Capítulo 22
Capítulo 22
Here comes this rising tide so come on
El caos que generó esta última ronda fue tal que Hades salió del cuarto donde estaba Qin Shi Huang para poder ayudar a sus hermanos. Poseidón mismo había salido y juntos, luego de encontrarse en mitad del pasillo, se dirigieron hacia la arena de combate.
No fue difícil para ellos reconocer a Gaia, la principal diosa primordial que les había traído tantos problemas en el pasado liberando a los gigantes y a los titanes. A sus lados estaban otros dos dioses que, en algún momento, ambos conocieron: Caos y Tártaro. Hades no había llegado a verlos en persona de tan cerca, principalmente porque su padre los había dejado salir poco durante muchos años, pero sí los había llegado a ver en libros y pinturas de ellos. Los dioses primordiales que dieron origen a su mundo, los creadores de los titanes y los gigantes.
Aquellos dioses que se habían "autodestruido" para mantener el equilibrio en el mundo.
Sí, claro, su autodestruyeron. Si no fuera por la colaboración de los demás dioses, estos dioses seguirían con vida generando un gran caos.
La muerte de todos ellos se había debido a un mutuo acuerdo silencioso entre los dioses de varios panteones. Los dioses primordiales habían estado afectando la convivencia pacífica de todos luego del ataque de Gaia y ya nadie los soportaba. Al menos la mayoría no. Fue por eso que terminaron eliminándolos uno por uno sin usar la violencia, orillándolos a la locura o bien atacándolos cuando nadie podía verlos. Fueron asesinatos silenciosos y sutiles, una manera de hacerlos desaparecer sin causar gran revuelo. De esa forma fue fácil decir que solamente se autodestruyeron por el bien de todos. Sonaba más digno que decir que fueron asesinados porque ya nadie podía soportarlos.
Poseidón y Hades vieron desde el balcón sobre las gradas de los dioses a las tres divinidades que estaban cerca del moribundo Odín. Los tres miraban todo a su alrededor hasta que se posaron en Zeus, sus ojos brillando con resentimiento.
—Tiempo sin verte, hijo de Cronos—dijo Gaia, un matiz de molestia en su voz.
—Gaia, veo que dejaron su garantía en Odín sin que nos diéramos cuenta—comentó su hermano menor.
—No solo en Odín—dijo Caos alzando su mirada hasta posarla en Hades y Poseidón—. Hubo más dioses que fueron nuestro boleto de vuelta. Ishtar, mi dulce niña, es un gran ejemplo.
—Enlil y Erra fueron parte también—dijo Tártaro mirando el cuerpo del dios nórdico—. Sus muertes eran necesarias para el ritual de regreso—retrocediendo un paso, se arrodilló al lado de Odín—. Lo has hecho bien, hijo mío.
Con cariño fraternal, Tártaro acarició el largo cabello de Odín. Gaia los ignoró, su mirada puesta fijamente en Zeus mientras que Caos parecía mirar a Poseidón con el mismo odio.
Poseidón, el tercer hijo de Cronos, lo había llevado a la locura luego de que Caos se hubiera metido en sus dominios con la idea de repartir el océano entre otros dioses con habilidades similares a las de su hermano. Al negarse, Caos intentó arremeter contra su hermano, pero este consiguió llevarlo al fondo del océano, donde Caos se volvió loco en la oscuridad y la presión del fondo. Cuando Poseidón lo sacó, varios años después, Caos ya estaba lo suficientemente demente como para que su hermano piadosamente eligiera asesinarlo y terminar con todo de una vez.
Así como Gaia odiaba a los del panteón griego, sobre todo a Zeus, Caos odiaba con fuerza a Poseidón. Eso simplemente hacía que Hades se sintiera a la defensiva. No quería que nada les pasara a sus hermanos. No por culpa de dioses egoístas que lo único que querían era hacerse con el poder del universo.
—Gaia, ¿podríamos ir a hablar a otro lugar? Creo que una conversación sería lo más indicado.
—¿Una conversación?—Gaia sonrió cruzándose de brazos—No quiero conversar contigo, lo único que deseo es destruir cada ser con vida que me encuentre en el camino. Si tú y los desgraciados de tus hermanos destruyeron a mis hijos, yo destruiré a los tuyos.
—Hagámoslo más divertido, Gaia—dijo Zeus con sus manos detrás de su espalda—. Peleemos afuera, donde el campo de batalla será más grande. Ustedes contra nosotros. Si ganan, destruirán todo lo que deseen, incluidos nosotros. Pero si pierden, bueno, no hay manera de que los dejemos con vida. Así que, ¿qué dices?
—Estoy de acuerdo—dijo Tártaro levantándose—. Suena más divertido que simplemente destruir todo.
—Opino igual—dijo Caos volviendo a mirar a Zeus.
Gaia suspiró, parecía la única en desacuerdo. Pero respetando la decisión de sus hermanos, respondió:
—Te esperaremos en las colinas del sur, creo que ahí es un lugar ideal para pelear. Tú y todos los que se animen a enfrentarnos tienen quince minutos para llegar. Si no lo hacen, comenzaremos a destruir cada forma de vida existente en este lugar.
Dando media vuelta, le indicó a sus hermanos para marcharse. Ellos la siguieron y pronto abandonaron la arena del Valhalla. Zeus frunció el ceño y pronto habló alzando la voz:
—Estamos en un estado de emergencia. El resultado del ragnarok corre peligro por las decisiones deshonestas de dioses que no respetaron la elección de los demás. Así que aquellos dioses que crean en que esto es injusto, son invitados a luchar junto a nosotros para detener a estos dioses primordiales. Los demás pueden quedarse aquí, donde el terreno es más seguro.
Y tras dar esas palabras, Zeus dio un salto que lo dejó con sus hermanos. Hades miró a su hermano menor quien comenzó a retomar su forma original y joven.
—Hades, ve por Hestia y pídele que se quede aquí a cuidar de los humanos. Iré a pedirle a Buda lo mismo. Poseidón, solicita protección para la arena del Valhalla, que nadie entre ni salga. Necesitamos mantenerlos aquí, donde el lugar es más seguro.
Sin decir nada, los tres se separaron para obedecer las órdenes de Zeus.
***
Kojiro lo interceptó cuando estaba terminando de dar las indicaciones a los guardias de la arena. El humano había corrido hacia él luego de ver por la pantalla lo que ocurrió con los dioses primordiales.
—Poseidón, me alegra encontrarte.
—Kojiro—Poseidón lo tomó de los hombros, mirándolo a los ojos—, necesito que te quedes aquí, donde será seguro para ti.
—¿Qué? ¿Irás a pelear con esos dioses? Si es así, iré contigo.
—No, te quedarás aquí.
—Poseidón, dijiste que...
—Te dije que respetaría tu opinión siempre y cuando esta no te pusiera en peligro, pero en este caso sí lo hace, Kojiro—cortó Poseidón manteniendo en su agarre al humano—. Los dioses primordiales no son para nada iguales a los dioses que conoces. Su poder trasciende más allá de lo que puedes entender, si vas allá es muy probable que termines gravemente herido o muerto. No puedo permitir eso, Kojiro, lo siento.
—Pero si son tan poderosos, ¿eso no quiere decir que tú también estarás en peligro?
Poseidón llevó sus manos al rostro de Kojiro, acariciando con sus pulgares el rostro del humano.
—Estaré bien, confía en mí.
Kojiro frunció el ceño en preocupación, sus ojos se veían tan afectados por esta situación que no le gustaba a Poseidón. El humano pronto se soltó de su agarre y lo abrazó, su cabeza apoyada en su pecho. Poseidón correspondió al abrazo, sintiendo la calidez de Kojiro contra él.
—Vuelve a mí, no me dejes otra vez—pidió el humano.
Kojiro nunca se lo dijo, pero estaba seguro que el hecho de que se hubiera ido sin decir adiós lo había afectado más de lo que había dicho.
—No lo haré.
—¿Lo prometes?
Poseidón se apoyó contra el cabello blanco de Kojiro, dejando un beso en su coronilla.
—Lo prometo.
***
Lü Bu sabía que Thor iría al campo de batalla para ayudar en el problema que su padre había ayudado a causar. También sabía que no le dejaría ir, por eso solo se mantuvo en silencio, viendo al enorme dios colocarse sus guantes negros y prepararse para marcharse.
Por un lado, se sentía esas mujeres que veían a su esposo marcharse a la guerra sin saber si volvería o no. Posiblemente eso era, de cierta manera. Veía al hombre que amaba irse de ahí sin saber si regresaría a su lado o lo perdería para siempre. Lo peor era que no podía insistir mucho en ir porque si bien era fuerte, su cuerpo no dejaba de ser el de un humano y eso lo dejaba en desventaja completamente.
—Tu padre en verdad es un bastardo y ni siquiera puedo golpearlo porque el muy cretino se suicidó—escupió con molestia apoyado contra la pared.
—Solo queda pelear, no tenemos otra opción.
—Lo sé.
Thor debió notar su malestar porque dejó el martillo a un lado para acercarse a él.
—Regresaré.
—No digas cosas de las que ni siquiera tú estás seguro—dijo Lü Bu mirándolo a los ojos.
—Regresaré, Bu, lo haré—Thor se acercó a él, dejando un beso en su frente y otros en los bordes de sus ojos—. No moriré antes de casarme contigo.
—Te faltan muchos años de cortejo antes de que acepte casarme contigo, Tonthor—se burló Lü Bu cerrando los ojos y disfrutando de los besos.
—Por eso no puedo morir todavía—sonrió Thor alejándose de él—. Ya debo irme, Bu.
—¿Ya? ¿Sin despedirte apropiadamente? Además de dios, idiota.
Thor lo miró frunciendo el ceño en confusión. Lü Bu rodó los ojos antes de jalarlo de la nuca hacia su boca para que lo besara. El dios lo abrazó, correspondiendo al beso dulcemente. Lü Bu se aferró un momento a él, pidiendo en su interior que todo terminara bien para que Thor pudiera regresar y cumplir con su palabra. Aunque se burlara, Lü Bu realmente quería ser su esposo.
—Regresaré, Bu, lo prometo—dijo Thor tras el beso.
Lü Bu solo podía confiar en su palabra.
***
Belcebú realmente no sentía simpatía por ninguno de los otros dioses, pero la situación implicaba la vida de Nikola. Si los dioses perdían, entonces todo lo bueno que le estaba pasando desaparecería en un chasquido. Él no quería perder a Nikola, no ahora que sin la maldición de Satanás podía amarlo sin límites. No ahora que era correspondido.
No perdería de nuevo a la persona que amaba.
—Bel—dijo Nikola cuando lo vio tomar su bastón—, ¿creen poder ganar?
—No lo sé—dijo sincero mirando la calavera en su bastón—, pero solos no sé qué tanto puedan lograr. Debo ir a ayudar.
Nikola asintió, deteniéndolo del hombro para darle un beso en los labios. Belcebú no se lo había esperado, principalmente porque Nikola lo hizo con total naturalidad, como si lo hubiera hecho antes.
—Ten cuidado—dijo el humano sonriéndole con sus ojos brillantes.
Belcebú sintió que se sonrojaba hasta la punta de sus orejas, pero asintió y dio media vuelta para marcharse.
Esperaba que su primer beso no fuera el último.
***
William sabía que Hércules iría a pelear para ayudar a su dios padre y sus tíos. En cuanto vio el mensaje de Zeus lo supo, no hacía falta preguntar nada. Megara se molestó con Hércules, diciéndole que sería un suicidio pelear contra dioses primordiales siendo él solamente un semidios. Pero Hércules insistía en que ayudar a los demás dioses aseguraría el bienestar no solo de los demás dioses, sino también de los humanos y, más importante, la vida de ellos. Sabía que era muy probable que no fuera rival para esos dioses primordiales, pero sabía también que si no ayudaba las cosas podrían tornarse desastrosas.
—Sigo pensando en que es muy peligroso que vayas—dijo Megara, cruzada de brazos y mirando a Hércules con desaprobación.
—Lo es, pero no pienso quedarme aquí sin luchar luego de lo que pasó—dijo Hércules con sus ojos brillando en determinación—. Ya me quedé callado cuando anularon la victoria de la humanidad, no me quedaré en mi lugar de nuevo. Iré a pelear con ellos para asegurar la victoria.
Megara iba a decir algo más cuando William intervino tomándola de los hombros.
—Lo conoces tan bien como yo, ya ha tomado su decisión, no vale la pena pelear—dijo suavemente mirando a la mujer.
Ella suspiró apoyando una de sus manos sobre las que estaban en sus hombros. Parecía cansada a pesar de saber que dijera lo que dijera igual Hércules haría lo que su corazón dictaba. Era un hombre terco y con una voluntad de hierro. Era una cualidad increíble, pero al mismo tiempo podía ser un dolor de cabeza. William amaba y odiaba esa cualidad de Hércules.
Soltando a la señora Megara, William se acercó a Hércules y alzó la mirada para verlo.
—Sé que no tengo el derecho de pedirte algo así, pero regresa conmigo, por favor. No seas como yo y hagas un viaje sin retorno. Apenas soporté la distancia la primera vez, no podría hacerlo una segunda.
Hércules lo abrazó de manera repentina, envolviéndolo con sus fuertes y grandes brazos. William correspondió, apoyándose en su pecho y sintiendo su calor.
—No moriré fácilmente, no cuando tú eres mi fuerza.
William sonrió contra su pecho queriendo creer en sus palabras.
***
El cuerpo de Odín se estaba desangrando en el suelo, el sacrificio por haber revivido a tres dioses primordiales. Brunhilde había recuperado su forma humana y le había dicho que iría a organizar a los humanos del Valhalla para ayudar a los dioses que, por esta vez, estaban buscando protegerlos. Por lo tanto, ahí en la arena estaban solo ellos dos mientras a su alrededor se escuchaban voces y un revuelo increíble por el miedo en los dioses menores y humanos que escucharon la amenaza.
El cuerpo del dios estaba cada vez más pálido, sus ojos cada vez más opacos. No le debía quedar demasiado tiempo en este mundo, algo que Sigfrid estaba agradeciendo enormemente.
—Sigfrid—la voz de Odín salió baja y rasposa, las últimas fuerzas que le quedaban—, por favor...acércate...
—¿Estás feliz con lo que hiciste?
Los ojos de Odín difícilmente debían enfocarlo.
—Lo único...que me haría...feliz...es oírte...llamándome...como en...los viejos...tiempos...
Sigfrid miró con indiferencia el cuerpo de Odín. Difícilmente podía sentir algo más que odio y resentimiento por este dios que lo encerró en el fondo del Helheim con cargos falsos. Ni siquiera recordando los viejos tiempos podría llegar a sentir algo de lástima por este dios que se estaba muriendo lentamente.
—Adios, Odín, espero que no regreses jamás—y dando media vuelta, Sigfrid se alejó del cuerpo del dios el cual lo vio marcharse con unas lágrimas cayendo de sus ojos.
—Sigfrid...—lo escuchó decir con sus últimos momentos de vida—lo siento...
—Vete a la mierda.
Y se marchó, dejando el cuerpo del dios que arruinó su vida muriendo en la arena del Valhalla. Porque el amigo que alguna vez tuvo murió el día que asesinó a Krimilda.
***
Hades había dado la orden a Hestia, quien no tardó en movilizarse para asegurar toda la arena. En medio del caos, pasó por el cuarto de Qin Shi Huang, siendo recibido antes por las enfermeras que había informado que el paciente había mostrado grandes mejoras y había sido pasado a una camilla. Hades lo vio todavía inconsciente, con los bollos de la mujer china y la venda a un costado de su camilla.
Se acercó al dormido humano y le dio un beso en la frente. Sus heridas habían sido mortales. No solo fue atravesado por un arma divina, sino que había perdido un brazo entero y había sido herido al ver las heridas de sus oponentes. Esas marcas, si bien estaban, no habían representado gran problema como la del brazo. La zona de su brazo amputado era grotesca y Hades esperaba que las enfermeras hallaran una forma de devolvérselo.
Los párpados del humano se estremecieron en señal de que pronto los abriría. Hades acarició su cabello, quedándose a su lado mientras Qin Shi Huang despertaba.
Al principio el humano se veía desorientado, sin entender muy bien dónde estaba o qué había pasado. Fue luego de dos minutos en que se recuperó y lo vio.
—Hades...—dijo con la voz pastosa.
Hades sonrió viendo esos bonitos ojos de estrellas enfocados en él.
—Mi hermoso rey—dijo dulcemente acariciando el cabello del humano.
Qin Shi Huang sonrió débilmente intentando todavía descifrar dónde estaba.
—Mm... la humanidad... ¿qué...?
—Han ganado—informó Hades manteniendo su sonrisa para no preocupar al humano—, no tienes nada de qué preocuparte.
—Eso es bueno—Qin Shi Huang sonrió, ignorante del nuevo problema que se había creado durante la última ronda del ragnarok.
—Lo es—Hades se acercó y besó su frente luego de correr los mechones de cabello que caían sobre el mismo—. Por cierto, tengo que ir a ayudar a mis hermanos con algunas cosas. Regresaré a verte en cuanto termine, ¿sí?
—Está bien, te esperaré.
Hades sonrió, dándole un último beso en la frente a Qin Shi Huang antes de salir del cuarto de enfermería.
Esperaba regresar antes de que Qin Shi Huang se enterara del problema con los dioses primordiales.
***
Los estaban esperando donde habían dicho que estarían. Zeus iba caminando al frente, con sus hermanos Hades y Poseidón a cada lado, y los demás dioses que aceptaron participar detrás de ellos. Thor, Shiva, Apolo, Hércules, Anubis y Belcebú eran de los dioses participantes del ragnarok que aceptaron acompañarlos. Zeus creyó que, solo ellos, podrían hacer algo mientras los demás se resguardaban en la seguridad de la arena del Valhalla. Confiaba en que su hermana Hestia fuera capaz de mantenerlos a salvo en lo que ellos se encargaban de este problema.
—Veo que siendo ustedes tres y nosotros más, sería lo más justo ir uno por uno, ¿no lo crees, Gaia?—dijo Zeus nada más llegar.
Gaia rio divertida, una risa chillona y aguda que lastimaba los oídos.
—Está bien, podemos pelear todos contra todos, no será un problema.
—Si es tu deseo—Zeus dejó que sus músculos crecieran con su fuerza.
El flujo de su poder pasó por cada músculo de su cuerpo, dándole volumen y la resistencia necesaria para luchar contra estos dioses. No esperó un segundo en lanzarse contra Gaia, quien permanecía en la misma posición sin inmutarse en sus acciones. Eso fue sospechoso, ya para este momento ella debería estar poniéndose a la defensiva o atacándolo de alguna manera. Así que antes de llegar a ella, Zeus se detuvo, justo en el momento en que Seth aparecía para responder al golpe.
—Seth.
El dios egipcio sonrió.
—Zeus.
Gaia rio en el momento en que más dioses aparecieron. Los dioses sumerios, algunos celtas, incluso algunos egipcios estaban ahí con ellos. El único dios nórdico entre ellos era Loki, quien flotaba divertido viéndolos a todos. A diferencia de ellos, eran muchos menos. Ah, ya podía entender por qué Gaia no tenía ningún problema de un todos contra todos, ellos llevaban la ventaja numérica.
Pero, ¿cuándo eso los detuvo? Claramente nunca y no empezarían ahora.
Zeus sonrió haciendo tronar los dedos de sus manos con entusiasmo.
—Bien, hora de divertirnos—y dando un potente golpe al suelo, hizo que todos se estremecieran antes de saltar y aplastar con su gran pie a Seth contra el roto suelo.
Esa había sido la señal para que la batalla comenzara.
***
Caos fue directo a Poseidón, blandiendo su arma divina, una lanza de gran tamaño y de forja exquisita. Poseidón fue directo a él, bloqueando el ataque con su tridente y mirando directamente a los ojos a Caos. El dios no mostraba reacción alguna en su rostro, muy parecido a Poseidón, pero había una chispa de ira en sus ojos que auguraba una batalla cruel.
La energía de Caos brilló oscura y espesa en su mano antes de lanzarla hacia Poseidón quien la esquivó con facilidad. El área donde estaban era alejado a las masas de agua, por lo que Poseidón no tenía muchas maneras de usar sus habilidades marinas, lo único que le quedaba era luchar con el tridente. No era nada complicado porque en otros tiempos ya lo había hecho, pero sí era una pequeña desventaja.
La energía de Caos era destructiva y peligrosa, Poseidón sabía que si no quería terminar mal debía evitarla o bloquearla. Su arma divina era sin duda alguna de las mejores y bloquear estos ataques no era complicado. Lo difícil vino cuando otros dioses basura se sumaron a su pelea ayudando a Caos. De esa forma, Poseidón debía evitar ataques de más de un lado, haciendo que sus posibilidades para atacar se redujeran notablemente. Ahora lo que más hacía era defenderse de los constantes golpes que recibía, esquivando o bloqueando con su tridente, pero hasta ahí. Si quería atacar corría el peligro de ser apuñalado por algún ganado de este dios.
Al menos la vez que Poseidón lo derrotó lo hizo solo, sin recurrir a la ayuda de nadie. Fueron solo él y sus habilidades, nadie más. No necesitaba de nadie más para eso.
La velocidad de Poseidón aumentaba con cada ataque, haciendo que pudiera herir a los pequeños dioses tontos que estaban ayudando a Caos. Ninguno de ellos, por más que quisiera, era capaz de igualarlo en fuerza y rapidez. El dios primordial era diferente, él claramente podía seguirle el ritmo sin problemas y evitar sus ataques tanto como Poseidón era capaz de evitar los suyos. Era prácticamente una lucha de iguales. El único fastidio eran estos dioses basura que se metían a ayudar a Caos. Ellos solo obstaculizaban el objetivo de Poseidón que era matar a este molesto dios.
Se deshizo de estos molestos dioses de una vez y volvió a lanzarse hacia Caos, pero Caos no lo evitó ni bloqueó el ataque, simplemente se lanzó hacia él para recibirlo. Poseidón, quien podía intuir una trampa cerca, evitó atravesar a Caos, justo a tiempo para notar a uno de los dioses basura lanzándole su espada. Ya entrenado, Poseidón no tuvo dificultades para esquivar este nuevo ataque, quedando fuera del rango de estos pequeños dioses.
Sin embargo, pronto se dio cuenta que Caos no estaba cerca de ellos. Pero sí supo dónde estaba gracias a sus sentidos más agudizados.
Girándose rápidamente, bloqueó con su tridente el ataque directo de Caos. Chispas salieron de su arma ante el contacto áspero con el arma de Caos, el contacto feroz de dos dioses que se negaban a ceder.
Un filo delgado traspasó su piel en la zona de las costillas. Fue un ataque torpe y mal medido, pero había conseguido llegar a él. Poseidón no sintió dolor ni ardor, solo una enorme frustración al permitir que esos seres inútiles pudieran llegar a él.
Luego de empujar a Caos para que se alejara de él, Poseidón se giró y apuñaló con su tridente al dios que lo había tocado. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta que quien lo apuñaló no fue un dios sino una especie de ser humanoide hecho de plantas verduzcas y mohosas. Al momento en que el tridente lo traspasó, solamente se rompió y luego se reconstruyó con el tridente todavía cruzándolo de lado a lado. Sin hacer ninguna mueca, sin hacer ningún sonido. Un simple soldado de plantas incapaz de morir.
Poseidón quitó el tridente al ser atacado de nuevo. Dio un salto que le dejó en el aire y desde ahí notó la gran cantidad de hombres planta que había a su alrededor. Un ejército de molestos seres incapaces de morir.
Maldita sea, esto se había complicado más.
***
Loki fue directo a Thor sin miramientos. Sus cadenas se lanzaron hacia el enorme dios que no tardó en interponer a Mjölnir para evitar los ataques. Su "hermano", aquel dios simpático que lo molestaba la mitad del tiempo, lo estaba atacando a muerte con sus cadenas, multiplicándolas con su habilidad. Thor era capaz de usar a Mjölnir para defenderse de las cadenas, pero sabía que lanzar su arma como en otras batallas no daría el resultado que quería. Loki era escurridizo y tramposo, podría usar su habilidad para hacerle ver algo a Thor que no existía y luego apuñalarlo por la espalda. Thor era más de fuerza en la pelea que de ingenio sucio como Loki. Si Loki peleara usando su fuerza, fácilmente Thor lo aplastaría con sus propios puños, pero si algo sabía Loki era que depender de sus debilidades era estúpido así que usaba su ingenio para valérsela por su cuenta y ganar. No sería esta una excepción.
Las cadenas se envolvieron en sus brazos, pero pudo repelerlas con sus rayos, destruyéndolas para descubrir que eran solo meras ilusiones. Una cadena fue directo hacia él y en lugar de esquivarla, Thor la sostuvo en su brazo y dejó que la corriente de sus rayos fueran por la cadena hasta llegar a Loki. El dios del engaño chilló por el golpe eléctrico y alejó su cadena del brazo de Thor.
—¿Por qué tan agresivo, hermanito? Me resulta hipócrita viniendo de un traidor.
—¿Cuándo te traicioné a ti?—preguntó el enorme dios preparando su martillo para atacar.
—No solo a mí, Thor, sino a todos los nuestros—Loki movió sus cadenas para atacar también—. ¡Nos avergonzaste al rendirte frente a ese humano!
Thor movió a Mjölnir hacia Loki, pero este lo detuvo con sus cadenas, ambos forcejeando por ver qué ataque conseguiría hacer retroceder al otro.
—No hables de él.
—No hables de él. Je, le dije al anciano que era un caso perdido, pero él insistió en enviarme contigo a esa estúpida misión por Mjölnir.
Eso llamó la atención de Thor quien por un momento su fuerza cedió casi haciendo que Loki se librara del forcejeo en el que estaban.
—¿De qué hablas?
—Vamos, Thor, ¿en serio no te diste cuenta nunca? ¿Acaso creías que tu padre no sabía sobre tus encuentros con ese humano todos los meses? Claramente lo supo y buscó la manera de alejarte de él, ¿sino por qué pasaríamos tantos años buscando a Mjölnir? ¿Acaso crees que tengo tanto tiempo libre como para hacer una estupidez así sin querer arreglarlo rápidamente?
Espera... acaso...todo este tiempo, los años perdidos, todo eso... ¿fue planeado por su padre? ¿Su padre fue realmente el culpable de que Lü Bu quedara solo por muchos años? Imaginó a Lü Bu diciéndole Te lo dije.
Una gran ira creció en su pecho, una furia que no había sentido en muchos, muchos años. Thor no era de los dioses que se enojaban con relativa facilidad, sin importar lo que los humanos dijeran en sus mitos sobre él, la mayoría de sus palabras eran mentiras. Thor solía mantener la calma tanto como la batalla se lo permitía y muy contadas veces se había enfurecido. Pero la furia que sentía ahora no tenía precedentes.
Rayos resonaron en el cielo, brillaron en sus brazos y se extendieron hasta Mjölnir. Una corriente eléctrica surcó por ambas armas divinas, obligando a Loki a retroceder antes de que Thor lo electrocutara.
Entonces el gran dios levantó el martillo, dispuesto a aplastar a este aborrecible insecto con él hasta destruirlo. Luego de lo que le habían hecho, Loki no merecía seguir con vida. Si su padre no se hubiera suicidado en el ragnarok, Thor también se hubiera enfrentado a él y lo hubiera matado.
El golpe rompió el suelo y envió rayos por las grietas.
Si no hubiera estado cegado por la ira, Thor hubiera notado que su ataque había dañado a unos cuantos hombres planta que fueron hacia él.
***
Gaia no tendría piedad de ellos y eso era algo que Zeus había notado cuando sacó a los hombres planta de la tierra. Un ejército de ellos, junto con otros dioses, representaban una gran molestia para todos ellos. No eran demasiados, realmente no eran más de diez, por lo que esta era una lucha por demás de injusta. No importa cuánto se esforzaran, los hombres planta no eran fáciles de derrotar y sumando a los otros dioses solamente hacían que todo se dificultara más. Zeus lo estaba odiando.
Había notado que, a pesar de todo, sus hermanos estaban teniendo dificultades para quitarse de encima a estos bastardos. Incluso Apolo quien era un dios fuerte con un arma divina que podía adaptarse sin problemas, estaba siendo acorralado. Ni siquiera el baile de Shiva iba a ayudarlos demasiado si los hombres planta seguían llegando. Los gigantes o los titanes al menos habían sido más fáciles, solo había que atravesarlos una vez para que murieran. Pero estas cosas por más que Zeus las golpeara, simplemente se volvían a regenerar y regresaban a la pelea. Sin sentir dolor, sin inmutarse de los ataques, simples marionetas que mataban lo que tenían enfrente.
A este ritmo, no podrían ganar y eso era algo que Zeus odiaba. No solo era desagradable perder frente a esta diosa orgullosa, también estaba el hecho de que en la arena del Valhalla estaba su hermana Hestia y sus hijos. Estaban Ares y Hermes, y aunque Zeus era un padre horrible, todavía quería lo suficiente a esos dos como para hacer todo lo posible por no perder.
Isis lanzó un ataque directo que Zeus repelió sin problemas, devolviéndoselo con un fuerte puñetazo que la mandó a los brazos de su hijo Horus.
Tenían que ganar, pero ¿cómo lo harían?
***
La situación era grave. Lü Bu había terminado en la arena del Valhalla, notando a unos dioses hablando con los humanos y los otros dioses. Parecían comunicarles a todos lo que estaba pasando y lo que debían hacer para no sufrir daños. Al parecer, la diosa rubia que estaba comandando todo, sería una de las que lucharían al frente en caso de que los dioses primordiales ganaran y fueran hacia ellos. Lü Bu no sabía qué tanto podrían hacer en caso de que esos dioses llegaran a ellos. Si Thor moría, entonces ellos no serían capaces de hacer nada al respecto.
Se dio cuenta que había más humanos de los que participaron en el ragnarok junto a sus valquirias. Incluso había llegado el emperador chino que había perdido un brazo acompañado de su valquiria. Parecía sorprendido por la situación y la niña a su lado parecía estarle explicando gran parte de la situación que se había perdido.
—Es una situación muy grave—dijo Randgriz a su lado mirando preocupada al grupo de dioses que estaban dando las explicaciones.
—¿Nunca antes pasaron por algo así?
—Yo no llegué a verlo, pero hace muchos años hubo una especie de problema similar, pero nada que abarcara a dioses y humanos por igual.
—Puedo entender los nervios de todos entonces.
Al menos del lado de los dioses. Si bien los humanos parecían alterados, no lo estaban tanto como los dioses. Algo que podría deberse porque los humanos siempre estaban en peligro por culpa de los dioses. Si estaban en peligro no era nada nuevo, ya habían pasado por eso tantas veces que el miedo era menor a lo que debería ser.
Hacía poco habían querido extinguirlos, que quisieran hacerlo por segunda vez no causaría demasiado revuelo. Lucharían de ser necesario para sobrevivir. Era algo a lo que la humanidad estaba acostumbrada.
—Lamento entrometerme—dijo de repente el emperador chino acercándose al grupo de dioses que hablaban a los otros dioses—, pero ¿alguien sabe cómo están las cosas afuera?
—Emperador Qin—dijo la diosa rubia dando un paso hacia él—, antes de responder quisiera saber si se encuentra realmente bien. Sus heridas no fueron ligeras y según sé no despertó hace mucho.
—Me encuentro lo suficientemente bien como para venir aquí, señorita...
—Lamento el descuido, mi nombre es Hestia, diosa del hogar y hermana mayor del dios Zeus.
—Señorita Hestia, agradezco su preocupación por mi bienestar, pero no es necesaria. Estoy bien, lo que más me preocupa ahora es la situación fuera de aquí.
—Heimdall está encargándose de informarnos—Hestia se giró hacia uno de los dioses cerca de ella—. Mi dulce Hermes, ¿Heimdall ha informado algo?
El dios llamado Hermes sacó algo de su bolsillo, un aparato cuadrado el cual revisó atentamente antes de responder.
—La situación no es buena. Gaia ha sacado a los hombres planta y varios dioses de otros panteones se sumaron del lado de los dioses primordiales.
—¿Hombres planta?—preguntó el emperador Qin mirando a Hestia.
—Son una habilidad única de la diosa Gaia. Son seres incapaces de sentir dolor. Tampoco pueden ser destruidos fácilmente. Pueden ser una gran molestia si son muchos—explicó Hestia.
—¿Hay alguna forma de destruirlos?
—Con una descarga de energía—dijo el dios Hermes—. Eso inhabilita el sistema de los hombres planta.
—Comprendo. ¿Hay alguna forma de ayudarlos?
—¿Ayudarlos?—preguntó un dios más fornido que estaba con ellos—¿Crees poder hacer algo? ¡Si ellos no pueden nosotros menos!
—Ayudarlos no sería fácil—dijo más amablemente Hestia—. No hablamos solamente de estos hombres planta que son, de cierta forma, el menor problema. Hablamos de enfrentarnos también a dioses con un poder similar al nuestro y dioses primordiales cuyo poder es mayor.
—Si no es mucha molestia, ¿podrías explicarme qué es este odio que parecen tener los primordiales con ustedes? Me gustaría entender mejor toda la situación.
—¿Qué más quieres entender? ¡Nos quieren matar, eso es suficiente, no necesitas más!—dijo de nuevo el dios fornido.
—Ares—dijo Hestia con voz firme haciendo que el dios Ares se paralizara en su lugar—, no seas irrespetuoso. Él solo quiere una respuesta justa a sus dudas, después de todo es uno de los afectados de nuestros pecados del pasado—luego se regresó al emperador humano con una voz más amable—. En el pasado se realizó un torneo. Mi hermano menor, Zeus, ganó el torneo matando a nuestro padre, el titán Cronos. Gaia, la diosa primordial, era su madre y se enfureció ante la muerte de su hijo. Ella mandó a los titanes y los gigantes a destruirnos. Fue una gran lucha que terminó con la extinción de los titanes, los gigantes y Gaia a su vez. Los otros dioses primordiales se mantuvieron al margen de la situación, pero sus opiniones siempre causaban revuelo entre los dioses. Incluso si no se metían directamente en las decisiones que se tomaban, por detrás buscaban hacer las cosas a su manera, lo que solo dificultaba la paz que los dioses estaban viviendo.
»Solo había sido cuestión de tiempo para que muchos dioses se hartaran y buscaran su destrucción. Caos, uno de los dioses que Odín revivió, fue asesinado por mi hermano Poseidón luego de que quisiera obligarlo a dividir su territorio con otros dioses. Y luego está Tártaro, el tercer dios primordial revivido. Él no fue asesinado directamente, fue conducido a la locura y posteriormente se suicidó. Pero el culpable de eso es mi otro hermano, Hades.
»Obviamente no todos los dioses los odiaban, algunos estaban de acuerdo con ellos pero era solamente porque el poder no caía en sus manos. Eso ha hecho que se hicieran de un seguro para regresar y tener aliados con los cuales contar. Es por eso que ahora están en desventaja ahí afuera. No solo hay un ejército de hombres planta, también hay más de veinte dioses de otros panteones que los están apoyando, lo que dificulta la batalla—Hestia frunció el ceño preocupada—. Confío en la fuerza de mis hermanos, pero incluso ellos tienen un límite. Temo que todo termine mal.
Lü Bu estaba de acuerdo con esta diosa. Thor era un dios fuerte, pero como ella dijo, todos tenían un límite. Si la batalla se alargaba, no sabía si Thor podría regresar a él como prometió.
—La situación es grave—dijo el emperador pensativo—. Hay que hacer algo.
—¿Algo?—preguntó un dios del montón—¿No escuchaste a la señora Hestia? ¡Los dioses primordiales son un gran problema! Ninguno de nosotros podría hacer algo para derrotarlos.
—Eso es cierto, si ellos que son mucho más fuerte que nosotros no pueden hacer nada, ¿por qué nosotros sí podríamos?—dijo otro dios del montón.
—¡Solo adelantaremos nuestra muerte!
Hubo un montón de murmullos y quejas sobre las palabras del emperador. Los dioses parecían en desacuerdo con eso de ayudar a los otros dioses que se lanzaron al muere. Para ellos parecía mejor quedarse a un costado esperando a ser salvados que hacer algo. Eran tan despreciables y patéticos. Se notaba a leguas que nunca antes tuvieron que hacer demasiado para sobrevivir. Sus vidas eran tan perfectas.
—¡Silencio!—gritó por encima de ellos el emperador humano, silenciándolos a todos—No sé cómo es la vida aquí para los dioses, no soy uno y no he vivido con ustedes nunca, pero soy un humano y conozco la vida de un humano. Nuestras vidas no son sencillas, nacemos del dolor y crecemos con el mismo, siempre buscando la forma de superarnos a nosotros mismos. Luchamos cada día de nuestras vidas por sobrevivir un poco más, nos aferramos a la vida con la fuerza de un hombre que muere de sed en el desierto y aun así sigue avanzando. Vivimos tragedias tras tragedias y aun así nos levantamos a seguir adelante. Si nos caemos, nos volvemos a levantar. Si nos lastiman, nos curamos. Si nos destruyen nos reconstruimos. Nunca nos quedamos en el suelo, nunca nos conformamos. Es así como surgieron todos los maravillosos humanos que representaron a la humanidad en este ragnarok. Pero todos nosotros tuvimos humanos maravillosos detrás que nos hicieron lo que somos, guerreros que nos protegieron para que consigamos nuestra meta.
»Conocí a un dios de cerca y puedo asegurar que no somos muy diferentes. Los dioses nacen igual que los humanos, crecen y sienten como nosotros. Imagino con eso que muchos dioses son padres, hermanos, hijos. Muchos tienen seres queridos por los cuales luchar, incluso si se trata de un amigo, todos tenemos a alguien a quien no queremos perder. Todos tenemos a alguien que nos convierte en un guerrero, alguien que nos impulsa a superarnos.
»Sí, a diferencia de ellos nosotros no somos tan fuertes. Pero somos más—el emperador sonrió—. En la historia de la humanidad, la fuerza no siempre fue la que nos brindó la victoria, fue la unión. Un pueblo unido difícilmente será derrotado. Por separado fácilmente nos derrotarían, pero si nos unimos, nadie podría contra nuestra fuerza. Todos somos guerreros, todos tenemos nuestra habilidad que nos hace únicos, todos somos capaces de defender lo que apreciamos. ¡Dioses o humanos, qué importa! ¡Todos tenemos hoy una meta en común! ¡Todos somos iguales hoy frente a ellos! ¡Y por eso todos tenemos que convertirnos en guerreros para proteger a nuestras familias, nuestros hogares, nuestra tierra! ¿O dejaremos que ellos simplemente vengan y nos maten?
—Pero...ellos son...—estaba diciendo un dios cuando otro intervino.
—¡A la mierda lo que sean! ¡No dejaré que toquen a mi hermana!
—¡Apoyo eso!—dijo de repente un humano dando un paso al frente—¡Mi familia está aquí! ¡Incluso si soy asesinado en un santiamén, no pienso quedarme de brazos cruzados esperando que me rescaten! ¡En vida nunca nadie lo hizo y tuve que valerme por mi cuenta siempre! ¡Esta no será la excepción!
Un coro de gritos humanos y de dioses se dejó a escuchar, de acuerdo con luchar en esta guerra y no simplemente quedarse a esperar a que los demás los mataran. De repente, los dioses cobardes que se estaban haciendo hacia atrás tomaron valor. Incluso los pequeños y debiluchos tenían la valía de gritar dispuestos a dar su vida en esta guerra. Lü Bu miró a este emperador humano, entendiendo por qué fue el primero en ser capaz de unir toda China. Incluso ahora, seguía uniendo a las masas para una causa justa.
—Pero...esto es un suicidio...—decía Ares sin comprender a estos dioses y humanos que gritaban listos para luchar.
El emperador humano se acercó a él.
—Dime, grandulón, ¿no tienes a nadie a quien perder? ¿Alguien que corra peligro con esta situación?
El fornido dios lo miró frunciendo el ceño pensativo.
—Ellos ya dañaron a mi madre y mi padre está ahora peleando—respondió.
—Imagino que como hijo estás enojado por lo de tu madre.
—Lo estoy.
El emperador sonrió, colocando su única mano sobre el pecho del dios fornido.
—Deja que esa furia despierte al guerrero en ti.
No supo que magia cubría al emperador, pero pronto este enorme dios que estaba en desacuerdo con la guerra, se llenó de valentía y fuerza. Sus ojos brillaron con furia hacia los que habían dañado a su madre y parecía dispuesto a ir a quebrar huesos.
—Emperador Qin—dijo Hestia acercándose a él—, como hermana de Zeus, Poseidón y Hades, ayudaré en esta guerra sin dudar. Pero me gustaría saber qué haremos. SI bien es cierto que unidos somos más fuertes, eso no quita el hecho de que todavía podemos ser fácilmente derrotados por ellos. La mayoría de humanos no tiene habilidades especiales que puedan usar contra ellos. Incluso un hombre planta podría asesinarlos.
—En ese caso...—dijo de repente un hombre alto que Lü Bu vio pelear con un traje metálico en el ragnarok—creo que mi grupo podría ayudar. La ciencia siempre es útil en estos casos.
—Opino lo mismo—dijo un hombre grande con un peinado raro—. Como herreros, somos capaces de construir cualquier arma. Podríamos hacer un arsenal en minutos.
—Necesitamos armas capaces de destruir a los hombres planta—dijo el emperador—. Tantas armas como sean posibles para repartir entre todos. Creo que si trabajan juntos conseguirán mucho más que por separado.
El grupo de científicos se vio emocionado al igual que los herreros por poder construir cosas nuevas. Lü Bu no entendía esa emoción, pero era bueno que estuvieran dispuestos a ayudar.
—Necesitaremos una estrategia—dijo Lü Bu de repente acercándose—. He participado de muchas guerras, pero ninguna la hubiera ganado sin una estrategia bien planeada.
—Estoy de acuerdo con eso—sonrió el emperador—. Conozco a varios estrategas que podrían ayudar en este caso.
—Propongo sumar al mío también—dijo Lü Bu mirando hacia un costado—. Si no fuera por él, muchas de las batallas que libré no las hubiera ganado.
—Si está dispuesto a contribuir, siempre será bienvenido.
—Si mi señor confía en que puedo ser de ayuda, entonces lo haré—dijo Chen Gong acercándose e inclinándose frente al emperador.
El emperador sonrió viendo a todos con los ánimos por las nubes esperando para participar de esta guerra. Gritos de apoyo, todos dispuestos a luchar hasta el final. Lü Bu nunca antes había visto a tantas personas emocionadas por luchar.
—En ese caso, hay que apresurarnos, no sabemos cuánto tiempo tenemos—dijo el emperador.
Los estrategas pronto se agruparon y comenzaron a planificar, haciendo preguntas a los dioses que Lü Bu no podía escuchar, incluso a los humanos. Parecían pulir cada grieta que la estrategia pudiera tener.
Justo cuando se marchaba, Lü Bu escuchó al luchador del traje de metal acercarse al emperador para decirle que tenía algo que podría ayudarlo en la lucha.
No le dio importancia, simplemente fue con sus hombres para prepararlos para esta nueva guerra.
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Título del capítulo parte de la canción The phoenix de Fall out boy
Si, justo los humanos se van a quedar en el molde siendo todos unos desmadres jajaja
Aclaracion: Por el poder del guion, la medicacion de Qin Shi Huang fue de excelencia gracias a Hades lo que permitio que se recuperara antes.
Ay, se acerca una gran pelea que me costó un poco de escribir pero espero que al menos haya quedado bien jajajaja Sera algo largo asi que preparense mis pequeños jajaj
Mañana llega el penultimo capitulo de este fic uwu Vayan preparandose para el final jajaja
Nos vemos! Besos :D
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