Capítulo 17
Capítulo 17
Empty sea
Sometimes you will
never know the value
of a moment until it
becomes a memory.
-Dr. Seuss*
Luego de estar dos meses en un territorio humano que no le pertenecía, Poseidón al fin pudo regresar al Valhalla, pasando antes por el Helheim para dejar la maldita planta a su hermano. No saludó ni se despidió de nadie, simplemente apareció, ya sin usar la piel humana que había usado, y dejó la planta en manos de un sirviente antes de regresar a su territorio, a su palacio bajo el mar.
Los sirvientes lo recibieron con respeto y le contaron sobre todo lo que pasó en ese tiempo. Para su suerte, muchas de las cosas fueron manejadas con eficiencia y solo unas pocas fueron dejadas de lado porque sí o sí requerían de su presencia. No ocurrió ningún problema en su ausencia, ningún pueblo generó disturbios y las vidas de las criaturas marinas se mantenían en paz. Anfitrite le dio un suave saludo antes de dirigirse a otra zona del palacio mientras Poseidón apenas asentía la cabeza para darle a entender que la había escuchado. Luego de eso simplemente se fue a atender los asuntos que los demás no pudieron atender en su ausencia.
Tuvo un total de cinco reuniones con cinco acuerdos diferentes que llevar a cabo. Tuvo otras reuniones más pequeñas, con representantes de los pueblos bajo su poder. Conversaciones de poco más de una hora o más de dos en las reuniones más grandes. Tuvo que solucionar algunos problemas de otros territorios y generar tratados para evitar conflictos entre pueblos. Escuchó algunas sugerencias y terminó eligiendo lo mejor para todos, incluso si para algunos no era lo mejor. Pero en este tipo de cosas, no siempre habría un acuerdo total entre todos. Alguien siempre quedaría insatisfecho con las decisiones tomadas, pero nunca dirían nada, menos frente a Poseidón.
Estuvo ocupado por más de una semana, con reuniones y demás cosas con las que ponerse al día, incluidos documentos que solamente él tenía permiso de firmar o sellar. Sin embargo, a pesar de todo, Poseidón fue incapaz de sacarse de la cabeza al humano Sasaki Kojiro. Durante las reuniones había pensado en él y en qué le hubiera estado contando de no haber estado la planta todavía. Posiblemente nada, porque se había ido a un pueblo y no regresaría en varios días, pero imaginó lo que podía estarle contando después. Quizás sobre una nueva comida que hubiera comprado o sobre los artefactos nuevos que hubiera visto. Tal vez incluso alguna anécdota si se encontró con un espadachín famoso en su viaje o si se tropezó con algo y cayó de cara al suelo. Con Kojiro nunca sabía qué era lo que le había pasado.
No obstante, cuando se daba cuenta de lo que estaba pensando, Poseidón se reprendía creyendo que era estúpido pensar en un humano al cual apenas conocía. Un humano tonto que entrenaba por horas en una playa, olvidándose a veces de dormir, solo para combatir con otros y decir Me rindo.
No tenía sentido pensar en alguien así.
Pero el problema estaba en que Poseidón no podía dejar de pensar en él. Recordaba su voz y sus risas, incluso su promesa de llevarle algún regalo a su vuelta.
¿Qué habría pensado Sasaki Kojiro al regresar y no verlo en la playa? Luego de dos meses, no verlo debería ser anticlimático. ¿Se preguntaría dónde estaba o simplemente daría por hecho que se fue y jamás regresaría?
A veces no podía dejar de pensar en eso.
*
Las perlas del trono se habían caído por completo, decorando el suelo de la sala de trono y dejando un asiento de madera lustrada y oscura, con un simple acolchado azul. Simple, sencillo, nada como el extravagante y perfecto trono que había poseído. Las demás habitaciones también habían sufrido un cambio de ese tipo. El oro ya no brillaba tanto, los cristales ya no eran tan vistosos, los muebles ya no eran tan suaves. Cada rincón tenía cambios, cada espacio perfecto tenía su imperfección. Los grandes ventanales que mostraban la historia de cómo vencieron con sus hermanos a Cronos ahora solo tenía un simple vidrio azul de arriba abajo. Una sala de trono simple y bonita, nada como lo que un dios como Poseidón debería tener.
Todo estaba cambiado. Nada era ya perfecto como Poseidón recordaba.
*
Dejó que el tiempo pasara, pensando que los pensamientos sobre Kojiro pronto desaparecerían. Pero luego de tres meses, Poseidón recurrió a hablar con la única divinidad que creía que podría serle de ayuda en este caso: su hermana Hestia.
Su hermana Hestia tenía un palacio en un campo amplio rodeado de animales. Los sirvientes cuidaban de los animales ya que su hermana no solía tener tiempo para eso. De todos sus hermanos, ella era la única que más contacto solía tener con los humanos. Era de las pocas divinidades que valoraba a estos seres y buscaba hacer sus vidas más sencillas. Nunca la había entendido y tampoco había buscado entenderla, pero creía que de todos ella sería la única capaz de ayudarlo con este problema.
Los sirvientes que lo vieron llegar se hicieron a un lado para dejarlo pasar. La sierva más cercana y fiel de su hermana le abrió la puerta y lo llevó hacia Hestia. Ella estaba en el invernadero, sentada bajo un enorme árbol de frutos rosados mientras se entretenía bordando. Su largo cabello rubio platinado caía por un costado, trenzado para no molestarla con mechones sueltos. Su vestido de tela fina le cubría por completo el pecho y le llegaba hasta los tobillos, como un manto de nubes y estrellas. Hestia lo miró, sus ojos marrones claros brillaron con calidez y cariño. Dejando el bordado sobre la mesa frente a ella, se levantó de su asiento y se acercó a Poseidón.
—Mi querido hermano—dijo ella, tomando la mano libre de Poseidón con la que no sostenía el tridente—, ¿a qué debo tu visita?
El toque de Hestia era suave y cálido, como un rayo de sol en medio de un día frío.
—Necesito tu ayuda con algo.
—Cualquier cosa que necesites. Por favor, ven, siéntate—Hestia lo llevó hasta la otra silla que ella no había usado, cuando se sentó, ella lo hizo también en la otra silla—. Dime, mi hermano, ¿en qué puedo serte de ayuda?
—No puedo dejar de pensar en alguien a quien conocí por muy poco tiempo, me gustaría saber por qué. No es normal pensar en alguien a quien conocí por dos meses.
Poseidón creía que ser directo era lo mejor. Además era bien conocido que Hestia no era de esparcir conversaciones privadas con nadie. Era un hecho y uno de los motivos por los cuales ella tenía su respeto. Además Hestia sabía que si algo salía de ahí y alguien muy valiente hablaba al respecto, Poseidón lo mataría.
Su hermana miró sus manos entrelazadas sobre su falda.
—¿Hay algún rencor personal con esa divinidad?
—No.
Hestia siguió pensando.
—¿Hay algún sentimiento negativo que los una?
—No.
Hestia volvió a quedarse callada, pensando. Poseidón esperó pacientemente, viendo el bordado de su hermana abandonado en la mesa. Estaba a la mitad, pero ya se podía notar un árbol de cerezo.
—Debo preguntar, ¿qué es lo que te parece extraño de esa situación?
—El hecho de que solo lo conocí por dos meses. Para pensar en alguien, mínimamente deberías conocerla por más tiempo.
—No precisamente—Hestia miró el bordado pensativamente—. Sí se necesita de tiempo para conocer a alguien y entablar algún lazo que te lleve, a su vez, a pensar en ese alguien. Pero todo en el universo tiene sus excepciones. Hay veces en que nuestro corazón coincide con el de alguien más de tal manera en que un lazo se torna inevitable. Y esas coincidencias no respetan tiempo ni condiciones. Simplemente suceden y no hay nada que se pueda hacer para evitarlas. Tal vez fue lo que te pasó a ti.
—No tiene sentido. Un lazo no puede ser creado por algo como una coincidencia.
—No es...no es una coincidencia como tal. Se trata de...—Hestia movió sus manos, como si buscara la palabra indicada para describir lo que quería decirle—de...Química, una especie de conexión entre dos almas. Sé que para muchos son solo cuentos, pero en muchas historias se hablan siempre de almas compatibles con otras almas. Los humanos las llamas almas gemelas. Son almas que sin conocerse demasiado, pueden sentir una conexión especial que no sintieron antes con nadie más.
¿Almas gemelas? Qué estupidez, eso solo eran cosas de humanos.
Pero... ¿qué otro sentido tendría estar pensando todavía en un humano al que apenas había conocido?
—¿Algún otro motivo?
—Me temo que si no hay sentimientos negativos de por medio o conexión, lo único que puede llegar a quedar es que ese alguien hubiera hecho algo significativo para ti. ¿Lo ha hecho?
Lo único que había hecho Sasaki Kojiro en ese tiempo fue comportarse como un humano normal, nada más. No creía que hubiera hecho nada significativo que valiera la pena el que no se lo sacara de la cabeza.
—No—Poseidón apretó el tridente que todavía sostenía—, pero sigue siendo estúpido considerar la opción de conexión.
—Lo es siempre y cuando te niegues a la idea. Pero si un día decides no hacerlo, verás que todo será más fácil—Hestia se levantó y se acercó a él, tomando su mano—. Los dioses nacemos perfectos, sin tener que confiar o unirnos a nadie. Es una regla que nos hace quienes somos. Sin embargo, aprendí que en el universo siempre habrá alguien, una sola criatura, capaz de destruir esa regla. No todos tenemos la suerte de hallarla y por eso continuamos solos, siguiendo con el destino que tenemos impuesto—Hestia acarició su mano con un cariño desmedido—. Mi querido hermano, si tuviste la fortuna de hallar a ese alguien especial, simplemente entrégate al sentimiento y no lo pierdas. Su presencia solo te volverá más fuerte de lo que nunca antes has sido.
Hestia soltó su mano y Poseidón se levantó para marcharse de su casa.
"...siempre habrá alguien capaz de destruir esa regla..."
Poseidón solo regresó a su palacio y revisó los documentos.
*
No compartía habitación con Anfitrite, quien dormía en un cuarto apartado del de Poseidón. Por lo tanto, esa privacidad le permitía tener la libertad de dormirse a la hora que deseara sin necesidad de tener a su esposa detrás suyo preguntándole el por qué no estaba durmiendo. Pero era que a veces era complicado dormir cuando tenía tantos pensamientos en su cabeza. Sin contar que no era algo demasiado necesario para un dios.
Solo con una bata, Poseidón estaba en su amplia cama mirando el techo oscuro de su habitación. En su mente no dejaba de pensar en las palabras de Hestia. Era una estupidez, no podía tener ninguna conexión con ese humano. Él era un dios y Kojiro un humano, no había nada de común con ellos. Sus almas no podían estar conectadas de ninguna manera.
Pero entonces, ¿por qué no podía dejar de pensar en él?
Podía recordar a Kojiro, sentado a su lado contándole sobre algo que le hubiera pasado. Recordaba su voz, suave y alegre, contándole muchas cosas diferentes pero entretenidas. Recordaba el colgante con una pequeña caracola al final y la corona de flores de cerezo que había hecho.
Recordó lo extraño que se comportó el último día que se vieron. Como si no fuera el mismo Kojiro, el que con confianza se paraba a su lado y le hablaba con alegría. Sasaki Kojiro había estado titubeante al estar a su lado.
Poseidón rememoró lo que había pasado en el día. La corona de flores de cerezo y la posterior invitación de Kojiro. Poseidón había cerrado los ojos y pensado en la decisión que debía tomar. No era como en ocasiones anteriores donde cerraba los ojos para ignorar a Kojiro.
Oh.
Poseidón no se había dado cuenta de que sus acciones pudieron ser malinterpretadas por Kojiro hasta ahora. El humano posiblemente tomó su silencio como un rechazo y se fue sabiendo que no iba a seguirlo. Pero solo había sido un rechazo.
¿O no?
Si Poseidón lo pensaba bien, había rechazado a Kojiro desde el inicio. Si nunca antes aceptó nada del humano, ¿por qué el humano se decepcionaba que no aceptara acompañarlo a su casa? ¿No era una respuesta obvia? A menos...que tomara el hecho de que aceptaba escuchar sus relatos como un avance en su relación.
Poseidón se levantó de su cama y caminó por su cuarto, parándose frente al gran ventanal. Decir que le molestaban los relatos de Kojiro sería una mentira, después de todo los terminó encontrando entretenidos. Pero era solo eso, un mero entretenimiento en lo que esperaba la dichosa planta de Hades.
"Lo es siempre y cuando te niegues a la idea. Pero si un día decides no hacerlo, verás que todo será más fácil."
Hestia hablaba de dejar de ver a Kojiro como un ser inferior, dejar de lado lo que lo hacía un dios simplemente por un humano. Una decisión estúpida, elegir a alguien y confiar.
Solo sería cuestión de tiempo, si dejaba pasar unos meses más, seguramente olvidaría a Sasaki Kojiro.
"Si tuviste la fortuna de hallar a ese alguien especial, simplemente entrégate al sentimiento y no lo pierdas."
Entregarse al sentimiento. ¿Qué sentimiento? ¿Qué era lo que debía hacer?
Poseidón caminó por el cuarto, pensando. Entregarse al sentimiento... ¿qué pasaría si se entregaba al sentimiento? Si le hablaba a Kojiro, si se volteaba a mirarlo, si aceptaba pasar tiempo a su lado. Podía imaginar su sonrisa, o imaginar que sonreiría cuando le devolviera la mirada. Su voz sonaría más alegre y quizás su caminar tuviera un ligero salto con cada paso. Tal vez le haría coronas de flores o algún otro colgante. Se imaginó aceptando sus gestos, sus paseos, viajando juntos al pueblo donde Poseidón estaría aburrido de estar rodeado de humanos, pero solo se concentraría en el único humano por el cual había ido a ese lugar. Lo escucharía hablar, aceptaría la comida que le comprara y los regalos que encontrara en el camino. Quizás incluso elegiría uno al azar para Kojiro, para devolverle lo que le estaba comprando.
Imaginó corresponder a los gestos de Sasaki y descubrió...que realmente no le molestaba.
En realidad...no había disgusto en sus acciones. Le gustaba pensar, de alguna manera, en pasar tiempo con Kojiro.
"Lo es siempre y cuando te niegues a la idea. Pero si un día decides no hacerlo, verás que todo será más fácil."
Poseidón quería reír por la estupidez del asunto.
Al final...Hestia estaba en lo cierto.
*
Poseidón se sentó en el trono, en su sala de trono simple y sencilla, perfecta a su modo. Miró los amplios ventanales sin vitro, los cristales simples y la puerta de mármol y oro sin las olas en la superficie. De alguna manera, todo se sentía mejor de lo que lo había sentido antes. Incluso el salón, que perdió su ostentosidad, se sentía mucho más acogedor de lo que alguna vez se sintió.
Siempre había valorado la ostentosidad y el brillo de su palacio, olvidándose de que la perfección no siempre era lo mejor. La perfección en la que había estado envuelto no había sido en realidad la perfección indicada. Había tardado en darse cuenta que la perfección en la que había vivido no había sido más que una ilusión de lo que había creído que era la perfección.
Ahora se encontraba donde debía estar.
*
Luego de una semana considerándolo, Poseidón decidió regresar a la playa donde había conocido a Sasaki Kojiro. El humano iba a ir regularmente a entrenar, en cualquier momento del día al que fuera estaría ahí esperándolo. Esta vez, Poseidón sí iba a mirarlo a la cara y a responder a su saludo. Incluso si Kojiro le pedía acompañarlo a su casa, lo haría. Podía imaginarse a Sasaki Kojiro preguntándole dónde había estado, queriendo saber por qué había dejado de verlo por meses. Preguntando quizás con duda o algo de timidez, pero haciéndolo de todas maneras.
Volvió a vestir la piel humana que había usado antes y se sentó bajo el mismo árbol en el que solía estar cada día. Era temprano en la mañana, por lo que el humano llegaría en cualquier momento. A menos que fuera de esos días en los que se ausentaba por motivos que Poseidón desconocía. Sin embargo, esta vez sabría la verdad. Esta vez le preguntaría al humano el por qué se ausentaba algunos días.
Miró el mar tranquilo, las nubes en el cielo creando formas. Se apoyó contra el tronco del árbol, esperando. Pensó en la reacción del humano al verlo, cuando le respondiera, cuando lo mirara. Tal vez sonreiría o festejaría por conseguir lo que seguramente estuvo buscando por mucho tiempo. O bueno, por dos meses. Pero seguramente sería una reacción positiva.
La brisa era fresca y agradable, era un buen día para que Sasaki Kojiro entrenara aquí. Las flores de cerezo ya no deberían estar, pero tendría tiempo para ver a Kojiro fracasar de nuevo haciendo otra corona de flores.
El día avanzó entre pensamientos y cuando lo notó, la noche comenzaba a asomarse y Kojiro no había aparecido en ningún momento. Hoy debía ser de esos días en que el humano no llegaba por algún motivo y Poseidón debía esperarlo hasta mañana. No era algo que no hubiera hecho ya. Además, mientras no hiciera algo malo en territorio ajeno, no tendría ningún problema.
La noche pasó y pronto se transformó en día. El sol salió por el horizonte e iluminó la playa, su brillo se reflejaba en el agua. Poseidón esperó de nuevo, mirando el cielo despejado.
Pero por más que esperó, Kojiro no volvió a la playa. Eso lo extrañó, pensando que quizás el humano se había ido a un viaje a otro pueblo. En ese caso, Poseidón no tendría de otra más que volver a su territorio y regresar otro día.
Pura mierda.
Se levantó y comenzó a caminar por la playa, decepcionado de que todo no hubiera salido como habría esperado. Tal vez debería buscar el pueblo o el lugar donde Sasaki vivía. Sorprenderlo de alguna manera, aunque fuera aterrador, pero sería la única manera en que Poseidón podría volver a verlo. Si el humano terminaba rechazando su compañía, entonces no volvería a buscarlo nunca más. Tal vez Hestia no tendría razón del todo con eso de la conexión de almas o esas cosas. Podría ser que Kojiro se hubiera olvidado de él y solo lo hubiera tomado como una compañía casual.
Pensando que se estaba comportando como un tonto, decidió regresar al mar. Solo le tomaría un instante llegar a su palacio.
Miró por última vez la playa, no se había alejado mucho del lugar por lo que todavía podía ver el árbol donde usualmente se sentaba. Sin embargo, notó cerca de él, a varios metros del árbol, una piedra vertical que tenía aproximadamente su altura. Era inusual porque nunca antes la había visto.
Se acercó a ella y notó algo escrito de manera tosca. Tardó unos minutos en entender lo que estaba escrito porque la habilidad de los dioses de entender otros idiomas se volvía más eficaz cuando era hablado y no escrito. Sin embargo, cuando leyó lo que estaba en la piedra, su mente se quedó unos segundos en blanco.
Solo eran dos palabras, pero habían dejado paralizado a Poseidón.
Sasaki Kojiro.
No pudo reaccionar en los primeros minutos, mirando la piedra mientras el atardecer caía detrás de él. Sin embargo, lo único que Poseidón podía hacer en este momento era ver la tumba de Kojiro, todavía sin poder creer que esta era su tumba. No podía ser de él. Solo había estado lejos unos meses y hasta la última vez que lo vio, Kojiro todavía respiraba y reía. ¿Cómo fue que...? ¿Por qué?
¿Por qué ahora que aceptaba confiar en alguien más, que estaba dispuesto a quebrantar las leyes naturales que lo volvían un dios, pasaba esto?
¿Era una forma del destino de decirle que la decisión que estaba tomando era la equivocada?
¿O era la forma de decirle que debió valorar a Kojiro cuando tuvo la oportunidad?
Casi de manera involuntaria, Poseidón se sentó al lado de la tumba de Sasaki Kojiro y miró el mar, mientras el cielo se oscurecía lentamente. No encontró su voz durante los primeros minutos, hasta que lo logró.
—Hola de nuevo, Kojiro—saludó a alguien que ya no podía escucharlo.
Miró el mar sin poder sentir nada, sin pensar en nada más. Solo miró el mar, acompañado por una piedra con el nombre de alguien a quien no volvería a ver nunca más.
*
Poseidón admiró los ventanales azules de su sencilla sala de trono, pensando en pasear un rato por su nuevo palacio para disfrutar de un pequeño paseo.
Fue directo a la puerta y al abrirla, Poseidón se encontró de nuevo en la sala de trono. Pero no la sala de trono simple y acogedora de la que estaba saliendo, sino la sala de trono con los vitro en las ventanas y las perlas en el trono. La sala de trono perfecta y lujosa.
Poseidón caminó con prisa hacia la puerta y la abrió de nuevo para regresar a su sala de trono acogedora, pero en su lugar salió al pasillo, donde todo era perfecto y ostentoso, ya no había pizca de nada simple o acogedor.
Recorrió cada cuarto, cada rincón del palacio, pero todo había regresado a ser como había sido antes. El oro relucía, los cristales eran joyas invaluables y no había un grano de arena en ninguno de los muebles.
Miró el salón, acariciando uno de los muebles y esperando sentir la arena en sus dedos. Pero no sintió nada, solo la superficie de una mesa bien pulida.
Poseidón miró el salón, sintiéndose perdido en un palacio que ya conocía.
*Traduccion de la frase: A veces no sabrás lo valioso que es un momento hasta que este se vuelva un recuerdo.
Aqui finaliza la historia de Poseidon y Kojiro
Tranquilo Poseidon, volverás a ver a Kojiro pero luego de unos cuatro siglos jajaja
Este es el cambio de Poseidon en el que estuve trabajando, espero que sea de su agrado este dios de dioses más amable
Nos vemos mañana con el ultimo capitulo de esta primera parte!
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