Capítulo 18
Capítulo 18
Everybody's comin' for you, wake up
Ante la presentación de la décima pelea, Kojiro se preocupó un poco. Poseidón lo había notado en sus gestos. Según lo que sabía, el siguiente representante de la humanidad sería Okita Souji, el amigo de Kojiro con quien había visto la quinta ronda del ragnarok. Poseidón no sabía qué tan fuerte era el humano y tampoco le importaba, solamente no le gustaba ver a Kojiro tan preocupado. Quería decirle que Susanoo no era uno de los dioses más fuertes, pero estaría mintiendo. El dios del panteón japonés era fuerte y hábil con la espada. Si el enano que iría a pelear quería seguir con vida al final tendría que ser mejor que Susanoo.
—No tienes que preocuparte tanto por él, Susanoo no es del tipo cruel. Dentro del panteón japonés es uno de los dioses más amables, no hará sufrir a Okita.
Realmente no era algo que Poseidón supiera a ciencia cierta, pero la verdad era que Susanoo no era como él o Zeus, a quienes no les importaba hacer sufrir a sus oponentes.
—¿Eh? Oh, no, no estoy preocupado por eso. Bueno, sí, estoy un poco preocupado por Okita, pero no solo por eso—dijo Kojiro desviando su vista de la pantalla donde se mostraba la lucha entre Okita y Susanoo.
Con cinco victorias por parte de la humanidad, cada vez se acercaban más al final del ragnarok. Si lograban ganar dos batallas más, no sería necesario luchar las últimas dos rondas y Poseidón se liberaría de esta basura.
—Sigues preocupado por la posibilidad de que hagan algo en contra de la humanidad—dijo Poseidón sin necesidad de hacer una pregunta.
No era muy difícil conocer las razones que podrían tener a Kojiro en ese estado.
—Sí. Es que... ¿no hay más panteones que los de los dioses elegidos? Luego de años entrenando en el Valhalla tras morir, aprendí que hay muchos más panteones que los que conocí estando vivo. Y luego de conocer la lista de los trece dioses, supe que no todos los panteones están representándolos. Imagino que son muchos y que elegir trece no fue sencillo, pero ¿por qué no hay más dioses de otros panteones? Teniendo en cuenta que nos consideraban débiles, pudieron elegir más variedad de dioses que los que eligieron.
—Sí, Zeus pudo hacerlo siendo que los subestimó, pero mi hermano no eligió a los trece representantes, él solo eligió doce. Y en su mayoría, los doce que fuimos elegidos lo fuimos por nuestro desprecio a la humanidad, no solo por nuestro poder.
—Hércules no desprecia a la humanidad.
—Creo que Zeus lo puso a prueba. No lo sé, la forma de pensar de Zeus suele ser desquiciante y molesta.
Kojiro asintió, mirando distraídamente el suelo.
—Dijiste que tu hermano eligió doce representantes, pero eran trece los dioses que representan a los dioses.
—Eso fue porque Zeus pensó en que sería divertido que el decimotercer participante fuera elegido a través de una batalla entre dioses—Poseidón suspiró al pensar en la locura que su hermano cometió solo porque le parecía divertida—. Luego del anuncio del ragnarok, Zeus reunió de nuevo a los dioses para informar quiénes serían los participantes. Obviamente, dejó un puesto libre para que fuera elegido en una lucha entre dioses porque consideraba que el ragnarok sería demasiado aburrido. Así, levantó un tabú que llevaba existiendo desde la creación de la humanidad y dio inicio a otra serie de combates para el decimotercer puesto. No fue la gran cosa, solo dioses indignos queriendo demostrar algo que no eran.
—¿Un tabú? ¿De que tabú hablas? Y en todo caso, si esos dioses estaban tan entusiasmados, ¿por qué no les dejó participar en lugar de ustedes?
—Existía, hasta no hace mucho, una ley que prohibía a los dioses entrar en guerra. Para estos combates mi hermano se tomó la libertad de levantarla y dar libertad a que los dioses se mataran entre sí—Poseidón miró a Kojiro, quien había girado a mirarlo—. Esos dioses indignos no participaron por un buen motivo y es que son dioses peligrosos, no solo para la humanidad, sino también para los mismos dioses. Son un montón de criaturas salvajes y estúpidas que son mejores tener controladas. Es probable que por eso Zeus haya comenzado ese torneo.
La verdad, Poseidón no estaba seguro del noventa por ciento de los planes de su hermano menor, pero creía que ese torneo tuvo lógica. Había dioses molestos en el Valhalla que solamente parecían estar ahí para ser un estorbo. Lo mejor era desaparecerlos, ¿y qué mejor manera que haciéndolos pelear entre sí? Era la mejor forma de deshacerse de la basura inútil.
—Tal vez...pero no pudo eliminarlos a todos—dijo Kojiro pensativo—. Debe haber más.
—Sin duda alguna.
—Eso es peligroso. Si esos dioses se reúnen y se ponen en contra de ustedes, ¿no se armaría un gran caos? En especial ahora que el tabú fue levantado.
—No son oponentes capaces de enfrentarse a nosotros, no hay nada por lo cual preocuparse.
Kojiro no parecía convencido con sus palabras y Poseidón no encontraba otras para hacerle entender al humano que, pasara lo que pasara, ellos estarían bien.
Repentinamente, Kojiro tomó su mano.
—Sé que eres arrogante y orgulloso, pero, por favor, no subestimes siempre a los demás. Ese podría ser tu mayor error.
—No subestimo, simplemente digo la verdad.
—Poseidón, no seas terco—Kojiro lo miró, a pesar de fruncir el ceño con molestia sus ojos lucían preocupados—. Por muy dios que seas, eso no te hace inmune a la muerte.
No era terquedad, era realidad. Poseidón era uno de los dioses más fuertes, si un montón de dioses menores se reunían en su contra podría destruirlos a todos en segundos. No era algo imposible para él. Pero no tenía manera de hacérselo entender a Kojiro, un humano que no entendía mucho el mundo de los dioses. Quizás, cuando terminara el ragnarok y se lo llevara con él, pudiera hacerle ver que sus miedos eran en vano.
Pero por el momento, solo quedaba tranquilizar al humano de alguna forma.
Jalándolo hacia él, Poseidón lo apoyó contra su pecho y acarició su cabello, tal y como alguna vez vio a Hestia hacer con sus hermanas.
—Está bien, Kojiro, todo estará bien.
El humano se quedó contra su pecho, como si estuviera escuchando los latidos de su corazón. No dijo nada en mucho tiempo, pero estaba bien porque Poseidón lo sostenía cálidamente mientras seguía acariciando su cabello.
—Maldito dios orgulloso—murmuró Kojiro contra su pecho.
Poseidón sonrió manteniéndolo en un abrazo cálido.
***
Zeus salió de su cuarto, ignorando las rondas del ragnarok que se estaban llevando a cabo. En ese momento realmente no le importaba nada más que ir a buscar a Hestia y disculparse por su arrebato anterior. De todos sus hermanos, Hestia era una de las cuales no se merecía su maltrato ni sus acciones egoístas. En otras circunstancias, si alguien le decía lo mismo que ella le dijo, seguramente se hubiera burlado venenosamente y no le hubiera dado importancia. Pero había estado tan estresado por todo que simplemente no pudo evitar actuar cuando Hestia le dijo que era una decepción.
Lo ocurrido con Hera había sido un caso excepcional, después de todo, apenas le dirigía la palabra a su esposa. Nunca cruzaban demasiadas frases y, si lo hacían, solo era para acordar algunas cosas de las cuales Zeus tenía que hacerse cargo. Lo de hoy realmente fue un hecho sin precedentes.
Sabía que su esposa se encargaba de muchas cosas que a Zeus no le gustaba encargarse, sabía que hacía gran parte del trabajo tedioso por él. Era una mujer que no se quejaba de sus aventuras y solamente vivía para cumplir su rol como reina del cosmos. Era una buena compañera que nunca se quejó de él a pesar de que tenía motivos para hacerlo. Y hoy, que había ido a verlo, que se preocupó por saber cómo estaba, Zeus la trató como un estorbo.
Hera había sido la única diosa en acercarse a él, preocupada por su estado de salud, en lugar de ir por él para pedir algo. Ella había sido la única que viajó desde su palacio hasta la arena del Valhalla para verlo.
Zeus había estado pensando en por qué no tenía una esposa como la de Adán, por qué nadie había ido a saber de su estado. Nadie fue a verlo luego de una pelea en la que había terminado bastante herido. A nadie le importaba si estaba bien o no. Si moría mejor para los demás porque podrían hacerse con su trono. Quizás los únicos interesados en su vida eran Hades y Hestia...y tal vez Hera.
Su esposa. Quien fue a verlo. La diosa que se tomó la molestia de viajar hasta ahí para ver a un desagradecido marido que solamente sabía ignorarla y engañarla.
En mitad de camino, descubrió que había llegado a un pequeño jardín con árboles frondosos y una fuente. Ahí estaban Adán y Eva, ambos sentados en el césped y hablando. Eva lucía risueña y feliz, mientras que Adán sonreía tranquilamente a su lado abrazándola de la cintura. Ella lucía brillante y vivaz apoyada contra su pecho mientras señalaba algo del cielo y hablaba con una voz que sonaba dulce a la lejanía.
La verdad sea dicha, Zeus nunca había sentido el deseo de estar así con alguna de sus parejas. Sus amantes no fueron más que momentos de diversión que terminaban más rápido de lo que uno podía imaginarse. Nunca había estado más de dos veces con una misma mujer. Su esposa, por ejemplo. Solo bastó una vez para que quedara embarazada de Ares y desde entonces no volvió a tocarla.
Nunca antes deseó atarse a una persona y, sin embargo, envidiaba mucho a Adán por tener cosas que Zeus nunca deseó tener antes. O tal vez sí las deseaba, pero enterró esos deseos en lo profundo de su corazón.
Zeus no podía saberlo bien.
Miró a ambos humanos riendo y conversando. La película blanca que había estado en los ojos de Adán habían desaparecido. Por lo que podía apreciar conservaba sus cinco sentidos intactos así que posiblemente había salido de la enfermería hacía poco tiempo.
El padre de la humanidad debió sentir su mirada porque de pronto se giró hacia él, deteniendo el parloteo feliz de Eva. Ella miró a su esposo sorprendida antes de mirarlo a él. Zeus se acercó a ambos, paso a paso, hasta que estuvo enfrente de ellos. Adán no parecía a la defensiva, como en un primer momento, y Eva solo parecía curiosa de verlo ahí.
—Adán.
—Zeus.
El padre de todos los dioses se sentó frente a los humanos, cruzando sus piernas en posición de loto, y miró a ambos primeros humanos.
—Necesito hablar con ambos.
***
Sakata solo sabía que, si lograba salir con vida con Sigfrid a cuestas, Buda iba a matarlo. Posiblemente también mataría a Zerofuku por no decirle que el amigo que podría ayudarlo en el Helheim era su maldito hermano Jataka. O bueno, su pariente lejano, pero era casi un hermano para Buda. De haber sabido que se trataba de este humano, Sakata nunca hubiera aceptado su compañía. No porque no le hiciera falta, sino porque metiéndose en el Helheim muchas cosas malas podrían ocurrir y él no quería imaginarse qué pasaría si algo le pasaba a Jataka.
Era muy probable que Buda lo iluminara de una patada en el trasero.
—Estás pensando mucho—dijo tranquilamente Jataka apoyado contra la pared de la cueva donde se escondieron—. Mientras Buda no sepa que te acompañé, nada malo va a pasarte. Y en caso de que se entere, yo mismo hablaré con él. Buda, aunque parezca un niño grande, no lo es. Él es alguien que entiende con la palabra.
—Va a matarme, eso es seguro Jataka.
—Estás exagerando—Jataka rodó los ojos y se cruzó de brazos—. Si tanto te preocupa, puedo hablar con Buda al respecto.
—En lo posible, evitemos que te vea—Sakata suspiró, deslizándose por la pared de la cueva hasta sentarse en el suelo—. Nuestra prioridad ahora es salir de aquí con Sigfrid.
—Eh...tengo una duda—dijo Sigfrid haciendo que ambos lo miraran—. Este tal Buda, ¿es posible que sea el Iluminado? El humano que se volvió dios o algo así.
—Sí, es ese mismo—respondió Jataka sonriéndole—. Imagino que escuchaste hablar de él.
—De vez en cuando lograba captar algunas conversaciones de los guardias y, si estaban muy distraídos, podía sacarles algunas cosas más. Pero toda la información que podía recolectar era mínima.
—Entiendo...no habrá sido fácil vivir así, ¿no?
—No, pero al menos esas conversaciones y las que solía tener conmigo mismo eran las que me ayudaron a mantenerme lo suficientemente cuerdo.
Jataka asintió, todavía apoyado contra la pared de la cueva. Sakata lo había visto en todo momento de pie, sin atreverse a sentarse. Luego de correr tanto y de escapar de los guardias, ¿no era mejor que se sentara a recobrar fuerzas?
¡Cierto! Durante el tiempo que estuvieron separados, ¿dónde había estado metido Jataka y por qué ya no tenía su máscara?
—Oye, ¿dónde estuviste?—Jataka y Sigfrid lo miraron—Sé que tú estuviste encerrado, yo le hablaba a él—señaló a Jataka.
—Oh, ¿yo? Estuve escondido por ahí. Alguien tenía que distraer a los guardias para que dejaran de acercarse a ti.
Oh, ya veía, entonces Jataka habría estado yendo de un lado a otro usando sus bombas. Posiblemente se hubiera lastimado una pierna y por eso no se estaba sentando. En ese caso...Buda iba a matarlo, definitivamente.
—Traje algo de medicina por si necesitas—dijo sacando de un pequeño bolso las medicinas que solía cargar consigo para misiones de este tipo.
No misiones tan arriesgadas, pero sí misiones de corta duración.
—No, no, está bien, no las necesito.
—¿Seguro?
—Sí, descuida.
—Entonces, ¿por qué no te sientas? Debes estar cansado, es mejor si recuperas fuerzas—aconsejó porque tanto él como Sigfrid estaban sentados en el suelo.
El único de pie era Jataka.
—No, no, está bien, estoy bien así—Jataka sonrió despreocupado antes de agregar—. No he preguntado cómo es que lograron sacarte de tu celda, Sigfrid.
—Con un silbido, básicamente—resumió Sakata.
—Eh... ¿qué?
—La contraseña estaba en un silbido de uno de los hermanos de Hades—explicó Sigfrid.
Jataka asintió, mirando hacia un costado pensativo.
—¿Qué creen que nos haga Hades cuando descubra esto? Porque, en pocas palabras, allanamos su calabozo.
—Sinceramente, prefiero no pensar en eso.
Con suerte, un milagro evitaría una desgracia para todos. Y lo peor fue que Jataka no solo ayudó en allanar el calabozo, sino también explotó parte del palacio de Hades. Con suerte, si el rey del Helheim no se enteraba que el humano estuvo en su palacio causando destrozos, terminaría todo bien.
Sakata suspiró apoyando su cabeza contra la pared de piedra.
Con suerte, saldrían vivos y seguirían vivos después de esa aventura.
***
Las enfermeras habían sido muy amables a la hora de atenderla. Sus heridas no habían sido graves, pero cuando su sobrino Ares la vio le aconsejó que fuera a atenderse. Y como Hestia era débil ante sus sobrinos, simplemente aceptó y fue a atender sus pequeñas heridas. El golpe de su hermano fue más lo que ensució su ropa que lo que le causó daño real.
Mientras caminaba por los largos pasillos, Hestia escuchó la pelea que se estaba llevando a cabo entre el humano Okita Souji y el dios Susano'o no Mikoto. De los dioses del territorio japonés, Susanoo era de los pocos que le caían bien. Habían llegado a compartir tardes de paseos bajo los árboles del Edén, riendo y compartiendo anécdotas de sus vidas. A pesar de que quería que el humano Okita ganara, tampoco quería perder a uno de sus amigos. Sin embargo, en esta lucha sin sentido que su hermano aceptó hacer, no había muchas opciones.
Por un momento miró la pelea a través de la pantalla en el aire. Okita Souji era un humano hábil, digno de la fama que ganó. Susanoo, por su parte, parecía feliz de encontrar a un humano capaz de luchar contra él y despertar en él la gran pasión de una buena batalla. Si se hubieran conocido en otras circunstancias, sin duda alguna ambos hubieran sido buenos amigos. Era una lástima que dos criaturas tan compatibles se conocieran por una sola vez de esta forma.
Cuando la espada de Okita cortó el pie de Susanoo, Hestia desvió la mirada y se negó a seguir mirando la batalla. No podía ver a ninguno de estos dos grandes guerreros haciéndose daño de esta manera.
Mientras avanzaba por el pasillo, Hestia notó a la lejanía a Odín hablando con otra divinidad. Reconoció a Ishtar, una diosa del panteón sumerio, a quien no había visto hasta ese momento. La diosa la notó acercarse y pronto cambió su atención a ella, interrumpiéndose a sí misma repentinamente. Sonrió de manera desagradable, mientras sus ojos rosados brillaban con diversión.
—Hestia, qué sorpresa verte aquí, pensé que te quedarías en tu casa bordando y horneando galletas.
Hestia ignoró su burla para dar una leve inclinación en señal de saludo y respeto.
—Pensé que estarían disfrutando la batalla.
—No hay nada interesante para ver—resopló Ishtar—. Solo tú verías interesante esta mierda.
Hestia volvió a ignorar las palabras de Ishtar y miró a Odín.
—¿Está nervioso por su turno en el ragnarok, Odín?
—No hay por qué estar nervioso—Odín miró a Ishtar antes de alejarse sin decir nada más.
Hestia lo miró marcharse mientras Ishtar rechistaba y se iba también. No había escuchado nada de lo que esos dos habían hablado, pero Hestia estaba segura que nada bueno debía estar pasando.
La verdad sea dicha, Odín nunca fue un dios en el que ella confiara demasiado. No era nada lo suficientemente cuerdo y aunque llevaba adelante sin problemas el panteón nórdico, no era el dios más confiable de todos. Tampoco parecía ser el más razonable. Su hijo Thor parecía mucho más considerado que él a pesar de su máscara de piedra y su escasez de palabras. A pesar del veneno del padre, el hijo no había sido contaminado. Era algo bueno.
Lo que no parecía ser bueno era que dentro de la locura de Odín, los dioses del panteón sumerio estaban participando. Esto no era algo que a Hestia le estuviera agradando, menos teniendo en cuenta que esto podría afectar a su familia.
Mientras se alejaba pensativa, buscando una forma de descubrir más al respecto, escuchó a Heimdall informando que el ganador de la décimo primera ronda del ragnarok era el humano Okita Souji.
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Título del capítulo parte de la canción: Wake up de Imagine Dragons.
Se acerca el desmadre jajaja Ya la humanidad va seis victorias, una mas y ganan uwu ¿Quienes creen que sean los siguientes luchadores del ragnarok? Hagan sus apuestas que se vera en el capitulo 19 ajaj
Nos vemos el sabado en el siguiente capitulo! Besos
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