Capítulo 20
Capítulo 20
We ain't never coming downstairs
Poseidón miró a todos los dioses en la sala de reuniones con el odio brillando en sus ojos. Dioses del panteón sumerio, celta, egipcio y demás basuras estaban ahí reunidos, todos opinando como si supieran algo al respecto. Bueno, no importaban mucho ahora, lo único que Poseidón deseaba era ver a su jodido hermano menor Zeus para preguntarle amablemente a punta de tridente por qué carajos estuvo de acuerdo con esta estupidez. La primera y tercera ronda del ragnarok habían terminado con un punto a favor de los humanos porque tanto él como Thor, quien parecía igual de inconforme con la decisión, se habían rendido ante sus oponentes. Era completamente innecesario hacerles repetir la pelea solo porque los dioses no podían aceptar la derrota. Poseidón no mataría a Kojiro por capricho de estos llamados dioses. Si tanto querían que matara bien podría matarlos a ellos.
—Es increíble como el padre de los dioses es incapaz de llegar a tiempo a una reunión—comentó una divinidad del panteón celta sonriendo burlonamente.
Lo increíble era que ellos no pudieran aceptar fácilmente una derrota y tuvieran que recurrir a estos métodos tan bajos para ganar.
—No entiendo el motivo de esta reunión. Ya se declaró que deben repetirse la primera y tercera ronda del ragnarok, ¿qué es lo que tanto debemos debatir?—dijo otra divinidad del panteón sumerio.
—Estoy de acuerdo, esto es innecesario—dijo otros dios subiendo sus pies a la mesa de forma irrespetuosa—. No entiendo por qué tanta negativa a repetir una pelea.
—Es una falta de respeto tanto a los humanos como a los dioses que participaron de este ragnarok—dijo Apolo—. Si los dioses se rindieron entonces hay que respetar el motivo por el cual lo hicieron.
—Una conexión previa con los humanos con los que pelearon no parece muy justo para nosotros—dijo otro dios del panteón egipcio.
—Tch—el dios que puso los pies sobre la mesa chistó molesto—, lo peor era que se esperaba más del tan aclamado dios de dioses.
—Esta reunión es innecesaria—intervino Hestia—. Los humanos ya ganaron, hay que respetar eso. Se supone que nosotros somos los dioses. Hablamos tanto de ser superiores a los humanos, pero haciendo esto solo dejamos en claro que no somos diferentes a ellos.
—Cállate, zorra amante de los humanos, tú ni siquiera deberías estar...
Dos golpes retumbaron en ese momento. Uno de ellos fue directo a la mesa donde todos estaban sentados alrededor y el otro vino del lado de la pared al lado de la puerta. Ni a Poseidón ni a Zeus les gustó que trataran de esa manera a Hestia. Estaba claro que nadie le faltaría el respeto a la diosa del hogar estando sus hermanos presentes.
—Sería bueno que controlaras tus palabras, Enlil—dijo Zeus acercándose con Hermes a su lado—. No olvides que Hestia, además de ser parte de los principales doce dioses griegos, también es mi hermana mayor y merece respeto—Enlil chistó, haciendo una mueca de disgusto—. Por cierto, ¿alguien puede explicarme por qué se tomó esta decisión a mis espaldas? No recuerdo haber desacreditado la primera y tercera ronda del ragnarok en ningún momento.
—Lo hice yo—dijo Odín haciendo que el odio de Poseidón pasara de su hermano a este dios nórdico—. Has estado faltando a tu deber y por ese motivo el ragnarok ha sido un desastre. Solo estoy poniendo las cosas en su lugar.
—No he faltado a ningún deber, el ragnarok se estuvo ejecutando perfectamente—Zeus tomó su lugar alrededor de la mesa—. ¿Han preguntado la opinión de los implicados al menos?
—La conexión previa anula el libre pensamiento de los implicados—dijo una divinidad sumeria—. No son confiables, por eso pedimos que se repita la pelea. Esta vez hasta que uno de los dos muera. Eso lo haría justo para nosotros.
—¿Y desde cuando les debo algo como para tener que ser justo con ustedes?—preguntó Poseidón cruzado de brazos sin molestarse en mirar a todos—Si tengo motivos o no para rendirme en mi pelea no debe ser de la incumbencia de ninguno. La pelea fue justa, si ustedes están inconformes con el resultado no es mi culpa.
—Además—intervino Anubis—, ellos no fueron los únicos que se rindieron. Belcebú también se rindió ante su oponente. Y el humano Jack lo hizo también. ¿No deberían ellos repetir sus batallas?
—Belcebú y el humano no son de nuestro interés—dijo disgustada una diosa—. No tienen la misma importancia que el hijo de Odín y el hermano mayor de Zeus. Es inaceptable que el Dios Nórdico Más Fuerte y el Dios de Dioses perdieran sus batallas contra humanos con los que fácilmente habrían ganado.
—Mi hermano tendrá sus razones para hacer lo que hizo—dijo Zeus—. Por lo tanto, sería bueno que respetaran su decisión y dejen las victorias de la humanidad tal y como estaban.
—Me temo—dijo Odín poniéndose de pie— que eso no será posible. No consideramos que las peleas hayan sido justas, la mayoría de nosotros no está de acuerdo con el resultado así que proponemos que la pelea se repita. Mi hijo y tu hermano tienen la opción de no pelear, nadie los obliga a hacerlo si no están de acuerdo.
—Pero si no pelean entonces los dos puntos seguirán siendo de parte de los dioses—dijo Hestia disgustada con esta decisión.
—Son las dos opciones que tienen. No somos tan crueles. Los humanos todavía tienen dos batallas más para pelear y defender su puesto como ganadores del ragnarok, si es lo que les preocupa—dijo la divinidad sumeria.
—Dos luchas innecesarias—dijo Zeus mirando a Odín—. Las peleas no se llevarán a cabo, la humanidad ganó, es todo lo que se necesita saber.
—Creo que el derecho de dar órdenes lo perdiste en el momento que perdiste tu lucha contra un humano—dijo la diosa sumeria con una voz engreída—. Ya que demostraste ser indigno de ser nuestro líder, entonces nosotros tomaremos las decisiones sobre el ragnarok ahora.
Zeus dejó fluir su poder, rompiendo la mesa frente a él. Poseidón no controló su propio poder, dejando que las ondas llegaran a estos dioses molestos que solamente querían que matara a Kojiro o que él muriera. Thor parecía igual que él, pequeños rayos ondeando en sus brazos. Los dioses que ganaron tampoco se veían conformes con esta decisión.
—Amigos, lo más sensato sería que hubiera alguna votación al respecto, ¿no?—dijo Apolo quien se veía algo incómodo con este tenso ambiente—No simplemente pasar por encima del poder de nuestro padre Zeus.
—Ja, ¿nuestro padre?—se burló un dios celta—¿Cuándo ha sido un padre Zeus? No me hagas reír, niño bonito.
—Bien, si eso les hace sentir mejor—la diosa sumeria rodó los ojos en cansancio—¿Quién vota a favor de que se repitan ambas peleas?—la mayoría de los que rodeaban la mesa alzaron las manos—Bien, aquí tienes tu votación. Si no te agrada, regresa a casa e ignora todo esto.
—Esto es un insulto para los valientes humanos que participaron del ragnarok y arriesgaron sus vidas—dijo Shiva golpeando una de sus cuatro manos sobre la mesa ya rota.
—Bien, si tan en desacuerdo están entonces dejen que los humanos ganen, pero para compensar esta humillación deben matar a Sasaki Kojiro y Lü Bu.
No fueron palabras que agradaron a Poseidón o Thor. El dios del mar se puso de pie, tan serio y con su poder fluyendo a su alrededor de manera intimidante.
—Lo que quieren es una nueva pelea y están dispuestos a hacer lo que sea por tener un muerto—sintetizó.
Esta conversación no tendría fin porque ellos no darían el brazo a torcer por más que se les ofreciera lo que se les ofreciera. Solo querían ganar y harían lo que sea para ello. Su prioridad era la extinción de la humanidad, nada más, nada menos. Poseidón lo sabía y, aunque apreciara a Kojiro, eso no quería decir que apreciara de igual forma al resto de la humanidad. Los demás podían irse a la mierda mientras Kojiro estuviera a salvo. Era egoísta, sí, pero no era como si le pudiera interesar demasiado.
—Solo queremos lo que es...
—Solo están encaprichados con extinguir a la humanidad y usarán cualquier método que encuentren, por más indigno que este sea—Poseidón miró a la diosa sumeria a los ojos, ella se tensó pero no demostró nada en su cara—. Las reglas que nos hace dioses...ustedes las han roto a todas.
—¿Y acaso tú no lo hiciste al rendirte ante un humano?—intervino un dios egipcio—Por lo que se sabe no te has despegado de él, ¿no te vuelve eso imperfecto, Gran Dios de Dioses?
Poseidón mantuvo la calma, dirigiendo su mirada hacia ese dios egipcio que también se tensó en su lugar.
—Un gusano patético como tú hablando sobre perfección es una ironía—Poseidón salió de su lugar, dando media vuelta para dirigirse hacia la salida—. Si tanto quieren una pelea, entonces la tendrán. Pero hay algo seguro y es que ese punto será para la humanidad de nuevo.
—Uno de los dos debe morir, lo recuerdas ¿no?—preguntó la molesta voz de la diosa sumeria.
—Y un muerto es lo que habrá—Poseidón abrió la puerta y salió sin mirar atrás para ir por Kojiro.
Tendría que hablar con él antes de la pelea.
***
—Es una broma ¿no?—preguntó Lü Bu cuando Thor regresó de la reunión.
—Si me matas, la humanidad recuperará ese punto que perdió y se evitarán las dos últimas...
—Thor, tienes que estar jodiéndome—dijo Lü Bu de tal forma que Thor supo que lo mejor era que se quedara callado—. No voy a matarte. Si quieres luchar, entonces yo seré el que muera, pero no voy a matarte. Sí soy parte de la humanidad y todo lo que quieras, pero tú eres el hombre del que estoy enamorado y aunque sea egoísta, no te voy a sacrificar por un montón de humanos a los que no conozco.
—Tu padre es un humano, Lü Bu.
—Y él ya está muerto. Van a extinguir a los humanos vivos, bien, me vale. No voy a matarte porque esos dioses de mierda dicen que es lo que hay que hacer.
—Yo no te mataré a ti tampoco, no de nuevo.
No pasaría por ese dolor otra vez. Thor no era tan fuerte como para soportarlo por segunda vez.
—Y yo no te mataré a ti. Tal vez es egoísta porque al fin de cuentas te pedí algo así en el pasado y lo cumpliste, pero yo no soy tan fuerte como tú, yo no podría soportarlo, Thor. No ahora que tengo la oportunidad de estar a tu lado—dijo Lü Bu desviando la mirada.
Porque desnudar el corazón ante la persona que lo tenía en su mano era en verdad algo difícil. Sobre todo las primeras veces.
Thor atrajo el cuerpo de Lü Bu hacia el suyo y lo rodeó con sus brazos. Por más que deseaba que la humanidad no perdiera ese punto por capricho de los dioses, tampoco era capaz de obligar a Lü Bu a hacer algo en lo que no estaba de acuerdo. Sabía lo que se sentía perder a alguien a quien amaba, no quería que su general pasara por eso nunca.
Lü Bu lo rodeó con sus brazos y se apoyó en su pecho, murmurando lo bastardos que eran los dioses y que su suegro era en verdad una gran molestia para él.
—No me extrañaría que te hubiera engañado para ir por Mjölnir solo para separarte de mí—comentó en un momento en medio de sus quejas.
Thor frunció el ceño sin poder sacarse esas palabras de la mente.
***
Qin Shi Huang sonrió, mordiendo su hombro. Hades le devolvió la mordida de la misma manera traviesa mientras daba una estocada profunda en su interior.
—Espera, todavía no quiero correrme de nuevo—murmuró el humano sonriéndole.
—No me provoques entonces—advirtió Hades dándole un beso.
Qin Shi Huang pasó su mano por su cabello, aferrándose a él mientras profundizaba el beso. Un beso lento y profundo, muy diferente a los salvajes y desesperados que se dieron antes. Luego de la primera ronda era normal que bajaran el ritmo.
Bien, no tuvieron muchas rondas al respecto. Esta era la tercera en realidad y era la que más había durado, al menos más que las anteriores porque ambos se estaban tomando su tiempo para acariciarse y besarse. Incluso las estocadas rápidas se había detenido porque ninguno de los dos quería terminar pronto con este momento.
Las cortinas de la cama cubrían por completo lo que estaba pasando, ya que por privacidad Qin Shi Huang las había cerrado, a pesar de que las sirvientas parecían haberse dado cuenta de que no debían acercarse ahí hasta que no las llamaran.
El ambiente íntimo era ideal y Hades realmente estaba disfrutando de esto. El interior de Qin Shi Huang era cálido y su cuerpo fuerte se aferraba a él con necesidad y deseo. Este momento era realmente...
—¡Emperador Qin!—ambos se sobresaltaron al sentir la voz de Brunhilde irrumpiendo en el cuarto—¡Necesitamos que pelees en la siguiente ronda!
Hades se extrañó por el pedido, después de todo ambos se enteraron (luego de la primera ronda de sexo) de la victoria de Nostradamus, la cual venía acompañada con la victoria total de la humanidad. No tenía sentido que Qin Shi Huang fuera a pelear ahora.
El humano volvió a llamar su atención, girando su rostro para que lo mirara mientras movía su cadera.
—No te detengas—susurró y Hades sonrió, moviéndose lentamente mientras dejaba besos en su cuello—. ¿Por qué debo ir a pelear? Nostradamus ganó, ¿no nos daba eso la victoria?—preguntó más alto, acariciando la espalda de Hades mientras sentía las estocadas y los satisfactorios besos en su cuello.
—¿No vio la pelea hasta el final, emperador Qin? La primera y la tercera ronda del ragnarok no contaron como victorias para la humanidad—dijo Brunhilde con un tinte de molestia en su voz.
Eso llamó la atención de ambos amantes, quienes prestaron más atención.
—¿De qué hablas?
—Dijeron que fueron victorias falsas porque los humanos que peleamos teníamos una conexión con el dios y eso no permitió un encuentro justo—reconoció la voz de Kojiro, quien parecía molesto y preocupado con esta decisión—. Se nos ofreció un nuevo encuentro, pero...no lo aceptamos. Así que nuestros puntos fueron brindados a los dioses y ahora solo les falta una victoria para ganarnos y a los humanos nos faltan dos.
Hades no estaba seguro, pero si esto era obra de su hermano Zeus, entonces hablaría seriamente con él al respecto.
—Danos cinco minutos y estaremos con ustedes—dijo Qin Shi Huang—. Que las sirvientas les muestren dónde esperar.
—Emperador Qin, ¿está bien?—preguntó Göll preocupada.
—Estaré mejor cuando me den esos cinco minutos—al mismo tiempo que decía eso, se aferró a la cadera de Hades—. Sigue, baobei—susurró el humano lamiendo su cuello.
—¿Le pasa algo, emperador...?—iba a preguntar Göll cuando Brunhilde intervino.
—Esperaremos, emperador Qin. Termine pronto.
Hades agradeció que los dejaran solos porque así pudo acelerar las embestidas y, como ambos estaban cerca, terminaron en poco tiempo. Se separaron, luego de un par de besos, y Hades lo ayudó a limpiarse. En lugar de cambiarse, Qin Shi Huang se puso una bata de seda negra con decoraciones doradas y fue al encuentro con los demás. Hades se puso la parte inferior de su ropa y tomó una prenda superior que Qin Shi Huang había mandado a buscar para él. Era de su talle y parecía tener un estilo oriental antiguo, con los colores de la ropa que el humano había roto antes con sus garras doradas. Cuando terminó de arreglarse el cabello también, salió al encuentro de los demás. Brunhilde y Göll lo miraron con sorpresa, mientras su hermano parecía curioso al verlo aparecer ahí.
—¿S-s-señor Hades?—dijo Göll sin poder creer verlo ahí.
—¿Cómo es eso de que les restaron puntos a la humanidad?—preguntó Hades sentándose al lado de Qin Shi Huang.
—Al parecer el hecho de que Lü Bu y Kojiro conocieran a los dioses contra los que lucharon, creó una batalla injusta que terminó con la victoria de la humanidad solo porque los dioses se rindieron. Se ofreció una nueva batalla entre ellos, pero que culminaría con la victoria solo si uno de ellos muere. Los afectados se negaron a pelear, así que los puntos pasaron a los dioses—explicó Brunhilde indignada—. Esto es solo una sucia estrategia porque se niegan a perder.
—Entiendo. Kojiro, Poseidón, ¿puedo preguntartes algo?—dijo Qin Shi Huang mirando a ambos.
—Sí, por supuesto—respondió Kojiro mientras que Poseidón prácticamente ignoraba a Qin Shi Huang.
—¿Por qué se niegan a luchar de nuevo?
—Yo no me negué—dijo de repente Poseidón sorprendiendo un poco a Hades, hasta que Kojiro habló.
—Te dije que no te mataría.
—Ellos necesitan un muerto. Si me matas, la humanidad tendrá un punto más.
—Ya lo hablamos. La decisión está tomada—dijo Kojiro, se notaba de malhumor por la conversación.
Pareciera ser que habían discutido sobre eso antes de venir aquí.
—Sasaki Kojiro, ¿verdad?—habló de nuevo el emperador humano llamando la atención del hombre que estaba al lado de su hermano— ¿Puedo hacerte una pregunta más personal?
—Sí, claro.
Qin Shi Huang se levantó y le ofreció su mano. Kojiro la tomó dudoso y el emperador se lo llevó a unos metros de ellos para hablarle en susurros. Notó un suave nerviosismo en Sasaki Kojiro y una respuesta que no podían oír. Qin Shi Huang le dijo algo más, haciendo que Kojiro le respondiera y sonriera. Intercambiaron un par de palabras más antes de regresar con ellos.
—Bien, entonces, me cambiaré e iré a la arena de batalla—afirmó Qin Shi Huang sonriendo con la confianza que a Hades le gustaba.
Pero definitivamente no le estaba gustando para nada el hecho de que su humano tuviera que ir a luchar por capricho de los dioses. La humanidad ya había ganado, ¿qué más querían?
—¿No hay manera de convencer a Zeus de que esta decisión que tomó fue una estupidez?—preguntó Hades mirando a Brunhilde y a su hermano.
—No fue Zeus quien tomó esta decisión—dijo Poseidón antes de que la valquiria dijera algo, sorprendiéndola por sus palabras—. Fueron Odín y un montón de dioses basura de otros panteones. Zeus no estuvo a favor.
—¿No hay manera de hacer algo?
—No. Ya lo intentamos, pero no hubo nada que los hiciera cambiar de opinión. O peleamos contra los oponentes que nos tocó o entramos en guerra entre nosotros.
Hades consideró la última opción. Los dioses estaban jugando sucio solo porque se negaban a que la humanidad ganara. Pensó seriamente en ir por su bidente para empezar una guerra en la que estaba seguro que muchos lo seguirían, cuando Qin Shi Huang intervino tomando su mano.
—Lucharé igual que todos los demás humanos hicieron. Daré mi vida por la humanidad porque ese es mi camino como emperador. Lucharé para proteger a los míos porque, como rey, mi deber es asegurar el bienestar de mi gente. Así que no hagas una estupidez, rey del inframundo.
Hades miró al hombre que sostenía su mano. Se veía tan decidido, tan seguro de su decisión, aceptando el egoísmo e injusticia de los dioses a pesar de que no debería hacerlo. Incluso cuando era injusto, se levantaría a luchar para defender a la humanidad por la cual luchó cuando todavía estaba vivo.
Apretó su mano y sonrió, a pesar de que por dentro Hades quería asesinar a varios dioses por esta decisión.
—Está bien.
***
Qin Shi Huang se estaba cambiando para ir a la arena del Valhalla a enfrentarse con el dios que habían elegido a último momento. Hades se quedó en sus aposentos, negándose a dejarlo solo hasta el final. Los demás se habían marchado, pero Hades no quería dejar a este humano solo. La idea de que tuviera que enfrentarse a muerte a otro dios le generaba un sabor amargo en la boca. No entendía la manía de los dioses de querer ganar hasta el punto de llegar a hacer trampa de esta forma. Eso no era digno de un dios.
—Quita esa cara, no es para tanto—dijo Qin Shi Huang luego de ponerse la venda en sus ojos.
—Esto no es digno de un dios, esto que están haciendo es muy...
—Humano—dijo Qin Shi Huang sonriéndole—. Aunque los dioses intenten ocultarlo, no son muy diferentes a nosotros los humanos. No son más dignos que nosotros, aunque intenten aparentarlo.
—¿Por qué aceptas enfrentarte a un dios? Entiendo que seas un rey y que tus principios no te permitan negarte a esta lucha, pero ¿no es más justo luchar por esta injusticia en lugar de seguirles el juego?
—Hades—la sonrisa de Qin Shi Huang fue desapareciendo poco a poco—, como rey he vivido muchas guerras y he aprendido que, al final, lo único que trae es dolor y pérdida. Si entramos en una guerra, entonces es probable que los humanos que ganaron el ragnarok terminen muriendo y los dioses ganando, haciendo que sus esfuerzos no hubieran significado nada. Enfrentarme a un dios y ganar esta ronda del ragnarok es mucho más justo para todos y podríamos tener la oportunidad de volver a ganar esos dos puntos perdidos. Y si todavía esos dioses siguen con la idea de negarse a aceptar nuestra victoria, entonces sí entraremos en guerra. Pero mientras más se pueda evitar, mejor será para todos.
Hades se acercó al humano, acariciando su mejilla con suavidad.
—Eres muy sabio, Qin Shi Huang.
—No, es solo que entiendo el dolor que significaría para los demás. Entiendo el dolor muy bien—el humano sonrió de lado con melancolía—. Y por eso mismo voy a luchar. Hades—el humano lo miró, imaginaba que lo hacía a través de la venda sobre sus ojos—, soy un emperador, un rey. No dudo, no me doblego, no confío y siempre estoy a la vanguardia de mi pueblo. Ese es mi camino como emperador y ese camino seguiré hasta el final.
Un rey. Sin duda alguna, este humano de aquí era un rey digno de su corona. Hades admiraba profundamente a este hombre y, sin duda alguna, deseaba seguir conociéndolo más.
—Vive, todavía tengo una apuesta que cumplir—dijo Hades acariciando las manos de Qin Shi Huang donde estaban sus garras doradas.
—No te preocupes, rey del inframundo, yo ganaré esta pelea.
Hades admiró esa sonrisa confiada y respondió besando esos labios dulces.
Este humano definitivamente lo tenía mal.
—Te tomo la palabra, rey de los humanos. Ahora vamos, te acompañaré.
—¡Hao!
***
Hades acompañó a Qin Shi Huang por el largo pasillo de la entrada de los humanos a la arena de combate. El rey de los humanos iba confiado y tranquilo a su encuentro con un dios que Hades no tenía idea de quién podía ser. Realmente no le importaba siempre y cuando Qin Shi Huang saliera victorioso.
Casi cerca de la salida había una valquiria pequeña y menuda esperándolos. Parecía disgustada de que el humano llegara tarde, aunque al verlo a Hades su pequeño cuerpo se tensó ligeramente.
—Llegas demasiado a tiempo—dijo ella cruzada de brazos—. Tenemos que hacer el volundr pronto porque ya están por presentarnos.
—Tranquila, damita, no tienes que ponerte así—dijo Qin Shi Huang con su sonrisa encantadora mientras se acercaba a la pequeña valquiria.
—¿Así? No estaría así si fueras más responsable y hubieras venido antes para hacer más tranquilamente el volundr. Pero ahora tenemos el tiempo sobre nosotros y tenemos que hacerlo apresuradamente.
La niña hacía su berrinche como si el volundr fuera una técnica muy complicada que requiriera demasiado tiempo. Él mismo vio a Buda hacerlo con Zerofuku y la técnica no les tomó dos horas. Ella solo hacía su drama porque podía.
Qin Shi Huang se quedó en silencio, mirando a la pequeña niña berrinchuda. Entonces acortó la distancia del todo y la tomó en brazos con facilidad, sonriendo tan encantadoramente como a Hades le gustaba. Aunque esta situación no era mucho de su agrado.
—Tranquila damita, todo está bien, estamos a tiempo—ella lo miró, sonrojada por completo como una tonta enamorada—, ¿hao?
La valquiria berrinchuda entonces se cubrió el rostro y gritó.
—¡No es justo!
Y el volundr ocurrió. La valquiria se transformó en una armadura que cubrió los hombros y parte de los brazos de Qin Shi Huang. Era una armadura realmente asombrosa, lo que demostraba que la pequeña niña berrinchuda no solamente servía para hacer dramas.
—¡Me queda perfecto!—dijo feliz Qin Shi Huang antes de mirar a Hades—Nos vemos en un rato.
Hades le sonrió.
—Nos vemos en un rato.
La voz de Heimdall sonó a la par en que las puertas se abrían.
—¡El representante de la humanidad! ¡Todo comenzó con este sujeto! ¡Los seis reinos y sus seis reyes que estaban en guerra entre ellos, fueron derrotados en un instante! ¡La "guerra de los estados combatientes de otoño y primavera", la más grande de la historia de China durante quinientos cincuenta años, este hombre fue el que la acabo en un abrir y cerrar de ojos! ¡Donde no había caminos, él hizo caminos; donde no había castillos, él hizo castillos! ¡Aquellos que nadie había logrado, la unificación de la gran y extensa China, por primera vez, él la logró! ¡Por primera vez en la historia de la humanidad un hombre estaba acercándose a gobernar sobre el cielo, y se ganó su segundo nombre! ¡El primer emperador de China conocido como Qin Shi Huang!
En la tribuna retumbó el nombre del humano, hombres coreando su nombre con fuerza, con admiración. Un hombre como Qin Shi Huang cuyo nombre era dicho con reverencia y respeto solo demostraba lo buen rey que fue, un rey que hacía arrodillar a otros reyes ante él.
Hades iba a dar la media vuelta para ir al sector vip a ver la pelea. Era el mejor lugar para contemplar con detalle la lucha de su emperador cuando...
—¡Y ahora del lado de los dioses! ¡Ellos son...! ¿Eh? ¿Ellos?—Heimdall parecía desconcertado, igual que todos los presentes.
Hades se volvió a girar para mirar la arena donde Qin Shi Huang, incluso dándole la espalda, se veía confundido. ¿Qué había querido decir Heimdall con ellos?
Un mensajero se acercó a él y le habló al oído, un mensaje no tan largo porque pronto Heimdall volvió a hablar.
—Ahm, por pedido de estos dioses, la lucha tendrá que ser un dos contra dos esta vez. Así que si el participante Qin Shi Huang no tiene un compañero para esta ronda, me temo que entonces se les brindará un punto a los dioses.
...
¡¿Qué?!
Hades realmente estaba disgustado con esto, ¿cuántas trabas más querían poner contra los humanos para que no ganaran esta ronda? Los humanos gritaron desconformes con esta decisión, incluso los dioses de las gradas parecían desconcertados y aunque esta decisión los "beneficiaba" no parecían del todo de acuerdo. Tal parecía ser que estos eran un poco inteligentes y se estaban dando cuenta de lo injusto que estaba siendo todo.
No importaba eso ahora. Lo importante era que Qin Shi Huang necesitaba un compañero que peleara a su lado para ganar esta maldita e injusta ronda. Si tenía que ser sincero, no podía confiar mucho en la elección de Brunhilde en este momento. Los dioses estaban complicando todo para ganar y por eso Hades sospechaba que los dioses elegidos no serían fáciles de derrotar para un humano. Ellos buscarían siempre salir vencedores y no les importaría si tenían que poner a los mejores dioses de su panteón, lo harían con tal de aplastar a los humanos.
No, no podía dejar que eso pasara en esta ronda.
Convocando a su bidente, Hades caminó lo que quedaba del camino para adentrarse a la arena del Valhalla.
—Está bien, Qin Shi Huang no está solo—dijo Hades llamando la atención de todos—. Yo seré su compañero.
Después de todo, si Buda lo hizo, él también podía luchar del lado de la humanidad. Aunque sus motivos eran más egoístas.
Las gradas de ambos lados permanecieron en silencio. Posiblemente porque los humanos no sabían quién era Hades. Daba igual.
—¿S-señor Hades? ¿Usted...?—Heimdall se acercó a ellos, parecía tan desconcertado como los demás.
—Yo lucharé a su lado—Hades miró hacia el sector VIP donde notó a su hermano Zeus y otros dioses mirando en su dirección—. Si los dioses no aceptan la victoria de la humanidad, entonces yo no aceptaré la injusticia de los dioses.
La decisión de los dioses no solo era indigna, también había afectado a su hermano Poseidón. Si no fuera porque el humano Kojiro apreciaba a su hermano, posiblemente Hades lo hubiera perdido y estaba seguro que a los dioses poco les hubiera importado. Si era así, entonces a Hades poco le importaría luchar en su contra.
—Ya veo...En ese caso...—antes de que Heimdall pudiera presentar a Hades, un mensajero llegó a su lado para decir algo corto a su oído antes de marcharse—Uhm...Bueno, me acaban de informar que los dioses aceptarán su participación en esta ronda del ragnarok, pero para que se cuente como punto valido para la humanidad, Qin Shi Huang deberá ser quien mate a ambos dioses.
Hades apretó los puños y miró a los dioses en el sector VIP. Cuando pudiera les haría pagar por lo que estaban haciendo.
—Bien—aceptó a regañadientes, notando entonces el silencio de Qin Shi Huang.
El rey de los humanos lucía pensativo, aunque no podía saber en qué pensaba.
—¡Entonces, presentando al segundo participante de la humanidad! ¡Esta eminencia viene desde el inframundo! ¡Cuando este dios camina, el mundo se estremece; cuando este dios observa, nadie puede sostener la mirada! ¡Aquel al que el perro guardián del inframundo Cerberus inclina sus cabezas! ¡Aquel al que el monstruo más letal, Tifón, teme! ¡El hermano mayor de los tres hermanos más fuertes del panteón griego! ¡El rey del inframundo: Hades!
Hades se quitó el largo saco que había sobrevivido a su sesión de besos y sexo con Qin Shi Huang y lo arrojó a un lado, dejando a la vista la prenda superior que el humano le había dado.
La puerta del lado de los dioses se abrió, dando la bienvenida a los idiotas que se enfrentarían a ellos.
—¡Ahora sí, del lado de los dioses! ¡Ambos detestan a la humanidad y han hecho mil cosas para erradicarla! ¡Desde las catástrofes más grandes, hasta las rivalidades más pequeñas! ¡Uno de ellos ha intentado eliminarlos a través del tan conocido diluvio universal, obligando a Noé a vagar en un inmenso barco por días! ¡El otro estuvo a punto de destruir la tan conocida Babilonia por puro aburrimiento! ¡El dios del clima y las tormentas y antiguo rey de los dioses! ¡Y el dios de la guerra, los disturbios, las revueltas y las incursiones! ¡Enlil y Erra!
Oh, ellos. No eran gran cosa.
Hades conocía a estos dioses del panteón sumerio. Ambos parecían sentir un odio especial por los humanos que los volvía insoportables. Nunca compartió un mismo espacio con ellos por demasiado tiempo porque realmente los consideraba molestos. Ahora tendrían que pelear contra ambos.
La mirada de Enlil y Erra era de fastidio y disgusto total, en especial cuando eran dirigidas a Qin Shi Huang. Parecía ser que el hecho de ser humano era ya un gran problema para ellos.
—Tch, que fastidio. Aunque de todas formas será divertido matar a dos reyes en una pelea—dijo Erra colocando su bastón negro sobre su hombro.
—Sabes lo que significa dar la espalda a los tuyos, ¿no, Hades?—preguntó Enlil mirando directamente a Hades.
Jugó con los anillos de diamante en sus dedos como si eso lo hiciera ver interesante.
—¿A los míos? ¿Desde cuándo los dioses de tu panteón son los míos?—Hades sonrió, empuñando su bidente y preparándose para atacar—No te equivoques, Enlil. Que seas un dios no te hace parte de mi familia.
Enlil sonrió, sus anillos moviéndose alrededor de sus dedos sin tomar ninguna forma definida.
—Es bueno que nos hayas traicionado. De esa forma...—finalmente, los anillos se transformaron en un largo escudo de diamante—no me sentiré mal al matarte.
—Es divertido escuchar eso de un don nadie como tú.
Y la batalla comenzó.
Enlil se lanzó hacia Hades para atacar, mientras Erra lo ignoraba e iba directo por Qin Shi Huang. Hades no se sentía muy bien ante eso, pero si el humano fue elegido como uno de los trece humanos representantes en el ragnarok, entonces el ataque de un dios inferior como Erra no le haría gran cosa.
El ataque con el bidente no fue suficiente para atravesar el escudo de Enlil, pero sí consiguió enviarlo a volar a varios metros de distancia hasta que su cuerpo impactó contra la pared. A Hades no le sorprendía este resultado, él esperaba que uno solo de sus golpes fuera suficiente para generar este resultado. Su fuerza no era poca y estos dioses no eran rivales para él. Tranquilamente podría matarlos él solo con su bidente, pero sabía que eso solo afectaría al resultado de los humanos. Los humanos solo necesitaban un punto para perder, por lo que si Hades hacía lo que quería, entonces solo perjudicaría a Qin Shi Huang en lugar de ayudarlo.
Enlil se levantó y se lanzó hacia él, su escudo de diamante brillante y listo para chocar contra Hades. El rey del inframundo preparó de nuevo su bidente para impactar contra el dios. Esperó un segundo choque contra el escudo cuando se dio cuenta de que Enlil quitó el escudo del medio y siguió adelante, dispuesto a que el arma de Hades le atravesara el pecho de lado a lado. Ante esa estrategia, Hades se vio en la obligación de retroceder y levantar el bidente para que ambas puntas no dieran contra el pecho del dios sumerio.
Fue gracias a esto que Enlil consiguió golpearlo con el escudo de cristal y hacerlo retroceder unos cuantos metros.
—¿Qué ocurre, rey del inframundo? ¿Por qué no seguiste adelante?—se burló Enlil, su sonrisa tornándose desquiciada—¿Acaso no quieres arruinar la victoria de esas inmundas criaturas? ¡Ja ja ja! En ese caso... será una batalla difícil para ti.
Enlil se arrojó hacia Hades, cambiando la forma de su escudo por el de una espada. La hoja filosa y brillante se movía de un lado a otro, ondeando en el aire buscando provocarlo para que lo atacara con el bidente y lo matara. Enlil no estaba preocupado por su vida, si su muerte causaba desgracia en los humanos que tanto odiaba, entonces se iría a la nada felizmente sabiendo que arruinó la victoria de la humanidad y que serían extintos. Su única meta parecía ser exclusivamente traer la desgracia en los seres que creía inferiores a él. Era en verdad un bastardo.
Hades esquivó sus ataques y se defendió con su bidente, teniendo cuidado siempre de mantener la peligrosa punta lejos del cuerpo de Enlil para que este desquiciado no quisiera llevar a cabo su plan nefasto. Pero con cada segundo que pasaba, se daba cuenta de que era contraproducente. Si no atacaba, entonces Enlil buscaría la manera de hacerle daño y matarlo. Si atacaba, entonces Enlil buscaría la forma de ser asesinado para arruinar el punto a favor de la humanidad. Como fuera, Hades no saldría victorioso. Enlil era un demente, pero era uno listo.
Los ataques de Enlil y las limitaciones de Hades en la pelea solo causaron una desventaja para el rey del inframundo, quien antes de poder evitarlo sintió el filo del diamante contra su piel. El pecho se le abrió y sangró, una herida que no era mortal pero que había demostrado lo cerca que había estado el dios sumerio de conseguir darle un golpe letal.
—Eres tan patético, Hades, intentando...
Las palabras de Enlil quedaron a la mitad cuando Erra apareció y chocó contra su cuerpo, llevándolo al otro lado de la arena donde chocaron contra la pared.
—Nunca fui un humano que rezara a los dioses—dijo Qin Shi Huang caminando hacia Hades y mirando a los dos dioses que mandó a volar—, pero sin duda alguna, si tuviera que hacerlo, jamás lo haría a dioses tan indignos como ustedes. Jugar tan sucio para ganar, no es algo muy digno de seres que dicen ser perfectos.
—Tú...bastardo...—Enlil se levantó mientras Erra usaba su bastón negro para ayudarse.
Hades vio al humano con la venda todavía en sus ojos sonriendo confiado a sus dos oponentes.
Erra de repente tomó el brazo de Enlil y lo jaló hacia atrás. Ambos se miraron un momento antes de sonreír. Lo que sea que se hubieran dicho en silencio no fue nada bueno.
—Tanta confianza que tienes en ti mismo—Erra sonrió, su bastón negro liberando dos puntas de lanza en cada extremo—. Y te olvidas que si no eres tú quien nos mata, entonces tu batalla no habrá valido la pena.
En un instante, tanto Enlil como Erra se lanzaron hacia Hades para atacarlo al mismo tiempo. Hades era capaz de defenderse, pero sabía que en este caso sería difícil usar su bidente sin que uno de estos dementes intentara hacer algo en contra de su propia vida. No fue necesario.
Qin Shi Huang intervino, colocándose frente a él. Con una mano lo empujó hacia atrás a tiempo para poder volver a usar ese mismo brazo y cubrirse de ambos ataques que llegaron desde arriba. Era una fuerza brutal para un humano que debía aguantar la fuerza de dos dioses que, aunque no eran ni la mitad de fuerte que otros dioses, eran mucho más de lo que un humano podría soportar. Sin embargo, Qin Shi Huang aguantó los golpes tanto como pudo antes de que la misma presión lo hundiera de cara en el suelo.
Hades se preocupó por el humano, en especial porque los dos oponentes que lo dejaron en el suelo estaban todavía de pie listos para dar el siguiente golpe. Aprovechando su distracción Hades los empujó a ambos con fuerza y los mandó a volar varios metros para que dejaran al humano levantarse de nuevo. Qin Shi Huang escupió sangre por el golpe, su venda estaba empapada de sangre que goteaba por el costado de su rostro.
—Pegajoso—escuchó que murmuró levantándose de nuevo, una mano sobre su venda.
Murmuró algo más que Hades no consiguió escuchar antes de quitarse la venda de los ojos.
—¿Cómo te encuentras?—preguntó Hades manteniendo un ojo sobre Enlil y Erra.
—Nada que no pueda soportar—contestó Qin Shi Huang lanzando la venda a un costado y poniéndose en posición de ataque.
—Veamos si sigues diciendo lo mismo—dijo Enlil antes de volver a atacar.
Qin Shi Huang se preparó, colocándose de nuevo frente a Hades el cual no hacía más que sentirse incompetente por no poder ayudar de mejor manera al humano.
—Tu puño—dijo Qin Shi Huang de repente—, golpea donde te indique en Erra. Espera mi orden.
Si no fuera porque la situación era delicada, Hades posiblemente hubiera comentado algo sobre eso de la orden. Pero en este caso, lo único que podía hacer era unirse al humano para conseguir la victoria de la humanidad.
Ambos atacaron de nuevo a Qin Shi Huang de la misma manera, buscando enterrarlo de nuevo en el suelo. El humano recibió de nuevo el ataque y soportó el peso de sus brazos. Entonces atacó. Hades notó el momento en que el humano sopló hacia Enlil antes de que se dirigiera a él.
—Su costado izquierdo, sobre las costillas.
Hades golpeó ese lugar en Erra con fuerza, usando la mano que no sostenía su bidente. Erra tosió sangre en ese momento y Enlil perdió la fuerza de su arma de manera tal que Qin Shi Huang consiguió desviar ambas armas y enviar a ambos a volar de nuevo con fuerza. Pero esta vez no se quedó quieto en su lugar, Qin Shi Huang avanzó hacia ellos y usó un potente ataque en Enlil que dejó un agujero sangrante en su cuerpo. Luego fue directo hacia Erra, pero al perder tiempo con Enlil el ataque no consiguió dar en él como hubiera querido y lo único que consiguió fue brindarle un rasguño en el brazo. Hades no tardó en regresar a su lado, dispuesto en todo caso a usar sus puños para defender a Qin Shi Huang. Su bidente solo sería un problema.
Las cosas se volvieron a repetir de cierta manera. Enlil y Erra se lanzaron a atacar y Qin Shi Huang se defendió de ellos, indicándole a Hades un lugar para golpear a uno de ellos. No tardó en darse cuenta de la técnica que el humano usaba. Al parecer veía los puntos de fuerza de los ataques, lo que le permitía golpear en ellos y debilitar a su oponente para atacarlo. Era sin dudas admirable. Que solamente usara su aire para desarmar a un dios era increíble, mucho más que los ataques poderosos de Hades.
Pero lo que también notó fue que las heridas que les ocasionaba a ambos dioses, se producían de cierta manera en el humano. Estas heridas lo hacían quejarse o sisear por el dolor, pero seguía de pie firme y más fuerte que antes.
Sin embargo, seguir adelante con la pelea solo haría que sus oponentes los leyeran cada vez mejor. Hades no necesitó decirle nada a Qin Shi Huang para que supiera que tenían que terminar con todo pronto y que para eso lo mejor era matar a uno de ellos. Los dos juntos podían luchar, pero estando uno solo de ellos difícilmente podría hacer algo contra Hades y Qin Shi Huang.
El siguiente golpe Hades esperó a la indicación del humano para atacar a Enlil. Qin Shi Huang se abalanzó hacia Erra para recibir su ataque de cerca y atacarlo con su aire. Lo consiguió, pero esta vez planeaba darle un golpe directo mientras Hades alejaba a Enlil. Fue cuando vieron la sonrisa de Enlil que se dieron cuenta de que no lo conseguirían. Erra redirigió el ataque hacia su persona, causando un largo corte en su brazo que Qin Shi Huang vio. El dolor en su brazo distrajo al humano quien perdió un poco de fuerza en dicha extremidad, algo que Enlil usó a su favor para dirigir su espada de cristal al rey de los humanos. Hades se apresuró a cambiar su dirección hacia el humano para ayudarlo, pero había sido tarde.
Qin Shi Huang usó su otro brazo para defenderse del golpe, pero no sirvió de mucho. Consiguió evadir el golpe mortal, pero aun así la espada pasó por su armadura y la rompió cortando su hombro izquierdo en el proceso. Lo único que pudo hacer Hades fue atraparlo cuando el ataque lo lanzó hacia atrás y mantenerlo de pie. Pero el brazo del humano ya estaba completamente inutilizado.
—Rey de los humanos, ¿en serio crees poder ganarnos con esa maldición sobre ti?—preguntó Erra burlón—No me hagas reír.
—¿Maldición?—Qin Shi Huang sonrió, sin perder en ningún momento su confianza—En lo que a mí respecta, sentir el dolor ajeno no es una maldición. En realidad, es gracias a eso que soy el mejor rey de todos. Solo alguien capaz de comprender el dolor ajeno es capaz de serlo. Por eso, ustedes dos no son más que un par de bufones que están usando como marionetas.
—Hablas mucho para ser alguien que está a punto de morir—Enlil se preparó, transformando su espada en una alabarda.
Qin Shi Huang apretó la mano de Hades con su mano buena. El dios del inframundo lo miró fugazmente antes de regresar su mirada a los dioses sumerios.
—Hades, hazte a un lado, por favor—dijo en voz baja el humano dando un paso lejos de él—. Yo me encargaré de esto.
—Estás herido, con un brazo inutilizado, ¿crees ser capaz de poder enfrentarte a ellos dos tú solo?—Hades volvió a acercarse a él—Por más fuerte que seas, en este estado no eres capaz de hacer algo semejante. Yo te cuidaré.
Qin Shi Huang se giró hacia él, al mismo tiempo en que la armadura de su brazo izquierdo se transformaba en una espada. Sonrió con la confianza que le gustaba a Hades y con cuidado lo hizo inclinarse para besar sus labios. Un beso así había tomado por sorpresa a todos, pero Hades encontró que no le importaba mucho.
—Hades, eres en verdad un dios encantador—murmuró Qin Shi Huang antes de mandarlo a volar de una patada lejos de él—. Pero tienes que confiar más en tu rey.
¿Confiar para que lo mandara a volar de una patada? Hades no estaba muy seguro de confiar en este rey humano ahora.
Cuando alzó la mirada, Qin Shi Huang ya había avanzado hacia Enlil y Erra para atacarlos. Ambos atacaron por diferentes puntos, lo que hizo que Hades se levantara para correr hacia el humano y protegerlo de uno de los ataques. Hades consiguió bloquear el ataque de Enlil con su bidente, forcejeando para que no llegara a Qin Shi Huang. Escuchaba al humano luchar detrás de él contra el otro dios sumerio, aunque no podía ver demasiado lo que estaba pasando. Su concentración estaba en mantener a Enlil así, con su arma contra la de Hades para que no pudiera hacer nada contra el rey de los humanos ni contra el mismo Hades.
—Es increíble...—dijo Enlil mientras intentaba contrarrestar el bloqueo de Hades—como el rey del inframundo...fue dominado por un simple humano...
—Él no es un simple humano.
Enlil sonrió, podría ser considerado una provocación, pero Hades supo que no lo fue. No era una provocación, no era una burla, era una sonrisa de victoria. El frío en su espalda le advirtió que un ataque se avecinaba por atrás. Los bastardos indignos lo atacarían por la espalda para sacárselo de encima. Pero Hades no podía matarlos. ¿Qué hacía?
Fue todo demasiado rápido.
—¡Erra!—gritó Enlil.
Humanos y dioses quedaron en silencio. La cabeza de Erra rodó por el suelo, la sangre de su cuello salpicando agresivamente por el aire. El forcejeo con Enlil perdió fuerza y Hades pudo quitárselo de encima.
—Llegué a tiempo, qué alivio—Qin Shi Huang sonrió girándose a ver a Hades con los ojos cerrados para no ver a Erra.
Pero pronto se inclinó y vomitó sangre. El arma divina de Erra clavado en su estómago.
—¡Qin Shi Huang!—Hades lo atrapó para mantenerlo en pie.
—Solo queda uno más, Hades. Uno más y ganaremos.
Hades vio la herida de Qin Shi Huang y su voluntad de seguir adelante. Pero si lo hacía, la pérdida de sangre podría hacer que muriera antes de ganar la batalla.
—Si sigues así...
—Si gano no importa si muero, no mientras los humanos consigan la victoria—el humano se sostuvo con fuerza de él abriendo sus bonitos ojos—. A la vanguardia con su pueblo, así es como un rey debe ser.
Hades vio el cuerpo herido de Qin Shi Huang, quien había tenido que soportar la peor parte de la pelea. Mientras tanto él estaba ahí, con algunos rasguños, solo limitándose a pelear. No podía matar a Enlil porque eso solo echaría a perder lo que el humano consiguió. Sin embargo, todavía había algo que podía hacer.
—Qin Shi Huang—dijo acunando el rostro del humano con una de sus manos—, eres en verdad un grandioso rey.
Qin Shi Huang sonrió, apretando la mano que acunaba su rostro.
—Xiexie.
—Ahora vamos, tenemos una pelea que ganar.
Hades se colocó detrás de Qin Shi Huang, siendo su apoyo. Ambos vieron a Enlil arrodillado ante los fragmentos de Erra que comenzaban a esfumarse en el aire. El dios parecía afectado de alguna manera por eso pero no podían darles tiempo de luto, no cuando ellos fueron unos idiotas.
—Ustedes...bastardos... ¡Voy a matarlos!
Enlil liberó su poder, un torrente de energía fluyendo con furia por su cuerpo y su arma divina. La espada de diamantes se transformó en una gran y afilada hacha, con más filo que sus armas anteriores.
—Hades, ¿estás listo?
Hades sonrió, apretando la mano del humano.
—Hao.
No lo vio, pero estaba seguro que Qin Shi Huang sonreía.
Ambos avanzaron hacia Enlil que pronto se lanzó hacia ellos a atacarlos. Qin Shi Huang estaba desangrándose y si bien podía seguir peleando, lo mejor era que diera la estocada final para que pudiera llevarse el punto para la humanidad. Hades se limitó a usar su bidente para proteger a Qin Shi Huang de los ataques, pero cuando era peligroso consideró que lo mejor fue usar su propio cuerpo. Las heridas ardían, pero Hades era fuerte y podía soportarlo. Lo único que hacía cuando era lastimado era evitar que Qin Shi Huang lo viera para que la herida en su cuerpo no se reflejara en el humano y pudiera seguir peleando con la misma fuerza. Interpuso su cuerpo a los ataques y su bidente para que Qin Shi Huang consiguiera una oportunidad.
No obstante, no contaron con que la furia de Enlil fuera tal que sería capaz de complicarle las cosas a Hades. El golpe con el hacha era demasiado fuerte y estaba haciendo que Hades cediera. No por falta de fuerza, Hades sería capaz de ganarle, el problema estaba en que no podía excederse demasiado o podría correr el riesgo de matar a Enlil, ya sea por error o porque este lo hubiera planeado.
Fue entonces cuando Qin Shi Huang intervino, tan rápido como le era posible, ayudando con su espada a Hades para contrarrestar la fuerza de Enlil y usando su golpe de aire.
—¡No, no los dejaré!—gritó el dios sumerio agrandando más el hacha y expandiendo su energía abrasadora para deshacerse del golpe de aire que iba a su cuerpo.
La fuerza repentina los hizo ceder y el filo ya estaba cortando la piel del pecho de Hades. El filo con solo tocarlo ya estaba abriendo su carne y podría cortarlo a la mitad con la misma facilidad si no hacía algo. Pero no fue necesario porque Qin Shi Huang intervino, empujándolo y usando la espada en su lugar.
No fue suficiente, como se esperaba. Si bien el humano evitó el corte que lo dejaría en dos partes iguales, no pudo evitar que le cortaran el brazo izquierdo entero. Hades lo sostuvo y lo alejó, viendo la herida mortal en el cuerpo del humano que se desangraba aún más.
—Maldita sea—farfulló molesto, viendo que la fuerza del humano no sería suficiente para ganarle a Enlil, no en ese estado.
—Fu fu fu—Hades miró al humano quien sonreía como si no estuviera desangrándose por la pérdida de una extremidad—, es tan brillante, una estrella tan brillante.
No hubo tiempo de preguntar a qué se refería porque pronto Enlil los atacó de nuevo. Hades rápidamente se interpuso para proteger a Qin Shi Huang, cuyo cuerpo no aguantaría mucho más. Por más rey que fuera, por más fuerte que fuera, si seguía desangrándose así pronto terminaría muerto.
El hacha de Enlil se alzó para impactar contra ellos, Hades preparó su bidente para bloquear el movimiento. La fuerza lo hundió ligeramente hacia abajo porque solo usaba una mano para empuñar el bidente y la otra para sostener a Qin Shi Huang. Pero entonces notó que el humano daba un paso al frente y usaba su golpe de aire, lo cual era estúpido porque la energía flameante en el cuerpo de Enlil mataba toda burbuja de aire que le era enviada. Pero entonces notó que Qin Shi Huang no se dirigió al cuerpo de Enlil, sino a su hacha. El aire impactó contra el arma y el ataque perdió fuerza.
—¿Qué?—Enlil no podía creer que su ataque había cedido.
Hades tampoco podía creerlo porque creía que esos ataques solo eran efectivos en seres vivos, no en armas divinas. Fuera como fuera, no había tiempo de pensar. Qin Shi Huang terminó por avanzar y meneó su espada de lado a lado, cortando a la mitad a Enlil.
La brusquedad del movimiento hizo que el humano se tambaleara, pero esta vez usó su espada para mantenerse en pie mientras el cuerpo del dios sumerio caía en dos partes al suelo.
—No puede...ser...tú...—y cuando ambas partes rebotaron contra el suelo, Enlil ya no respiraba.
Hades vio su cuerpo comenzar a partirse para dispersarse en el aire. El silencio de la arena siendo roto por Heimdall.
—Oh, esto...es increíble. ¡Los ganadores de la décimo segunda ronda del ragnarok son el rey de los humanos y el rey del inframundo: Qin Shi Huang y Hades! ¡Con esta victoria, los humanos han empatado con los dioses!
Bien, al menos el punto había sido para los humanos.
Hades se acercó a Qin Shi Huang, quien estaba por girarse hacia él, pero antes de que lo viera Hades cubrió sus ojos.
—No me veas, no necesitas más dolor del que estás sintiendo—dijo manteniendo su mano en los ojos del humano.
—No te preocupes, estoy bien—dijo el humano despreocupadamente.
La armadura y la espada pronto retomaron su forma a la pequeña y berrinchuda valquiria, la cual se tambaleó un poco por la herida en su hombro, la misma que Qin Shi Huang había tenido.
—¿No te preocupes? Solo mírate, apenas puedes mantenerte en pie—dijo ella luciendo más amable que antes—. Hay que ir a la enfermería pronto.
—Está bien, vamos damita, tú también tienes que revisar tus heridas—Qin Shi Huang extiendo una mano a la valquiria, incluso cuando Hades seguía cubriendo su vista.
—Yo no estoy tan mal como tú, deberías preocuparte más por ti.
—Tranquila, damita, todo está bien...
Hades sintió el cuerpo de Qin Shi Huang inclinarse contra él. Por instinto lo sostuvo haciendo que notara que el peso del humano aumentaba en sus brazos. Maldita sea, había perdido tanta sangre que había perdido la consciencia.
Cargándolo en sus brazos, Hades se apresuró a ir a la enfermería para que atendieran de urgencia al humano.
No podía morir ahora que habían ganado. Mucho menos ahora que Hades había encontrado a un rey digno de su atención.
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Título del capítulo parte de la canción: Gods don't pray de Imagine Dragons
Y esta es la lucha de Qin Shi Huang, como ven sí iba a participar pero no luchando CONTRA Hades sino CON Hades
El motivo por el cual Qin consiguió debilitar el arma de Enlil fue similar a su lucha real en el manga. El arma de Enlil se manchó con la sangre de Hades, la cual de cierta forma le había dado más fuerza sin que este lo supiera. A su vez, esto hizo que el arma estuviera viva de cierta manera y permitió que tuviera una estrella para Qin. No sabía dónde poner eso en la lucha así que lo aclaro aqui
El capitulo que viene es mucho mas largo y es la última pelea donde participara Odin, ¿quién creen que sea su oponente?
Nos vemos mañana! Besos :D
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