ver la situación preocupante. Si bien los humanos y divinidades menores podían luchar contra los hombres planta, eso no quería decir que pudieran hacerlo eternamente. Sin contar que las divinidades que apoyaban a los dioses primordiales eran de por sí lo suficientemente fuertes como para retrasar la victoria.

—¡Gaia, Caos, Tártaro!—gritó Hestia desde su posición, viendo a los tres dioses luchando contra sus hermanos—¡Entiendo que estén enojados, pero todavía podemos llegar a un arreglo sin la necesidad de eliminar tantas vidas!

—¿Arreglo? Hestia, no seas estúpida—Gaia rio deteniendo el golpe de su hermano y Adán, casi al mismo tiempo en que Caos y Tártaro hacían lo mismo con Poseidón y Hades—. Nosotros ya no queremos llegar a ningún arreglo, lo único que queremos es recuperar lo que ustedes nos robaron. Y si para eso debemos erradicar a todas las vidas en el universo ¡lo haremos!

Ya no fueron solo los hombres planta los que salieron de la tierra, sino también seres más grandes y monstruosos, con una armadura de piedra que no dejaba que las flechas electrificadas llegaran a ellos. Eran seres de más de dos metros, con una fuerza mayor que la de los hombres plantas y una resistencia superior.

—Hestia, es hora de que dejes de creer que la palabra es la forma de resolver problemas—dijo Tártaro haciendo retroceder a Hades—. Ese momento ya pasó hace mucho tiempo.

—¡Así que prepárate porque perderás a tus hermanos hoy!—gritó Caos.

Su energía lo envolvió y como púas salieron disparadas hacia Poseidón quien consiguió esquivarlo antes de recibir un golpe mortal. Pero si bien no lo perforó, sí consiguió cortar su piel en varios sectores.

Gaia sonrió lanzando a Adán lejos y usando esa mano libre para tomar del cuello a Zeus. Los ojos del padre de todos los dioses brillaron amarillos, los rayos en sus manos avanzaron para dañar a Gaia, pero ella no recibía daño alguno. Los rayos no eran la manera de hacerla retroceder, si Zeus conseguía una ventaja no sería con sus rayos sino con su fuerza.

Ella apretó su cuello, comenzando a dejar sin aire a Zeus. Caos había conseguido la ventaja sobre Poseidón cuando comenzó a atacar a Kojiro. Mientras que Tártaro consiguió acorralar a Hades, el cual intentaba mantenerlo a raya para que no llegara al emperador humano.

Fue un momento corto, pero todos lo habían notado. Gaia se sorprendió cuando perdió la mano con la que apretaba el cuello de Zeus, Caos jadeó al recibir un corte en su pecho y Tártaro retrocedió cuando el filo de un arma se clavó en su vientre. Los tres dioses primordiales miraron con sorpresa a Hestia, quien se paró frente a ellos con una larga y fina espada en su mano derecha.

—¡Tú! ¡Maldita zorra, deja de intervenir en lo que no te...!—y el grito de Ishtar quedó a la mitad cuando un puño impactó contra su rostro, desencajando su mandíbula y rompiéndole varios dientes.

Ishtar escupió sangre y dientes al suelo, mientras se sostenía la mandíbula rota. Sorprendida miró hacia arriba, a la diosa que estaba frente a ella mirándola sin bajar la cabeza.

—Conoce tu lugar antes de venir a hablarme a mí así, criatura indigna—Hestia le pateó el estómago, haciendo que Ishtar se inclinara hacia adelante para poder pisar su cabeza contra el suelo—. Yo soy Hestia, diosa de la hoguera y el hogar, venerada, respetada y reconocida por todo el Valhalla. Una diosa como tú, de la que pocos recuerdan su nombre, ni siquiera tiene el derecho de pronunciar mi nombre.

—T-tú...perra sucia...—dijo con dificultad la diosa, sus palabras salieron casi inentendibles, pero Hestia las comprendió, por supuesto.

—Silencio.

Su pie terminó de descender sobre la cabeza de Ishtar hasta tocar el suelo. Los ojos de la diosa se salieron de sus cuencas cuando su cabeza se presionó con fuerza, su nariz sangró igual que su boca mientras se oían los cracks de sus huesos al quebrarse. Su cerebro se fragmentó, saliendo como carne picada de los huecos que se abrían lentamente de la cabeza de Ishtar. No fue un proceso lento, pero claramente no fue agradable para la diosa quien terminó con su cabeza aplastada en el suelo.

Los ojos de Hestia miraron hacia los dioses primordiales, quienes habían visto el momento en que ella asesinó a Ishtar. Levantó la fina espada en su mano y la apuntó hacia ellos, sus ojos desafiantes.

—No dejaré que sigan metiéndose con mi familia. Nadie toca a mis hermanos y logra salirse con la suya, mucho menos estando yo aquí.

Gaia dio un paso al frente, preparándose para la batalla.

—Pequeña diosa tonta, ¿en serio crees poder con nosotros tres?

—Hestia—escuchó la voz de Hades detrás de ella—, hazte para atrás, Zeus, Poseidón y yo nos encargaremos.

—Hestia, ven aquí, esta lucha no te pertenece—dijo Zeus.

—Piensa con sensatez—advirtió Poseidón.

Hestia se giró hacia ellos y frente a sus ojos no estaban los tres reyes en los que se habían convertido sus hermanos. Frente a ella estaban sus hermanos menores. Podía ver al pequeño Hades, de cuerpo delgado y mejillas redondas que tomaba su mano para cruzar los pasillos más oscuros. Veía al pequeño y tierno Poseidón durmiendo contra su pecho la siesta del día. Y veía al joven Zeus que la salvó, apoyado contra ella mientras descansaba luego de un largo día. El hermano al cual no pudo ver crecer, al que no pudo abrazar de niño y cuidar de las pesadillas.

No eran reyes, no eran hombres, eran solo sus pequeños hermanos. Y por sus hermanos, su familia, Hestia haría cualquier cosa.

—Mis adorados hermanos...—Hestia les sonrió suavemente, recordando el pasado.

Los guardias que Cronos había dejado los estaban alcanzando. Si no eran capaces de hacer algo a tiempo, los atraparían y esta vez escapar sería imposible. Zeus estaba buscando una alternativa, pero nada de lo que hacía sería capaz de funcionar. Hestia estaba casi al final, viendo a los guardias acercándose cada vez más. Miró a sus hermanos, debilitados por Cronos, pensando en una forma de huir. Hades estaba cerca de ella, sus manos llenas de sangre y sosteniendo una daga. Adamas murmuraba groserías al no saber qué hacer, la sangre manchaba sus puños y un gran moretón se veía en su torso donde había recibido un golpe. Poseidón fruncía el ceño, mirando hacia los guardias mientras ayudaba a Hera a mantenerse de pie porque un guardia le había roto una pierna. Del otro lado estaba Deméter, preocupada y ayudando a su hermana a mantenerse en pie también.

Volvió a mirar hacia los guardias que cada vez estaban más cerca. Miró a sus hermanos y decidida, les dijo:

—Sigan su camino, yo los alcanzaré después.

—Pero Hestia, son demasiados, sola no podrás hacer nada—dijo Hades mirándola preocupado.

—Todavía podemos pensar en algo—dijo Zeus.

—No hay tiempo—dijo Hestia—, sigan adelante, ahora, o Cronos nos volverá a atrapar.

—Pero Hestia...—dijo Deméter, sus ojos brillantes en preocupación.

Hestia entonces sonrió y dijo:

—..., no hay nada de qué preocuparse, su hermana está aquí, ella se deshará del peligro.

La fina espada que Hestia tenía en su mano se encendió en llamas. Ella no era la diosa de la hoguera y el hogar por nada, Hestia poseía la habilidad del fuego, así como su hermano Poseidón poseía la del agua y su hermana Deméter la de la tierra. Volvió a encarar a los tres dioses primordiales y entonces se lanzó a la batalla.

La espada que tenía en su mano si bien era un arma divina, no era tan fuerte como el fuego que la rodeaba. Hestia había usado esta habilidad para pelear siempre, aunque era de entrar en batalla muy contadas veces. Ella no consideraba la fuerza bruta como una buena forma de solucionar los problemas, pero cuando decidía intervenir, siempre lo daba todo. Su día a día era siempre igual, ella bordando o practicando habilidades caseras, pero también tenía su propio entrenamiento el cual realizaba mayormente para estar lista para proteger a su familia. Si había algo que ella valoraba demasiado, era a sus hermanos.

Gaia detuvo el ataque de su espada, mientras Caos y Tártaro planeaban atacar por sus costados. Las lenguas de fuego que Hestia les lanzó los espantó a los tres, haciendo que despejaran el camino para que ella se lanzara hacia el siguiente.

Su espada se movía con gracia y fluidez, rodeada de fuego ardiente. Un corte en sus oponentes sería en extremo doloroso, a pesar de que suturaría la herida y no permitiría que se desangrara. Pero eso no era lo importante, Hestia sabía que si bien estos dioses no se desangrarían hasta morir, podrían ser vueltos cenizas sin problemas. Confiaba en su habilidad con el fuego, en su propia fuerza, sabía de lo que era capaz y no temía en absoluto a este montón de tontos. Mucho menos ahora que estaban atentando contra sus hermanos.

Cronos era un bastardo, fue algo que Hestia supo a muy corta edad. Fue la primera hija de Cronos y Rea, la primera en experimentar de primera mano el maltrato de Cronos. Él no solo la debilitaba quitándole sus poderes, también la "entrenaba" en una batalla donde claramente ella siempre terminaba malherida.

Fue la primera en terminar en un rincón del universo, sola con su madre como única compañía. Lo bueno de ver a su padre cada tanto, era que no recibía ninguna paliza, lo malo era que le robaba más de su energía y eso la dejaba en un estado severo de vulnerabilidad. Sumado a que su madre solamente se dedicaba a educarla y no le hablaba más que para eso, Hestia comenzó a sentirse sola a la edad de seis años. Era un sentimiento horrible para una niña y cada noche rogaba a quien quisiera escucharla, que ese tormento terminara de alguna manera. Estar sola, en un rincón oscuro del universo, fue un castigo mucho peor que las palizas. Incluso la tristeza que la embargaba al darse cuenta de que no tenía una familia de verdad, hizo que los días se tornaran extremadamente largos para ella y que el deseo de desaparecer se instalara en su corazón.

Fue la llegada de Deméter lo que cambió esos pensamientos. Una hermana pequeña, de mejillas abultadas y mirada suave, fue lo que le devolvió la fuerza a Hestia para continuar mejorando cada día. Con Hera su esperanza y fuerza solamente aumentaron, deseando evitar que algo le pasara a sus hermanas por culpa de Cronos.

Y luego llegaron Hades, Adamas y Poseidón, sus tres pequeños hermanos, quedando solo Zeus fuera de la ecuación luego de que su madre, por primera vez, hubiera sido lo suficientemente inteligente como para esconder a uno de sus hijos.

La verdad fuera dicha, Hestia realmente se entristecía al darse cuenta de que Zeus fue el único hermano menor al que no pudo ver crecer. A sus demás hermanos los había visto desde la cuna, siendo tan hermosos y adorables, tan pequeños y diferentes entre sí. No tuvo ese privilegio con el menor de sus hermanos, no pudo ayudarlo a dar sus primeros pasos, ni siquiera cantarle una canción de cuna o leerle un libro. Hubo muchas cosas que Hestia no pudo hacer por Zeus en una etapa importante de su vida, y sabía que esa carencia de amor en su niñez había afectado a su hermano.

Si pudiera regresar el tiempo atrás, Hestia lo haría y quizás sería más fuerte para evitarles el sufrimiento y la desgracia a sus demás hermanos.

Las llamas se extendieron por sus brazos antes de que una ráfaga ardiente fuera disparada hacia los tres dioses. De los tres, solo Tártaro fue perjudicado, siendo quemado en el rostro por el fuego. Hestia continuó luchando, sabiendo que bajar la guardia con estos dioses sería lo mismo que dejarse vencer. Ellos aprovecharían cualquier momento para matarla, así que ella tenía que encontrar el momento preciso para derrotarlos a ellos.

Hestia sabía que a Deméter le gustaban las plantas más que cualquier otra cosa en el universo. Así que con cuidado, consiguió extraer del exterior una pequeña planta que colocó en una improvisada maceta. Su hermana estaba dormida ya, luego de que Cronos fuera a visitarlos ese día, pero Hestia se coló en su habitación y la llamó suavemente.

—¿Hestia?—preguntó Deméter despertándose, sintiendo los párpados todavía pesados.

—Dem, mira lo que tengo para ti—susurró Hestia.

Hestia alzó la pequeña planta en su maceta improvisada. Deméter tardó en notarlo por la escasa luz de su habitación, pero al darse cuenta de lo que era sonrió radiantemente, abrazando a Hestia por el cuello.

—Muchas gracias—susurró feliz sin soltarla.

Hestia correspondió al abrazo, sonriendo feliz también.

—Feliz cumpleaños, Dem.

Una gigante llamarada salió disparada hacia Gaia luego de que esta quedara cerca del rango de ataque de Hestia. Caos se alejó para evitar el fuego, pero tan pronto lo hizo Hestia se lanzó hacia él para atacarlo con su espada. Hubo algo similar en Tártaro, quien quiso lanzarse a ayudar a Caos, pero el fuego de la espada saltó hacia él para alejarlo.

Hestia sintió la presencia de Gaia detrás de ella luego de haber conseguido que la llamarada no la afectara en absoluto. Un movimiento ágil la sacó del rango de ataque de la diosa primordial y consiguió que lastimara a Caos con su ataque. Hestia debía eliminarla primero. Fuera del juego, los humanos dejarían de tener tantos problemas.

—Hera, ¿dónde estás?—preguntó Hestia buscando a su hermana.

La encontró donde era usual, detrás de las cosas guardadas en un pequeño armario. Su pequeña hermana la miró de reojo antes de ocultarse entre sus rodillas. Hestia se sentó fuera del armario, cerca de Hera.

—Mamá te busca, tenemos lecciones a las cuales ir.

—No quiero ir—dijo Hera todavía oculta entre sus rodillas.

—¿Por qué?—cálidamente, Hestia acarició el cabello de Hera.

—No tiene sentido, ¿para qué estudiamos tanto si igual seguiremos aquí encerrados por siempre? Quedarme aquí o ir a las lecciones es lo mismo.

Hestia miró a su hermana, quien claramente se veía triste con sus situaciones. Pensó en qué podía hacer y terminó por sacar las cosas que la separaban de Hera para meterse también en el armario y poder abrazarla.

—Entonces ambas nos quedaremos aquí.

—Pero...tus lecciones—Hera la miró, preocupada de que Hestia no fuera a sus propias lecciones del día.

—No son tan importantes—Hestia la acomodó contra ella, la cabeza de su hermana en su pecho—. No como tú.

Hera se apoyó contra su pecho, escuchando los latidos de su corazón. Hestia entonces le contó una historia de una increíble y fuerte guerrera que salvaba a todos con su enorme poder. Cuando se dio cuenta, Hera ya estaba dormida en sus brazos, roncando suavemente.

Caos atacó por su derecha mientras Gaia atacaba detrás. Hestia fue capaz de evitar sus ataques y de contraatacar, bloqueando a Tártaro. Los tres se coordinaban para atacarla a la vez, mientras Hestia evadía sus ataques o usaba su propio fuego para contrarrestar los golpes. Pelear contra ellos no era sencillo, mucho menos si combinaban su fuerza para matarla. Pero Hestia peleaba por sus hermanos, no dejaría que le ganaran sabiendo que eso pondría en peligro a las personas que más amaba en el mundo.

Hestia entró gateando a la pequeña guarida que Adamas había hecho en su propio cuarto. Estaba hecha con unas sábanas grandes que se estiraban de mueble a mueble hasta formar una especie de carpa. Adamas estaba dentro, con un velador para iluminar su lugar seguro. Hestia sonrió sentándose frente a él y viéndolo dibujar boca abajo en el suelo.

—¿Cómo estás, Capitán Conquistador?—preguntó Hestia sonriendo enternecida.

Adamas era un niño pequeño todavía, con un cuerpo delgaducho y ojos vivaces. Era tan lindo que ella apenas se podía resistir de llenarlo de besos.

—¡Hermana! ¡Mira!—Adamas se levantó feliz, mostrándole un dibujo para el cual ella necesitaría explicación.

—Oh, muy bonito, Ada. ¿Ese eres tú?

Hestia solo deducía cosas por lo que iba viendo. Y creía que ese pequeño ser de cabello rojo era su hermano.

—Sí, soy yo. Y este es mi gran palacio, donde viviré con todos ustedes. Tendremos sirvientas que nos atenderán todos los días y ellas tendrán sirvientas para que no se cansen de atendernos todos los días. También habrá muchos guardias, comida, plantas y mucha luz para todos. Y lo mejor, será que papá no estará con nosotros—dijo emocionado Adamas, sus ojitos brillando con efusión.

Hestia sonrió acariciando su cabello.

—Es un gran plan, Ada. ¿Tendré mi propio cuarto en tu palacio?

—¡Por supuesto! Tendrá ventanas muy grandes para que siempre tengas toda la luz que quieras. También habrá cocineros que te harán tus postres favoritos a cualquier hora del día.

—Me gusta eso.

—¿Y sabes qué es lo mejor?—Hestia negó sonriéndole enternecida a su hermano—¡Que yo te protegeré de todo! Nunca permitiré que nadie te haga daño, ni siquiera papá. Me haré muy, muy fuerte y te cuidaré.

La seguridad con la que Adamas hablaba, había llenado el pecho de Hestia de calidez. Tanta calidez que Adamas chilló cuando ella lo atrajo hacia sí con un fuerte abrazo.

—Gracias, Ada.

Su espada cortó los brazos de Tártaro, cortes que no llegaron a ser letales. Simplemente les dejó las marcas rojizas en sus brazos, sangre cayendo por esos cortes. Caos recibió un corte en su rostro y Gaia fue apuñalada en una pierna. El fuego les quemó la piel, dejando esas zonas en carne viva. Hestia quería quemarlos por completo y no dejar nada de ellos.

Hades parecía concentrado en el ajedrez frente a él. Hestia le había explicado las reglas del mismo y desde entonces pareció volverse el juego favorito de su hermanito de ocho años. Jugaba generalmente solo, ya que Hestia descubrió que perdía constantemente al jugar contra él y nadie parecía ser capaz de ser su rival. Hera no tenía paciencia para estos juegos y Deméter era mucho peor que Hestia jugando.

—¿Qué pasa, Des?—preguntó cálidamente acariciando su cabello.

—No es nada, solo...pensaba.

—¿Puedo saber en qué?

Hestia se acuclilló a su lado, tomando la mano de su pequeño hermano.

—Yo...solo pensaba en si algún día conoceré a alguien. Alguien...a quien pueda considerar mi amigo—dijo Hades tomando un peón y mirándolo detenidamente.

—Por supuesto que sí, ¿por qué no? ¿Es porque estamos aquí? Hades, no te preocupes, algún día conseguiremos salir y conocerás a alguien a quien considerarás tu amigo.

—¿Pero cómo sabré que será mi amigo? ¿Cómo sé que será alguien de confianza?

Hestia miró el juego frente a ella, tomó una torre blanca y sonrió.

—Porque...esa persona será la primera en poder ganarte.

El fuego crepitó, rodeando a Hestia. Pero no era suficiente para espantar a sus oponentes. Tres contra uno era un número bastante injusto, aunque no era algo que a ella le importara. Pero para estas cosas, era realmente importante.

Los golpes y contraataques continuaron, fuego y el brillo de una espada pasando de lado a lado, golpes divinos y ataques de un poder sin igual. Fue un intercambio para nada justo por la diferencia numérica, pero Hestia no se dejó amedrentar. Ella nunca lo haría.

Ya era la hora de dormir, por lo que Hestia luego de arropar a todos sus hermanos, se dirigió al cuarto del menor de todos. Poseidón tenía cuatro años y a pesar de su edad era un pequeño en verdad muy tranquilo. Estaba sentado en su cama, con su pijama blanco puesto, el mismo que el de todos sus hermanos, esperándola. Hestia normalmente solía ir a arroparlo, pero antes de hacerlo le cantaba una canción o le leía una historia. A Poseidón parecía gustarle.

—Pose, tengo una historia muy linda para contarte hoy—dijo ella acomodando a su hermano en la cama.

Poseidón fue muy dócil, seguramente porque estaba agotado luego de que Cronos fuera a visitarlos hoy. Se veía en sus ojitos que estaba agotado, pero todavía la había esperado para que lo arropara.

Como siempre, no dijo nada. Simplemente se dejó arropar, mientras Hestia se acostaba a su lado por encima de las colchas.

—Fue hace mucho, mucho tiempo, cuando el sol y la luna todavía no se habían separado...

Y como en algunas noches, Hestia le inventó una historia en la que había estado pensando durante todo el día. Poseidón la escuchó hasta que, a mitad de la historia, terminó por quedarse dormido pacíficamente. Solo entonces, Hestia le besó la frente y salió con cuidado para no despertarlo.

Un golpe directo a su pierna rompió el hueso en más de una parte. Hestia siseó por el dolor pero lo soportó, apoyándose en su pierna sana para que el dolor de su pierna rota no fuera demasiado. Caos atacó, Tártaro también y Gaia esperaba su momento. Hestia resistió los ataques, los golpes contra su cuerpo no eran suaves pero ella podía resistirlos. Su fuego conseguía alejarlos un poco, pero sus ataques a distancia conseguían llegar a ella sin problemas.

Las heridas se abrieron en el cuerpo de Hestia, pintando su ropa de rojo brillante. Su dolor no era nada comparado a lo que sentiría si les hicieran algo a sus hermanos.

Incluso con su pierna rota, Hestia se levantó para seguir peleando, sin importar que el dolor subiera por toda su pierna sin piedad. Pero resistió, porque el amor por sus hermanos era mucho más fuerte que el dolor en su cuerpo.

Y el poder de Hestia no venía de otra cosa que del gran amor que sentía por sus hermanos.

Zeus miraba el cielo estrellado, parecía demasiado concentrado en sus pensamientos mientras Hestia lo miraba sentada en el suelo. Sus hermanos estaban descansando en una cueva cerca de ellos, recuperando energías para el verdadero enfrentamiento. Se acercó lentamente a él y se sentó a su lado, admirando el cielo estrellado también.

—¿Cómo hiciste para librarte de ellos?—preguntó Zeus.

—Nada muy diferente a lo que tú hubieras hecho—respondió ella sonriendo suavemente.

—¿Por qué lo hiciste?

—Por ustedes.

Zeus frunció el ceño, girándose hacia ella para mirarla.

—Por ellos.

—Por ustedes—reafirmó Hestia mirándolo—. Incluyéndote.

—Por mí...¿Por qué?

Hestia sonrió acariciando su cabello.

—Porque eres mi hermano.

—No me conoces, ¿qué razones tendrías para hacer algo por mí?

Hestia rio divertida por las palabras de su hermano menor.

—¿Acaso necesito razones para proteger a mis hermanos?

El brillo de la espada de Hestia paso por el cuerpo de Gaia, cortándole un brazo entero y evitando su sangre. En un movimiento veloz, cuando Tártaro se lanzó a ella para ayudar a Gaia, lo apuñaló con su espada prendida fuego y subió cortándolo desde el estómago hasta la cabeza. Su fuego consumió su corazón y parte de su cerebro, antes de envolverlo y comenzar a alimentarse de su cuerpo.

—¡Tártaro!—gritó Caos.

Uno menos, pero todavía faltaban dos. Al menos a Gaia le faltaba un brazo, por lo que sería la más indicada para asesinar luego de Tártaro.

El cuerpo del dios primordial cayó prendido fuego hacia el suelo, su cuerpo comenzando a deshacerse poco a poco. Hestia debía hacer algo, tenía que deshacerse de Gaia y de Caos. No dejaría que llegaran a sus hermanos, ella no podía permitirlo. Como la hermana mayor, su deber era proteger a sus hermanos pequeños.

Una mano atrapó su cuello con brusquedad, lastimando su garganta. Hestia buscó deshacerse de esa mano, cortando el brazo o bien apuñalando a su dueño, pero Caos le quebró la muñeca obligándola a soltar la espada. Los ojos del dios primordial brillaban con furia y sed de sangre. Él realmente la quería muerta luego de haber asesinado a uno de sus compañeros.

Apretó su cuello, obligándola a usar su fuego para quemar ese brazo. Pero Caos no reaccionó esta vez, decidido a romperle el cuello. Pero no era el único, detrás de ella Gaia se acercaba para atacarla. Hestia necesitaba deshacerse de ellos, tenía que hacerlo, tenía que liberarse para luchar por sus hermanitos. Ella debía protegerlos, debía hacerlo.

No podía perder, no podía permitir que la vencieran.

—Hazlo, Gaia—dijo Caos elevándola en el aire.

Iban a cortarla a la mitad, parecido a la manera en que ella se deshizo de Tártaro. No, no iba a permitirlo.

De una patada con su pierna sana, desequilibró a Caos y se liberó de su agarre, haciendo que su propia espada, ahora empuñada por Gaia, pasara cerca de ella. Ya en el suelo, Hestia buscó usar un ataque de fuego, pero Gaia la pateó en la cara con fuerza, desorientándola completamente. Si otro dios la hubiera pateado, posiblemente no hubiera terminado mal, pero la fuerza de una diosa primordial era diferente a la de otro dios. Así que Hestia solo pudo escupir sangre, sintió una mano en su pierna sana ejerciendo presión para romperle la pierna. El hueso sonó con fuerza, pero Hestia apretó los dientes para no gritar. No les daría el gusto.

—No sé en qué pensabas al creer que podrías contra nosotros. Solo eres una diosa estúpida, Hestia—dijo Gaia alzando su brazo con la espada—. Es hora de que pagues por tu osadía.

Hestia la miró a la cara, sin bajar la mirada jamás. No temía a la muerte, salvo por el hecho de que no podría hacer nada por sus hermanos ahora. Como hermana mayor había fallado terriblemente al proteger a sus hermanos.

Lo siento, mis amados hermanos, su hermana les falló.

Hubo un brillo cegador y el sonido de un choque metálico, como el de dos armas al colisionar entre sí. Cuando Hestia recuperó la vista, notó que todos sus hermanos estaban frente a ella protegiéndola y deteniendo los ataques de Gaia y Caos. El tridente de Poseidón, el bidente de Hades, la guadaña de Adamas, el rayo de Zeus, las hachas de Deméter y el escudo de Hera. Todos ellos estaban frente a ella, protegiéndola.

No supo en qué momento todos habían llegado o qué había pasado, solo sabía que sus seis hermanos estaban frente a ella bloqueando los ataques.

—Señorita Hestia—dijo Sasaki Kojiro tomándola de los hombros y sacándola de su sorpresa.

—Señora Hestia—dijo Anfitrite preocupada—, hay que correrla de aquí.

Kojiro asintió, tomándola en brazos para alejarse de ese lugar. Anfitrite lo siguió, procurando que ningún hombre planta se acercara a ellos. Hestia todavía estaba un poco confundida al respecto. Hacía un rato creyó que moriría en manos de Gaia y Caos, pero ahora estaba siendo llevada por Kojiro a otro lugar lejos de donde sus hermanos estaban.

—No, mis hermanos...

—Señorita Hestia, está bien, estarán bien. Ellos y todos—dijo el humano dejándola en un lugar seguro—. Los refuerzos llegaron.

Solo entonces, Hestia se dio cuenta que los números del lado de ellos habían aumentado. Los mensajes que ella había enviado habían sido recibidos con éxito. No solo estaba el ejército del Helheim ahí, también estaba el ejército de Poseidón y el de Zeus. También había notado apoyo del lado nórdico, arcángeles guiados por Freya para contener a los dioses menores.

—Señora Hestia—Anfitrite tomó su mano sana, apretándola suavemente—, todo estará bien, yo la cuidaré. Kojiro, por favor, cuida de Poseidón.

—Yo no estoy seguro de dejarlas...

—Estaremos bien—Anfitrite sonrió levantando la espada en su mano—. Soy una diosa fuerte, no lo olvides.

Kojiro sonrió cansino antes de suspirar y levantarse.

—Bien, no se preocupe señorita Hestia, cuidaré de su hermano.

Y antes de recibir respuesta, Kojiro se alejó de ella.

***

Loki no era un dios fácil de derrotar, tampoco era imposible. Pero para Lü Bu y Thor, quienes acostumbraban a usar la fuerza bruta para pelear, Loki era un oponente complicado. No solo por sus trucos sucios, los cuales eran bien conocidos por Thor, sino por el hecho de que había más dioses interviniendo para evitar que asesinaran a Loki. Era muy molesto no ser capaces de destruir al mayor dolor de cabeza que tenían solo porque un montón de intrusos no les permitían hacer las cosas a su forma.

La llegada de Freya con los arcángeles había sido una gran ayuda porque lograron quitarles de encima a esos estorbos que no les permitían patearle el trasero a Loki a gusto. Thor en especial quería golpearlo luego de saber que había ayudado a Odín a separarlo de Lü Bu, usando como excusa que Mjölnir fue secuestrado. Ellos sabían lo que el humano había significado para él y en lugar de ayudarlo o dejarlo ser, al menos, simplemente decidieron que lo mejor era separarlos.

Lü Bu tomó su alabarda desde la punta y encima de Liebre Roja corrió hacia Loki. Loki sabía que el ataque de Lü Bu era un ataque con una sola finalidad y esa era eliminarlo. Con Freya manteniendo a los otros dioses lejos de Loki, lo único que podía hacer el dios de las mentiras era salir corriendo para evitar el ataque mortal, creando ilusiones para confundirlos. No contaba con que Heimdall interviniera, deshaciéndose de todas sus ilusiones y dejando solo el real a la vista.

—¿A dónde crees que vas?—dijo Thor tomándolo del cuello con fuerza desde atrás—¿Acaso no te estás divirtiendo?

Antes de que Loki pudiera usar alguna técnica rara para librarse, Thor lo lanzó directo hacia Lü Bu. Fue entonces que Lü Bu usó su ataque especial, ese que entrenó durante años para poder enfrentarse a Thor. Un ataque capaz de partir el cielo.

Loki gritó, maldiciendo a Thor por haberlo lanzado. Pero no tuvo mucho tiempo de quejarse cuando Lü Bu usó su ataque contra Loki. El potente golpe partió los cielos tal y como le había contado el humano que hacía. Una luz estalló por el golpe poderoso de Lü Bu que chocó contra las cadenas de Loki. La resistencia del arma divina de Loki estaba complicando la victoria del humano, así que Thor decidió intervenir usando a Mjölnir para atacar a Loki del lado contrario del cual lo hacía Lü Bu.

Los ojos de Loki se abrieron horrorizados al darse cuenta de que Thor lo estaba atacando desde atrás y que defenderse del ataque sería imposible. Mucho menos con la velocidad con la que Thor atacó.

Luego de que la luz cegadora del ataque de Lü Bu terminara, todos pudieron notar el cuerpo del gran dios de las mentiras Loki irreconocible en el suelo. Trozos de carne sin formas de lo que alguna vez fue un dios.

***

Caos y Gaia no eran dioses cualquieras, eso era algo que todos debían tener en cuenta. Incluso sin Tártaro, ellos se defendían mucho mejor de lo que lo hacían antes. Eran perros heridos que sacaban hasta los dientes para defenderse del peligro. Era realmente molesto.

Por más que estuviera peleando con sus hermanos, luego de que la furia los invadiera a todos al ver a su hermana mayor ser herida de tal manera, parecía ser como si las cosas se hubieran complicado el doble. Si no encontraban una manera de destrozar a estos bastardos, entonces las cosas seguirían complicándose.

—Poseidón—dijo Kojiro a su lado, empuñando su espada—, encárguense de Caos, nosotros nos encargaremos de Gaia.

Poseidón miró al humano, preguntándose de qué hablaba, cuando notó que Gaia se había abalanzado hacia ellos. Preparó el tridente para contrarrestar su ataque cuando un brazo metálico intervino, deteniendo el golpe de Gaia con una técnica especial con la que luego la mandó a volar.

—Necesitaremos que se encarguen de Caos, nosotros nos encargaremos de ella—dijo el emperador humano sonriendo con confianza luego de haber mandado a volar a Gaia.

—Kojiro, esto es...

—Será más peligroso si no ayudas a tus hermanos a deshacerse de Caos, él parece el más complicado de todos.

Poseidón quería decirle que no se iría y lo dejaría solo peleando con un montón de humanos en los que no confiaba. Pero al darse cuenta que la situación se agravaría más si no hacían algo contra Caos antes de que volviera a unirse a Gaia, entonces decidió obedecer a Kojiro.

Se unió de nuevo a sus hermanos para atacar a Caos, quien ahora parecía desquiciado atacando como un salvaje para evitar ser asesinado por ellos. Incluso Zeus, quien era uno de los dioses más fuertes, estaba teniendo problemas para enfrentarse a Caos. Ni siquiera sus rayos estaban siendo rivales para este dios que parecía resistir cualquier cosa en su estado de frenesí.

Por su parte, los humanos estaban atacando en conjunto. Los trece representantes del Ragnarok estaban luchando contra Gaia, uniéndose para atacar sincronizádamente a la divinidad que no tenía problemas para evadirlos. El emperador chino lideraba el grupo, indicando el momento y los movimientos para atacar. Kojiro casi no entraba en batalla, quedándose al lado del emperador para advertirle del siguiente movimiento de Gaia. Otros luchadores del ragnarok, principalmente esos que usaban la fuerza para atacar, eran los que estaban combatiendo contra la diosa para mantenerla distraída mientras los cerebros del grupo buscaban una estrategia para acorralarla.

Incluso cuando por separado no tenían la fuerza para ganar, juntos parecían complementarse bastante bien. Mientras uno de ellos golpeaba por la derecha, otro lo hacía por la izquierda y a la vez había otro humano resguardando las vías de escape de Gaia para contenerla. Ella parecía harta de la situación donde parecía tener pocas posibilidades de devolver los golpes porque Kojiro lograba predecirlos. Gaia parecía dispuesta a ir por Kojiro, quien era el mayor problema para ella, pero cuando se lanzó hacia él fue el emperador chino quien intervino deteniendo su ataque. Al mismo tiempo unas cadenas enviadas por un enano rubio, el que había luchado contra Loki, se cruzaron por el cuello y la cintura de Gaia, jalándola hacia atrás. Los más fuertes del grupo tomaron esas cadenas y las jalaron hacia atrás para alejarla del emperador. Ella se giró hacia ellos dispuesto a ir con ellos ya que la jalaban, pero entonces el hombre que luchó contra Belcebú sacó otras cadenas para jalar a Gaia del lado contrario. Buda y Thor, junto con otros combatientes no tan fuertes, tomaron las cadenas para retener a Gaia de ese otro lado.

—¡Ahora!—gritó el emperador chino.

Kojiro y un espadachín enano se lanzaron hacia Gaia para cortarla con sus espadas. Pero Gaia lucharía hasta el final, así que liberando su energía con un potente grito hizo que enredaderas letales se esparcieran por las cadenas para tomar a los luchadores. Las mismas se lanzaron como dagas hacia los dos espadachines, lo que preocupó a Poseidón.

—¡Suéltenla!—gritó Thor.

Los demás, sin saber qué más hacer, soltaron las cadenas y ya sin nadie a quien perjudicar Thor invocó sus rayos y las condujo hacia Gaia quien seguía atrapada por ellas. Las enredaderas se disolvieron con los fuertes rayos, mientras Gaia recibía el ataque mayor. Gritó mientras la corriente pasaba por todo su cuerpo, pero seguía de pie, moviéndose con dificultad para atacar a Thor. Al ver la situación, el oponente de Thor tomó las cadenas del otro lado y a pesar de que la corriente le hacía daño, jaló a Gaia para que no llegara al dios nórdico. Este al notarlo dejó de dar las descargas, lo que liberó a Gaia de su sufrimiento y le permitió moverse con más libertad.

Antes de que ella pudiera reaccionar, el amigo de Kojiro y Kojiro la rebanaron con sus espadas, haciendo que el cuerpo de la diosa comenzara a caer trozo por trozo al suelo.

—N-no...u-ustedes...m-mald-ditos...

La sangre manchó el suelo, una gran mancha que cubría su cuerpo, y mientras su sangre se esparcía por el césped, los hombres planta que había creado comenzaban a deshacerse en cientos de hojas sin vida. Hojas que formaban un gran colchón otoñal.

Dos de los tres dioses primordiales habían caído. El único que quedaba todavía vivo era Caos, quien se defendía de los ataques de sus hermanos. Sin importar que tan fuertes fueran todos, Caos estaba consiguiendo resistir a sus atraques con maestría.

Sin embargo, fue la muerte de Gaia la que pareció activar su desesperación. Sin ninguno de sus compañeros vivos, estaba solo en esta batalla y eso quería decir que tenía más posibilidades de perder que otra cosa. Pero incluso en ese estado, Zeus fue capaz de sorprenderlo y golpearlo, llevándolo directo hacia el bidente de Hades el cual se ensartó en su pecho. Caos escupió sangre, buscando salir del ataque de Hades. Sin embargo, Adamas y Deméter intervinieron pasando el filo de sus armas por las extremidades de Caos, dejándoselas casi mutiladas. Hera lo golpeó con el escudo en el rostro, doblándole el cuello y dejándolo desorientado. Poseidón sabía que era su turno para dar el golpe final y terminar con este dolor de cabeza. Así que moviéndose con rapidez, empuñó su tridente para arrancarle con el mismo la cabeza a Caos.

Sin embargo...

—¡No! ¡No me derrotarán tan fácilmente!—gritó en su desespero Caos.

Una ola de humo negro los azotó a todos, un humo espeso que no les permitía ver nada a su alrededor. Solo una envolvente y vacía oscuridad.

.

.

.

Título del capítulo parte de la canción Legend de The Score 

Bien, les traeré los ultimos dos capitulos juntos y asi doy fin a esta segunda parte.

En mi fic, los hermanos tienen un elemento cada uno. Zeus es el aire, aunque usa los rayos. Hades la oscuridad. Poseidon el agua. Demeter la tierra. Hestia el fuego. Hera la luz. Adamas los cristales/minerales. 

No se si se noto el ligero paralelismo de Hestia con Adan pero bueno fue mi intento jajaj Tambien en los extras se verá por qué volvieron los humanos caidos en el ragnarok

Otra cosa, en mi mente los rayos de Thor y los de Zeus son diferentes, energias diferentes y por eso uno le hace daño a Gaia y los otros no. Una estupidez pero bueno jajaja 

Nos vemos en breve

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro